Transalterna

By Hitto_

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Maya y Sophie son la misma persona viviendo dos vidas diferentes. ¿Ambas vidas son reales?¿una es un sueño? E... More

Intro
Scielo1
Almarzanera
El chico nuevo
Un tatuaje gratis
Respuestas por parte de un odioso
Mirar alrededor
El fantasma del depósito
Tarde de playa
El ritual de cumpleaños
La fiesta de Maya
Gente indeseable
Guerra en la familia
Secretos íntimos
No salgas del círculo
Estar como en un sueño
En la fila del desempleo
El proyecto Transalterna
Un día espectacular
La peor espía
El chico más peligroso del pueblo
La primera misión
Lazos fraternos
Revelaciones en la montaña
Descubriendo una verdad
El misterio del culto
La cacería
Acechando en la oscuridad
Marcus
La primera cita de Ian
La verdad sobre Marcus
Confesiones entre hermanas
El misterio de Anelise
Noche en el Spice club
El nuevo Ian
Consiguiendo justicia
La mansión del círculo
El certificado de pureza
Niña buena
La verdad sobre Dylan
Rescatando a Ian
Saltar de un risco
El secreto de Grecia
El nuevo Aaron
Un giro del destino
Las jóvenes del Círculo
Mis dos padres
Familia
Cómo ocultar un crimen
Thaly
La dimensión T50
Dos años de cambios
La estrella Polar
La partida inconclusa
Alguien en quién confiar
La luna roja
Shifting
Epílogo
Transalterna 2
Guía de entes
Guía de personajes

El espacio interdimensiones

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By Hitto_

Dejen comentarios, espero que les guste, un beso!!!

Ya saben que así les marcare las escenas eróticas para que se las puedan saltar

----*****----

Eran las siete treinta, las siete treinta de la mañana, en un sábado, el primero en más de un año en el que no debía trabajar y me despertaba el ruido de la sala.

Con el cabello despeinado y gesto de amargada fui a ver qué pasaba. Mi padre y mi novio jugaban en la consola, con el sonido al máximo volumen.

¿Desde qué hora estaban despiertos?

Al notar mi presencia apenas y me saludaron, seguían concentrados en lo que hacían.

Era... raro, y a la vez agradable. Como si mi familia tuviera un nuevo integrante.

—No se molesten, yo me hago mi desayuno —les dije notando que ellos ya comían frente al televisor.

—Okey —me respondió Ian, con una tostada en la boca y moviendo los dedos como loco en el control de la consola. No importaba que él pareciese siempre ser el mejor en todo, a mi papá no le iba a ganar, y si es que podía, no lo iba hacer para que no quedar mal.

Ya empezaba a conocerlo bien.

Los miré un rato más, dándole sorbos cortos a mi café y como predije, Ian perdió.

Ambos dejaron los controles por fin para seguir desayunando.

—Sophie, ya encontré algunos lugares. Podemos ir a verlos hoy. —Mi papá me avisó—. Ya te los mandé.

Revisé mi teléfono y vi mis posibles futuras viviendas: Uno en el área veinticinco, dos en al área quince y uno en el área siete.

—¿Área siete? —le pregunté—. Creí que no querías nada en las áreas próximas a la cinco o a la gente rica y presumida.

—No, pero las opciones no son muchas. La ciudad está cada vez más poblada. A este paso o hacen edificios más altos o de una vez empezamos a mover los comercios y las zonas residenciales a Scielo2, como debió hacerse hace años.

—Si quieres descansar, yo puedo ir a ver los lugares —le sugerí. Sabía que a mi padre nada le apetecía menos que ir un sábado en la mañana a buscar propiedades.

—Yo te acompaño —se ofreció Ian.

—Bien, vayan los dos. Tú solo avísame, para que empiece a empacar. —Papá accedió sin dudarlo.

Papá tomó su control de nuevo e incentivó a Ian a una revancha. Aproveché de irme a vestir y luego los dejé una partida más mientras sacaba la basura. La tiré en el ducto al final del pasillo, al regresar, Amanda salió de su apartamento.

