Our Fairytale - [Minsung] [✓]

Por SrtaBonsai

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La ceremonia de antifaces daba inicio como una intacta tradición a fines de invierno en el gran castillo de A... Mais

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XXXVI
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL - [FINAL]
AGRADECIMIENTOS

VIII

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Por SrtaBonsai


El cuerpo de Minho dejó de funcionar por unos segundos. Pudo notar como la música proveniente de los instrumentos bajaba su intensidad y todas las miradas estaban puestas en la persona que tenía detrás. No iba a mentir, sus manos sudaban, y por unos minutos, deseó con todo su corazón estar en el establo de Alsanne, acariciando a alguno de sus caballos y leyendo textos con la luz de una vela gastada por el tiempo. Definitivamente ese era un lugar mucho mejor que donde estaba ahora.

Tragó duro, se dio la vuelta lentamente mirando directo al suelo con total arrepentimiento y soltando su más profundo suspiro, como si pudiera dejar ir en esa ráfaga de aire toda la tensión que se acumuló en el ambiente. Había metido la pata y sólo llevaba diez minutos en aquel salón.

—Lo siento. —Fue todo lo que Minho pudo decir, pues su garganta tenía una traba increíblemente notoria y no salían más que balbuceos de sus labios. Estaba en un grave problema si los presentes se enteraban de quién era él y sobre todo si el famoso príncipe lo hacía.

—¿Puedo saber cuál es su nombre? —Jisung buscó la mirada del chico en el suelo, pues por alguna razón, su voz sonó extremadamente extraña en su cabeza, causando un par de emociones que no recordaba haber sentido anteriormente.

Minho miró de reojo a Chris, quien parecía más sereno a la situación, completamente profesional. Su espalda recta, su barbilla en alto y esperando con cuidado a que Minho dijera todo lo que él le había preparado anteriormente como mentira. El más alto volvió a tragar duro, sintiéndose un pequeño niño perdido entre tanta multitud de adultos. Sabía que varias miradas estaban en él, y si por alguna razón Felix lo veía ahí, sería su fin.

Minho también se atrevió a fruncir el ceño, sabiendo que la forma de hablar del príncipe era familiar en sus pensamientos.

—Lee Know. Barón Lee Know —contestó el mayor, haciendo una pequeña reverencia y siendo incapaz de levantar la mirada del suelo.

—Lee Know, ¿puede alzar la mirada del suelo?

Jisung no esperó por una respuesta, dio un paso al frente. Iba a hacer el ademán de levantar la barbilla del pelinegro con su mano envuelta en un guante blanco. Su corazón palpitaba con fuerza, pero una voz en su espalda lo interrumpió de golpe.

—¡Príncipe Jisung de Nedhia! —Minho sintió su respiración cortarse, la voz de Felix era reconocible en cualquier lugar, sobre todo con ese tono elegante que tanto irritaba al mayor. Lo peor pasó por su mente, creyendo que de su boca solo saldría la verdad. Definitivamente estaba muerto—. Es un placer volver a visitar su precioso castillo, he quedado encantado con la decoración.

—Me complace oír eso, príncipe Felix —agradeció el mayor, colocando sus manos detrás de su cuerpo y dándole total atención al pecoso—. ¿Está disfrutando del ambiente?

—Definitivamente lo estoy haciendo, gracias por la invitación.

—Sé que no se asemeja en nada a la ceremonia de antifaces que Alsanne celebra a finales de invierno, pero espero que aun así se sienta cómodo.

Minho se mantuvo en su lugar, completamente paralizado al oír la fluidez de la conversación. ¿Felix no estaba ahí para delatarlo?

—¿Estuvo en la ceremonia este año, príncipe? —preguntó Felix, incluso si ya sabía la respuesta, parecía estar haciendo tiempo.

—De las mejores noches del año —aseguró sin vergüenza.

Confundido, el bastardo aprovechó ese descuido a su persona y dio dos pasos atrás procurando no llamar la atención.

—Me gustaría presentarle a alguien. —Felix miró rápidamente a Minho, por primera vez luego de años enteros, ambos se miraron sin ningún tipo de intención burlona, recriminatoria o de odio. El bastardo pidiendo auxilio y el pecoso de llamativas pestañas con un aire de despreocupación que siempre lo caracterizó—. Ella es la princesa Lune Ashley Wymond. Una prima lejana de nuestra dinastía Lee.

Minho miró la escena con atención mientras sus pies se alejaban de la conversación. Miró como la chica de cabello castaño dorado y ojos marrones se acercaba a Jisung y le dedicaba una suave reverencia mientras que el príncipe tomaba su mano y la llevaba a sus labios para depositar un suave beso allí.

