Pecado con sabor a chocolate...

By DeBeLassal

5.4M 421K 234K

Minerva es una joven llegada hace poco tiempo a la ciudad de Nueva York, con la ilusión de trabajar para uno... More

SINOPSIS
PRÓLOGO
CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO DOS
CAPÍTULO TRES
CAPÍTULO CUATRO
CAPÍTULO CINCO
CAPÍTULO SEIS
CAPÍTULO SIETE
CAPÍTULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPÍTULO DIEZ
CAPÍTULO ONCE
CAPÍTULO DOCE
CAPÍTULO TRECE
CAPÍTULO CATORCE
CAPÍTULO QUINCE
CAPÍTULO DIECISEIS
CAPÍTULO DIECISIETE
CAPÍTULO DIECIOCHO
CAPÍTULO DIECINUEVE
CAPÍTULO VEINTE
CAPÍTULO VEINTIUNO (PARTE UNO)
CAPÍTULO VEINIUNO (PARTE DOS)
CAPÍTULO VEINTIDÓS
CAPÍTULO VEINTITRÉS
CAPÍTULO VEINTICUATRO
CAPÍTULO VEINTICINCO
CAPÍTULO VEINTISÉIS
EXTRA ISABELLA
CAPÍTULO VEINTISIETE
CAPÍTULO VEINTIOCHO
CAPÍTULO VEINTINUEVE
CAPÍTULO TREINTA
CAPÍTULO TREINTA Y UNO
CAPÍTULO TREINTA Y DOS
CAPÍTULO TREINTA Y TRES
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE
CAPÍTULO TREINTA Y OCHO
CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE
CAPÍTULO CUARENTA
CAPÍTULO CUARENTA Y UNO
CAPÍTULO CUARENTA Y DOS
CAPÍTULO CUARENTA Y TRES
CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO
CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO
CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS
CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO
CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE
CAPÍTULO CINCUENTA
EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS Y AVISO IMPORTANTE

CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE

90.7K 6.3K 6K
By DeBeLassal

TODO LO QUE NUNCA FUÍ



El sonido que hace la llamada de Skype me saca de mis pensamientos, mientras espero que Genevieve atienda de una vez por todas, debido a que no hemos podido ponernos de acuerdo para hablar desde que fue año nuevo más que unos cuantos mensajes, hace ya cinco días.

Si, lo sé, lo sé, sé que odias que comience desde otro lado completamente a donde nos quedamos, asique iré al grano:



Costó salir de aquel transe en el que me había sumido con esos dos adonis, pero como todo cuento de hadas, en algún momento tenia que terminar, y yo, cuando me di cuenta en la posición en la que estaba, lo cerca que estábamos los tres, me puse de pie rápidamente, deshaciéndome del agarre de ambos, poniéndome por supuesto completamente nerviosa.

Comencé con todos esos tics desesperados y nerviosos que le agarran a una cuando menos se lo espera, como sacudirte el pantalón varias veces como si tuviera toda la tierra del mundo, acomodar mi camisa con las palmas sudorosas, sorber los mocos como si tuviera cinco años, acomodar mi cabello que de por sí siempre es un desastre y mirar a cualquier lado que no sea a los ojos de Pierce o Dean.

Fue Pierce quien se acercó y me tomó de los hombros, deteniendo mis movimientos.

—Basta —dijo, mirándome fijamente. —Ya pasó, Minerva, detente.

—Ella... —comencé diciendo con miedo.

—Ella no hará nada —me aseguró él.

—Pierce, si ella averigua, si ella descubre... —comencé diciendo nerviosa, lanzándole una mirada de reojo a Dean, que nos observaba confundidos.

—No lo hará —me repitió, manteniendo su agarre firme. —Lo prometo.

—Yo... —a decir verdad no me salían las palabras, debido a que la desesperación que estaba sintiendo en ese momento no me dejaba pensar con claridad.

Si Layla averiguaba que en realidad no era Minerva, si salía a la luz que Annalise estaba en realidad viva, todo se iría directamente al carajo.

—¿Qué está pasando? —Pregunto entonces Dean, supongo que cansado de mantenerse al margen.

—Nada —respondí de inmediato, sin dejar de mirar a Pierce a los ojos. —Por favor, no dejes que ella..., no dejes... —la voz se me volvió a romper, porque en verdad estaba desesperada.

—No lo hará, iré a arreglarlo ahora mismo —dijo Pierce, tomándome de las mejillas. —Cámbiate y vete a casa —dijo.

