Pecado con sabor a chocolate...

By DeBeLassal

5.4M 421K 234K

Minerva es una joven llegada hace poco tiempo a la ciudad de Nueva York, con la ilusión de trabajar para uno... More

SINOPSIS
PRÓLOGO
CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO DOS
CAPÍTULO TRES
CAPÍTULO CUATRO
CAPÍTULO CINCO
CAPÍTULO SEIS
CAPÍTULO SIETE
CAPÍTULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPÍTULO DIEZ
CAPÍTULO ONCE
CAPÍTULO DOCE
CAPÍTULO TRECE
CAPÍTULO CATORCE
CAPÍTULO QUINCE
CAPÍTULO DIECISEIS
CAPÍTULO DIECISIETE
CAPÍTULO DIECIOCHO
CAPÍTULO DIECINUEVE
CAPÍTULO VEINTE
CAPÍTULO VEINTIUNO (PARTE UNO)
CAPÍTULO VEINIUNO (PARTE DOS)
CAPÍTULO VEINTIDÓS
CAPÍTULO VEINTITRÉS
CAPÍTULO VEINTICUATRO
CAPÍTULO VEINTICINCO
CAPÍTULO VEINTISÉIS
EXTRA ISABELLA
CAPÍTULO VEINTISIETE
CAPÍTULO VEINTIOCHO
CAPÍTULO VEINTINUEVE
CAPÍTULO TREINTA
CAPÍTULO TREINTA Y UNO
CAPÍTULO TREINTA Y DOS
CAPÍTULO TREINTA Y TRES
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE
CAPÍTULO TREINTA Y OCHO
CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE
CAPÍTULO CUARENTA
CAPÍTULO CUARENTA Y UNO
CAPÍTULO CUARENTA Y DOS
CAPÍTULO CUARENTA Y TRES
CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO
CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO
CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS
CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE
CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE
CAPÍTULO CINCUENTA
EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS Y AVISO IMPORTANTE

CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO

92.7K 6.4K 3.7K
By DeBeLassal

NOCHE DE TRES 



Justo en el momento en el que iba a llegar al orgasmo, Pierce paro sus movimientos, haciéndome largar un quejido involuntario.

—Vamos a la habitación —dijo él, tomándome de la mano e incitándome a caminar.

No se como en ese momento no me fui de cara al suelo, teniendo en cuenta que llevaba unos tacones altísimos a los cuales no estaba acostumbrada y él prácticamente corría a su habitación.

Una vez en la habitación —amplia tal y como la recordaba—, los nervios por supuesto volvieron, así como también las inseguridades con respecto a todo.

«¿Qué pensaría Dean cuando viera la cicatriz en mi vientre? ¿Le daría asco?»

Aquello hizo que quisiera largarme de allí nuevamente, haciendo que la respiración vuelva a agitarse pero esta vez no por la excitación, sino por miedo.

Miedo al rechazo.

Me giré para decirle a Pierce que aquello era una idea de mierda, que quería irme a mi casa y esconderme debajo de mi cama para siempre.

—¿Qué pasa? —Preguntó él, dándose cuenta de mi titubeo y tomándome por las mejillas antes de que siquiera pudiera decir nada.

—La cicatriz... —dije, nerviosa y susurrando—, no quiero que él la vea, Pierce.

Él me sonrió, como si supiera algo que yo no sabía y es que en ese momento no lo entendí, pero en un rato vamos a entenderlo juntos.

—Eres hermosa, Minerva —dijo muy seguro de sus palabras, mientras comenzaba a bajar el cierre de mi vestido. —Apuesto a que no habrá nada de ti que no vuelva loco a Dean —susurra, nuestros labios casi rozándose.

El vestido cae, dejándome solo en mi ropa interior blanca y los tacones, mis ojos sin despegarse de la mirada azulada de Pierce en ningún momento.

—Mierda —escuche a Dean murmurar detrás mío.

Sin embargo no se acerca, ninguno de los dos hace nada, por lo que respirando hondo y sabiendo que estoy hasta la mierda de hundida ya, termino girándome lentamente.

Dean pasea su rostro por mi cuerpo, haciendo que allí en donde mira me recorra un escalofrío, cuando llega a la cicatriz sus ojos se detienen solo un segundo, sin embargo sigue bajándose, embebiéndose de mi.

