El Rostro de una Mentira

By darlis_steff

2.1M 299K 197K

En un país multicultural cómo Australia, en un día puedes toparte con más de mil rostros y diversas personali... More

El Rostro de una Mentira
El día que nací
Prefaccio
Capítulo Uno: Hola, Leonid
Expediente abierto
Capítulo Dos: Gracias por tu compra
El Caso de Carolie Cox
Capítulo Tres: Espíritu, tumor o locura
Mensajes enviados entre Shaina y Azhar
Capítulo Cuatro: Cocodrilo
El caso de Lane Cove
Capítulo Cinco: ¿Quién es Rebecca?
Capítulo Seis: Crocodrile Woman
Capítulo Siete: Dos opciones
Capítulo Ocho: Hola, Traviesa
Capítulo Nueve: Primer paso
Capítulo Diez: Tres no son multitud (+)
Capítulo Once: Tentar
Encontrado cuerpo a las afueras de Ryde
Capítulo Doce: Ser mala
Capítulo Trece: Rara Vs. Normal
Capítulo Catorce: Miedo
Capítulo Quince: La niña
Capítulo Dieciséis: ¡Bienvenida al mundo de los raros!
Capítulo Diecisiete: Las voces
Capítulo dieciocho: Dependencia
Capítulo Diecinueve: El loco mundo de Azhar
Capítulo Veinte: ¿Demasiado?
Capítulo Veintiuno: alucinación vs realidad
Sydney amanece con hallazgos escalofriantes
Capítulo Veintitrés: El beso de la muerte
Capítulo veinticuatro: el eslabón débil
La niña que ya no quiso creer en la ciencia (+)
Capítulo Veinticinco: Libre albedrío (+)
Capítulo Veintiséis: ¿Me crees? (+)
Capítulo veintisiete: La liberación de Shaina (Parte I)
Capítulo Veintisiete: La liberación de Shaina (+) (Parte II)
Capítulo veintiocho: Víctima
Capítulo veintinueve: No una víctima
Capítulo Treinta: Los cocodrilos tienen hambre
Annie ya no será la chica mala.
Capítulo Treinta y Uno: Soy Azhar Beckett
Capítulo treinta y Dos: Ya no hay grietas, está roto (+)
Capítulo Treinta y Tres: Hola ¿...?
Capítulo Treinta y Cuatro: Odette(+)
Capítulo treinta y cinco: De cuando Odette le sonrío a André
Capítulo Treinta y Seis: La fiesta del pecado
Capítulo Treinta y Siete: La fiesta del orgullo
Capítulo treinta y ocho: la fiesta de la revelación
Capítulo treinta y nueve: Ser superior
Capítulo Cuarenta: ¿Familia?
Capítulo Cuarenta y uno: Reuniones
Capítulo Cuarenta y Dos: Los amantes trágicos

Capítulo Veintidós: El despertar de Shaina

33.2K 5K 6.2K
By darlis_steff


Capítulo veintidós: El despertar de Shaina.

Shaina.


Hay una sensación extraña en mí, algo se siente diferente, además del hecho de que haber visto a mi padre me ha estado ocasionando escalofríos desde hace dos días, hay algo más, un estado de consciencia que no puedo explicar.

No he querido pensar en el señor que llamé padre durante toda mi vida, ese señor que profanó mi cuerpo, que me dio pesadillas y pesares que durante años me han hecho sentir sucia y cómo una basura. Él me trató cómo escoria. Un día era un padre amoroso y al siguiente un monstruo que convertía ese amor en algo perverso, algo sucio, algo dañino que me destruyó.

Durante años me he concentrado en dejarlo atrás, lo he enterrado en mi memoria, lo he rechazado tanto que con el tiempo he conseguido alejarlo de mis pesadillas y cuando está presente, finjo no recordar al despertar. No lo hablo con mi psiquiatra, no se menciona en mi casa y a veces trato de convencerme de que si no pienso en ello, entonces, no sucedió.

Mamá siempre ha dicho que fui una niña tranquila y callada, era pensativa y tímida, siempre tuve una terapeuta sobre todo porque no hablé durante los primeros años de mi vida, no era una niña típica, pero el día que decidí decir una oración completa en voz alta, fue para hacer saber cuánto daño me estaba haciendo el hombre que llamaba papá. Esos acontecimientos, esos momentos, quebraron algo en mí. Una niña que ya estaba lo suficiente defectuosa, se convirtió en algo totalmente dañado.

No le conté a mamá que lo vi, que me buscó ni siquiera a mis tíos. En mi interior alguna especie de rencor se guarda hacia ellos por no protegerme y porque sé que aun dudan de mí, que me cuestionan y que muchas veces pueden preguntarse "¿Diría Shaina la verdad?". Papá para mi mamá era un hombre intachable, su gran amor, el padre del año y mis palabras, mi dolor, le borró esa imagen que tenía de él y una parte de mí siente que aun ella no me cree.