—No —respondí de inmediato. —No, voy a trabajar.

—Minerva.

—No hagas que me vaya a casa, por favor —suplique y supongo que se dio cuenta de que si me iba a mi departamento, me pondría peor, porque estando allí sin hacer nada, en soledad, me haría pensar todas las malditas cosas que podían salir mal de aquí en adelante.

—Ve, yo me quedaré con ella hasta que se sienta mejor —nos interrumpió Dean. —Yo me quedaré con ella y por lo que más quieras, haz que esa mujer cierre la puta boca si no quiere vérselas conmigo.

Me sorprendí bastante escuchar a Dean tan enojado, pero supongo que le dio a entender a Pierce que si iba él, no la trataría amablemente y no quería hacer una escena en el restaurante.

Pierce por su parte me lanzó una última mirada antes de asentir y dejarnos a ambos solos.

Dean me miró unos cuantos segundos parado en su lugar y yo me sentí pequeña bajo su escudriño. Por Dios, que vergüenza lo que había pasado, no tenia cara para poder mirarlo a los ojos.

—Lo siento —murmuré bajito.

—No lo sientas, joder —dijo para, acto seguido, tirar de mi muñeca y envolverme en un poderoso abrazo.

¿Les había dicho alguna vez que los abrazos de Dean eran los más espectaculares del mundo?

Eran esa clase de abrazos que te hacen saber que todo va a estar bien, que pase lo que pase todo tiene solución y que te hacen sentir que todos esos pedazos que tenias rotos se vuelven a juntar.

—No voy a preguntar que demonios acaba de pasar, porque sé que si quieres contármelo, lo harás a su debido momento, pero..., estoy aquí para ti, para lo que necesites, Mine, solo tienes que llamarme y estaré en un santiamén, ¿vale?

Ah joder, iba a volver a llorar.

No respondí, pero porque se me había vuelto a formar un nudo en la garganta, por lo que simplemente presione mis manos en su espalda más fuerte y él hizo lo mismo, dejando besos en la cima de mi cabeza y frotando mi espalda con cariño.

Me tomó unos cuantos minutos separarme de él, pero tenia que recuperarme y volver a trabajar.

—Ella no volverá a molestarte, lo prometo —dijo, pellizcando mi mejilla y dejándome sola por fin.

Me acerque a los espejos, mientras rebuscaba en mi bolso un poco de maquillaje, debido a que cada que lloraba, los ojos se me hinchaban y mis mejillas se ponían muy coloradas, sin embargo cuando estaba a punto de aplicar el maquillaje, Tatiana —esa camarera que solía ser una perra—, entró en los vestidores.

Nuestras miradas se encontraron en el espejo y ella simplemente rodó los ojos con algo parecido al fastidio. A decir verdad, cualquier otro día hubiera pasado de ella y de la mierda que ella pudiera escupir, pero hoy, esta noche, simplemente no tenia fuerzas para nada.

—Mira... —comencé diciendo, pero me silencio con un simple ademán de su mano.

—No quiero escucharlo —dijo, levantando su mano y terminando de acercarse donde yo estaba. —Date la vuelta —ordenó.

Me sorprendí un poco por la manera en la que lo dijo, como si yo y mi estado no fuéramos más que un trámite para ella, es por eso que un poco estupefacta le hice caso mientras la veía rebuscar algo en su bolso.

Para mi total sorpresa, sacó un pequeño neceser de maquillaje y comenzó a pasarlo por mi rostro con una delicadeza que me sorprendió.

—Voy a decirte algo y vas a escucharme atentamente —comenzó diciendo y yo me quedé allí, bueno, calladita y escuchando. —No dejes que vea cuánto te afecta, llora si quieres llorar, pero no lo hagas frente a esa perra, porque no lo merece, no merece tu puta atención. En esta vida todo el mundo va a decirte que no vales un carajo, que no lo lograras, que mejor bajes la cabeza —mientras Tatiana hablaba, aplicaba maquillaje por todo mi rostro, prestando total atención a su trabajo. —No bajes nunca la cabeza, Minerva, no dejes nunca que te digan lo que puedes hacer o no y mucho menos lo que debes pensar o no, en este mundo Minerva, en este mundo siempre te harán sentir que no eres suficiente, está en ti creerlo o no.

Para cuando terminó de decir esas palabras yo estaba alucinada, y tu también, no lo niegues.

Tatiana se hizo un paso hacia atrás y me giro, para que me viera en el espejo y había quedado, bueno, estaba hermosa, no se que marca era su maquillaje, pero siquiera parecía que llevara uno.