—Eres muy hermosa, Minerva —dice, nuestras miradas encontrándose. —Eres como un ángel —dice al final, haciéndome sonreír y contagiándole la sonrisa a él.

A decir verdad, no se que es lo que me impulsa a hacer lo que hago, pero cuando quiero darme cuenta, estoy avanzando hacia él, deteniéndome cuando estamos a un palmo de distancia, cuando a pesar de que Dean sigue con la ropa, puedo sentir el calor de su piel atravesándola, su perfume llegando a mis fosas nasales.

Mis manos titubean un momento en el aire, por que vamos, que no es fácil estar entre semejantes hombres y actuar como si nada, que era una experiencia completamente nueva para mi.

De todas maneras Dean tiene paciencia, no me presiona y yo debo admitir en ese momento que lo deseo, pero no solo por ser condenadamente lindo, sino porque también me gusta él, su personalidad, la manera en la que me hace reír y la seguridad que me brinda su presencia.

Mis manos tocan su torso, por encima de la camisa blanca y él cierra los ojos con fuerza, como si estuviera resistiendo a hacer algo que tiene muchas ganas de hacer, como si mi toque lo afectara más de lo que pensaba. 

Mis dedos —que debo reconocer, tiemblan un poco— comienzan a desabrochar su camisa, mostrándome lentamente un pedazo de su piel dorada, los músculos tensos y bien formados por el ejercicio.

«Dios, debería ser ilegal estar tan condenadamente bueno»

«Y va a follarme» 

«Van Minerva, van a follarte, van a romperte...»

Apago esos pensamientos tan rápido llegan, ya que lo único que hacen es asustarme más. 

Cuando termino de abrir el último botón, le quito la camisa empujándola por sus hombros, dejándolo desnudo de la cintura para arriba y aunque no quiero hacerlo, no puedo evitar mirar el bulto que le crece debajo del pantalón.

Mis ojos suben lentamente, hasta volver a encontrarme con su mirada, que está expectante, como si no quisiera hacer nada para no asustarme.

Es por eso que respirando hondo, me pongo en puntitas de pie —por que a pesar de que estoy en unos tacones, sigue siendo demasiado alto para mi— y lo beso.

Sus labios son suaves, mientras ahoga un suspiro en mi boca cuando ésta se abre para él. Sus manos van de inmediato a mi cintura sosteniéndome cerca, pegando nuestros cuerpos, las palmas de sus manos bajando lentamente hasta encontrar mi trasero y presionarlo con fuerza cuando el beso se vuelve salvaje, cuando nuestras lenguas se enredan entre ellas y cuando comenzamos a necesitar más el uno del otro. 

Pierce se une a la fiesta tambien cuando casi me había olvidado de él, sus manos se pasean por mi espalda hasta llegar al broche de mi sostén, que desprende con agilidad. Y es que sepan disculpar, pero cada uno de ellos tiene la manera de hacerme simplemente perder en su propio placer, como si me consumieran. 

Quiero que me consuman.

Me ayuda a quitármelo y cuando mis pezones entran en contacto con el torso desnudo de Dean, gimo.

—Eso es... —susurra Pierce detrás de mí—, déjate llevar.

Dean comienza a avanzar, haciendo que mis pies retrocedan hasta llegar a la cama y cuando mis rodillas chocan con ella, sus labios comienzan a descender por mi cuello, sin dejar de besarme. Sus manos subiendo hasta presionar mis pechos con un poco de fuerza que me hace jadear con molestia.

—Despacio ahí —dice Pierce.

Como dije, conoce mi cuerpo mejor que yo.

Dean farfulla un «lo siento» antes de que sus labios se cierren con suavidad sobre uno de mis pechos, haciendo que mi cabeza caiga hacia atrás por el placer que me produce su caricia.

Es que lo digo en serio, tanto placer junto no puede hacer bien a la salud, pero ya que, podría morir de placer entre estos dos encantada. 

