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—Maya, ¿qué pasa? —Tiago tuvo que sacudirme para que saliera del trance en el que me encontraba.
—Esta chica —le expliqué apenas—. Es igual a mi mamá.
—¿A tú mamá?
—A mi madre de Scielo1.
Me puse a buscar en las siguientes páginas. En ninguna foto se la veía. Al pasar página por página notaba que faltaban algunas fotografías, como si las hubieran quitado. En el resto, mi madre estaba con sus otras damas, con otros invitados y la muchacha no volvía a aparecer.
—¿Tu madre vive en este mundo también? —Tiago me preguntó, sin entender lo que me sucedía.
—No, o no lo sé. La asesinaron en Scielo1. Hay la posibilidad de que fuera portal. Si es esta chica, puede estar viva en este universo.
Saqué la foto de las damas del álbum de bodas. No quería ilusionarme, igual era imposible no querer llorar. En el reverso no había anotado nada y tampoco había una lista de invitados. Sin embargo, mi madre de Almarzanera era quien podía darme respuestas. Corrí a buscarla por toda la casa. Tiago me seguía un poco alejado. Curioso por lo que ocurría y sin entender demasiado. Cada vez estaba más confundido.
Finalmente la localicé en el jardín, revisaba los daños de la noche anterior a sus rosales.
—Mamá. ¿Quién es esta chica? ¿es familiar tuyo? ¿cómo se llama? —la ataqué con preguntas.
—¿De quién hablas? —preguntó sin mirarme, más preocupada en sus plantas. Le puse la fotografía en la cara, me la apartó molesta, igual le insistí para que viera a la chica con atención.
—¿Cómo se llama? —le volví a preguntar.
Ella observó un momento y desvió la vista de nuevo.
—No lo sé.
—¿Cómo que no lo sabes? fue tu dama.
—Maya, cuando me casé tuve muchas damas, algunas familiares de tu padre y otras impuestas por tus abuelos. No sé quién es ella. Tal vez un pariente lejano de tu padre o la hija de alguno de los amigos de tus abuelos.
—¿Pero no tienes una lista de los invitados? ¿Algún lugar donde estén los nombres? —le insistí.
—No, han pasado veinticinco años, ¿para qué guardaría eso? Todo lo de la boda está en ese álbum. ¿Por qué tanto interés en ella? —Quiso saber, extendiéndome unas ramas rotas par que las pusiera en la bolsa de basura al lado mío.
—Porque... es muy parecida a mi ¿no lo crees? —me excusé, no había forma de dar una explicación.
—No la veo tan parecida.
—Claro que lo es —aseguré—. ¿Entonces, puede que sea familiar de mi papá, no?
—Puede ser —volvió a responderme sin prestarme atención. Algo frustrada, tiré las ramas y regresé al interior de la casa.
En la sala, puse la foto sobre una mesita y tomé una foto con mi celular al rostro de aquella muchacha.
—¿Qué vas a hacer? —Tiago seguía detrás de mí como solía hacerlo mi gata.
—Si es familiar de papá él debe saber quién es, le mandé la foto por mensaje. —Rogaba que supiera quién era, porque de otra manera, la siguiente persona a la cual preguntar sería a mi abuela. Ella conocía a todos. Si aquella chica no era un familiar, podría decirme quienes eran sus padres. Odiaba hablar con mi abuela, lo hacía solo cuando me obligaban, de verdad quería evitar esa llamada.
Como pasaron cinco minutos y mi padre no miraba el mensaje le tuve que llamar.
—Maya, estoy en consulta, ¿qué pasa, es urgente?
—Sí, más o menos, te mandé una foto. ¿Podrías decirme si reconoces a la chica? Necesito su nombre, es importante, tal vez es una prima lejana o algo así.
—Maya, estoy ocupado, muéstramela en la noche—intentó colgarme.
—No, papá por favor, te tomará diez segundos —le supliqué.
Accedió resoplando. Me colgó el teléfono y me llegó la confirmación de que había visto la foto.
Eran momentos muy tensos. Veía que escribía un mensaje. Rogaba que me diese un nombre, una identidad, un lugar donde buscar.