—Ahora vas a salir y vas a sonreír, pero vas a sonreír mucho, no vas a dejar que Pierce te cambie de plaza, porque yo no quiero manejar tu mierda, ahora te pondrás tus pantalones de niña grande y lo enfrentaras, como cada una de nosotras enfrenta su mierda propia.

A modo de respuesta, simplemente asentí.

—Anda, ahora ve —dijo, haciéndome una seña con la cabeza mientras ella se apoyaba en la pequeña mesa que había allí y me hacía una seña con la cabeza para que avance. —Y no te pienses ni por un momento que esto nos convierte en amigas, porque no lo somos y dudo que lo seamos en un futuro lejano.

Aquellas palabras, inevitablemente me hicieron reír.

—Gracias —dije, deteniendome en la puerta cuando estaba saliendo de los vestidores. De todas maneras ella siquiera miró en mi dirección, se giró y comenzó a acomodar su propio maquillaje.

No sabia que necesitaba tanto esas palabras, no alguien que me cuidara y solucionara mis problemas por mí, sino alguien que me incitara a enfrentar mi mierda y eso fue lo que hice y cuando Pierce murmuro que seria Tatiana quien me cubriría, le dije que no y me enfrente a mi mierda.

Sonreí, bromee con Thomas y todos en la mesa y seguí con mi vida, para total frustración de cierta zorra que no merece ser nombrada y que, por si les interesa saber, se la pasó mirando su propio plato el resto de la cena. 

Ya no dejaría que nadie me dijera que no era suficiente, que me hiciera sentir que no valía, era más que esto, yo lo sabía.

Y con ese pensamiento, acompañado de una sonrisa, seguí adelante con el primer día del año.




Hola, cariño —se escuchó la voz de Genevieve del otro lado de la pantalla, su imagen apareciendo en un principio un poco pixelada y después con mejor definición.

—Hola Gen —respondí con una sonrisa, si bien hablábamos seguido, hacía mucho tiempo que no veía su rostro.

—¿Cómo estás cariño?

—Bien, ¿y tu? ¿Qué tal tus cosas? ¿Cómo fue tu chequeo con el médico?

Exageran, todo lo exageran —refunfuño ella, con un ademán de su mano molesto. 

—¿Por qué? ¿Qué fue lo que te dijeron? —Pregunte, asustada.

—Nada de lo que debas preocuparte.

—Genevieve —dije, sintiendo un extraño nudo en el estómago.

—Me dijeron que no podía beber más —terminó soltando, cruzándose de brazos y apartando la mirada.

—¿Qué? —Pregunte, un poco sorprendida por su declaración. 

Eso, que me habían dado unas pastillas para tomar, nada importante —dijo, antes de que pudiera decir nada—, y me habían recomendado una copa de vino todas las noches, no una botella entera.

—Por todos los cielos, Genevieve —dije, entre exasperada y aliviada por partes iguales. —¿Cómo vas a beberte una botella de vino cada noche?

—No la bebía sola —se defendió.

—¿Con quien lo hacías, entonces?

—Con Roberto.

—¿Y quién demonios es Roberto? —Prácticamente grité.

—Mi chofer. —Aclaró, para luego agregar bajito: —Y mi nuevo amante. 

—¿Otro? —Pregunte. —¿Sabes que? No quiero saberlo —dije al final.

Eres una exagerada —respondió ella, pero sabia que estaba divertida como la mierda. —Ahora dime, ¿qué está pasando contigo? Tienes la carita triste. 

—¿Conmigo? Nada.

—Minerva, cariño, dime qué está pasando.

—Nada, estoy bien —murmure.

—¿Sigues follando con Pierce?

—Por Dios, Genevieve, un poco de filtro —la rete. 

—¿Para que? —Respondió, haciéndome rodar los ojos. —Anda, cuéntale a tu abuela que está pasando, ¿pelearon?

—No —dije, negando con la cabeza. —De hecho, todo lo contrario.

Y era la verdad, estos últimos días Pierce se había portado de maravilla, cada mañana recibía un ramo de flores o un desayuno gourmet, y en el restaurante, si bien manteníamos distancias, cada que podía me llamaba a su oficina y me comía a besos, de todas maneras no habíamos vuelto a follar, con la promesa de que estaba preparando una sorpresa para mi.

—¿Entonces? —Insistió Gen. —Algo está pasándote, cuéntame.

—Es solo que... —joder, como le explicaba.