Aparte de la reciente aparición de ese señor, otra cosa que mamá tampoco sabe es el ataque de pánico que tuve, la manera en la que colapsé y el cómo Preston me rescató.

—Preston —susurro permitiéndome saborear un poco su nombre y la incógnita que va con él.

Aun puedo sentir el tacto de su mano en mi mejilla y el susurro de "estás bien" antes de que finalmente se fuera del apartamento tras asegurarse o creer que yo dormía. Él estuvo conmigo, me ayudó y sentí que no me juzgó mientras reprendía y alejaba a Priscila de cualquier tipo de perturbación que podía causar cuando yo me encontraba tan afectada.

Preston, el hombre que despierta algo en mí, algo que no sé cómo explicar, pero que con cada encuentro se hace más evidente. Ahora él también está en mis pensamientos y eso me hace sentir culpable porque me lleva a pensar en Anders, el hombre que me gusta y que en este momento debe de pensar que soy una completa lunática luego de que simplemente me fuera corriendo sin ninguna explicación; desaparecí sin decirle y no he contactado con él hasta ahora porque la vergüenza me consume, porque dejé que Preston se metiera en mi cabeza, porque tengo miedo de que mi locura termine alejándolo o lastimándolo. No soy normal, nunca lo seré.

Y el hecho de que ahora me encuentre en esta fiesta pensando que eso me hará más normal, me pone en una categoría más patética.

Sun Hee me convenció de venir a una fiesta con ella y Seung Wook, en un principio desistí por no querer estar con multitudes, por miedo a salir de noche y por la incomodidad de sobrar en la relación entre ellos que se está desarrollando. Sin embargo, recordé cuánto extraño a mi mejor amiga y una parte muy estúpida de mí pensó que estaría bien hacer algo normal cómo cualquier persona de mi edad.

Pero ahora que estoy aquí, de pie, en una casa desconocida, con una lata de cerveza en mi mano de la que no he tomado y rodeada de personas que no conozco, pienso que fue una mala idea. No logro integrarme porque me siento incómoda y porque no escapo de mis pensamientos.

No tengo control de mi mente, pienso sin parar en todo lo que ha estado sucediéndome y cuestiono tanto mi cordura que si no estoy loca, entonces acabaré porque convencerme de que sí lo estoy.

Veo a mi lado y Sun Hee está sonriendo lo que de inmediato me tiene sonriendo. Mi amiga se ve radiante, cómoda y feliz, es evidente que la cercanía que ha desarrollado, en mi ausencia, con Seung Wook ha sido muy especial y significativa y lo que más me gusta es que es correspondida, porque he notado la manera en la que él la mira y cómo le da suaves toques inocentes y dulces que la hacen sonrojar. Quisiera algo así.

Quisiera ir a una fiesta con Anders, tomar su mano, tocarlo sin cohibirme de que las personas puedan vernos y solo disfrutar sin que mis pensamientos me consuman, pero estoy loca y no soy normal. Esas cosas, esos escenarios, no son para mí.

Mi amiga nota que la estoy viendo y me da una amplia sonrisa antes de hacerme un corazón con su pulgar e índice y lanzarme un beso de una manera que resulta tan adorable que ni siquiera debería ser legal, eso me sube un poco el ánimo.

La canción relajada que estaba sonando cambia por una que tiene a todos gritando y que comienza con una melodía sensual que pronto tiene a las personas agrupándose en el centro y pegando sus cuerpos mientras se mueven de una manera que resulta muy sugestiva. Veo a Seung Wook susurrarle algo a mi amiga y tras morderse el labio inferior, ella asiente y toma la mano de él, luego extiende la otra hacia mí y sacudo la cabeza en negación.

—Ow ¿No quieres venir con Unnie?

—Terminaré mi cerveza —Me excuso y para hacer un punto, doy un pequeño sorbo.

Me ve no muy segura, pero al final acepta mi negativa y va a la pista de baile. Por un momento estoy intrigada de si ellos van a bailar de la manera sucia en la que lo hacen todos porque Sun Hee es muy apegada a su cultura y ese tipo de demostraciones o bailes no son los suyo. Estoy tensa preguntándome si cambiará por él, pero me relajo cuando se comportan de manera tonta bailando uno alrededor del otro mientras se sonríen y ríen.

—Son muy bonitos —susurro a nadie en particular porque me he quedado sola—, es como ver un drama juvenil para todo público.

La parte curiosa de mí se queda viendo a las personas bailar de forma lasciva, pero también integrarse mientras cantan a los gritos y sienten la música con una efusividad que nunca he experimentado. Me da celos y envidia ver cómo todos se acoplan sin problemas, cantando sin importarles si él de al lado es un desconocido o si sus cuerpos se rozan de manera involuntaria. Es horrible anhelar algo que para otros puede resultar tan fácil y que para mí no lo es.

Sin poder aguantar un poco más de la amargura de mis celos y envidia, decido salir porque también debo verme tonta de pie sola cómo una persona adorno que no sabe qué hacer. De esa manera llego a un amplio jardín que se encuentra solo, excepto por una pareja besándose detrás de unos árboles. Esta no era una fiesta con muchos invitados, Sun Hee mencionó que era el cumpleaños de un compañero de clases, cómo mucho, seremos veinte personas.