—Sophie cariño, tu padre me dijo que van a mudarse, ¿es verdad? —me preguntó con mucha preocupación acercándose a acariciarme el cabello de forma maternal.

—Sí, hoy iré a ver un par de lugares.

—Pero ¿por qué?

—Mauro nos quiere fuera. Y también este lugar me queda lejos del trabajo. Ya son dos noches que Ian se queda a dormir en el sillón porque me acompaña después de su trabajo y no llega a tomar el último tren.

—Ese chico... no me agrada nada. Su aura es extraña —dijo seria—. De todas maneras. Si se van yo no estaré tan pendiente de ustedes, sabes que son mi familia y yo soy quien vigila que tu padre no haga desastres en la cocina. Es decir, ¿quién va a ayudarlo? ¿si tienes una emergencia? ¿Qué va a pasar? Déjame hablar con Mauro y yo lo soluciono. —Cambió su tono y habló apresurada.

—Amanda, gracias, en serio agradezco todo lo que haces y créeme que tú eres el único motivo por el que no quisiera mudarme, pero no tengo opción. Puedes venir cuando quieras, y yo también vendré a visitarte. Obviamente seguiré yendo a comer al restaurante de Clarisa. No hay mejores hamburguesas veganas que las suyas, he probado las del área cinco y no hay comparación. Y sí he pensado en mi papá, creo que contrataré a alguien que ayude con la limpieza, la cocina y todo eso. Por suerte ahora puedo pagarlo.

—No sé Sophie... —de pronto su rostro se iluminó—. ¡Contrátame a mí!

—¿A ti?

—Sí, yo ya trabajo cocinando y limpiando para extraños. Qué mejor que hacerlo para gente que es de mi familia. Así voy todos los días, cuido de tu padre y tú estás más tranquila.

Lo pensé un segundo, eso no sonaba mal. Seguiría teniendo a Amanda cerca y no tendría que preocuparme por mi papá.

—Eso suena bien, aunque todavía no sé a dónde voy a mudarme, tal vez es lejos.

—Eso es lo de menos. Sabes que yo voy a donde sea. —Me dio un abrazo—. ¿Entonces estoy contratada?

—Sí, por supuesto —accedí con una sonrisa.

—Perfecto cariño, tú dime a dónde nos vamos y ayudaré a empacar lo antes posible... por cierto, te noto algo diferente—. Puso sus manos en mi rostro y me miró directo a los ojos, inspeccionando algo en ellos. —Tus chakras están desequilibrados. Es curioso, te los alineé en tu cumpleaños. Eso puede ser porque estás absorbiendo malas energías.

—No lo creo. Seguro no es nada. —Traté de alejarme. Cuando Amanda empezaba con esas cosas no sabía qué decirle. Creo que ni ella entendía lo que decía a veces.

—Déjame ayudarte, lo hago en un momento. —Me tomó de la mano e intentó llevarme a su apartamento, no sabía cómo zafar, hasta que Ian salió.

—Sophie, mejor salgamos así nos da tiempo de ir a todos eso lugares —me dijo rodeándome con un brazo. Amanda puso un rostro de pocos amigos, Ian en verdad no le agradaba. Seguía con esa mala impresión causada por su enfrentamiento con Mauro.

—Lo siento Amanda, debo irme, otro día me alineas los chakras. Y te aviso en cuanto confirme el lugar.

Ian me extendió mis cosas y salimos juntos del edificio.

***

—Podemos ir al área veinte primero —sugerí observando las direcciones en mi teléfono.

—Quieres el apartamento del área siete —aseguró Ian.

—No, no necesariamente —mentí.

—Vamos al del área siete. Perderemos el tiempo en los otros.

—Está bien... sí, es decir, ¿quién no quiere vivir en las primeras áreas? Bueno, tú no cuentas, es que no sabes cómo es vivir del área once o para arriba. Por una vez quisiera que mi papá pueda respirar aire puro y regresar a casa en la noche sin miedo a ser asaltada o algo peor.