—Hay alguien más —soltó ella.

—¿Cómo lo sabes? —Pregunte, sorprendida.

—Una abuela todo lo sabe, ahora dime, ¿qué te preocupa?

Sabía que había algo más detrás de esas palabras, pero viniendo de mi abuela, era mejor no preguntar. 

—No está bien, Gen. Sentir lo que estoy sintiendo...

—¿Y qué es lo que sientes?

—No lo sé con exactitud —admití al final.

Porque era la verdad, no veía a Dean desde año nuevo y a decir verdad, lo extrañaba, pero era tan cobarde que no había sido capaz de escribirle y él tampoco lo había hecho, de todas maneras, ¿cuan hipócrita me hacia eso? Estaba follando con su mejor amigo, por amor a Dios.

Estaba confundida. 

Minerva, solo voy a darte un consejo, ¿vale? —Asentí a modo de respuesta, esperando que hablara. —Vive.

—¿Qué? —Pregunte, aunque la había escuchado bien.

—Vive —repitió. —Muchos años de tu vida te fueron arrebatados, recupera el tiempo perdido y vive, comete errores, ten nuevas experiencias y vive, Annalise, vive.

Nos quedamos unos cuantos segundos en silencio, simplemente allí, mirándonos, pero termine sonriendo a la vez que asentía.

—Lo haré Gen, viviré —murmure al final.




—¡¡¡POR EL AMOR A CRISTO, PIMIENTA!!! —Grite, llevándome una mano al pecho, asustada.

A mi gato se le había dado por odiarme, no me pregunten porque, porque hacía ya una semana que dormía todas las noches en mi cama, pero al condenado se le había dado por acecharme escondido y de repente saltarme encima, dándome unos sustos de muerte.

Si estaba mirando la tv, fingía estar distraído y cuando menos lo esperaba me saltaba encima y luego salía corriendo, el muy cobarde. 

Si estaba en el baño, esperaba encima del mueble que estaba en el pasillo y me saltaba cuando estaba caminando para cambiarme. Y el muy condenado no se limitaba a cuando estaba despierta, no, por lo menos solía saltarme encima dos veces en la madrugada, conmigo despertándome a gritos.

—Te odio —sisee en su dirección, a medida que guardaba mis cosas en el bolso.

«El sentimiento es mutuo» pareció responder mientras lamía su pata.

Bendito gato.

Vi que ya era la hora de irme cuando observe mi teléfono, por lo que dándole una última mirada, salí de mi departamento.

Hoy era el día en que por fin follaría, joder, que todo este precalentamiento que había tenido con Pierce me estaba volviendo loca. Habíamos estado así toda la semana y hoy me había enviado un mensaje diciéndome que tenia una sorpresa para mi, que pasaría a buscarme en la noche y que llevara ropa de recambio, porque dormiría en su casa. 

No tienes puta idea de lo que ese mensaje me produjo en el cuerpo. 

Cuando subí a la camioneta me dio un beso que me cortó la maldita respiración, su lengua chocó con la mía casi con fiereza y yo ya estaba excitada.

—¿Dónde vamos? —Pregunte, porque no estaba segura de que iríamos directamente a su departamento. 

—Es una sorpresa —fue todo lo que respondió, poniendo una mano en mi rodilla y presionándola para dejarla allí el resto del viaje.

A decir verdad no sabía qué esperar, Pierce se había portado tan bien conmigo esta última semana que a decir verdad, controlar mis sentimientos, lo que empezaba a sentir por él, estaba siendo difícil de manejar. 

Llegamos relativamente rápido y por el camino que habíamos tomado, supe que íbamos directo a su departamento, por lo que terminamos lanzándonos miradas por el espejo del ascensor hasta que llegamos a su piso.

Cuando las puertas se abrieron, no había las velas como la última vez que había estado aquí, pero las luces seguían siendo tenues y se olía un olor a carne asada que se me hizo agua la boca.

—¿Cocinaste para mi...? —Pregunte, mientras caminaba tomada de su mano hasta que me detuve de repente al ver quien nos esperaba sentado en la mesa con una copa de champagne en su mano.

A decir verdad, cuando Pierce te decía que tenia una sorpresa podías esperar cualquier cosa, pero tener en frente mío a Dean —si, ese Dean—, no era algo que malditamente me esperara.

¿Acaso se uniría a la cena romántica?

—¿Qué estás haciendo aquí? —Pregunte, seguramente con las mejillas encendidas por la vergüenza y tragando con dificultad.