Los pies de Minho más se alejaban, pero la voz de Jisung en su cabeza hacia ruido constante. ¿Acaso ya se estaba volviendo loco? ¿Estaba en algún tipo de sueño y comenzaba a maquinar cosas extrañas? ¿Cosas que... quería?

Se dio la vuelta definitivamente, perdiéndose entre la multitud de gente del lugar y caminando directo hacia un punto fijo, dónde nadie le viera y sabiendo que por detrás iba Chris con ese aire sobrado de elegancia y con una media sonrisa en su rostro, pues podía ser súper estricto y perfeccionista, pero los chistes le daban gracia y su sentido del humor estaba casi intacto, sobre todo luego de ver lo rojas que estaban las mejillas de Minho una vez que se detuvieron en frente de un banquete abierto.

Chris soltó una pequeña risa al ver cómo Minho colocaba sus manos en sus ojos y soltaba pequeños insultos hacia su persona, torturándose dentro de su propia cabeza y negando suavemente con la misma. Chris lo dejó odiarse unos segundos antes de tomar sus manos y bajarlas, soltando un suspiro divertido para luego acomodar una vez más ese mechón de cabello que caía de nuevo en su frente sin permiso.

—Lo arruiné, ¿verdad? —Minho miró al mayor con un brillo especial en sus ojos, podía ser la persona más sarcástica, dura, sincera y realista de todo Alsanne, pero, en el fondo, solo Chris sabía que era vergonzoso, tímido y muy inteligente. Solo que debía ocultarlo para no verse aún más débil.

—No te tortures, Min.

—¿Cómo no hacerlo? Acabo de romper cada regla que pusiste para venir aquí.

—No recuerdo que pasar vergüenza estuviera prohibido.

—Pues a partir de ahora será primordial. «Mantener la boca cerrada», anótalo en tu lista mental.

Chris se cruzó de brazos, mirando con cierto reproche la mirada triste del más alto.

—No vas a ir a un calabozo por soltar solo un par de palabras groseras hacía un príncipe, menos si es Jisung de quien hablamos.

—Tampoco fueron groseras —murmuró el mayor, sabiendo que no era un tono adecuado para alguien con tal título importante, pero no lo había insultado. Al menos no en voz alta.

—Afirmaste que su ego era tan alto como los candelabros.

—No pensé que fuese a estar ahí para escucharme.

—Amenazaste con ponerte a cantar villancicos —continuó Chris, sonriendo con burla.

—Me sé la lista entera de las que cantan en la iglesia. Les estaba ofreciendo el privilegio de escuchar mi voz, no era una amenaza.

—Eres rápido para excusarte, la próxima se más cuidadoso, puede que Jisung tenga un alto grado de paciencia, pero definitivamente estaba interesado en investigarte.

—Si se ofendió por lo que dije, es un...

—Ahora si vas a insultarlo —advirtió Chris, pero Min lo miró con una mueca desaprobatoria.

—Un hombre poco inteligente, eso iba a decir. Si es un príncipe, por lo menos que su amor propio sea suficiente, no puede ofenderse por mis palabras. Eso es absurdo —se defendió el menor, relamiendo sus labios con la barbilla en alto. Chris negó suavemente con su cabeza, desviando la vista al chico rubio que aún hablaba con Lune.

—Felix te salvó el pellejo. ¿Qué tienes para decir al respecto? —preguntó con reproche el mayor, parecía un padre incentivando a su hijo a dar las gracias por un acto humano externo.

—Supongo que gracias —aceptó Minho, suspirando al final de la oración. Chris lo miró algo sorprendido, no esperaba que fuera tan educado—, pero eso no quita que su cabello rubio se ve exactamente igual al heno del establo.

Chris soltó una risa cargada de culpa por la broma. Seguía siendo el Minho de siempre.

—Deberías disculparte —insistió Christopher.

—¿Quieres que vaya a pedirle disculpas? ¿Con qué cara voy a hacer eso? —Minho miró al mayor con desesperación. Chris se encogió de hombros.

—Con la misma que usaste para defenderte recién. Eres bueno para evadir responsabilidades, ahora se bueno para enfrentar las consecuencias.

—Prefiero darle un abrazo a Felix.

Chris lo miró con una sonrisa ladina.

—¿De verdad?

—No, definitivamente crucé un extremo.

—Minho, ya armé toda una historia falsa de quién eres. Incluso hay drama en ella y tragedias con osos. Mínimo inventa cómo pedir disculpas.

Chris comenzó a caminar sin apuro hacia el otro lado del salón real. Minho lo miró con una mueca.

—¿Y si me encierra en un calabozo por ofensa a un futuro rey? —insistió el bastardo. Chris se encogió de hombros.