—Eso ya no va a pasarte nunca, te lo aseguro —me dijo acurrucándome sobre su hombro. Me quedé dormida el resto del viaje. En serio necesitaba un descanso de Almarzanera, por ese día, evitaría hablar del otro universo y viviría el ahora con Ian.

El área siete era tan ordenada, limpia y verde, que tardamos poco en encontrar el edificio. El barrio era puramente residencial. Como jamás ocurría por donde vivía, nos topamos con niños manejando bicicleta o paseando con sus perros. Tampoco había tráfico, ni ruido, me recordaba bastante a Almarzanera. El apartamento disponible era en el piso cinco. Un dúplex bastante espacioso.

Nos abrió la puerta una mujer de mediana edad, que en cuanto nos vio desdibujó su sonrisa y nos observó con arrogancia, sobre todo reparó en los tatuajes de Ian.

—¿Qué quieren? No ordené nada, si traen un paquete deben dejarlo en recepción —nos dijo con hostilidad.

—¿Aquí es el departamento que está en alquiler? —le pregunté. Queriendo verme segura.

—Sí, pero solo alquilo a adultos.

—¡Somos adultos! —me indigné—. Y mi papá va a vivir conmigo —añadí en voz más baja.

La mujer volcó los ojos y nos dejó pasar con fastidio. Odiaba a la gente así.

—Bien, dúplex, tres habitaciones, con terraza —nos explicó de mala gana.

Al escuchar terraza me emocioné, siempre había querido tener una en esa vida. Atravesé el recibidor y la sala, ya amoblada con sillones de cuero, y corrí hacia las puertas de cristal, la terraza era amplia, tenía sillas, una mesa y plantas. A mi padre le encantaría leer ahí. La vista daba hacia el resto de la ciudad, se veían edificios bajos y casas con jardines, el sonido de las olas del mar llegaba hasta ahí.

—Niña, ten cuidado, no te dije que puedes salir —la mujer me obligó a entrar.

Ese apartamento era tan bonito y luminoso que ya estaba enamorada. Podía visualizar dónde iba a poner cada una de mis cosas. Me fui hacia lo que parecía la habitación principal. Ya estaba amueblada, con una gran cama llena de almohadas.

—Esta es la habitación principal en suite —me indicó la mujer.

—Está hermosa, ¿qué opinas? —le pregunté a Ian.

—Sí, no está mal. Tendremos que cambiar el respaldar de la cama y aquí podremos poner un columpio sexual —explicó señalando el techo.

La mujer lo miró con la boca abierta y yo me puse roja. Sin saber cómo decirle de manera adulta y seria que se callara.

—Muchachitos, varias personas realmente interesadas vendrán a ver el apartamento. Así que no me hagan perder el tiempo.

—¿Quién dijo que no somos personas interesadas? —la confronté.

—Niña. —Volvió a recalcar esa palabra, observando mi atuendo de pies a cabeza—. La renta aquí es de ciento ochenta y cinco mil al mes. Con una garantía por adelantado de tres meses y las expensas son otros diez mil. Las fiestas están prohibidas y la música debe apagarse a partir de las once. Y necesitan un garante que viva en la zona.

Casi me a tragando al escuchar el precio. La mujer lo notó y sonrió triunfal.

—Rayos, ¿es en serio? —Ian se indignó—. No lo sé Sophie, música solo hasta las once y no podremos hacer fiestas. ¿Qué les diremos a los del club sadomasoquista?

La mujer esta vez ya estaba por echarnos a patadas, yo a punto de cerrarle la boca a Ian de un manotazo. Sus estúpidas bromas no me ayudaban.

—Ni modo, tendrás que seguir las reglas —Ian me dijo con un tono condescendiente—. Pagaremos por adelantado y yo seré su garante.—Se dirigió a la mujer

—Oh ¿de verdad? ¿Y de dónde sacarán el dinero, si puedo preguntar?

—Acabo de asaltar una licorería.

Ya era todo. Esa mujer agarraba su teléfono, de seguro llamaría al guardia de seguridad.

