Transalterna

By Hitto_

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Maya y Sophie son la misma persona viviendo dos vidas diferentes. ¿Ambas vidas son reales?¿una es un sueño? E... More

Intro
Scielo1
Almarzanera
El chico nuevo
Un tatuaje gratis
Respuestas por parte de un odioso
Mirar alrededor
El fantasma del depósito
Tarde de playa
El ritual de cumpleaños
La fiesta de Maya
Gente indeseable
Guerra en la familia
Secretos íntimos
No salgas del círculo
Estar como en un sueño
En la fila del desempleo
El proyecto Transalterna
Un día espectacular
La peor espía
El chico más peligroso del pueblo
La primera misión
Lazos fraternos
Revelaciones en la montaña
Descubriendo una verdad
El misterio del culto
La cacería
Acechando en la oscuridad
Marcus
La primera cita de Ian
La verdad sobre Marcus
Confesiones entre hermanas
El misterio de Anelise
El espacio interdimensiones
Noche en el Spice club
El nuevo Ian
Consiguiendo justicia
El certificado de pureza
Niña buena
La verdad sobre Dylan
Rescatando a Ian
Saltar de un risco
El secreto de Grecia
El nuevo Aaron
Un giro del destino
Las jóvenes del Círculo
Mis dos padres
Familia
Cómo ocultar un crimen
Thaly
La dimensión T50
Dos años de cambios
La estrella Polar
La partida inconclusa
Alguien en quién confiar
La luna roja
Shifting
Epílogo
Transalterna 2
Guía de entes
Guía de personajes

La mansión del círculo

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By Hitto_

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Seguí la camilla por el pasillo solo hasta la entrada a terapia intensiva. Luego me ordenaron esperar.

Me dejé caer en el asiento, secándome las lágrimas a cada momento. ¿Cómo se me ocurría confrontarlo así? Se había descompensado por mi culpa.

La suerte era que estábamos en el nuevo apartamento del área siete. La ambulancia había llegado muy rápido y lo habían llevado a un hospital en el área once. Donde estaban los mejores centros médicos de la ciudad. Tampoco había tenido que esperar o rogar por atención.

Aunque la salita era tranquila y tenía hasta una máquina de café. La sentía fría y solitaria. No supe si llamar a Ian, tal vez lo molestaba demasiado, o tal vez se molestaba porque no le había avisado.

Le mandé un mensaje, para que lo leyera cuando pudiera. Avisándole que estaba en el hospital y que no se preocupara. De nada sirvió. Como quince minutos más tarde las puertas de cristal de la sala de espera se abrieron y él las atravesó.

—¿Qué pasó? —llegó directo a preguntarme.

—Le cuestioné sobre mi hermano, se alteró mucho y se descompensó. No debí preguntarle nada. Se puso así por mi culpa —expliqué entre sollozos.

—No es tu culpa. Él está enfermo, esto puede pasar en cualquier momento. —Me abrazó fuerte y me depositó un beso en la cabeza. Con él a mi lado, todo era más fácil.

—No era necesario que vengas. Seguro tienes mejores cosas que hacer.

—Sophie no digas tonterías. Nada es más importante que estar contigo. Todo va a salir bien. Solo... confía ¿sí? —Se separó para mirarme a los ojos y nos sentamos juntos—. ¿Te llegó a decir algo, sobre Dylan?

—No mucho. Él sí sabía de su existencia y de su muerte y me dijo que todo había sido su culpa... si sale de esta ya no sé si preguntarle.

—Está bien, que mejore y tú decides qué hacer.

Esperamos juntos por espacio de dos horas hasta que finalmente una doctora, de las que había entrado con mi padre salió a darme explicaciones.

—¿Tú eres la hija del señor Nicolás Jensen?

—Sí, ¿cómo está?

—Estable. Nos mandaron su historial médico, estuve revisando y él estuvo internado hace una semana. ¿Por qué lo retiraron?

—Yo...—No me animaba a decirlo, me daba mucha vergüenza explicarle a la doctora que había solicitado el alta de mi padre porque no tenía dinero para pagar el hospital.

—Fueron motivos personales —Ian respondió por mí.

—No debieron sacarlo. Afortunadamente está estable. Revisé sus tratamientos pasados. Vi que recibió quimioterapias y se le recomendó una cirugía hace un año. ¿Por qué no se la hicieron? — me interrogó, yo de nuevo no me animaba a mirarla a los ojos.

—Es que...no teníamos el dinero para pagarlo —confesé y por fin la miré—. ¡Pero mi situación financiera ha cambiado mucho! —me apresuré a añadir, temerosa porque me fueran a echar.