—Búscame en cuanto termines, Lee Know.

El mayor se retiró con su aire imponente y con las manos en su espalda recta. Minho miró a Jisung a la distancia, mentalizándose de que sería exactamente lo que le diría. Solo esperaba no seguir hundiéndose solo, su especialidad, a decir verdad.

Por otro lado, Jisung estuvo hablando con Lune durante unos minutos antes de que su cabeza comenzara a decirle lo descuidado que había sido al no cerrar el baúl de los recuerdos con el chico del antifaz. Pues desde que aquel pelinegro había hablado de forma sarcástica sobre su llegada tarde, la cual estaba justificada porque Hyunjin no sabía que par de zapatos quedaba mejor, su mente no paraba de decirle lo parecido que era todo a la persona con la que tuvo un encuentro prohibido en la fuente del castillo de Alsanne.

¿No tenían un parecido en la voz? Pero el nombre que gritaron aquella noche había sido Minho. ¿Lee Know era realmente un nombre?

—... pero los ramos de flores son preciosos y realmente me gusta la decoración. ¿Fue usted quien la eligió, príncipe Jisung? —preguntó la castaña, trayendo de vuelta al príncipe del mundo de las nubes donde tenía una pelea mental consigo mismo.

—¿Oh? Ah, sí. —El mayor asintió con una sonrisa—. Descubrí que el dorado de un girasol es realmente de mis tonos favoritos. Me pareció correcto mezclarlo entre los floreros.

—Definitivamente fue una buena idea, príncipe. Las margaritas combinan increíble.

Jisung carraspeó cuando se dio cuenta que, en realidad, creía que el girasol por sí solo era precioso, pues la relación de la oscuridad en el centro y lo brillante en los pétalos le parecía de lo más bonito. Y ahí estaba otra vez, inconscientemente, pensando en la noche de los antifaces.

Masajeó su cuello ante la incomodidad. Debía dejar ir esa noche de una vez por todas.

—Me alegra mucho saber que es de su agrado. Si alguna vez debo enviarle un ramo, estoy seguro de que sabré que flor elegir.

—Es un halago, príncipe, pero en realidad soy alérgica al polen. Me parecen preciosas, pero lamentablemente me lastiman. —La princesa sonrió con ternura, causando cierta pena en el mayor, pero aun así, ni la opresión en su pecho era mayor que el caos en su mente.

—Es una pena. Algo tan bonito como una flor... Disculpe, princesa Lune, que interrumpa esta preciosa charla, pero tengo algo urgente que atender. ¿Podría esperarme unos segundos? —Jisung esperó a que la castaña asintiera con una sonrisa para darse la vuelta con un pelinegro rondando en su cabeza.

Pero en su lugar, se encontró con otro rostro en su camino, quien puso sus ojos en el príncipe y comenzó a caminar directo a él. Jisung soltó un suspiro, no quería hablar con Hyunjin, quería descubrir si su teoría era cierta o si se estaba volviendo loco de pronto.

Hyunjin se acercó con ese encantador aroma que solo él podía desprender, su metro con ochenta y un aire intimidante ante los diez centímetros de diferencia con Jisung. Le dedicó una sonrisa a su hermano al llegar, mirando por encima de su hombro a la princesa Lune hablando con Felix.

—Veo que conociste a la prima de los Lee. ¿Es realmente un encanto o solo una cara bonita? —preguntó descaradamente el menor, causando que Jisung le dedicara una mirada con reproche.

—Es una princesa, Hyunjin. Se más respetuoso —pidió el príncipe, buscando por los alrededores la cabellera pelinegra que no lo dejaba en paz ni un segundo.

—No he dicho nada malo, los rumores corren rápido entre pasillos estrechos. Aunque he de admitir que su elección de colores rosados le da un aire carismático y dulce.

—¿Cómo puedes juzgar la personalidad de alguien con base en los colores de su vestimenta?

—Te falta arte, Jisung. Lectura básica. No son los colores, es la armonía de ellos en su cuerpo.

Jisung lo miró con curiosidad. No se aguantó la pregunta.

—¿Y qué dices de alguien que armoniza con el negro y los tonos oscuros? ¿Es malo?

—¿Por qué sería malo? Por supuesto que no. Ningún color es malo o bueno, tienen su versatilidad. Incluso el rosa, puede ser inocente, pero es primo cercano del rojo y ese es el color de la lujuria. —Hyunjin sonrió con orgullo, pero Jisung se limitó a rodar los ojos.

—Son colores, es absurdo.