—Es broma. Si asaltara una licorería no se los diría —Ian nos dijo a ambas—. Lo pagará la compañía.

—¿La compañía? —la mujer y to le preguntamos a Ian al mismo tiempo.

—Sí, la señorita Jensen es una importante ejecutiva de 3IE, la compañía pagará sus gastos de vivienda. Queremos este lugar, hasta que algo mejor se desocupe en el área cuatro. Sophie, ¿te conformas con este lugar?

—Sí, bueno...— empecé a fingir desinterés, siguiéndole el juego, eso alteraba cada vez más a la mujer y quería ver hasta donde aguantaba—. Si no hay opción, es decir, es pequeño y no muy elegante, esta zona también es terrible, pero si no queda otra...

Como si fuera posible, la mujer se indignó más. Ya iba a responder cuando Ian le extendió su credencial.

—Puede anotar mis datos para la garantía y el contrato. Le haré el deposito ahora y la compañía se encargará del resto el lunes.

El gesto de la mujer cambió por completo al recibir de un jalón la identificación y leer el apellido de Ian.

—Oh... señor Key. Por supuesto. Solo déjeme llamar para cancelar al resto de interesados —tartamudeando nos dejó solos en la habitación y se fue a hablar a la sala. Me asomé a la puerta y escuché un momento, solo para asegurarme que llamaba a posibles arrendatarios y no a la policía. Al escuchar que en efecto se disculpaba con alguien, respiré aliviada.

—¡Tengo apartamento nuevo! —exclamé sin poder creérmelo.

—Sí, todo tuyo, o algo así.

—¡Gracias! —me colgué de su cuello, estaba tan emocionada. Iba a vivir en un lugar tan bonito y sobre todo lejos de Mauro.

—Yo no hice nada.

—Tú no, tu apellido sí. Por fin sabré que se siente ser millonaria.

—Tú ya sabes cómo es eso.

—Si te refieres a Almarzanera, no es lo mismo. Ahí da igual. Aquí, tener cierto estatus es tener una vida diferente. ¿Y de verdad la compañía lo va a pagar? Con lo que ya me pagan, me alcanza y sobra. Sí necesitaría un adelanto para la garantía...

—Lo van a pagar. Mi padre quiere que te sientas cómoda. Tener a un portal que no es uno de sus hijos, le sirve como muestra de control. Para él el dinero no es nada, así que siéntete con la confianza de abusar.

La actitud de la mujer cambio de inmediato cuando firmé lo necesario. No era una persona agradable, más no me iba a traer problemas.

Finalizado el asunto, Ian y yo decidimos ir hasta su casa caminando. El día estaba bonito y recorrer las calles tomada de su mano, era lo más parecido a un sueño que jamás iba a tener.

***--********************-------------------------------------

Ian cada vez experimentaba conmigo de forma diferente. Como en esa ocasión, me tenía con los ojos vendados y pasaba un cubo de hielo por mis labios, mis pezones, bajaba por mi vientre y lo introducía dentro de mí para que se terminara de derretir con mi calor corporal.

Lo que no variaba era que le encantaba amarrarme, y a mí me gustaba también, por esa sensación de poder que tenía sobre mí, para hacerme lo que quisiera.

Dejó un hielo en mi boca y me besó jugueteando con su lengua, derritiendo el cubo y transformándolo en agua fría. Se separó para ponerse entre mis piernas, que estaban bien amarradas. La sensación de su miembro rozando mis frías paredes vaginales era algo que nunca había experimentado.

—¿Cómo se siente? —me preguntó

—Extraño...—solté en un suspiro—. Pero bien.

Lo metió más al fondo y con el agua mojando las sabanas con cada penetración, me iba calentando. Esta vez no fue rápido y brusco como en otras ocasiones. Fue pausado y con calma, dándome tiempo a disfrutar de cada movimiento. El no ver lo que sucedía y estar casi inmovilizada me hacía disfrutar de una manera diferente. El no saber que venía a continuación, nubló mis sentidos y me transportó en una vorágine de emociones que desembocó en explosión interna de sensaciones.