Papá: No es familiar mío.
Volví a frustrarme al leer el mensaje. Hasta que mandó otro.
Papá: Es Anelise.
Maya: Anelise? Quién es Anelise?
Le escribí.
Papá: La hermana de tu madre. En serio estoy ocupado. Hablamos luego.
¿Cómo sentirme? ¿Feliz por saber el nombre y la identidad de mi posible madre de Scielo1? ¿O enojada por la mentira de mi madre de Almarzanera?
Furia, eso fue lo primero que me invadió. ¿Por qué mi madre me había mentido? Jamás me había hablado de una hermana. Hasta donde sabía ella era hija única, que me hubiese mentido toda la vida, era porque algo raro había por detrás.
Volví a buscarla por toda la casa, ya no estaba en el jardín, esta vez la hallé en su habitación, frente a su espejo, se quitaba sus joyas y se preparaba para la cena.
—¡¿Por qué me mentiste?! —le reclamé en cuanto crucé su puerta.
—¡Maya! ¡¿Qué te pasa?! sabes que debes tocar antes de entrar.
—Eso ya no importa, acabas de mentirme con descaro en la cara. Me dijiste que no conocías a esa chica y resulta que es tu hermana.
—¿De dónde sacaste eso? —preguntó preocupada.
—Le pregunté a papá y él me dijo.
—Tu padre, contando lo que no debe —resopló y continuó con lo que hacía.
—No me ignores, ¿por qué me mentiste? ¿por qué nunca nos dijiste que tienes una hermana?
—¿Tienes una hermana? —Tiago apreció detrás de mí y preguntó desde la puerta.
—Sí, la chica de la foto, se llama Anelise y es la hermana de mamá.
— No es de tu incumbencia. Ya no tengo ninguna hermana, no hablo de ella ¿Por qué tanto interés en eso?
—Porque....—¿qué le iba a decir? —. ¿Por qué la necesidad de mentir sobre ella?
—Porque a veces es mejor enterrar cosas del pasado.
—Mamá, por favor. Háblame de ella. Dónde está —le supliqué. No sabía de qué manera hacerle entender lo importante que era para mí esa información—. Me dices que no es bueno mentir. Que hacerlo siempre trae sus consecuencias, por favor, no me mientas.
Al parecer mis súplicas funcionaron. Mi madre lo pensó un momento. Le hizo una señal a Tiago para que pasara y cerró la puerta de su habitación, como si fuera a contarnos un secreto.
—Anelise era mi hermana pequeña. Y sí, era muy parecida a ti. Te veo y la veo a ella. No solo en lo físico. Ambas tienen el mismo carácter, por eso mismo me prometí que tú no ibas a acabar como ella.
—¿Acabar como ella? ¿Qué le pasó?
—Tomo las decisiones equivocadas. Era una chica tan especial. Hermosa, inteligente, talentosa. También tenía una voz hermosa y le caía bien a todo el mundo. Tenía un futuro tan brillante... pero cuando murió nuestro padre todo cambió. Se volvió ingobernable. Siempre hacía lo que le daba la gana, no iba al colegio, escapaba de casa. Mi madre ya no sabía qué hacer. Yo me acababa de casar y tenía una bebé, no pude ayudarla de la manera correcta. Un día, cuando Anelise tenía dieciséis años simplemente se fue de casa y no regresó. La buscamos, mi madre enfermó. Fue una muy mala época. Dos años después recibimos una llamada de la policía. La encontraron muerta en un motel de Valermo, por una sobre dosis.
"Muerta", solo eso fue suficiente para destruirme de nuevo. Por un instante, había tenido la esperanza de verla en esa dimensión y esa fantasía se había desvanecido demasiado rápido.
—¿En serio? ¿Está muerta? —El nudo en mi garganta apenas me dejaba hablar.
—Sí Maya, por supuesto es en serio. Está en el mausoleo familiar. Su muerte terminó por matar a mi madre también. Sin embargo, eso me enseño una lección y por eso soy tan estricta con ustedes. —Me tomó del mentón, no quise mirarla para que no notara que las lágrimas se acumulaban en mis ojos—. Tú eres especial, tienes una misión que cumplir en la vida y no vas a terminar como ella.