La noche es fría, tal vez demasiado para la camisa de tela delgada que estoy usando, además, hoy decidí romper mi tipo de vestimenta de siempre con un pantalón con rasgaduras que hace que el frío me roce la piel de algunos sitios en mis piernas, tal vez no fue el mejor día para optar por esta ropa sin ningún tipo de suéter.

Cuando alzo la vista noto que no hay estrellas tampoco hay luna, parece una noche melancólica que supongo que va muy acorde con mi estado de ánimo. El vibrar de mi teléfono me desvía de cualquier pensamiento deprimente, pero solo ruedo los ojos cuando veo que es un mensaje de mamá pregunta en dónde estoy, le miento diciendo que veo dramas con Sun Hee y cuando vuelvo a la pantalla de inicio me es imposible no dibujar en mi rostro una sonrisa triste encontrándome con el primer dibujo que Anders me regaló, porque lo he puesto de protector de pantalla.

¿Por qué me empeño en alejarlo? ¿Por qué me castigo cuando lo quiero tanto cerca de mí? ¿No merezco un pedacito de felicidad? ¿Un respiro? Estoy tan cansada de sentirme mal, de sufrir, de sentir que no merezco nada. Cuando estoy con él siento que respiro aire nuevo, que dejo de ahogarme y puedo ver más allá de mis complejos y defectos. Cuando estoy con él me siento libre, eufórica, arriesgada... Traviesa.

E incluso si no quisiera verlo ¿No le debo al menos una conversación adecuada? No lo quiero dejar ir, decido que prefiero que algún día todo termine y quedar destruida a destruirme sin haberlo vivido y experimentado. Y es con ese pensamiento que busco la letra "A" en mis contactos, porque no lo guardé por su nombre por miedo a que mamá lo descubriera. Presiono llamar.

... Y él no responde; hago mi mayor esfuerzo para no sentirme mal ni afectada, pero no lo consigo.

¿Se cansó de lidiar con mis rarezas? ¿Todo terminó cuando sentí que apenas comenzábamos?

—No tienes que ser negativa —Me digo.

Que no responda mi llamada no tiene que representar inmediatamente algo fatalista, es tan sencillo como que podría estar ocupado e incluso si se encuentra molesto conmigo por la forma en la que lo abandoné, eso no significa que no quiera volver a verme.

La forma en la que me mira, me toca, me besa, me hace saber y aferrarme a que no hemos terminado, que entre nosotros puede haber más, mucho más.

—Es una fiesta aburrida ¿Verdad? —dice una voz masculina ronca.

De inmediato me encuentro dando un respingo antes de girar encontrándome a un hombre de tez bastante pálida, ojos demasiado oscuros y cabello negro. Él se encuentra expulsando por la nariz el humo del cigarrillo que está fumando.

Por un momento largo estoy desconcertada porque es que él, al igual que Anders, parece sacado de un libro paranormal, es perturbadoramente atractivo de una manera etérea incluso con los grandes círculos oscuros alrededor de sus ojos, son unas destacadas ojeras. Cuando me mira dejo ir una lenta respiración porque más allá de lo impresionante que resultan sus ojos oscuros, lo magnético y desconcertante es la manera en la que parecen un abismo absorbiéndolo todo.

Cejas pobladas se enarcan ante mi falta de respuesta y luego sonríe, pero el gesto no alcanza sus ojos. Viendo alrededor me doy cuenta de que aparte de un par de parejas demasiado ocupadas besándose, somos nosotros nada más en este jardín oscuro y este momento me resulta un tanto inquietante y es que hay un tirón de miedo en mí, pero también una sensación de familiaridad, casi como un deja vu...Eso junto a mi nueva determinación – aun tintada de miedo – es lo que me hace quedarme.

—Es una fiesta...Tranquila —termino por decir viendo al frente.

—Es aburrida —Da otra calada al cigarrillo mientras me ve—. Hasta que finalmente nos conocemos...De nuevo, Shaina Hawk.

Doy un paso hacia atrás ante sus palabras y él sonríe de manera fría avanzando el paso que retrocedí. Trago, creo que debería irme...

—Nunca te he conocido.

— ¿No te luzco familiar? —Finge una mueca de pesar—. Oh, casi me siento ofendido y tan dolido, me estaba haciendo ilusiones sobre un reencuentro cariñoso entre tú y yo.

—No te conozco.

Se termina lo que resta el cigarrillo y arroja la colilla al suelo antes de aplastarlo con su bota y acercarse a mí. Me mantengo paralizada, no sé si se debe al miedo, la curiosidad o intriga, simplemente no me muevo cuando se detiene muy cerca y se inclina lo suficiente para que su rostro esté a la altura del mío.

—De verdad no sabes quién soy ¿Será que eso me hace entristecerme, Shaina?