La doctora me escuchó, sacó una tablet y me mostró una radiografía.

—Este es el pulmón de tu padre, tiene suerte que el tumor no se haya extendido demasiado. Podemos encapsularlo y luego removerlo. Mientras más antes lo hagamos mejor.

—¿De verdad? Es decir, ¿si hacen eso puede salvarse?

—Tu padre no está desahuciado y el cáncer no ha hecho metástasis, de momento, por eso hay que hacerlo lo antes posible.

No recordaba haberme puesto más feliz nunca. La doctora hablaba con tanta seguridad y calma que realmente parecía que lo de mi padre no era tan complicado como pensaba antes.

—Claro, yo... solo necesito un par de meses para reunir el dinero y ...—le empecé a explicar. Si reducía mis gastos al mínimo, en poco tiempo podía reunir lo necesario.

—No vamos a esperar, háganlo lo antes posible. —Ian volvió a interrumpirme y antes que yo le reclamara nada habló—. Sophie yo voy a darte el dinero. Si quieres me lo regresas luego, pero ahora no voy a aceptar una negativa.

No, por supuesto que no me iba a negar. Salvar a mi papá era lo más importante. Accedí de inmediato.

—Estupendo —dijo la doctora con una sonrisa—. Los gastos se los darán en administración. Bajaremos a tu padre a una habitación y necesitará mucho reposo. Aquí, no en casa —recalcó y yo asentí.

Cuando se fue salté a abrazar el cuello de Ian.

—¡Mi papá se puede salvar!

—Va a salvarse.

Una hora después, mi padre salió, lo llevaron a una bonita habitación individual, con baño privado y vista a la ciudad. Incluso había un sofá cama para acompañarle. Como solo yo podía quedarme me despedí en susurros de Ian.

—Gracias por todo. Mañana nos vemos... bueno, tengo el brunch de Coral. Luego iré a verte al partido, pero puedes ir temprano a mi casa, antes del desayuno. Bueno, solo si quieres y no tienes algo que hacer.

—Voy a estar ahí —afirmó con media sonrisa, me dio un beso de despedida, una innecesaria, porque ni bien me eché a dormir desperté en mi cama en Almarzanera, con Ian, el gato, acurrucado en mi almohada y Aaron recostado a mi lado.

Era extraño y agradable. Me gustaba mucho despertar a su lado.

—¿Cómo estás? —me preguntó con una caricia en el rostro.

—Como me acabas de dejar. —Reí—. Esto es raro, porque siento que te vi hace solo cinco minutos; pero bien, estoy tranquila. Esto no es como la vez anterior. Ahora papá está en buenas manos, ya tengo un pronóstico favorable y no tengo que pensar en prostituirme para pagar el hospital. Todo gracias a ti. Conocerte fue como ganar la lotería.

Sonrió.

—Pero no te lo tengas tan creído.

—No me lo tengo creído. Se supone que haces ese tipo de cosas por las personas que son importantes para ti. Es cómo funcionan las relaciones, o eso aprendí y tú eres lo más importante para mí, en ambos mundos. Haré todo lo que esté en mis posibilidades para que estés bien.

No sé en qué momento se había puesto encima de mí y me hablaba acercando más y más sus labios a los míos. No le negué un beso, que rápidamente se hizo más intenso.

Tampoco sé en qué momento sus manos comenzaron a subir por mis muslos, hasta entrometerse por debajo del short de mi pijama.

Tantas veces había querido que Steve hiciera algo similar y jamás lo había conseguido. Tal vez no se sentía atraído hacia mí de esa manera, o Claudia tenía razón y me era imposible mantener una relación sin sexo.

Lo tuve que detener. Me llamarían en cualquier momento y debía prepárame para ese día.

—Aaron, ahora no.

—Ya sé. —Se levantó con un gruñido. Se aproximó a mi escritorio y me alcanzó una carpeta.

La abrí, adentro había una guía de entes, la que me había prometido. Con dibujos e información.

—Esta increíble.

—Será parte del comic. Es la información básica. Lo que debes saber. Te harás experta con el tiempo.

—Está mejor que el informe de trescientas páginas que me dio Solange y que no leí. —Recordé que me había propuesto estudiarlo y había fallado.

—Es un resumen. Ya me voy, te veo en la tarde. —Desapareció.

Me alisté para mi primera reunión en el Círculo, mi oportunidad de averiguar sobre aquello y confirmar si era alguna sociedad secreta, o solo un club social de gente rica.