—El negro representa misterio —continuó el menor—, la falta de luz no es necesariamente mala. Y aunque se pueda representar al pecado o lo indeseable, sigue siendo elegante y símbolo de valor y poder. —Hyunjin se encogió de hombros—. ¿Por qué? ¿Quién armoniza con el negro? Quiero conocerlo.

—Nadie —mintió Jisung, pensando demasiado en las palabras del menor—. Era solo curiosidad.

Jisung siguió mirando hasta los platos de comida con el solo fin de dar con su objetivo sentimental, pues su cabeza estaba en huelga con su corazón luego de aquella descripción del negro. Era solo un color, pero Jisung era fanático de sobrepensar las cosas.

—¿Qué estás haciendo? Pareces un perro buscando comida desesperado. ¿Si sabes que eres un príncipe y puedes tomar la comida que desees?

Jisung rodó los ojos, relamiendo sus labios y dándose por vencido con su idea. Volvió la mirada hacia el menor y soltó un suspiro completamente cansado. No podía estar muy alejado de su hipótesis, todo cuadraba perfecto, y aunque él había jurado no volver a revivir esa noche en su cabeza, su corazón le hacía la contra y suavemente le susurraba que todo lo que vivió bajo la luna fue algo mágico y precioso, algo que no hacía falta revivir, pero que tampoco debía rechazar.

Era un humano, a todos nos gusta sentirnos amados al menos una vez en nuestras vidas y esa noche no fue la excepción; fue la única.

—¿Jisung? ¿Estás en este mundo o debo llamar a Saturno a ver si te escapaste allí? —preguntó burlón el menor, moviendo su mano de un lado al otro en frente del rostro de su hermano.

—Sí, lo siento. Estaba buscando a alguien —admitió el mayor, soltando un suspiro al darse cuenta de que quizás estaba exagerando y aquel barón solo le jugaba en contra por su voz.

De hecho, ni siquiera recordaba la voz del chico del antifaz con tanta claridad. ¿Por qué habría de parecerse a algo que no conoce? Eso era todo, no había nada más que pensar. Se había confundido.

—¿A quién exactamente? Quizás pueda ayudarte. —Hyunjin se dio la vuelta para buscar con la mirada a la persona que Jisung le diría, pero el mayor lo tomó de los hombros y volvió a acomodar su cuerpo en su lugar.

—Olvídalo, me equivoqué. Él no está aquí.

—¿Él? —Hyunjin alzó una ceja con confusión y solo tuvo que ver el sonrojo en las mejillas de Jisung y su mirada desviándose a otra esquina del salón para darse cuenta de qué hablaba—. ¡Hablas del chico del antifaz!

—Hyunjin, silencio —reprochó el mayor, asustado por ser descubierto—. No es así. Yo jamás dije eso.

—Ah, lo sabía. No te olvidaste de él. —Hyunjin alzó y bajó sus cejas con un aire de superioridad como si sus pensamientos fueran correctos. Jisung quería meterse debajo de la mesa del banquete y quedarse allí hasta que todos dejaran de fijar su atención en él.

—¿Olvidarme de él? Ni siquiera sé de qué estás hablando. Claramente estás sacando tus propias conclusiones y no son las correctas. —Jisung desvío su mirada hacia la derecha con clara intención de dejar la charla ahí, pero Hyunjin no parecía querer dejar en paz la conversación.

—Cuando hablas demasiado y pones excusas a la defensiva es porque mientes. Deberías practicar más, Sung.

—No estoy mintiendo —farfulló incapaz de mentirle a esa mirada perspicaz, Hyunjin lo sabía todo sin decírselo.

—Parece una historia sobre un romance imposible. ¿No lo crees? —El más joven sonrió con las manos en su pecho. Jisung rodó los ojos sin poder evitar una leve sonrisa—. ¿Cuál dijiste que era su nombre? ¿Minho? Ah... Estoy seguro de que el chico del antifaz la pasó tan bien como tú en la ceremonia de los antifaces. ¿Dijiste que estaba aquí? Quiero conocerlo.

—Hyunjin, estás delirando. No voy a dejar que conozcas...

Jisung se calló de golpe al girar su cuerpo con una sonrisa en su rostro que se desvaneció tan rápido como el sol entrando por el ventanal todas las tardes que caía encima del piano. Su cuerpo se tensó y todas sus alarmas se encendieron al notar el mismo cabello negro que había visto hacía menos de veinte minutos disculpándose por su modo despectivo de hablar sobre él enfrente suyo.

El barón Lee Know estaba parado a solo un metro de distancia, atento a toda la conversación.

—Tú —fue todo lo que dijo Minho, siendo incapaz de soltar mucho más teniendo en cuenta lo rápido que comenzó a latir su corazón.

Escuchar conversaciones ajenas en el peor de los momentos se había vuelto una costumbre desagradable.

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