Jungkook POV
El clima era perfecto. Hacía un día soleado, una brisa agradable y la música en la reproductora de mi auto nos hacía el viaje aun más placentero. La verdad es que no recordaba la última vez que tuve una salida así, pero la estaba disfrutando desde el primer momento.
– Uh, ¿por qué nos detenemos aquí? – me preguntó Haewon alzando las cejas cuando detuve el auto – Aun nos queda para llegar a la torre.
– Lo sé, pero escuché que para llegar podíamos tomar el teleférico – le dije con una sonrisa mientras abría la puerta para salir.
Me colgué mi cámara del cuello y salí.
– Oh – dijo ella y sus labios se abrieron formando una pequeña O.
Después de unos segundos salió del auto ella también y nos dirigimos hacia el Namsan Orumi, un elevador que llevaba directo al teleférico de Namsan. Esperamos nuestro turno de subir junto a las demás personas y quince minutos después ya nos encontrábamos haciendo la fila para el teleférico. Miré a mi alrededor, contemplando uno de los paisajes más hermosos que he visto en mi vida. Una pequeña sonrisa de admiración se formó en mi rostro.
– ¿Te gusta la vista? – me preguntó Haewon con una sonrisa, que le devolví cuando la miré.
– Es hermosa. De las más hermosas que he visto.
Encendí mi cámara y ajusté el lente para tomar varias fotos de la montaña Namsan. Era un paisaje realmente hermoso e impresionante como había visto pocos. El verde primaveral de las hojas de los árboles cubría la montaña, y a lo lejos, sobresaliendo, podía divisarse la torre. Un espectáculo, sin duda, imposible de olvidar. Era el segundo sitio de Seúl que me cautivaba, provocando que mi aversión hacia la ciudad disminuyera.
Mientras buscaba un nuevo ángulo enfoqué el lente hacia Haewon. La castaña se encontraba también admirando la vista. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho mientras miraba hacia la montaña con ojos soñadores. El cabello suelto y la falda de su vestido se movían suavemente con el viento, completando la imagen de chica inocente que poseía en ese momento. Al escuchar el sonido del flash, debido a la fotografía que no pude evitar tomarle, se giró hacia mí y me miró sorprendida.
– ¿Q-Qué haces? – me preguntó con un leve sonrojo en sus mejillas al verme apuntando la cámara hacia ella.
– No te muevas – le dije con una sonrisa y rápidamente le tomé otra foto antes de que desviara la mirada, ahora completamente sonrojada.
Le mostré las dos fotos que le tomé y ella sonrió tímidamente, sus pequeños ojos rasgados volviéndose una fina línea. Sonreí inconscientemente. Lucía realmente adorable, como una niña pequeña.
Antes de que ninguno de los dos pudiera decir nada el teleférico se detuvo frente a nosotros. Pagué los boletos de ida y ambos nos subimos. Cuando estuvo lleno con la cantidad justa de gente, comenzó a subir directo hasta la cima.
– ¿Es la primera vez que vienes? – le pregunté curioso al ver la sonrisa de emoción que se formó en su rostro.
– No realmente. Pero es como si lo fuera, porque la primera vez que mis padres me trajeron era muy pequeña y la verdad es que no me acuerdo de nada – me dijo con una pequeña sonrisa y yo asentí.
– Yo hace mucho que tampoco salgo con mis padres. Siempre están trabajando así que no tienen mucho tiempo para salir. Solamente en el verano, cuando se toman vacaciones.
– La verdad es que mi madre también trabaja todo el tiempo. Y no recuerdo la última vez que se tomó vacaciones – dijo con notable preocupación en el rostro.
– ¿Y tu padre? – le pregunté frunciendo el ceño con interés.
Ella, que antes se encontraba mirando hacia el horizonte, bajó la mirada con una expresión de tristeza que no pasó desapercibida para mí, haciéndome arrepentirme de inmediato de haber preguntado.
– Realmente prefiero no hablar de eso – dijo, su voz saliendo más baja y ronca que habitualmente.
Decidí no insistir, puesto que al parecer era un tema delicado de tratar para ella y además no era de mi incumbencia. Pero no pude evitar sentir una ligera preocupación por la chica a mi lado.
El teleférico se detuvo en la cima de la montaña y nos bajamos. Caminamos en silencio, absortos en nuestros pensamientos, hasta llegar a la torre, la cual los dos observamos con asombro. Definitivamente las fotos no le hacían justicia, era aun más impresionante en persona. Enorme e imponente, las palabras Seoul Tower escritas en la entrada con la N gigante arriba.
– Wow – solté con admiración, sin poder contenerme.
– Te juro que no la recordaba así de grande – dijo Haewon con una sonrisa, que me contagió – Vamos.
Entramos juntos y subimos hasta el primer piso.
La verdad es que cualquiera que me viese parado en el medio del vestíbulo de Seoul Tower Plaza con una cámara en mis manos, mirando a mi alrededor completamente maravillado, pensaría que soy el típico turista en su primera visita a la ciudad. Es que, exceptuando lo de turista, todo lo demás era cierto.
Este lugar era increíble. Por un momento deseé que mis amigos estuviesen aquí, disfrutando esto conmigo.