Mi vestido blanco, el que Coral me había dicho que debía usar, estaba colgado, me lo puse. Era fresco, de tela delgada, escote cuadrado y llegaba justo un dedo arriba de mis rodillas. Debía tener cuidado de no ensuciarlo. Para complementar, aunque estaba segura que mi madre lo desaprobaría, tomé una chaqueta de jean. Al salir de mi habitación, mi hermano me interceptó.

—¿Cómo fue? ¿Viajaste a ese otro mundo? ¿Descubriste algo?

Tragué saliva. ¿Cómo le iba a explicar?

—¿El nombre Dylan se te hace familiar?

Frunció el entrecejo, como cada vez que pensaba.

—De una extraña forma, sí. ¿Ese era mi nombre?

—Dylan Ayala.

—¿Y qué pasó conmigo?

—No sé cómo lo vayas a tomar, pero te secuestraron y asesinaron cuando tenías tres años.

—¡Lo sabía! ¡Me mataron! —afirmó.

—Lo siento. Y sí, te juro que estoy averiguando quién fue y por qué, para vengar tu muerte. Lo extraño es que sí éramos hermanos. Como aquí. Tuvimos los mismos padres, pero por algún motivo, fuiste criado por nuestro abuelo materno. ¿No recuerdas nada de eso?

—No. Solo tener pesadillas con esos entes horribles.

—Es comprensible, eras muy pequeño. Aunque yo sí tengo recuerdos de esa edad. Papá y mamá me decían que mentía con lo de mi otra vida, tú no hablabas de eso.

Mi hermano encogió los hombros.

—Averigua más. Quiero saber.

—Hay otra cosa. Respecto a Grecia. Descubrí que ella también fue portal. La secuestraron, como a ti, solo que no hallaron su cuerpo y sospecho que hicieron lo mismo con otros niños del pueblo. ¿Te comentó algo?

—¿Grecia es como nosotros? No me dijo nada, pasamos mucho tiempo juntos, pero no hablamos... ya entiendes. Pero si ella estaba al otro lado también, eso significa que estamos destinados a estar juntos, seguro si viviéramos en el otro lado...

—Tiago no lo tomes como una historia romántica. Daniel, la otra versión de Liam está ahí. Además Grecia... bueno, en serio necesitas hablar con ella. —Lo tomé amistosamente del brazo. Me daba ternura y algo de pena, ver a mi hermano tan emocionado con ella y saber que ambos tenían caminos separados.

Mi madre nos halló en el pasillo. Nos ordenó bajar. Tras ayudar a mi hermana a cargar las decoraciones al auto, nos dirigimos por fin a su brunch. Tiago se quedó, su primer partido de básquet era esa tarde y debía reunirse con el equipo.

****

La sede del Círculo era una mansión con forma de castillo. Construida hacía más de doscientos años. Jamás había ido. El ingreso estaba lleno de autos elegantes y varias familias descendían de estos para ser recibidos por gente uniformada.

Al bajar, caí en cuenta que todas las chicas de mi edad iban de blanco. Reconocí a lo lejos algunas compañeras de colegio. Al menos no me iba a aburrir, y junto a la puerta que iba del recibidor de suelo de mármol al jardín, estaba Grecia. También con un vestido blanco y cara de fastidio.

—¡Grecia! —la llamé, y en seguida ella cambió su expresión.

—¿Qué haces aquí? —me preguntó.

—Ayudo a mi hermana, ella organizó esto con su grupo. Voy a cantar y supongo que aprovecharé de comer.

—¿Solo eso? ¿no te explicaron a qué se debe el brunch? —preguntó con seriedad.

—No, ¿hay algo más?

—¡Señoritas! Por favor, vayan a tomar asiento. Los apellidos de cada familia están en las mesas.—Una mujer mayor, que seguro era una de las anfitrionas, nos interrumpió y casi obligó a ir hacia el jardín.

Me sentía como en una película. El jardín de pasto tan verde que parecía pintado, jardineras de flores exóticas, fuentes de agua, en incluso pavos reales y grullas paseando con libertad por el jardín. Las elegantes mesas blancas distribuidas con hermosos centros de mesa de cristal.

Jamás había imaginado que ese evento organizado por el grupo de mi hermana fuese a ser tan elegante.

Daria me dio alcance y me llevó hacia la mesa de mi familia, me despedí de Grecia con la mano y ella se dirigió hacia sus padres. De nuevo con esa actitud cansina.

Casi me muero al ver a mis padres hablando con otra pareja, que iba en compañía de Steve. Recordé que su madre también era miembro del Círculo. Cuando quise dar media vuelta y escapar, fue muy tarde. Mis padres me vieron y me llamaron, para presentarme oficialmente con los padres de mi supuesto prometido.


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