De todas maneras vuelvo a abrir los ojos cuando Pierce me toma de la mano, arrastrándome hasta el centro de la cama —dejando caer los tacones en el proceso—, y ¿adivinen quien se desnudo a la velocidad de la luz? Pierce se cierne sobre mí, mirándome con una especie de dulzura que me desarma un poco, de todas maneras cualquier pensamiento coherente desaparece cuando me besa con fiereza.

Escucho ruido por la habitación, el susurro de la ropa que cae y supongo que ese es Dean, de todas maneras en lo único que puedo pensar es en Pierce, en como la punta de sus dedos bajan por mi abdomen, apenas si me toca, hasta llegar a mis bragas.

—Tengo ganas de hacerte tantas cosas, Minerva —susurra, enredando su dedo en mi braga, comenzándola a bajar y está siendo retirada al final por Dean.

Mi respiración es un desastre y a decir verdad, no se muy bien que tengo que hacer, o que esperan que haga a continuación, de todas maneras dejo de pensar cuando ahora es Dean quien reclama mi boca mientras Pierce comienza a dejar besos por todo mi cuerpo.

Comienza a darle toques a mis pezones con la lengua, raspando solo un poco con los dientes, tal como a mi me gusta.

Gimo en la boca de Dean, antes de murmurar un quejoso: —¿Qué demonios estoy haciendo?

—Sintiendo —responde Dean en mis labios. —Solo sintiendo.

«Y vaya si estoy sintiendo»

Las expertas manos de Pierce abren mis muslos, exponiéndome a él y a su mejor amigo, que baja un segundo la mirada para ver qué es lo que éste hace.

Pierce se queda mirando unos segundos aquella parte de mi anatomía, como si fuera algo digno de admirar, que vamos, que ninguna vagina es en si linda, pero él la mira como si fuera algo hermoso.

Me respira «demonios está aspirando mi olor» y un gemido que me avergüenza un poco sale de mis labios, al mismo tiempo que Dean vuelve a besarme con ganas, con la palma de su mano en mi vientre, allí donde está aquella cicatriz de la que él siquiera pestañeo al verla.

—Esto es simplemente perfecto —susurra Pierce con la voz ronca, pasando la punta de su dedo índice por entre mis pliegues húmedos. 

Cuando la lengua de Pierce hace contacto con mi clítoris la vista se me nubla un poco, por que a decir verdad, no creo que exista persona en el mundo preparada mentalmente para dar el placer que este hombre es capaz de dar con su boca.

Como siempre, comienza siendo suave, unos leves toques con la punta de su lengua casi de manera juguetona y yo por impulso quiero cerrar las piernas, pero él me retiene, haciendo fuerza en ellas para mantenerlas abiertas para él.

—Dean —lo escucho que murmura un poco jadeante—, mantenla abierta para mi.

Casi me vengo cuando lo escucho decir eso, en serio, que este hombre transpira sexo.

Me di cuenta —muy a mi pesar— que ambos parecían entenderse en esto, como si no fuera la primera vez que hicieran esto juntos y aunque en aquel momento la lengua karateka de Pierce no me dejara pensar con claridad, era algo que sería como un balde de agua fría después, pero dejemos eso para otro momento.

Dean se movió por detrás de mí y yo me deje hacer, por que no es como si tuviera mucha idea de que estaba pasando, solo quería perderme en aquel mar de sensaciones que amenazaban con hacerme perder la cordura.

Se acomodo por detrás mío mientras pasaba sus brazos por debajo de mis rodillas, manteniéndome muy abierta para Pierce. Me levanto un poco ladeando su cuerpo, dejándome más expuesta de lo que había estado nunca y cuando quise darme cuenta, Voldemort volvía al ataque, humedeciéndome para lo que sea que vendría a continuación.

Mis ojos estaban fuertemente cerrados, tratando de aguantar un poco más el orgasmo, por que si tenia que ser sincera, me daba un poco de vergüenza venirme tan rápido.

De repente el olor a coco volvió a inundar toda la habitación, haciéndome recordar aquella vez en la que Pierce me había echo masajes antes de follarme como si su vida dependiera de eso hacía una semana.

Gemí, gemí de manera escandalosa cuando algo comenzó a hacer presión en mi trasero y abrí los ojos, para decirle que dejara de hacerme aquello, sin embargo en ese momento chupo mi clítoris de tal manera que me hizo gritar, mientras metía uno de sus dedos en mi vagina.