—¿Tú que crees? —Respondió mi jefe por él en su lugar, hablándome en el oído.

De todas maneras, yo no podía quitar los ojos de los de Dean, que me miraba con algo parecido a la ¿culpa? No tenía idea, pero todo esto era demasiado raro y yo no estaba sabiendo como mierda comportarme.

—No se queden ahí parados, vamos a por algo de tomar —insistió Pierce.

¿Es que no se daba cuenta de que estaba a punto de tener un colapso mental? Mientras que lo único que podía repetirme a mí misma era que sea lo que sea que se había cruzado por la mente retorcida de Voldemort, no podía ser verdad.

Camine cuando éste puso una mano en mi espalda baja, dejando una leve caricia con su pulgar.

El departamento de Pierce estaba tal cual lo recordaba: las luces bajas daban un ambiente cálido al lugar, los ventanales mostraban absolutamente todo Nueva York con las cientos de miles de luces brillando por debajo nuestro, mientras que el piso de mármol negro hacía que viera mi propio reflejo en él y se escuchaba algún tipo de música clásica sonar por lo bajo en los parlantes desperdigados por todo el piso.

En la mesa del centro —también de color negro— habían puesto tres platos con comida fría para picar, junto con tres copas de cristal y en medio, un balde con hielo y la botella de dicho champagne dentro.

Tuve ganas de tomar directamente de la botella en un vago intento de apaciguar los nervios que estaba sintiendo en esos instantes, sin embargo me contuve, porque quería saber qué demonios estaba pasando.

Me gire para mirar a Pierce y éste me devolvió la mirada retadora, con una sonrisa casi de oreja a oreja.

Me dieron ganas de borrarle esa sonrisa engreída a cachetadas.

—¿Qué está ocurriendo? —Pregunte un poco nerviosa, sintiendo los labios secos.

—¿Tu que crees? —Preguntó él en su lugar.

No sería capaz de hacer eso, ¿o si?

—Pierce... —comencé diciendo, intentando detener esta locura, por que si, esto era una maldita locura.

—Dean, ¿por qué estás tan callado? —Me interrumpió él antes de que pudiera decir nada. —Minerva es un poco tímida al principio, solo deja que se relaje un poco.

Tuve ganas de —además de golpearlo hasta hacerle perder la conciencia— decirle que no hablara malditamente por mi, sin embargo me mantuve callada, expectante, por que a pesar de que toda la situación me gritaba lo que iba a suceder a continuación si no detenía aquella locura, en cierta medida necesitaba esto. Necesitaba que Pierce la cagara lo suficiente para hacerme entender que nunca estaríamos juntos, nunca.

—Siéntate —susurró en mi oído, haciendo que todos los vellos de mi cuerpo se ericen.

Estaba actuando como una autómata, mientras tomaba asiento y clavaba mis ojos en los de Dean, preguntándome si él tenia idea de lo que mi jefe se traía entre manos.

Pierce tomó asiento a mi lado y pasó un brazo por encima de mi silla en un gesto que me resultó posesivo y si bien aquello en otro momento me hubiese gustado, ahora simplemente me hizo sentir nerviosa.

—¿Tienes hambre? —Preguntó él, sus ojos recorriendo mi perfil.

Negué con la cabeza, por que a decir verdad, estaba demasiado nerviosa y no tenia idea de siquiera me saldría la voz.

—¿Acaso te comió la lengua el ratón? —dijo y pude notar la sonrisa en su voz.

Casi pego un salto en mi lugar cuando su dedo índice recorrió mi mejilla, apartando el cabello de mi rostro y poniéndolo detrás de mi oreja.

—¿Estás nerviosa? —Pregunto al final, todo bajo la atenta mirada de Dean.

Me removí incómoda en mi lugar, por que si, estaba nerviosa como la mierda y expectante y confundida.

Su dedo me tomo con delicadeza por el mentón, girando mi rostro para que lo mirara a él directamente. Mentiría si dijera que mi respiración no era un caos, o que mis manos no sudaban como locas.

—Nunca dejaría que nada malo te pase, sabes eso, ¿verdad? —susurró, alternando su vista entre mis ojos y mi boca. En respuesta simplemente asentí, tragando saliva con dificultad. —Todo esto es para tu puro y entero placer, como siempre ha sido entre nosotros, ¿recuerdas? —Volvió a insistir Pierce y yo, que siquiera podía conectar una neurona con otra, me estaba costando un mundo comprender a dónde quería llegar con todo esto que me decía.