Suspira y ve al cielo metiendo las manos dentro de su pantalón, hay algo...Extraño en él, pero también familiar.

—No tengo mucho tiempo, Shaina, aunque no lo creas a veces hay ojos donde menos lo esperas y no me apetece reencontrarme con ciertas personas —Ve alrededor—. Escúchame bien lo que te voy a decir.

Cómo una completa idiota inservible simplemente parpadeo y él frunce el ceño antes de sacudir la cabeza y ver alrededor, luego comienza a hablar.

—Soy Atlas Hoffman, te conozco y tú me conoces, lo hiciste hace un tiempo. Eres más de lo que crees y de lo que ellos quieren hacerte creer —Su mirada se traba con la mía—. Si un hombre con un reloj súper caro y extraño, ojos grises con verdes, acento peculiar y encanto aparece, escúchalo, no temas y no le digas a tu mamá, no le digas a nadie. Ni siquiera a tus compañeras de piso.

— ¿Qué...?

Se inclina llevando sus labios a mi oreja cómo si temiera que alguien pudiese escucharlo.

—No tienes una depresión clínica, Shaina, son efectos secundarios. No son antidepresivos lo que tomar. Tu comida, las bebidas ¿Te das cuenta de que todo esto viene de otros, pero nunca lo compras tú? ¿Qué recuerdas de tu infancia? ¿Tienes momentos de ira? ¿Duermes y despiertas sin saber qué ocurrió?

» "No salgas, Shaina, el mundo es un lugar inseguro" "te estoy cuidando" "no hables con extraños" "las personas son malas" Dime ¿Qué más te han dicho para que te aísles y no hables con otros? ¿Qué mentiras te han inculcado para que no preguntes? ¿Qué te dijeron para qué no socialices con ninguna persona que pueda hacerte ver la verdad?

Sus palabras son cómo veneno paralizándome y por alguna razón siento mis ojos humedecerse, él no se detiene.

—Que nadie pueda a ir a tu casa, que a lo largo de los años no hayas tenido amigos, que el trabajo que tienes viene de tu propia familia...El control constante de tu mamá, el autodesprecio, la ansiedad, la incertidumbre y esa sensación de vacío en tu interior. El cómo a veces no puedes dormir por tu cuenta ¿Alucinaciones?

— ¿Cómo lo sabes? —susurro, comenzando a experimentar miedo.

Más que miedo de él, tengo miedo de lo que está planteando, de lo que podría decirme, de lo que no sé. ¿Cómo me conoce tanto? ¿Por qué sabe tanto de mí?

Retrocede un par de pasos y me da una sonrisa fría mientras esos ojos negros se clavan en los míos.

—No puedo creer que ustedes no me recuerden, supongo que el efecto de esa mierda es mejor de lo que pensé.

— ¿Por qué tendría que recordarte? ¿Quién eres? Por favor, dime.

—Sabes quién soy, Shaina, tienes información sobre mí, está en algún lugar en el que ni tu misma puedes recordar haberlo escondido.

»Búscalo, estoy seguro de que cuando lo encuentres entenderás muchas cosas, me recordarás y recordarás cosas sobre ti —Su mano entra en el bolsillo de su pantalón y luego toma la mía presionando palma contra palma—. Tu número es la clave, tu número con el suyo.

»Atlas —Me repite su nombre—, no lo olvides, pero no lo cuentes.

»No estás enferma mentalmente, no así. Cuida de lo que te dan de comer y beber, confía en el hombre de reloj extraño y no le cuentes a otros de esto. Sé defenderme, pero creo que tú conscientemente ya no lo sabes hacer.

Sus dedos me toman la barbilla mientras nos vemos con fijeza y mantiene su otra mano en la mía. En este momento verlo a los ojos me ocasiona tristeza, inexplicablemente siento dolor en mi interior por algo que no puedo entender ni recordar, cómo destellos que quisieran aparecer en mi mente.

—Hiciste mucho por mí y ahora puedo hacerlo por ti. Es cómo ser familia, Shaina. Ellos me decían que era el cuatro, pero siempre me llamaste Atlas —Deja apenas un beso en mi frente—. Cuídate.

Cuando libera mi mano, la cierro en puño y cuando intenta retroceder mi otra mano toma un puñado de su camisa, asustada de dejarlo ir. Mi tristeza aumenta de manera desproporcional y no puedo entenderlo.

—Dime más, no...No te vayas, me siento...Siento...

Tengo un sentimiento de pérdida feroz consumiéndome en este instante. Con suavidad sus dedos fríos liberan mi agarre en su camisa.

—Busca la información que escondiste y pon la clave en lo que te he dado, es tu número más el suyo.

Estoy balbuceando que no lo entiendo, que no se vaya aun, que me diga más, pero no me escucha, se aleja, se va y me deja de pie en este jardín sintiéndome desolada, confundida y aterrada de la manera en la que no hui, de las cosas que dijo, de la desconfianza que experimento hacia todo.

Y cuando abro la palma de mi mano, encuentro una memoria micro SD.

