La Corona Del Príncipe (+18)

By Monsax18

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|||Terminada (sin editar)||| Hagamos una suma extraña. Un Amo con el título de príncipe + Una sumisa no tan s... More

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Epílogo

XXX

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By Monsax18

Amo cuando les rotomo el gusto a las historias y hago creaciones altas jajaja. Les prometo que de aquí estarán las picados en la historia, se los prometo.

Feliz lectura…

Dos meses después…

Liz acomoda mi cobija mientras termino de desayunar, estoy viendo las noticias. La reina hará uno de sus estúpidos bailes de fin de año.

Invitó a varios a monarcas vecinos incluyendo a mi padre biológico. No iré a ese estúpido baile y me iré a perder en algún lugar en el mundo.

Apagó la televisión y Liz sonríe por mi actitud aguafiestas de siempre que no me interesa algo.

—Es pura basura.

—Nat, para ti es basura todo lo que vaya en contra de tus sensibilidades.

Asiento a eso. Tiene razón.

Siempre voy en contra de mis sensibilidades o para las cosas que no me interesan. Y eso es algo que no me interesa.

Por ejemplo, el dejar de hablarle a mi madre en estos dos meses, no me interesa hacer las paces con ella. Y tampoco con Samuel, pero él si ha venido un par de veces a intentar que lo perdone por su desplante con mi celular.

Bueno. Ha venido más veces de las que puedo contar con las dos manos, en una intento llevarme a la cama para tener lo que quería esa noche.

Las otras veces, venía a ver si según estaba Raya conmigo. Que ahora tiene siete meses y ya da más miedo porque está más grande y sigue igual de juguetona.

Mi padre trajo a mis perros al palacio y son los que le aguantan el paso a Raya. Kuno por su lado siempre está conmigo o en su camita. Empezó a traer ramas y no sé que tanta cosa a mi habitación y al final vi que sólo hacia una cama debajo de la mía.

Quite esas ramas e hice un camastro flotante para él solito.

Raya duerme en el suelo de mi habitación y no deja que nadie entre, solo a Samuel y a Liz. Y por supuesto que a Logan también, pero a nadie más.

Se volvió muy territorial con lo que a mi habitación se refiere.

—Sensibilidad o no, es pura basura—niega antes de bajar al suelo la comida de Raya.

—Deberías hablar con Samuel—comenta antes de incorporarse.

—No.

—Nat.

—No le pedí que escogiera y eligió—me quejo.

—Tampoco le diste oportunidad de decirte porque—me encojo de hombros de seguir comiendo.

Liz ha estado trabajando aquí con dos días de descanso a la semana, y yo se los autoricé porque no recibe órdenes de nadie en el palacio que no sean las mías.

Samuel y ella se llevan bien y por eso mi amiga hace de intermediaria en cosas que nos incumben como pareja.

—Liz no tengo ganas de hacer las paces con Samuel.

—¿Sí lo haz visto?

—Sí.

Se ve cansado, tiene una ojeras que lo hacen ver más viejo que antes, se ha descuidado físicamente y ya casi no come lo que debe comer.

Eso es lo que me hace sentir mal en cierta parte, pero es que siento que no es del todo mi culpa. Me sentí mal cuando me empujó y me caí, no tuvo porque quitarme mi celular y a dónde estaba marcando era una pizzería, yo sólo busque entre mis contactos y presione el botón para llamar.

—Habla con él.

Suspiro cansada, ni yo entiendo porque me ha costado tanto decirle que lo perdonó.

Liz sigue haciendo un par de cosas en mi habitación antes de llevarse mi plato y hacer que maldiga por lo que haré.

///

Tocó despacio su puerta y su voz me deja pasar, está acostado con música para dormir sonando en su bocina a un volúmen bajo.

Tiene la luz apagada y las lámparas a media luz, por eso puedo verlo.

Camino a la cama antes de sentarme en la cama, sus ojos van a mí y luego regresan a dónde está viendo.

Me acuesto en la cama antes de escuchar un suspiro de su parte, no me toca y es lo que me hace entender que esto es estúpido, él y yo estamos iguales y ya no tenemos idea de cómo funcionar después de lo sucedido.

Me levanto de la cama y suspiró antes de encaminarme a la puerta, abro para salirme e irme a mi habitación. En el camino pienso que ya no le haré caso a Liz y que me quedaré en mi habitación.

Abro la puerta de mi recámara para meterme y acostarme en mi cama y dormir hasta que el cuerpo se cansé de estar en el colchón. Siento el empujón al interior, y al girarme Samuel se lanza a mis labios como animal enjaulado. Muerde mi labio inferior antes de que me cargue y lleve a la cama.

—Sam.

—No quiero hablar.

No sé cómo diablos me quita la bata para dormir, sube sobre mí para devorar mis labios con deseo.

Abro mis piernas y eso lo hace gruñir. Se separa de mí para quitarse la ropa sin ayuda alguna, vuelve a cernise sobre mí para seguir besando y haciendo que pierda la conciencia por los besos, caricias y marcas que hace a mi cuerpo.

El sostén le estorba en un punto y no duda en sacarlo de manera brusca al igual que mi calzón y en ese si me quejo de dolor.

Acomoda mis piernas de una forma antes de meterse en mi húmeda, caliente y necesitada parte íntima. Empiezo a gemir y él a gruñir por los movimientos que le da a mi interior.

Gimo alto. Con cada penetración y beso.

Aprieto su cabello y eso no le interesa en lo más mínimo, él sigue penetrando mi cuerpo con deseo y con ganas de no venirse nunca.

Se detiene de la posición pero sin salir de mi cuerpo. Mis piernas las estira para que queden sobre su pecho, niego cuando comienza a darme bastante duro. Aprieto la sábana abajo mi cuerpo con cada gemido y gruñido que soltamos.

