Sonata Siniestra©

By nofarahway

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No puedes llenar a alguien de demonios y no esperar que se convierta en uno. *** Astra es la heredera de Alla... More

Preámbulo + Guía
Personajes + Playlist
Prefacio + Preludio.
Parte I: Someter al Rey.
01. Mariposa Negra.
02. Rey Oscuro
03. Príncipe de Plata
04. Reino del Caos.
05. Espejo del Rencor
Interludio.
06. Ejército de Hielo
07. La Delicadeza del Oro.
08. La Marca de Rella.
09. La Melancolía de la Oscuridad.
10. El Pacto de los Demonios.
11. Un Precio para el Poder.
12. El Despertar para los Fantasmas.
Interludio.
13. El Rey para las Sombras.
14. El Castigo para el Traidor.
15. Un Grito en la Oscuridad.
16. Un Aliado en la Venganza.
17. Donde Susurran los Demonios.
18. Donde Vuela el Narabi.
19. Donde Cae la Bruma.
20. Donde Yace el Deber.
21. Donde Se Susurran los Anhelos
22. Donde Sueñan las Mariposas
23. La Sociedad de Elegantes Verdugos.
24. En un Juego de Dioses & Demonios
25. Solo los Peones Pierden
26. El Principio en el Fin
27. La Condena en la Sangre
Parte II: Liberar al Demonio.
29. Lazos Quebrados.
30. Bosque de Sangre.
31. Paraíso en la Guerra.
32. Reina de Cristal.
33. Hermanos Sinester.
34. Encender la Oscuridad.
35. El héroe de los Demonios.
36. El Legado del Cuervo.
37. La Sensatez de una Bestia.
Interludio.
38. El Juicio de los Sabios.
39. El Deber de un Rey.
40. La Hermandad del Sae.
41. Lo que Querían los Demonios
42. El Lenguaje de las Flores.
43. Efímera Ambrosía.
44. Reina de Cuervos.
45. Imperios Caen.
46. Solo tu Nombre
47. El Anhelo en la Venganza.
48. La Maldición de Rella.
49. El Delirio del Príncipe.
50. Héroes o Demonios.
51. Ket ra ela.
Final. Sonata Siniestra
Epílogo.

28. La Libertad en el Egoísmo

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By nofarahway

❛Cuando lo noté, la oscuridad se volvió un refugio cálido❜.


Intenté abrir la puerta con una urgencia casi posesa, pero fue inútil, al otro lado, Anya ya se cansó de contestarme hace un largo rato.

Quería ir ahí y preguntarle a Vaseg de qué lugar consiguió la información, pero mi cabeza todavía dolía y daba punzadas donde intentaba recordar.
Los Guardias me dejaron en esa habitación después de mi quiebre, argumentando frente a los demás presentes que sufrí una descompostura, pero yo sabía lo que en realidad había sucedido. Sabía a qué se debía el dolor latiendo con fuerza.

Podía reconocer la sensación, sea lo que sea, alguien utilizó mi colapso para intentar entrar a mi mente. Era un suplicio bien comparado con un cuchillo atravesándote la sien.

O con la impotencia de verte atrapada en un espacio tan sobrecogedor como hermético.

──Anya, déjame salir o te juro que la próxima vez que te vea, haré que vayas por ahí creyendo que eres un perro. ¿Escuchaste?

Golpeé la puerta con tanta fuerza que esta cedió, trastabillé, pero no caí gracias a que Anya me sujetó del brazo.

──¿Por qué eres tan odiosa con los que tratan de protegerte? ──gruñó antes de soltarme con más brusquedad de la necesaria──. ¿Fuiste criada por animales salvajes?

──¿Algo así?

Lysander ingresó en la habitación, delegando a Anya de su labor, mientras ella se iba con una mirada recelosa.
Él nos guió a la habitación contigua, sus techos eran bajos en comparación con el resto del teatro, paredes ornamentales de una madera casi azabache y el escudo con alas negras a punto de alzarse sobre la chimenea.
Ni una sola ventana.

Solo una pequeña sala de música, con un piano de cola en el centro y una buena variedad de licores en una barra de mármol, escogí la primer botella de vino que ví, solo para que Lysander me observara con una ceja arqueada.

──No estoy en servicio ──le recordé.