—¿Pero estás segura que fue una sobre dosis? ¿no la mataron? ¿Por qué escapó? Realmente no creo que fuera por rebeldía.
—¿Quién querría matarla? Escapó porque quería hacer lo que se le daba la gana y acabó mal. En algún momento cuando escapó se volvió adicta y cuando te metes en esas cosas acabas así.
—¿Y ella no estaba con nadie? ¿No tenía un novio o algo así?
—No. Ella podría haber elegido al chico que quisiera, todos en el pueblo estaban locos por ella. Jamás vi que tuviera un interés en nadie. Si escapó con un chico, nunca lo sabré. Cuando me casé y dejé de vivir con ella, nos distanciamos bastante.
—¿Y no tuvo hijos?
—No, claro que no. Era una muchachita, cuando murió tenía tu edad. Maya, Tiago —se dirigió a ambos—. No le cuenten de esto a sus hermanas. Pensar o hablar de Anelise me hace daño, me trae recuerdos muy amargos, prefiero fingir que no existió.
Mi hermano y yo accedimos. No me sentí con ánimos de cenar. Me encerré en mi habitación y me eché en mi cama, solo a pensar.
Era muy probable que mi madre fuera portal. En Scielo1, había sido Natalia Ayala, mi madre, y en Almarzanera, Anelise Serra, mi tía. Eso podía explicar la similitud entre Maya y Sophie. En ambas dimensiones me parecía a ella.
Mientras más cosas descubría de mi madre, más preguntas y misterios surgían a su alrededor. Y me tocaba investigar sola, ya que sospechaba que Solange ni nadie del proyecto me iba a brindar ayuda real.
Por supuesto le escribí a Aaron y él no tardó en aparecer. Lo abracé y traté de explicarle lo que había descubierto.
—La mataron, estoy segura que la mataron aquí también. —Le aseguré.
—¿Por qué piensas eso?
—Es obvio. No creo que haya sido una adicta. Escapaba de algo. Se fue a la misma edad que Natalia escapó con mi papá en Scielo1 y murió a la misma edad que Natalia en Scielo1. Es demasiada coincidencia. Pero aquí no fue mi mamá. ¿Es eso posible?
—Sí, Entre los portales comunes suele pasar eso, nacen con diferentes padres, pero emparentados en ambas dimensiones. Con que el material genético sea similar, es posible. Maya, en serio quisiera darte más ayuda, pero no sé qué decirte. De momento sabemos que es muy probable que tu madre de Scielo1 fuese portal. En el otro lado su familia estaba en un culto y escapaba de ello, ¿pero en este? Veo a tu familia bastante normal, dentro de lo que cabe.
—Lo más parecido es el Círculo, pero no lo sé. Tal vez es solo un club social.
—Es lo más probable. Mira, seguiremos investigando. En Scielo1 puedo revisar en la base de datos del proyecto. Solo, ten en cuenta que puede no suceder nada. Tal vez es todo un conjunto de coincidencias. A veces pasa, sobre analizamos las cosas y buscamos misterios donde no los hay.
—No, estoy segura que hay algo más. —afirme—. Es un presentimiento. Voy a descubrir quién mató a mi madre, en ambos universos y por qué —determiné.
—Como quieras, voy apoyarte —afirmó Aaron, se levantó y lo vi con la intensión de desparecer de nuevo.
—No te vayas —lo detuve —¿Puedes quedarte a dormir conmigo?
De inmediato una sonrisa se formó en su rostro.
—Dormir, solo dormir —le expliqué—. Estoy muy cansada y quiero algo de estabilidad. Y tú eres lo único estable que tengo en ambas vidas.
Él no lo dudó ni un momento, se recostó a mi lado.
—Mañana es sábado. ¿Descansemos y hagamos algo divertido, ¿te parece?
Asentí poniendo mi cabeza sobre su pecho y él me acarició el cabello hasta dormirme.
***