Se viene en mi interior para finalmente dejar que se una a mi orgasmo, sale de mi cuerpo para acostarse a mi lado.

—Como extrañaba esto—giro mi cabeza a él antes de verlo darme una sonrisa radiante.

—Lo siento.

—Te dije que no quiero hablar.

Suspiró antes de intentar incorporarme, y digo intentar porque vuele a subirse sobre mí.

—Quiero una noche con mi esposa—ladeo los labios al escucharlo.

—Si te quedas vas a dormir.

—Lo que quería ya lo tuve.

Me besa los labios antes de acostarse de nuevo a mi lado y jalar mi cuerpo al suyo para dormir como hace dos meses no lo hacíamos y mira que no me quejo.

///

Escucho el sonido de la puerta y la paso por alto al igual que Samuel que duerme abrazado a mi cuerpo.

Seguimos dormidos aún con el sonido de la puerta, de la nada dejan de escucharse los toques en la puerta y es mejor así.

—¡Demonios con ustedes!—Liz.

—¿Qué?—me quejo adormilada.

—Ya llegó el primer invitado de la reina y tienen que estar presentes—la escucho hacer mil cosas en el baño y en mi armario—¡Arriba!—no sé cómo Diablos hace que Raya suba a la cama para que los despierte—¡Voy por un traje para Samuel y cuando regrese quiero a uno de ustedes en la ducha!

Escucho un suspiro a mi espalda antes de despertarnos un poco y sentir los labios de Samuel en mi cuello.

—Buenos días—digo alegre.

—Dile a tu niñera que se espere unos diez minutos para poder darte bien los buenos días.

Niego antes de darle un beso y bajarme de la cama para irme a encerrar al baño, en el espejo veo varias marcas distribuidas por mi cuerpo. Unas mordidas bien dadas en mi cuello, y leves chupetes en mis pechos.

—Y eso que estaba medio dormido—quiero matarlo.

Lo ignoro antes de irme a bañar.

Se mete conmigo en la ducha y mientras él se talla el cuerpo yo me enjabono el mío, así nos bañamos en menos de cinco minutos y al salir Liz ya tiene listo el traje y mi vestido.

Niega antes de apuntar la fruta en la mesa que hay en la habitación, sonrío antes de tomar el vestido e irme a cambiar al vestidor. Una vez que tengo listo el vestido me voy a desayunar.

Al parecer Samuel desayuno mientras me cambiaba, así es el trabajo de Liz. Y todavía se pregunta porque la quiero aquí.

Nos hace bajar en menos de veinte minutos de haber comido.

Raya me sigue porque se le antojo salir y no quedarse en el cuarto con Liz acomodando mi habitación para que no se vea que anoche hicimos más que dormir Samuel y yo.

Al llegar a la planta baja caminamos a la sala donde la reina tiene a su visita.

Mi madre se mantiene neutra al rey que está sentado junto a la ventana, los reyes parecen tener una buena conversación con él cuando aparecemos Samuel y yo.

Bastián no oculta su asombro de verme con su hermano de nuevo.

—No, Bast—lo detiene Samuel antes de que diga una idiotez que me encantaría cerrar.

Me siento en un sillón y Raya se acuesta a mis pies, su cola queda entre los de Sam y eso significa que se siente cómoda de verme de nuevo con su papá humano.

—¿Ella es tu hija, Celina?—pregunta el rey para mi madre.

Mamá guarda bien las apariencias. Ya vi a quien saque eso.

—Si—respondo al ver qué ella no sabe que responder.

Mamá me mira con ese amor de siempre en los ojos, pero creo que tenemos una conversación pendiente que no quiero tocar o hacer por el momento.

El rey retoma la conversación con los reyes sin apartar del todo su vista de mí.

Hace unos momentos llegaron sus dos hijos al lado de su esposa, que saludaron de manera educada. No les tome gran importancia porque estoy concentrada en saber dónde está Kuno, no lo vi al despertar.

Y hablando de mi mono… entra y se sienta en mis piernas para elevar la bolsa de nueces que quiere abrir. Abro la bolsa y se pone a comer las nueces en mis piernas, le quitó una para darle un trozo a Samuel. Kuno siempre las pela antes de comerselas.

—¿Te gustan los animales?—elevo la vista al rey y asiento despacio.

—Siempre me han gustado—Kuno extiende otra nuez y se la tomó con cuidado para quitarle la cáscara y dársela.

—¿Y por qué no están en una jaula?—pregunta su esposa.

—¿Por qué debería darles en una jaula cuando estamos en una más grande?

Miro a Liz que ya me trae poca fruta y carne cruda.

La pone a mi lado en la mesita y me da el cuchillo para que le dé su ración del día a Raya que ha estado enferma en estos días y debo darle comida racionada en la mañana y otro poco en la noche.

—Raya.

Mi tigresa levanta la cabeza para luego sentarse como un perro y esperar paciente su comida.

Parto un poco del salmón que trajeron para Raya, bailo el trozo que Raya ve con atención. Sube su pata sobre mi pierna y espera atenta el salmón, lo lanzo un poco y ella va por el para comerlo de un bocado.

Aquí no puedo hacerla brincar, pero debo dárselo a su hora o se enfermara del estómago.

Samuel me quita a Kuno de las piernas para que pueda seguir dándole la carne a Raya.

—¿Comparas tu casa con una jaula?

—No la comparó—digo antes de darle a Raya la carne de res.

Pero está la pongo sobre su cabeza y con el cuidado de siempre muerde la carne antes de sacudirla y masticarla con cuidado.

—Es lo mismo.

Yo también lo creo, pero bueno. Sigamos.

Y sin comentarios no hay siguiente. Gracias.

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