—Mira que mojada estás, joder —dijo, curvando su dedo dentro mío y llegando a ese lugar que me hacía ver las estrellas. 

—Así, muy bien —susurro Dean en mi oído. —Que bonita estás así, Minerva, que bonita eres, demonios. 

Aquello fue lo único que necesite para correrme, Dean enterró la lengua en mi boca mientras mis contracciones por el orgasmo presionaban el dedo de Pierce que seguía dentro mío.

Tenía el cuerpo laxo y perlado de sudor, la respiración hecha un desastre y algo metido en el trasero.

Fui consciente que lo termino de meter cuando me vine.

—Dejaremos eso ahí por un rato —dijo Pierce cuando mis ojos se encontraron con los de él con molestia. —¿Algo que decir después de ese maravilloso orgasmo, Minerva? —Me retó él con los ojos entrecerrados.

—Vete a la mierda —fue todo lo que pude decir, sintiendo a Dean reír detrás mío.

Me sentía más relajada, eso si, por lo que en un acto de confianza y complicidad, termine apoyando mi cabeza en el hombro de Dean, mientras este dejaba ir mis piernas con cuidado y envolvía las manos en mi cintura, presionándome cerca y haciéndome muy consciente de su erección. 

Dean pasó su nariz por mi cuello, suspirando mi aroma mientras dejaba pequeños besos a lo largo de él, adorandome, tan suavemente como solo Dean podía ser, que sí, que te estás imaginando a ese Dean que había insinuado que le iba el sado, pero con el tiempo descubrí que esto, tanto para mi como para ellos —aunque sea por razones distintas—, era importante, por lo que querían cuidarme y no ir muy rápido por miedo a asustarme. 

Cuando abrí los ojos —mientras la persona que tenia detrás dejaba besos por mi cuello con dulzura— me encontré con la mirada azulada de Pierce, había un extraño brillo en sus ojos, no llegaba a ser de molestia pero tampoco parecía gustarle mucho mi confianza con Dean, el problema era que Pierce tal vez no supiera que me había vuelto cercana con su amigo cuando él había estado de viaje, supongo que siquiera imaginaba que nos habíamos besado una vez y habíamos estado a punto de volver a hacerlo en navidad.

—Necesito un poco de atención también, Minerva —dijo, interrumpiendo los besos de Dean y mirándome fijamente.

Como si de una autómata me tratara, me despegue del agarre de Dean y camine en cuatro patas a lo largo de la cama —dándole una buena vista de mi trasero a su amigo— y gatee hasta donde estaba Pierce. Si había algo que me gustaba de él, era que desde la primera vez que me había besado, me había hecho sentir fuerte, poderosa y linda y aquellos habían sido atributos que nunca me habían acompañado.

Cuando bajo su bóxer, su polla tenia una pequeña gota de liquido pre seminal en la punta y sabiendo como le gustaba que lo besara ahí, la punta de mi lengua salió y lo limpio, todo bajo su atenta mirada, enrolando el piercing con mi lengua.

Siseo de manera ruidosa y se lo mucho que le costó no cerrar los ojos ante mi caricia, mientras yo lo llevaba tan profundo como podía, tratando por todos los medios no tener una arcada y quedar como una idiota frente a Dean.

Sus manos se enredaron en mi cabello, comenzando el leve vaivén de sus caderas contra mi boca, con cuidado, sin hacer nada demasiado brusco y supongo que él tampoco quería que tuviera arcadas frente a su amigo, que a ver, que no teníamos tanta confianza. 

Largo un pequeño gemido de molestia cuando Dean comienza a hacer algo con mi trasero, luego de que algo frio cayera sobre él, lo que supongo fue lubricante.

Paro de hacer lo que estoy haciendo para girarme y mirar a Dean, que saca y mete un tapón anal con cuidado, untándole lubricante para facilitarse la tarea, mientras uno de sus dedos se mete entre mis piernas y comienza a estimularme.

—Minerva —dice Pierce, con ese tono autoritario que me hace saber que sino sigo haciendo lo que estaba haciendo, se va a vengar.