Atlas Hoffman ¿Cómo me conoces?

Hay muchas cosas de las que dijo en las que debo pensar, pero no puedo, pensarlas sería admitir una realidad para la que no estoy preparada porque él dijo cosas que involucrarían a mi familia y...No puedo pensarlo.

—No te estreses, estás bien, estás bien —Me susurro tomando respiraciones lentas, pero es un trabajo inútil cuando la niña aparece.

— ¿Lo conoces? —Le pregunto a mi alucinación y ella sonríe.

Es mi amigo, nuestro amigo. Lo dejamos libre.

— ¿Libre?

Era el cuatro y nosotras...

—Mira, está hablando sola —Se ríe una mujer junto a otra pasando a mi lado.

De inmediato me avergüenzo así que girando me alejo, entrando a la casa y guardando en mi bolso la memoria micro SD que él dejó en mi mano.

Me estoy volviendo loca y en la misma medida se siente cómo un despertar. Estoy asustada porque incluso si nunca fui o me sentí normal, esto...Se siente diferente.

***

Mi mamá sabe que algo no anda bien, ella debió intuirlo en mi silencio y tal vez en mi mirada, tuvo que notar que algo es diferente en mí.

Yo soy diferente.

Ya no puedo asentirle, darle razón y seguir sus órdenes. Ahora lo cuestiono todo, ahora no confío; no en ella, no en mi familia, no en cualquiera.

Es como estar sola, a la deriva, pero de alguna manera conseguir por la primera vez un timón al cual aferrarme y el cual guío. Es cómo aflojar las pesadas cadenas que me retenían, cómo abrir los ojos al mundo y descubrir cosas nuevas de las que te mantenían oculta.

Tengo toda esta nueva perspectiva de dudas, intrigas e incógnitas que se han abierto para mí en el transcurso de una noche.

Nunca antes me planteé el cuestionarme mi vida, para mí el problema siempre había sido yo, la imperfecta, la dañada, la obra de caridad de su familia, pero supongo que estaba tan ocupada menospreciándome que no me cuestione las cosas que hoy se hacen muy evidente sobre cómo he estado siendo controlada.

—Mentiras —susurro—, todo podría haber sido mentira.

No puedo evitar clavar la vista en los frascos llenos de mi medicación, sin saber qué hacer sobre ello. ¿Tomarlas y seguir con mi vida de siempre o confiar en un extraño al descartarlas?

Las palabras de Atlas flotan en mi cabeza y mientras que nunca en mi vida le haría caso a un desconocido, lo que me dijo tuvo un impacto en mí porque todo fue tan certero, tan asertivo.

Reflejó mis inseguridades, mis confusiones, mis malestares, las restricciones en la manera en la que he estado viviendo desde que he tenido consciencia. La forma en la que me protegen o en la que afirman que lo hacen, el cómo toda mi vida depende económica y emocionalmente de mi familia. Nunca he sido quien vaya por mi receta médica y nunca sé qué es exactamente lo que mi psiquiatra habla con mamá una vez salgo de mi consulta, solo me dedicó a tomar las dosis que afirman son esenciales para que esté tan bien cómo algo de mi "condición" podría estarlo.

Mi único trabajo ha sido en la librería de mi tío y el horario lo manejan ellos. Vivo en un apartamento que pertenece a mi madre y se rige bajo sus normas. Me recalcaron en cada oportunidad que pudieron que afuera todo es peligroso y alimentaron mi ansiedad sobre relacionarme con otras personas.

No traer amigos al apartamento, a veces perder la consciencia, el monitoreo constante por mensajes de lo que hago... Tantas señales, pero la verdad es que me aterra considerar todo ello cómo una verdad porque eso significaría que mi familia simplemente me ha estado mintiendo en un nivel desmesurado que de ninguna manera se podría justificar.

Las implicaciones de vivir en una mentira abarcan demasiado ¿No sufrir de lo que he sido diagnosticada toda mi vida? Me es difícil e incomprensible pensar en tal posibilidad y si eso fuese cierto ¿Cómo explicaría mi ansiedad, el miedo constante con el que vivo, mis pocas ganas de vivir, mis tendencias de ira en momentos inesperados y las alucinaciones?

Es creer en Atlas o en mi mamá.

Y yo soy tan estúpida que siento una necesidad incontrolable de creer en Atlas porque cuando estuvimos juntos yo me sentí...Plena, experimenté familiaridad y un sentimiento cálido que nada tiene que ver con romance y se asemejaba más a algo fraternal...Fue un sentimiento entrañable, cómo si me reencontrara con alguien que no sabía que extrañaba, pero eso resulta desconcertante porque lo cierto es que no lo conozco, no tengo ningún recuerdo de él, pero eso no impide que lo reconozca como si fuese una parte esencial en mi vida que perdí hace mucho tiempo y la idea de no volver a experimentar tal emoción, me revuelve el estómago.

Eso tendría que ser alarmante ¿Verdad? Porque no lo conozco...O si creo en sus palabras: no lo recuerdo.