—Si —me obligue a responder, aunque mi voz apenas si fue un susurro.

—Bien —dijo él. —Ahora saca esa cara de susto, nunca haría nada que pueda lastimarte ni mucho menos, Minerva.

Su voz sonó dura y también como un cachetazo de realidad, ya que tenia razón en todo lo que había dicho. Me obligue a respirar hondo y fijar mi mirada en Dean, que se había servido de aquel líquido ámbar en su copa y le daba un leve trago, observando todo con una frialdad que me resultó ajena a él.

Le sonreí de manera incómoda, como si quisiera aligerar el ambiente, sin embargo la sonrisa me salió como una mueca y él no me la devolvió.

«Mierda, esto era incómodo»

—¿Un poco de champagne? —Dijo Pierce, que parecía no percibir el aire tenso que se había formado.

—Por favor —respondí, ya que si iba a hacer esta mierda, iba a necesitar algo del valor que solo brindaba el alcohol.

Pierce sirvió en un copa y me la tendió, sin embargo cuando iba a tomarla con la mano, él simplemente la apartó y negó con la cabeza.

—Abre la boca —dijo en su lugar.

Trague saliva con dificultad, antes de mirar nuevamente a Dean, que seguía observando todo con un extraño brillo en los ojos.

De todas maneras hice lo que Pierce me dijo y cuando coloco la copa en mi boca, tome un largo sorbo, sin embargo una pequeña gota salió de mi comisura y cuando noto aquello, lejos de permitir que lo limpie con una servilleta como las personas normales, acercó su rostro al mío y lamió las gotas.

Si, lamió, estás leyendo bien.

Decir que aquello no fue caliente como la mierda sería una mentira enorme, por que si lo fue, sin embargo todo pareció perder sentido para mi, cuando ladeo mi rostro y me beso.

Me beso como solo Pierce sabía besarme, hundiendo su lengua en mi boca y saqueando todo de mi.

Todo.

El jadeo fue casi involuntario cuando profundizó aquel beso y en ese momento, dejó de existir absolutamente todo a mi alrededor, solo era él y su olor y el sabor de su boca mezclado con el champagne que acababa de tomar.

Me tenía tomada con sus dos manos por las mejillas, mientras que las mías aprisionaban sus muñecas. El beso se había convertido en un lío de lenguas y mordiscos y lamidas y yo inevitablemente quise más, porque con él siempre era de aquella manera, con Pierce me sentía insaciable.

En un ágil movimiento, me tomó por las caderas y me hizo sentar a horcajadas suyo; el vestido que llevaba de manera inevitable se subió, dejando mis muslos por demás expuestos, de todas maneras cuando quise bajarlo, sus manos me tomaron por las muñecas y las aprisionaron en mi espalda, inmovilizándome.

Sentí el roce que hace la silla al ser corrida hacia atrás cuando él quiso sentarse más cómodo, o eso era lo que yo creí, por que lo que él quería en realidad, era que Dean tuviera una buena vista de mi trasero y de la diminuta ropa interior de color blanco que había elegido para aquella ocasión.

Creyendo que sería una cena romántica, entre Pierce y yo.

Ilusa de mí.

Sus manos recorrían mis muslos, presionando con fuerza mientras el movimiento de sus caderas me hacía sentir la erección que había comenzado a formarse debajo de sus pantalones.

Mis manos se habían enredado en su cabello, tirando de él, como si quisiera que nos fundiéramos en aquel beso, como si Dean hubiera desaparecido de la habitación para dejarnos solamente a nosotros dos.

«Pues no mi ciela» me susurro mi conciencia.

Pierce se puso de pie de repente, haciendo que me presione cerca suyo, con el envolviendo fuertemente mi cintura con sus dos manos.

A decir verdad no era muy consciente de lo que pasaba a mi alrededor, en ese momento era solo una baraja de excitación y cachondez difícil de controlar, es por eso que pegue un salto en mi lugar cuando sentí unas manos —otras manos— en mi cintura, haciendo que cualquier resquicio de lívido se esfumara de repente.

Mi cuerpo se quedó completamente rígido, interrumpiendo el beso con Pierce, mientras él me miraba desde su altura.

—¿Qué pasa, Minerva? —Preguntó, su voz ronca y agitada por el beso que habíamos compartido.

—Yo... hum... —comencé diciendo nerviosa, bajando la mirada.

—Hey... —dijo, levantando mi rostro con su mano. —¿No quieres hacerlo? —Pregunto, serio.

—Yo... no lo se —terminó confesando, porque era la verdad.