Mis labios vuelven a cerrarse en la cabeza de su pene, chupando y succionando mientras él vuelve con aquel vaivén de sus caderas, sus manos haciendo puño mi cabello.

Dean sigue a lo suyo, mientras que la molestia en mi trasero está, pero los movimientos en mi vagina me distraen de aquel escozor.

Escucho el sonido de un paquetito ser rasgado con lo que supongo es un condón. Mi cuerpo se tensiona cuando quita el tapón anal y comienza a reemplazarlo cuidadosamente por su polla, apenas entrando, solo la cabeza mientras acaricia mi espalda, dando unos leves masajes para que me relaje.

—Relájate, Minerva —dice Pierce cuando levanta mi rostro y al ver que mi espalda sigue ladeada, insiste—. Relájate.

—No es tan fácil —digo—, ¿quieres que cambiemos lugares para que veas lo que se siente? —Logro decir con molestia.

—Veremos si tienes ganas de seguir hablando cuando también me hunda en ti —dice él, con una sonrisa maliciosa en el rostro.

—Eso no va a pasar —contestó yo de inmediato, mientras lentamente comienzo a acostumbrarme a la invasión de Dean.

—Dime si quieres que pare, Mine —dice Dean desde atrás. 

De todas maneras no llego a responder, cuando Voldemort vuelve a hablar:

—¿Y que si te digo que entonces no te dejare acabar? —Pregunta, sin dejar de verse divertido.

—No serias capaz —farfullo, cuando la mano de Dean logra colarse entre mis piernas y comienza a estimularme de nuevo.

Para hacer aquello tuvo que pegarse a mi espalda con cuidado, dejando besos a lo largo de toda mi columna en un vago intento de relajarme, todo en él es tan suave, tan romántico.

Pierce en cambio, comienza a pasear la punta de su pene por mis labios, mi cara, mis mejillas y mientras yo estoy distraída con la polla de Pierce —tratando de meterla en mi boca, para que negarlo—, de repente Dean se hunde por completo, como si algo lo hubiera impulsado y yo me quejo, por que vamos, que te follen por el trasero si da unos orgasmos bestiales, pero al principio no es muy divertido que digamos.

—Lo siento —lo escucho farfullar con esfuerzo. —Joder, que apretada estas. ¿Te duele mucho? ¿Estás bien?

Siento mi cuerpo sudar, por dolor, por placer, a decir verdad no logro diferenciar cual de las dos siento más, sin embargo antes de que pueda decir nada, Pierce me toma por la cara, metiendo su pulgar en mi boca obligándome a abrirla, presionando mi lengua hacia abajo para luego comenzar a meter su polla casi hasta el fondo, mientras su amigo se mantiene inmóvil detrás de mí y comienza nuevamente a mover sus dedos en mi entrepierna.

Luego de unos minutos en los que yo solo chupo la polla de Pierce y Dean me estimula al mismo tiempo, siento que por fin me relajo y ellos parecen notarlo ya que quien está detrás de mi, comienza a moverse lentamente, en un principio casi de manera imperceptible, pero luego comienza a sacarla solo un poco para volver a meterla despacio, todo muy despacio.

A decir verdad, en este momento ya siquiera puedo concentrarme en la polla de Pierce y se lo hago saber cuando lo miro a los ojos y él me sonríe con complicidad.

Sus manos van a mis mejillas y las acaricia, con mimo, cómo hace aquellas pocas veces dejándome perpleja y haciéndome sentir bien y no usada, es como si quisiera darme a entender que esto es para nuestro placer, que dentro de estas paredes nadie va a juzgarnos y que le encanta verme disfrutar de esta manera. 

El orgasmo comienza a formarse, lo sé por qué empiezo a sentir esa corriente en el vientre y la necesidad de que Dean vaya más rápido.

—Para, para —escucho decir a Pierce.

«Maldito hijo de puta» pienso con frustración para mis adentros, ya que estaba a punto de venirme, de todas maneras no puedo hablar, no tengo la fuerza necesaria. 

A Dean le cuesta separarse de mí, lo sé, me doy cuenta cuando sus manos se presionan con fuerza en mi cintura, como si quisiera impulsarse nuevamente hacia dentro.

«Por favor, hazlo» pienso, como una puerca.