Él no dijo nada, me quitó la bebida y la colocó sobre la superficie del piano, para luego ocupar un lugar en la butaca.

──Ven, siéntate.

Obedecí mientras él comenzaba a tocar las notas de una pieza que no conocía, estuve tentada a morderme las uñas, pese al excelente trabajo de Emery, cuando Lysander resolvió el dilema, colocando mi mano sobre las teclas.

──¿Sabes tocar el piano?

Negué y él continuó en una melodía más tenue.

──Observa, y luego házlo tú.

Estuvimos así por unos momentos, él repartía pequeñas notas y yo trataba de seguirlas, con mucha menos destreza. Cuando vió que lograba controlarlo, alargó las melodías y traté de seguirlo con más rapidez.

Él posó su mano sobre la mía.

──Ve despacio, Astra ──Su voz grave y ronca me acarició el oído, y asentí, como lo hubiera hecho con cualquier orden que me diera en ese tono.

Colocó su mano debajo de la mía y seguir el movimiento fue más fácil, su piel era fría al tacto y su palidez resaltaba en contraste con mi tono dorado, al contemplarlo, noté la línea de su mandíbula en pura concentración.

Evité volver a mirarlo.

──Hazlo tú.

Me sentí menos segura cuando se alejó, observé el vaso de vino, pensando en lo bien que me vendría toda la botella.
Lysander indicó la melodía que debía seguir, ignorando mi muda petición. Lo seguí varias veces, antes de dar con las notas indicadas.

──¿Desde hace cuánto practicas?

──Toco el piano desde... hace mucho tiempo, aprendí que es una buena ayuda para mantener la mente en blanco.

Me pregunté cuáles eran esos pensamientos que quería eliminar, pero no estaba segura de que fuera a contestarme.

──¿Qué otros pasatiempos tiene nuestro rey? ──pregunté finalmente.

──No disfruto tanto perderme en vino como lo haces tú, eso es seguro.

──Claro que no, es un arte que refiné por mí misma y requiere cierta entereza.

Verlo sonreír fue un pequeño triunfo.

──Me gusta coleccionar barcos.

──Valtaria no tiene mar.

──Lo sé, y eso le daría una utilidad, se volvería un trabajo. Quizás me agrada la idea de saber que mi pasatiempo es completamente inútil.

La falta de iluminación en la habitación parecía algo deprimente, pero concentrarme en esos detalles me estaba dando tiempo antes de contestar.

──¿Solo los coleccionas?

──Así es, me gusta coleccionarlos, tengo algunos reales en Venari, aquí me conformo con armar modelos a escala.

Me pregunté si eso tendría algo que ver con su meticulosa forma de ser.

──Yo también colecciono cosas ──le solté.

Obtuve la atención de sus ojos negros.

──¿Puedo adivinar?

──No es pelo o sangre de mis víctimas, aclaro.

──Me dejas sin posibilidades...

Decidí creer que el tono cínico y apático de Lysander, significaba que no lo había considerado realmente.

──Dagas ──respondió él por mí──. Cuando apenas habías llegado y fui a verte en tu antigua habitación, las ví en tu mesa de noche, y el puñal que tenías la noche del daka, no era el mismo con el que me atacaste en Vestra. Supongo que tienes una colección.

Lo contemplé de forma porfiada, reevaluando su temple siempre desinteresado.

──Esperaba estar siendo más discreta.

Él ignoró mi sugestión, para continuar con el escrutinio.

──¿Por qué?

──Desde que era una niña, un arma fue lo primero que me dieron mis padres, dijeron que era un regalo de nacimiento ──expliqué──. Lo conservé cuando... Pasó lo que pasó. Y desde entonces, me gusta conservarlos, me dan seguridad.

Y son la promesa de que un día los usaré, que cada noche que pasé con miedo será recompensada.

Lysander me contempló con ojos tan serios que creí que había dicho demasiado.

──Tocas muy bien el piano ──Decidí cambiar el tema por completo.

Luego de un momento hablando, nos dimos cuenta de que nadie seguía tocando, pero aun así nuestras manos seguían juntas, de que ambos nos habíamos mantenido innecesariamente cerca. Hablar con Lysander de una forma tan íntima, se sentía correcto, incluso su voz apática y mirada estoica me daban tranquilidad.
Cuando lo noté, la oscuridad se volvió un refugio cálido.