– ¿Por qué no entramos ahí?
Haewon a mi lado siguió con la vista mi mirada hacia donde le señalaba.
– ¿Al Hanbok Culture Experience Center?
– Sí. ¿Qué es? – le pregunté con curiosidad.
– Podemos vestir con hanboks tradicionales y tomarnos fotografías.
– Suena bien. ¿Vamos? – le pregunté con una sonrisa y ella asintió.
Hacía mucho que no usaba un hanbok. Se sentía un poco raro, pero a la vez emocionante. Haewon y yo elegimos un par que combinaba y habíamos decidido tomarnos las fotografías juntos. La verdad es que sería gracioso porque pareceríamos una pareja. Cuando terminé de ponérmelo salí para dirigirme a la zona de fotos. Busqué a la castaña con la mirada hasta que finalmente la vi salir de la habitación de las chicas. Su cabello estaba ahora recogido en un moño, con algunos adornos con forma de flores a juego con su atuendo. Se veía muy guapa, la verdad. Al ver que le sonreía desvió la mirada, algo ruborizada.
– Te queda muy bien.
– Gracias. Tú también luces bien – me dijo con una pequeña sonrisa.
Nos dirigimos a la zona de fotografías y esperamos nuestro turno en la pequeña fila de personas que había.
– Hace tiempo que no me ponía uno de estos – me dijo – Si mi hermano me ve, seguro se burlaría de mí.
– Para nada, si te ves muy bien.
Ella se sonrojó levemente y se encogió de hombros.
– Él es así. Siempre lo hace.
– Yo también tengo tiempo sin usarlo. Desde que era niño.
– Seguro lucías adorable – me dijo con una sonrisa burlona. Gesto que le devolví.
– Igual que tú – le respondí y ambos reímos.
Finalmente fue nuestro turno de hacernos las fotos. Tomamos varias, en distintas posiciones, pero con el estilo de una pareja a pesar de que la castaña insistía en tomar fotos individuales mejor. Era tierna la forma en que se ponía tímida delante de la cámara, pero siempre sonreía de manera adorable. Cuando terminamos fuimos a cambiarnos para recoger las fotos. Habían quedado perfectas, y pedí que no hicieran dos copias, una para cada uno.
– Me encanta como quedaron – me dijo con una amplia sonrisa mientras salíamos del lugar.
– A mi también. Quedaron perfectas.
– ¿Subimos ya al observatorio? Es casi mediodía.
Asentí y nos dirigimos hacia la cabina para conseguir los boletos de admisión. Una vez los tuvimos caminamos hacia el ascensor para subir hasta la parte de arriba de la torre. El observatorio se encontraba en la tercera planta. Cuando se abrieron sus puertas no pude contener mi asombro. El local tenía forma circular, como la torre, y estaba rodeado por grandes ventanales que ofrecían estupendas vistas a la ciudad. En algunos puntos había telescopios para poder observar mejor, también había algunos asientos, y en el centro había varios kioscos.
Haewon y yo nos aproximamos al ventanal que teníamos en frente, que además en ese momento era el que se encontraba más despejado. Admiré la vista por unos minutos y entonces encendí mi cámara.
– ¿Seguro que puedes tomar bien las fotos con el cristal en medio? – me preguntó ella con el ceño fruncido, dudosa.
– No te preocupes. Esta cámara tiene muy buena resolución – le aseguré con una sonrisa.
Modifiqué los ajustes para que las fotos quedaran bien, ajusté bien el lente y comencé. A medida que tomaba las fotografías, nos movíamos de posición para poder capturar varios lugares. Hice varias pausas para poder admirar bien la vista, y también mirar por los telescopios, y Haewon compró algunas golosinas. Las fotos estaban quedando excelentes, incluso Haewon me había sugerido distintos ángulos para capturar varios puntos de la ciudad y que las fotos quedaran aun mejor. La verdad es que no se le daba tan mal esto de tomar fotografías.
– Esto es increíble. Nunca había tomado fotografías desde un mirador.
– Yo nunca había estado en uno – dijo ella riendo suavemente.
Se sentía realmente genial.
Ya casi le habíamos dado la vuelta completa al observatorio. Desde donde estábamos situados ahora podía verse el Río Han. Se veía mucho más largo al verlo desde esa altura. Era impresionante. Mientras ajustaba el lente de la cámara divisé el puente donde Haewon y yo estuvimos esa noche que fuimos a hacer el trabajo de inglés. Sonreí de forma inconsciente cuando los recuerdos llegaron a mí, y de alguna forma terminé apuntando la cámara hacia ella.
Se encontraba mirando hacia algún punto de la ciudad con curiosidad y asombro en sus ojos. Sus brazos se encontraban nuevamente cruzados sobre su pecho, y esta vez el viento no agitaba su cabello debido a que era un local cerrado. Pero tenía esa bonita sonrisa que tenía hace un rato cuando nos estábamos tomando las fotos con los atuendos tradicionales.
Aproveché la distancia y el bullicio de la gente para tomarle una foto sin que se diera cuenta por el sonido del flash.
No me había percatado antes, pero Haewon era una chica realmente linda.
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