¿Cuándo podríamos habernos conocido? Por mi medicamento mi vida muchas veces se siente cómo un borrón y a veces tengo la sensación de que mi mente recrea muchos recuerdos de forma exagerada o se los inventa.

Desearía haberle preguntado mucho más, haber tenido más minutos para que me explicara estos cabos sueltos que no consigo unir. Pudo haber intentado abrirme los caminos para conocer verdades, pero ahora me encuentro tan perdida y desorientada.

— ¿Qué hago? —pregunto a la nada.

No tomar mis medicamentos es un riego, nunca he estado sin ellos, al menos no que lo recuerde. Me da miedo que no ingerirlos me haga perder el poco control que poseo sobre mi cuerpo y emociones, pero si Atlas tiene razón en lo que dijo, entonces ni siquiera los necesito... ¿Son placebos? ¿Otro tipo de medicamento? ¿Qué podrían estar metiendo en mi cuerpo?

No tomarlos es admitir que no confío en mi madre, que ella o todos ellos podrían haber estado manteniéndome en una horrible mentira que me ha condicionado toda mi vida, pero ¿Por qué lo harían? Pero acaso ¿No he sentido toda mi vida que ella me controla? ¿Qué hay algo extraño en la manera en la que se desarrolla mi vida?

Lo que sentí con Atlas no fue producto de mi imaginación y dudo que fuese un simple extraño queriendo jugarme alguna broma, ya la paso mal tomando el medicamento ¿Qué tan mal sería no tomarlo durante un par de días para hacer "la prueba"? En última instancia lo peor que podría pasarme es que mi lucha termine y ponga fin a mi vida.

Efectos secundarios. Eso es lo que él dijo, pero ¿Efectos secundarios de qué?

—Muy bien, hagamos esto —Me aliento tomando una pequeña bolsa transparente que conseguí y procedo a tomar dos píldoras de cada dosis que ingiero de forma diaria.

Tendré que conseguir un laboratorio o alguien que pueda analizarlo, no es que sepa mucho de ello o tenga a personas que me respalden, pero tal vez si le digo a Sun Hee o a Azhar... Pero Atlas dijo que no le dijera a nadie... ¿De verdad voy a confiar en un extraño?

—Los locos hacen locuras —Me justifico atando la bolsa y escondiéndola debajo del colchón.

Una vez más me encuentro mordiéndome la uña del pulgar mientras veo hacia el portarretrato en mi mesita de noche que tiene una foto de mamá con la tía Francis y el tío Shane, es un lugar que mi mamá nunca revisaría porque de igual forma ella nunca esperaría un comportamiento así de mí y es ahí en donde he ocultado la memoria micro SD que me han entregado.

Estoy tan paranoica que por un momento me pregunté si tal vez mi madre no habrá instalado cámaras en mi habitación, de ser así ella sabría muchas cosas y sería extraño que no actuase sobre ello, pero tras una profunda indagación no encontré nada, lo que supuso un alivio.

—La información sobre Atlas la escondí yo en un lugar que ni siquiera recuerdo —sopeso las palabras recordando lo que me dijo— y la clave de la memoria es mi número y el suyo ¿Pero qué número y de quién es el otro?

Me quedo con la mirada fija en la pared siendo presa de indicios de ansiedad que por un momento me hacen querer doblegarme y tomar el medicamento porque me aterra que trascienda, pero tengo que tener determinación, no puedo doblegarme, pero siento que lo necesito para seguir respirando e intentar ser normal y eso comienza a construir mi ansiedad. Sin darme cuenta me encuentro tirando de mi cabello mientras me mezo en mis pies de atrás hacia adelante y un sonido leve está escapando entre mis labios, una especie de quejido.

—Para, para, para —Me ordeno y finalmente mi cuerpo obedece. Respiro hondo.

Muevo mis manos hacia adelante mientras hago ejercicios de respiración que calman los latidos rápidos de mi corazón.

—No necesitas esas píldoras, no tienes depresión clínica, te han estado mintiendo. Despierta, Shaina. Eres más que esas píldoras, no son reales, no las necesitas —murmuro una y otra vez hasta encontrar algún tipo de tranquilidad y consuelo en ellas.

Necesito controlarme. Desconozco lo que es tener control, pero lo necesito ahora, no puedo dejarme derrotar.

Debo encontrar la información que se supone escondí, pero ¿En dónde lo haría? ¿Y en qué momento? Hacerlo en mi habitación parece tan obvio, pero no puedo descartarlo, a veces los lugares que resultan visibles son las apuestas seguras para que otros lo ignoren, es algo que aprendí de Sun Hee. Así que comienzo con los cajones de mi mesita de noche.

No está aquí.

Me llevo con rapidez una mano a la boca para suprimir el grito que casi dejo escapar. Puede que está alucinación aparezca todo el tiempo, pero no me acostumbro a ella y ahora no sé cómo justificarla si resulta que no estoy loca, aunque podría ser un efecto secundario de lo que sea que me sucede y que no me dijeron.

No está aquí —Me repite.