Él asintió, como si hubiéramos evocado la misma sensación. Alejé nuestras manos.

──Es del tipo de pasatiempo que adoran en Valtaria ──comentó──. Piano, poesía, teatro, arte de verdad.

──¿Sabes poesía? ──reprimir la malicia fue imposible.

──¿Quieres que te recite algún poema de Vonture? ¿Alguno en especial que no te haya dicho tu querido Vaseg?

──Inocente de ti creer que lo harías mejor que mi adorado Vaseg.

Él me enfrentó cuando volví mi cuerpo hacia el suyo.

──¿Quieres que te diga que eres mía y como alguna flor extraña y exótica me recuerda a tu fascinante personalidad? Siquiera te dejó hablar.

Lysander rodó los ojos, con tanto hastío que tuve que evitar soltar una carcajada.

──Estuviste escuchando todo.

──No... lo hice.

──Lo hiciste, sí, ni siquiera puedes ocultar tus celos.

──No tendría sentido.

Lysander cerró los ojos, como si hubiera alcanzado un nuevo nivel en abrumarlo, evitó mirarme cuando volvía al piano.

──Sigamos con esto.

Continuó, pero fue dubitativo, sobre con qué pieza seguir tal vez, sobre cómo se había dejado en vergüenza seguramente.
Entonces sí, eché una carcajada. Aproveché su distracción para recuperar la botella y él enarcó una ceja.

──¿Qué haces?

──Ya te dije que estoy fuera de servicio.

Luché un momento para abrir la botella, Lysander fue mucho más rápido, giró la pequeña tapa de cristal hasta que esta cedió.

──Mae ket venska yaduer el avere ──agradecí en aessi.

No dejaré promesas sueltas entre nosotros.

──Así no se usa el dicho. En un entorno casual solo dices "devtra".

──¿Por qué tu acento es tan bueno?

──Mi madre solo me hablaba en aessi, era de Kaeser.

──Ya veo ──decidí no preguntar porque no se veía cómodo.

──¿Y tú dónde aprendiste?

──Ciara... conoce al menos todos sus refranes ──Tomé un largo sorbo de vino antes de seguir──. Dime, cómo se dice... Hola, me llamo Astra.

Él dudó unos momentos antes de responder.

──Ser ket na Astra ──Dirigió su mirada hasta mí y el calor se sentó en mi vientre. Luego tomó la botella como si la fuera a analizar──. Creo que ya tienes suficiente.

──Dime cómo se dice “toma un trago para que se te quite esa cara de amargado”.

Lysander solo enfatizó mi punto, frunciendo el ceño antes de responder.

──Ter al an petro et res avere tersa.

──¿Sabías que tu voz es mucho más profunda en aessi? Deberías hablar así todo el tiempo.

Volvió a realizar su cara de nuevo nivel de exasperación alcanzado, pero esta vez fue acompañado de un leve rubor sobre sus mejillas pálidas.

──Dame eso.

Estiró su mano hasta la botella, pero la alejé de su alcance, él enarcó una ceja en mi dirección y le respondí de la misma forma.

──Astra.

Mi nombre fue un llamado embriagador en sus labios, me acerqué con la suavidad de una ráfaga, cortando la distancia entre ambos, notando la forma en la que se tensaba, pero no se alejó.

Humedecí mis labios, consciente de la forma en la que tragó con fuerza ante el gesto.

──Lysander.

Cerró los ojos, tan contrariado como frente a una encrucijada.

──¿Por qué me trajiste aquí?

──Porque estabas en peligro.

──¿Así que me estás cuidando? ──susurré entre ambos──. En serio quieres jugar a ser el buen tipo.

──Y tú realmente amas verte en el papel de villana.

Le sonreí.

Evité mirarlo cuando rompió la distancia entre nosotros, dejé de respirar como si eso hiciera su presencia menos embriagante. Como si de esa forma fuera menos consciente de su cabello tocando mi frente, o el leve roce de su chaqueta rígida con la fina tela que cubría mi busto.

──Astra ──pidió, un anhelo, o una exigencia.

Rocé su boca contra la mía, sus labios todavía abiertos y lo aproveché para deslizar mi lengua, para probarlo, e invitarlo a seguirme como él lo había hecho practicando con el piano.