*-------******************-------------------------

—Me gustas mucho, nunca nadie me había gustado tanto como tú —le dije cuando me desató y me apresuré a abrazarlo.

—Interesante. ¿Aaron está incluido?

Para qué decía nada. No quería hablar del otro lado e Ian lo sacaba a colación.

—No voy a hablar de eso, quiero mantener ambas vidas separadas. —Lo solté y me levanté de la cama.

—Como quieras —espetó, sus brazos me alcanzaron y me abrazó por la espalda, poniendo sus brazos alrededor de mi cintura—. Estoy seguro que mañana vas a tomar la decisión correcta. Hay cosas que se repiten en todos los universos. Mismas circunstancias, mismos eventos, misma gente; y en todos estoy seguro que tú y yo tenemos que suceder.

—Ian... ¿tú crees que conocernos en ambos universos al mismo tiempo fue una casualidad o?

—No nos conocimos antes porque yo estaba en Inglaterra. Regresé al mismo tiempo en ambos universos y que tú y yo nos conozcamos era algo que tenía que suceder. En Almarzanera no había mucha opción. Solo hay un colegio.

—Si lo ves así fue un conjunto de casualidades.

—Las casualidades son solo una cadena de sucesos inevitables. Da igual, lo importante es que estamos juntos —terminó de decir dándome un beso en la mejilla.

—Bueno, esos sucesos me llevaron a entender más sobre mí y al mismo tiempo entender menos cosas. Y a frustrarme por no hacer lo mismo que tú.

—Renata dice que tu energía ya está fluyendo de mejor manera. No hemos probado si ya puedes ver entes o transportarte.

—Para lo primero tendríamos que hallar un ente. Lo segundo ni siquiera has querido enseñarme.

—Es que es difícil de enseñar. Yo solo vi que mis hermanos mayores lo hacían y lo imité. Pero tienes razón. Vamos de a poco. Hazlo conmigo y tal vez así lo entiendas.

Me emocioné con la sugerencia. Por fin Ian me ensañaría algo útil. Volvió a abrazarme y empezó a darme instrucciones.

—Solo visualiza dónde quieres aparecer. Eso es importante. Empezaremos con lugares que conoces y puedes ver y después podrás hacerlo hacia lugares desconocidos. Visualiza la sala. —Me movió en dirección a la puerta de la habitación—. Mantén la imagen en tu mente y avanza hacia allá. Si te concentras, verás una especie de cortina transparente.

Intenté hacerlo, no visualizaba nada. De pronto todo se puso oscuro. Me asusté por un momento, Ian seguía sosteniéndome.

—Estamos en el espacio interdimensiones. Yo te estoy llevando de manera lenta. Cuando vamos de un sitio a otro pasamos por aquí.

Miré alrededor, no vislumbraba casi nada, abajo parecía un río de bruma sobre el que flotábamos y al frente de pronto apareció una ventana circular, a la que nos íbamos acercando y junto a ella, por orden aparecieron varias más. En la primera veía la sala del apartamento de Ian, en la del costado, lo que parecía ser la calle.

—Voy a soltarte y dirígete hacia allá.

Sus brazos me abandonaron. Intenté avanzar; era como querer correr bajo el agua, permanecía en el mismo lugar y la ventana se hacía más y más pequeña.

—Debes apurarte, si se cierra puedes quedarte aquí perdida y no queremos eso.

Corrí con todas mis fuerzas, mientras más lo intentaba más me desesperaba y menos me movía.

—Tranquila —la voz de Ian sonaba un poco lejana—. Relájate, no uses tu fuerza física. Solo piensa, visualízate llegando.

Hacerlo era complicado. Me alejaba cada vez más. Ya no escuchaba a Ian y algo grande pasó por mi lado. Di varias vueltas sobre el mismo lugar, queriendo saber qué era. De pronto... nada. Oscuridad, la bruma cubriéndome y un par de ojos rojos a mi lado.

Quise gritar y protegerme con las manos, mas nada en mi cuerpo se movía. Estaba perdida. Me había perdido en ese lugar.


***

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