Casi la ignoro, pero recuerdo que ella es una parte de mí, una parte de mi subconsciente que tal vez maneja todos esos retorcidos y perdidos pensamientos, recuerdos que no logro ubicar. Podría ser útil.

Verla ya es lo suficiente loco, hablar con ella no hace gran diferencia. Soy yo, no puede hacerme daño ¿Cierto?

Esto es casi hasta gracioso, estoy estableciendo que mi alucinación me será útil.

— ¿Sabes lo que busco?

Lo que nuestro amigo dijo —dice acostada desde la cama y sacudiendo sus zapatos de forma molesta—. La información de todos.

— ¿Quiénes son todos?

Los que son cómo nosotras. Especiales.

— ¿Cómo un Vengador? —Me encuentro preguntando de manera tonta y ella frunce el ceño—...Los tipos de Marvel... Olvídalo, no es que tenga poderes.

Pues no. Pero somos especiales.

Ignorando sus delirios de grandeza y sabiendo que no hay nada especial en mí, decido ir por lo que me importa.

— ¿Sabes en dónde está esa información?

No aquí —Hace una larga pausa mientras de manera distraída se acaricia un moretón enorme en el brazo—. Está en un lugar húmedo, en donde hay chapoteos cuando algo o alguien cae, tiene cuidadores escamosos y poderosas mordidas...

Intento encontrarle sentido a sus palabras, pero me distrae la forma en la que su brazo se llena de más moretones grotescos y dolorosos.

— ¿Qué te pasó en el brazo?

Él nos hizo daño. Me tocó muy fuerte, me duele.

Su respuesta se siente cómo un puñetazo, porque habla de él, de ese señor que me volvió una basura. No puedo escucharla hablar de eso, no puedo.

—Por favor vete, por favor desaparece. Por favor, por favor, por favor —imploro porque en este momento no puedo adentrarme a ese lugar oscuro de mi vida.

Cierro los ojos en medio de mi suplica y cuando vuelvo a abrirlos, ella ya no está. De manera distraída me toco el brazo en donde vi su moretón y mi mente conjuga el dolor que no está ahí, pero que me quiere hacer recordar.

«Un lugar húmedo, hay chapoteos, tiene cuidadores escamosos y poderosas mordidas» ¿Qué clase de acertijo es ese? No tiene sentido ¡No tiene sentido lo que estoy haciendo!

Tal vez solo debería tomar mi medicamento, quizá aluciné la existencia de Atlas y mantuve una conversación con la nada, esa es una posibilidad aterradora, pero no descartable. ¿No he tenido en el pasado episodios en donde creo conocer a personas que no existen? Una vez incluso creí haber sido encerrada en una jaula.

Con una sincronización inoportuna e inesperada, mi estómago profiere un gruñido que me recuerda que no he comido porque hui de casa de mi madre alegando que tenía alguna crisis en donde deseaba dormir en mi cama, de manera milagrosa conseguí que me trajera sin que subiera. Tengo hambre, pero pensar en comida me hace acordarme que Atlas me advirtió de lo que comía. Yo no hago mis compras de víveres, mi familia lo hace, otra cosa en la que tienen control y de la que ahora debo desconfiar.

Pero qué clase de vida estaré viviendo si cuestiono mi medicamento, la comida, mi apartamento, mi familia, todo. Es condenarme a la soledad y angustia de esperar lo peor de todos. Es aterrador imaginar que en eso consistirá el intento de vida. Antes estaba enjaulada por mentiras, pero vivir de esta manera tampoco me sabe a libertad.

Un golpe en seco desde afuera acompañado de un sinfín de sonidos de repiqueteo en el suelo me hace ponerme alerta, cómo si esperara que alguien viniera por mí por no seguir el patrón que siempre ha tenido mi vida o por estar teniendo un despertar, pero me doy cuenta de que ese no es el caso cuando un quejido de dolor resuena en el pasillo y ésta Shaina temerosa, pero un poquito más valiente, camina hacia la puerta y abre para encontrar a Priscila intentando levantarse.

Algo va mal.

— ¿Estás bien? —pregunto.

—Vete. Déjame sola —Su voz suena sin aliento.

Y cuando su rostro se alza, doy un paso hacia atrás porque me toma por sorpresa. Se encuentra demasiada pálida y tiene ojeras purpuras, pero eso no es lo que me impacta, lo que lo hace es la manera en la que sus encías se encuentran sangrando al igual que su nariz. Sus manos tiemblan mientras intenta recoger las píldoras de diferentes colores y tamaño dispersas en el suelo.

Entrando lo suficiente a mi habitación tomo una camisa sin guardar y me acerco agachándome e intentando ayudarla con su sangrado, pero gruñe y golpea mi mano haciéndome caer sobre mi trasero.

—Aléjate de mí —exige.

—Solo quiero ayudar...

—No puedes, solo lo empeorarás —Se pasa el antebrazo por la nariz intentando limpiar la sangre y consiguiendo ensuciarse mientras sigue recogiendo las píldoras.