No tardó en responderme, en una exigencia abrumadora, colocó una de sus manos en mi rodilla, clavé mis uñas en su rostro y él lo aceptó sin vacilar.

Su otra mano rozó la parte baja de mi espalda, ahí donde las tiras del vestido no llegaban a cubrir y, ante la leve caricia, el calor se concentró entre mis muslos.
Su mano fría erizaba mi piel, pero me tenía buscando más de su tacto.

Él se separó, sosteniendo mi mentón para obtener un mejor acceso a mi cuello, cerré los ojos al sentir la calidez de sus labios, justo en el pulso de mi cuello.

Busqué su mirada porque necesitaba leerlo, saber lo que pensaba, él me observó con los ojos negros, su mirada abrumada por el deseo.

Rocé sus labios con las yemas de mis dedos, y Lysander tomó mi muñeca, muy despacio, pero no rompió el roce. Su aliento cosquilleaba contra mis dedos.

Si mirada me hizo sentir vulnerable y expuesta.

Fui la primera en romper el contacto, poniéndome de pie, al otro lado de la habitación, él permaneció en su posición solo un momento, hasta ponerse de pie también, ajustándose la chaqueta, relamiendo sus labios.

Lysander sostuvo mi mirada como si fuera un duelo, con tanta intensidad como si sostuviera un arma.

──Te odio.

──No lo haces, y eso te aterra.

──Como si fuera a tener miedo de ti.

──No, no de mí ──Su voz llevó escalofríos por mi piel──. De lo que quieres que haga contigo.

Rocé mis labios, el mismo roce con el que había acariciado los suyos, Lysander exhaló de forma pesada, lo ví morderse con tanta fuerza como para hacerse sangrar.

Parpadeé varias veces, como si eso fuera a alejar las lágrimas o el sonrojo. Él apoyó su espalda en el piano, dedicándole la mirada más intensa que haya recibido una alfombra alguna vez.

──Veo la forma en la que siempre te acercas a mí, Astra. ──Alejó los mechones carbón de su frente pálida, solo para que volvieran a caer ahí un momento después.

──¿Como si te deseara? ──me burlé.

──Como si odiaras la idea de hacerlo.

Comprobó que su herida había dejado de sangrar, pero permaneció recostado.

──Iré por Anya para que te escolte a tu habitación.

Me coloqué frente a la puerta, interrumpiendo su camino.

──Para alguien que puede leer muy bien a las personas, nunca se sabe qué es lo que piensas.

Enarcó una ceja ante mis palabras.

──Claro que lo sabes.

Eso no era suficiente.

──¿Qué es lo que quieres, Lysander?

──No debería...

──Olvídate del deber ──corté su discurso──. Te pregunté qué quieres.

Dejó escapar un largo suspiro mientras volvía a recostarse en el piano, inclinando la cabeza, mechones de negro ocultando su mirada.

──Ren murió el otro día, ¿sabes?

──Soldados mueren todos los días.

──Eskandar dudó un momento, pudieron haber muerto todos, porque él se permitió ser egoísta. Me dijo que había actuado sin pensar ──explicó sin emoción──. No es cierto, Eskandar sabía lo que hacía, es impulsivo, pero nunca tomaría una decisión así sin pensar. Solo pensó en el costo que le dolería menos, y en lo que no estaba dispuesto a poner en riesgo.

Recordé esa noche, el accionar de Eskandar. Él no había dudado, hizo su decisión y salvó a Ela. Ren murió porque Eskandar no pudo poner la vida de Ela en la balanza.

──Quiero... ──repitió más para sí mismo──. ¿Qué quiero? Quiero ser egoísta, Astra. ¿No lo son todos los reyes?

Por un momento no supe qué contestar, no cuando él me miraba como si esperara que resolviera el dilema.

Lo entendí aun en la pasividad de sus ojos negros, me dió la oportunidad de tomar la decisión por los dos, y así lo hice.

bueno, en término de excusas, ya no hay excusas,
pero bueno, gente, ¿cómo andan?

alfinpasoloqueteníaquepasar.

preguntas:

• ¿ustedes perdonarían una infidelidad?

• ¿qué opinan de Astra y Lysander ahora? ¿qué opción creen que haya elegido Astra?

ya hice la escaleta para el final, podría salir muy bien o muy mal, lo averiguaremos.

andaré leyendo sus comentarios👀❤

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