—Ven aquí —me dice Pierce mientras se acomoda en el centro de la cama —con el condón ya puesto— y palmea sus piernas para que lo monte.

«Debería ser ilegal ser tan condenadamente caliente» pienso, mientras me tomo uno segundos solamente para mirarlo.

Termino haciendo lo que me pide, montándome encima de él, que me toma por la cintura con delicadeza, observando cada uno de mis movimientos hasta que estoy encima de él.

Toma su polla con una mano mientras la pasea por en medio de mis labios vaginales, haciéndome gemir. Juega conmigo, lo sé, y teniendo en cuenta que estaba a punto de venirme antes, aquello hace todo más intenso.

Se acomoda en mi entrada y me hace bajar lentamente sobre él, dejando que me acostumbre a su grosor mientras su mano me ancla en mi lugar, sin dejar que me mueva en busca de mi liberación.

—Ven aquí —me dice cuando su mano se enreda en mi cabello, atrayéndome a su boca.

Nos besamos solo como sabemos besarnos nosotros, de manera apasionada, como si fuera la última vez que vamos a hacerlo o por lo menos yo lo siento de esa manera, por que a decir verdad, con Pierce nunca se sabe cuando será la última vez.

Sus manos bajan de mi cintura a mis nalgas, donde las amasa y luego las abre y cuando quiero decirle que aquello no es buena idea, que no se si podré soportarlo, me mete la lengua casi hasta la garganta, acallándome.

Siento a Dean posicionarse entre las piernas abiertas de Pierce detrás mío,la punta de su polla en mi entrada trasera, mientras pienso que con Pierce hundido dentro mío no sé si aquello será posible.

En resumidas palabras, no se si podré con dos pollas a la vez.

Siento que unta una generosa cantidad de lubricante tanto en mi trasero como en su polla cubierta con el condon y cuando quiero arquearme hacia delante, sintiendo como el pene de Dean comienza a meterse dentro mío, Pierce ancla su mano a mi cintura, manteniéndome inmóvil.

—Quieta Minerva —dice, con su boca cepillando la mía cuando habla. —Quédate quieta y trata de relajarte, prometo que lo disfrutaras, douce. 

Si pudiera hablar, lo hubiera insultado, de verdad, una buena mandada a la mierda, de la misma manera que también tenia ganas de insultar a aquellas páginas porno que hacían ver que una doble penetración era placentera y fácil.

Por qué no, no son fáciles y yo sentía que estos dos hombres me iban a partir a la mitad.

Cuando Dean dejó de hacer presión —aún sin estar del todo dentro mío—, puso sus manos a cada lado de la cabeza de Pierce para sostenerse, su rostro quedando cerca del mío. 

—¿Estas bien? —Pregunto en mi oído, dejando un pequeño besito ahí.

—Siento que voy a partirme en dos —respondí con la voz ahogada, sintiéndolo reír detrás mío.

—Solo trata de relajarte —dijo él con esfuerzo, antes de agregar: —Demonios, está muy apretado, no voy a aguantar mucho.

—Yo tampoco —responde Pierce, que tenía las pupilas dilatadas por la excitación mientras nuestros ojos se encuentran, su cabello pegado a su frente por el sudor, sus manos aún sosteniéndome por la cintura. 

—Mejor —conseguí decir, haciéndolos reír nuevamente.

De todas maneras ni bien esas palabras salieron de mi boca, Pierce hizo un leve movimiento circular con sus caderas que me hizo gemir con placer.

Si, con placer.

Y luego Dean, sus movimientos eran tan leves, que apenas si lo sentía, pero supongo que eso era lo que querían porque en un momento dado, comencé a disfrutarlo y a necesitar que se muevan, los dos, con fuerza.

Bueno, no con fuerza, que todavía estaba la molestia, pero sabes lo que quiero decir. 

Mi mirada se encontró con la de Pierce nuevamente, que pareció entender lo que necesitaba, por lo que —sin dejar de mirarme— se hundió en mí con un poco más de fuerza y yo, bueno, yo grite como digna actriz porno cuando Dean hizo lo mismo.

—Mírame —me dijo Pierce cuando estaba por cerrar los ojos por el placer y su mano me tomó por las mejillas para que lo haga.