Había una parte de mi que quería largarse de aqui, que no estaba lista para esto, que sabía que esto era un error, pero había otra parte de mi, una perversa y pecaminosa, que me decía que lo haga, que el sexo era solo sexo y que podría disfrutar de esta experiencia y que hacerlo con ellos dos, con dos hombres en los cuales había aprendido a confiar.

Quería, en verdad quería, pero no estaba sabiendo manejar muy bien todos los pensamientos que atormentaban mi cabeza en este momento.  

Antes de que ninguno de los dos pueda decir nada, las manos suaves de Dean me giran, haciendo que mi espalda quede contra el pecho de Pierce y nuestras miradas se encuentren.

—¿Puedo besarte? —Pregunta.

Y a decir verdad yo me derrito un poco, por que vuelve a ser el Dean de siempre, aquel que es mi amigo, que me hace reír y que siempre tiene un buen consejo para darme y también aquel por el que me muero por volver a besar, porque si, por más que no pudiera reconocérmelo a mi misma, había empezado a sentir cosas por él desde aquel primer beso —incluso antes—, desde aquella noche buena, desde que me había abrazado cuando tuve aquel ataque de pánico.

De todas maneras no llegó a responder, porque su mano va a mi mejilla y me besa, y es un beso dulce y lento y para qué negarlo, me sabe a gloria.

Inevitablemente doy un paso más cerca, queriendo deleitarme con ese toque y a decir verdad, no se si estoy en todos mis cabales en estos momentos, porque por más que no haya bebido mucho, me siento embriagada.

Esto es una maldita locura, acabo de besar a Pierce y ahora estoy besando a su mejor amigo, cuando todavía siento los besos de Pierce en mi.

Gimo cuando siento como unos dientes se clavan levemente en el espacio que hay entre mi hombro y cuello, haciendo que me estremezca, haciendo que las piernas se vuelvan gelatina y teniendo que agarrarme a la chaqueta de Dean para no caer.

—¿Te gusta? —Pregunta Pierce en voz baja.

No puedo responder, ya que mi lengua se encuentra batallando con la de Dean y si un inocente beso de él me había vuelto loca, besando con todo lo que tiene es un puto sueño. 

Sus manos van a mis pechos, presionando y estimulándome y es en ese momento que dos de mis neuronas logran abrirse paso, diciéndome: «Minerva, tienes que parar ahora, por que vas a arrepentirte sino»

—Paren —jadeo con dificultad, rompiendo el beso con Dean. —Por favor, paren...

Ambos me dan un poco de espacio, sin embargo las manos de Pierce siguen en mi cintura, como si estuviera sosteniéndome.

—¿Qué pasa, Mine? —Pregunta Dean, su mirada recorriéndome.

Tengo la respiración agitada y cientos de sensaciones que nunca antes había sentido recorriendo mi cuerpo.

—No se si puedo hacerlo —respondo, bajando la mirada.

—Si puedes —dice Pierce, pegándose a mi espalda, apoyando su erección en mi trasero.

—No Pierce y haciendo eso no me dejas pensar con claridad —digo, refunfuñada.

—Pero si para lo que vamos a hacer no necesitas pensar —responde él lo obvio. —Solo sentir, Minerva.

—No lo se... —digo cerrando los ojos con fuerza.

—Si lo sabes —responde él—, solo que no quieres aceptarlo.

Para dar a entender su punto, Pierce recorre mi cuerpo con las palmas de sus manos abiertas, tocando todo a su antojo y cuando llega al final de mi vestido, comienza a subirlo lentamente.

Automáticamente mis manos lo detienen, impidiéndole que siga subiendo.

—Quieta, Minerva —dice él, haciendo que automáticamente deje caer mis manos a los costados.

Él sigue a lo suyo y cuando el vestido se arremolina por encima de mi cintura, una de sus manos comienza a tocarme por encima de la ropa interior.

—¿Te gusta esto? —susurra, mientras uno de sus dedos comienza a hacer movimientos circulares en mi clítoris.

Mis piernas abriéndose un poco para darle más espacio. 

—Si —digo, apoyando todo mi peso en él.

—Ahora, imagina que cuatro manos te dan placer, imagina que mientras yo te hago sexo oral, Dean te sostiene para que no te muevas, teniendo en cuenta lo inquieta que te pones cuando hago eso —susurra en mi oído.

Casi tengo un orgasmo ahí mismo.