No hablo, pero en silencio comienzo a ayudarla a recogerlas pese a que me gruñe que me vaya y la deje en paz. De reojo veo los movimientos violentos de sus manos, los espasmos que la sacuden, el color enfermizo de su piel y el sangrado. Quiero llamar a emergencia y lo sugiero en voz baja.

— ¡Qué no, joder! ¡Qué no! —grita cuando terminamos con las píldoras.

Mi mano se cierra en puño y me tenso cuando se acerca a mí que ahora me encuentro arrodillada.

—No eres una salvadora, eres todo lo contrario. No puedes ayudarme porque solo lo empeoras. No eres buena —Me gruñe— y no veo la hora en la que...

— ¿En la que qué? —Me atrevo a preguntar sintiendo una emoción desagradable concentrarse en mi interior, me es conocida.

Es la ira.

—Me das lástima —escupe hacia mí las palabras y me estremezco—. Ni siquiera sabes quién eres y seguramente cuando lo hagas será muy tarde.

»Déjame en paz y no le digas a nadie algo sobre esto ¿Lo entiendes? Porque diré que lo alucinaste y me creerán porque no sería la primera vez ¿Cierto? Te he estado escuchando hablar sola.

Me tenso y aprieto con más fuerza mi puño.

— ¿Qué pasaría si le digo a tu mamá que su preciosa hija habla sola de una manera nada normal? ¿O si le digo que has estado viniendo tarde a dormir? ¿O tu crisis del otro día? Te tengo en mis manos, Shaina —Acerca tanto su rostro al mío que el olor a cobre de su sangre me revuelve el estómago—. Siempre te he tenido en mis manos.

No bajo el rostro mientras me ve con fijeza y aunque quiero huir y estoy aterrada, permanezco firme, lo que la hace sonreír mostrándome sus dientes ensangrentados, es perturbador. Toma cinco píldoras y se las traga en seco mientras de una manera que no es normal, poco a poco su piel va adquiriendo mejor coloración y los espasmos se reducen un poco. Se pone de pie de forma tambaleante y me da una última mirada.

—Te tengo en mis manos —Me dice antes de girar y adentrarse a su habitación.

Salto ante el golpe de la puerta cuando la cierra con fuerza y luego dejo ir una lenta respiración mientras me estremezco.

Con lentitud me encuentro abriendo mi puño, el cual apretaba tan fuerte que mis dedos duelen. Bajo la vista a mi palma. Sonrío.

—No, Priscila, yo te tengo en mis manos —susurro viendo las cinco píldoras de diferentes tamaños y colores.

Ya no quiero que me usen ni me controlen. Estoy aterrada de la vida y lo que pueda descubrir, pero tengo más miedo de vivir en esta jaula y neblina que no me deja ver la realidad ni saber quién soy.

Nuevamente cierro la mano en puño y me digo que encontraré la manera de saber qué son estas pastillas, qué es lo que mi madre me daba de medicamentos y qué se supone que está pasando.

También quiero saber quién soy o quién fui o quién dicen que soy.

Se vale tener miedo, pero lo que no puedo permitir es que ese miedo me siga manteniendo en la oscuridad.

—Crocodrile- Woman —digo, el nombre por el que Anders me llama en su novela gráfica.

Soy poderosa, de caparazón duro cómo un cocodrilo y letal, puedo ser esa persona. Soy fuerte, puedo serlo y...

—Un lugar húmedo —susurro las palabras de la niña—, hay chapoteos y tiene cuidadores escamosos... Poderosas mordidas.

No.

No puede ser.

No hay manera.

¿Cómo podría haber guardado la información en algún lugar lleno de cocodrilos?



Buenassss, prohibido tener miedo que andamos de valientes jajajaja.

Pues les presento a Atlas, un personaje bastante...Interesante que veremos muchas veces aquí, allá, en el cielo, en el infierno...

Espero se encuentren súper bien y si recientemente te uniste a la lectura: ¡Bienvenida o bienvenido! Ponte cómodo para esta aventura.

Para más noticias de la historia: Instagram/Tiktok: DarlisStefany / Twitter: Darlis_Steff / Younow: DarlisStefany

Espero les guste.

Un beso.

Continue Reading

You'll Also Like

127K 6.7K 35
Ser musa de una famosa pintora es una fantasía, pero ser su pareja...digamos que ya es una realidad. . . . . . . [+18] [NO se aceptan cambios y/o a...
50.7K 3.5K 40
después de lo ocurrido en la mina MC , queda en shock respecto a lo que se entera por otro lado los chicos exigen muchas cosas a MC , pero una person...
1.9M 87.9K 66
La asesinaron un 23 de octubre, y desde entonces todos se preguntan: ¿Qué le pasó a Elizabeth Parker? Venus, la protagonista, tras el reciente asesi...
11.9K 1.4K 12
Harry Potter esta deprimido. Se siente alienado de todo y todos y nadie parece comprenderlo. Ni siquiera él mismo se comprende. Ha llegado a un punto...