Sus movimientos parecían sincronizados, uno entraba y el otro salía y así. Nuestros gemidos se mezclaban, nuestros cuerpos estaban cada vez más sudorosos y los tres teníamos las mismas ganas desesperadas de corrernos. 

A decir verdad, cuando el orgasmo llegó, siquiera lo vi venir, porque cuando acabe, puedo confesar que lo hice de una manera que nunca antes lo había hecho, de verdad, es difícil de explicar, pero una buena forma de decirlo es que cuando me corrí, lo hice con todo el cuerpo, siendo absolutamente consciente de todo, de las manos de Pierce en mi cintura, del color más vivaz en del que se habían puesto sus ojos, de como Dean gemía en mi oído, el golpe de sus caderas en mis nalgas, manos agarrándome con fuerza, del sudor, de la mezcla de sus perfumes, del olor a sexo que había en la habitación y de la mueca en el rostro de Pierce, que me miraba fijamente, sin perderse nada, como si quisiera grabar mi expresión en su retina.

—Oh dios —escuche gemir a Dean, mientras me penetraba con fuerza, sus manos tenían las venas marcadas por el esfuerzo de sostener su peso y no aplastarme—, demonios, Minerva —dijo al final, con un gemido ronco cuando acabó mientras palpitaba dentro mío. —Que placer, por Dios. 

El último fue Pierce, sentí el momento exacto en el que empezó a acabar, lo sentí palpitar dentro de mi, descargándose en el condón, el azul de sus ojos casi nulo por sus pupilas dilatadas. Gimió con fuerza mientras me obligó a acercarme y besarlo, de todas maneras no cerré los ojos, me obligue a mirarlo en todo momento y él me devolvió la mirada también, como si estuviéramos intentando decirnos algo.

Supongo que en el momento no supimos exactamente qué, pero era algo que terminaríamos descubriendo en poco, pero si de algo estuvimos seguros los dos, es que las cosas habían cambiado para siempre después de lo que acabábamos de hacer.




***

BUENO BUENO BUENO

QUE CALOR QUE HACE, POR FAVOR

QUE ESTA PASANDA AQUÍ. 

¿QUERIAN DETALLES? PUES AHÍ LOS TIENEN

¿PIENSAN QUE SE TERMINA ACA? NI DE COÑA

CREO QUE ESTO FUE ALGO ESPERADO POR TODXS Y ESPERO NO HABER DEFRAUDADO

Y QUIERO ESTE CAPÍTULO DEDICARLO ESPECIALMENTE A NANY Y MI PANA PRECIOSO 

QUE LOS AMO Y USTEDES SABEN EL PORQUE DE ESTE CAPÍTULO

USTEDES QUE LO LEYERON ALLA POR DICIEMBRE, GRACIAS POR SUS IDEAS LOCAS, GRACIAS NATY POR AYUDARME SIEMPRE Y SIEMPRE ESTAR PARA MI Y GRACIAS PANA POR ESAS CHARLAS DE MADRUGADA EN LAS QUE NOS REIAMOS A CARCAJADAS POR MIS OCURRENCIAS

EN VERDAD LOS QUIERO MUCHO

BUENO A VER, CONVENZANME DE QUE PUBLIQUE EL PRÓXIMO CAPÍTULO 

A VER 

A VER 

NO SE OLVIDEN DE VOTAR, COÑO 

LXS AMO

DEBIE 

Continue Reading

You'll Also Like

611K 82.7K 23
Draco no sabe cuál es el motivo exacto por el que odie a Harry Potter, lo creía cuando era un niño pero en el último año en Hogwarts, solo se la pasa...
16K 1.8K 88
Mi sun tiene la mala costumbre o ¿Tal vez buena? de escribir todo, lo hizo desde que pudo deletrear su nombre y consiguió su primer diario. Siente la...
337 55 16
Esta historia trata de Mark un joven, que después de perder a su madre, su vida da un cambio radical, su padre toma otra actitud y al cambiar de ciud...
6.8K 491 6
Jules no es de las que se quedan calladas, siempre tuvo una boca muy suelta y tal vez eso fue lo que la llevó a ser la nueva perra de los hermanos Vo...