Decir que no lo imagine, decir que aquello no me excitó como nunca antes me había excitado nada, sería una mentira enorme, por que la idea de que aquello pasara, de que sean cuatro manos las que recorrían mi piel, era caliente como la mierda.

—Imagina que te penetro, muy, muy lentamente —siguió diciendo él en mi oído, sin dejar de mover su dedo sobre mis bragas. —Imagina que mientras yo hago eso, Dean prepara ese bonito culo tuyo e imagina lo que sentirás cuando los dos estemos hundidos dentro de ti.

Cuando aquellas palabras salen de su boca, el dedo se mete por debajo de mi ropa interior y a decir verdad, me da vergüenza lo mojada que estoy.

—¿Ves como si quieres? —Dice él, con un deje de burla que me encantaría borrarle de un pisotón. —¿Ves como tu cuerpo es incapaz de mentirme?

Y tenía razón, porque Pierce Greco conocía mi cuerpo mejor de lo que yo misma lo conocía y él sabía aquello, el maldito sabía que me tenía en sus manos.

No se detiene con sus movimientos lentos, todo bajo la atenta mirada de Dean, que alterna sus ojos entre mi rostro y lo que hace la mano de Pierce, como si quisiera participar pero se estuviera conteniendo.

—Di que si —susurró Pierce en mi oído. —Deja que te muestre el placer que podemos darte ambos.

—Yo no se... —murmure, con los ojos prácticamente cerrados.

—Di que si, Minerva —insistió. —¿Acaso no confías en mí? —Pregunto él muy maldito.

—Sabes que lo hago...

—Entonces di que si —insistió. —Di que si...

—Esta bien —murmure, luego de unos segundos, sintiendo el orgasmo formarse en cada terminación nerviosa de mi cuerpo.

—Joder, si —dijo Dean, para acto seguido, tomarme de las mejillas y besarme con desesperación.

Y yo, yo me deje hacer, y haría, aunque sea por esta vez, eso que Genevieve me había dicho: vivir.

Ya después me preocuparía de las consecuencias que me traería esto...



***

BUENO BUENO BUENO 

¿QUE PEDO CON ESTO? ¿COMO QUE HACE CALOR? 

KELSEY, COÑO, PRENDE EL AIRE JODER. 

BUENO, ¿QUE LES PARECIÓ EL CAPÍTULO?

NO SE OLVIDEN POR FAVOR, COÑO, DE VOTAR, QUE TENGO MILES DE VISTAS Y POCOS VOTOS

ASIQUE VOTEN, JODER

¿ESTAN LISTXS PARA LA RECTA FINAL? PORQUE ESTAMOS A NADA

NO SE PREOCUPEN, QUE UNA VEZ QUE ESTE TERMINE, NO SERÁ MUCHO TIEMPO EL QUE TARDARE EN VOLVER A ACTUALIZAR

LO UNICO QUE NECESITO UNA BUENA PORTADA, A VER, ¿ALGUIEN SE DA MAÑA? DIGA 

YO

NO SE OLVIDEN TMB DE SEGUIRME EN MIS REDES, QUE ALLÍ SIEMPRE SUBO COSILLAS Y ESO

INSTA: DBLASSAL

TWITTER: DEBELASSAL

ASI COMO SI TAMBIEN USTEDES SUBEN COCHINADAS A TIKTOK ME AVISAN, ASI LAS COMPARTO

¿NO AMAN QUE SEAMOS MUCHXS MAS? QUE EN DOS DIAS SUBIMOS CASI 120K JODER

BENDITO SEAS TIKTOK

JE 

BUENO, ME VOY

A QUE QUEDARON TODAS HORNYS JAJAJAJAJAJJA

CHAU

RUN DEBIE RUN 

LOS AMO SI?

RUN 

Continue Reading

You'll Also Like

45.1K 3.8K 48
Se dice que aquellas almas destinadas a encontrarse se reúnen en un oasis lleno de paz y amor. Ambos crean un vínculo sumamente fuerte que supera cua...
370K 23.2K 63
El pueblo Ravenwood. Es fácil vivir aquí, porqué aunque es un lugar tan aburrido y simple, solamente tiene una regla a seguir. Una básica cosa que d...
338K 21.2K 29
Chiara y Violeta son compañeras de piso, y no se llevan bien. Discuten a menudo, y cuando no lo hacen, se ignoran. Cuando se adelanta la boda de su h...
1.3K 269 4
❝summer's in the air and baby, heaven's in your eyes❞ ❛Hazel Parker es una chica que cursa la preparatoria como cualquier persona normal, o así era h...