Pecado con sabor a chocolate...

By DeBeLassal

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Minerva es una joven llegada hace poco tiempo a la ciudad de Nueva York, con la ilusión de trabajar para uno... More

SINOPSIS
PRÓLOGO
CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO DOS
CAPÍTULO TRES
CAPÍTULO CUATRO
CAPÍTULO CINCO
CAPÍTULO SEIS
CAPÍTULO SIETE
CAPÍTULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPÍTULO DIEZ
CAPÍTULO ONCE
CAPÍTULO DOCE
CAPÍTULO TRECE
CAPÍTULO CATORCE
CAPÍTULO QUINCE
CAPÍTULO DIECISEIS
CAPÍTULO DIECISIETE
CAPÍTULO DIECIOCHO
CAPÍTULO DIECINUEVE
CAPÍTULO VEINTE
CAPÍTULO VEINTIUNO (PARTE UNO)
CAPÍTULO VEINIUNO (PARTE DOS)
CAPÍTULO VEINTIDÓS
CAPÍTULO VEINTITRÉS
CAPÍTULO VEINTICUATRO
CAPÍTULO VEINTICINCO
CAPÍTULO VEINTISÉIS
EXTRA ISABELLA
CAPÍTULO VEINTISIETE
CAPÍTULO VEINTIOCHO
CAPÍTULO VEINTINUEVE
CAPÍTULO TREINTA
CAPÍTULO TREINTA Y UNO
CAPÍTULO TREINTA Y DOS
CAPÍTULO TREINTA Y TRES
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE
CAPÍTULO TREINTA Y OCHO
CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE
CAPÍTULO CUARENTA
CAPÍTULO CUARENTA Y UNO
CAPÍTULO CUARENTA Y DOS
CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO
CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO
CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS
CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE
CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO
CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE
CAPÍTULO CINCUENTA
EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS Y AVISO IMPORTANTE

CAPÍTULO CUARENTA Y TRES

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By DeBeLassal

SI ME AMABAS, ¿PORQUE ME DEJASTE?











—Mine, necesitamos hacer una retirada —murmuro Isa en mi oído a medida que yo tomaba de la pajita un gran sorbo de mi mojito.

Si, había caído rendida a los encantos del alcohol, pero es que Xander sabía lo que hacía y yo necesitaba distraerme.

—¿Por qué? —Pregunte, distraída.

—Porque si —respondió ella con el ceño fruncido en mi dirección. —Es el quinto mojito que te tomas, vas a terminar peda —me retó.

—Pues mejor —respondí y después me entró la risa boba.

—Minerva, dile a Dean que nos diga en qué habitación vamos a dormir.

—¿Por qué no le dices tu? —Pregunte en su lugar, removiendo con la pajita los hielos, intentando exprimir un poco más de alcohol.

—Por que está con Xander y Gina y no quiero acercarme a ellos.

—¿Dónde está la perra fuerte que me obligaste a ser antes? —Pregunto en su lugar.

—Está llorando en un rincón —responde ella, rodando los ojos. —Anda, dile, que me urge hacer algo...

—¿Algo como qué? —Y sepan disculpar, pero cuando voy bebida se me da por hacer muchas preguntas.

—Algo que se hace a puertas cerradas —es todo lo que responde.

Me quedo unos minutos pensando en que se puede hacer a puertas cerradas, hasta que mis ojos se abren como platos y digo en su dirección:

—¿Acaso vas a masturbarte?

Si, lo sé, no era eso a lo que Isa se refería, y si, también lo dije un poco más alto de lo que pretendía, pero es que así es el alcohol.

—Minerva, por todos los cielos, ¿qué mierda pasa contigo? —Se queja, mirando a nuestro alrededor.

—No lo se —respondo con sinceridad y dejando mi vista clavada en un punto fijo.

—Oye —dice ella. —¿Por qué miras de esa manera a Thomas? —inquiere. —Es un idiota, no te conviene.

—No estoy mirándolo —me escudo.

—¿A no? —Responde ella con ironía. —Te quedaste mirándolo como idiota un rato largo y ahora viene para acá.

—Ay no —digo en su dirección. —No me dejes sola con él —suplico.

—No lo haré, puede ser un grano en el culo cuando quiere —murmura ella, dando un gran trago a su bebida, saboreándola con los labios.

—Señoritas —dice el tal Thomas, llegando a nuestro lado.

Yo por mi parte hago eso que siempre me funciona en los clubes: miro fijamente al piso, fingiendo no escucharlo.

Si, se que es una idiotez, porque no somos más de diez personas aquí, pero, ¿no te dije que voy peda? Así que, bueno, te aguantas mis mamadas.

Se que Isa me está mirando fijamente, seguramente preguntándose qué diablos está mal conmigo, de todas maneras parece responderse sola cuando niega con la cabeza y..., hace lo mismo que yo.

Si, Isa tambien esta medio peda.

—¿Señoritas...? —Insiste el muchacho y sé que ya no podemos jugar a ignorarlo sin parecer dos desquiciadas.

—Lo siento —digo, levantando la vista para poder mirarlo. A decir verdad es un muchacho bastante guapo, de esos que tienen la cara linda, rasgos finos y que no necesitan mucho más para conquistar a una mujer. Es alto y su cabello es de color rubio con unos ojazos celestes impresionantes. Y hasta ahí es todo lo que mi cerebro borracho puede describir.

Thomas está mirándome fijamente, supongo que esperando que diga algo más.

¿De qué estábamos hablando? Ah, si...

—Lo siento —repito y a Isa, por supuesto, le entra la risa boba.

—Perdonada —murmura él con una sonrisa un tanto tensa. De todas maneras eso no evita que se siente a mi lado, haciendo que me empuje más a Isa, de todas maneras somos muchos en el sillón, estamos todos apiñados. —¿Cómo era tu nombre, preciosa?

—Preciosa está bien —respondo.

—Me parece bien, es una manera linda de decirte.

—¿Ah si? —Respondo, volviendo a machacar los hielos con la pajita, sacando más alcohol.

—Si —dice él, colocando un mechón de cabello detrás de mi oreja.

¿En qué jodido momento se acercó tanto?

—Hey, mantén tus manos lejos de ella —murmura Isa, asomando su cabeza por sobre mi hombro.

—Anda Isa —dice Thomas en su dirección, aunque no deja de mirarme. —No seas aguafiestas.

—No, es que estamos juntas —suelto de repente.

—Puedo ver que están juntas —responde él, sonriéndome condescendiente.

—No, no lo entiendes —digo, negando con la cabeza y alejándome de su toque. —Estamos, como de estar juntas.

Thomas se queda unos segundos pensativo, sin entender muy bien. O tal vez si, pero supongo que no puede creerlo.

—Estás quedándote conmigo —murmura.

—No, en serio —digo, sonando más convincente que nunca. —Estamos intentándolo.

—¿Estás diciéndome...? ¿Estás diciéndome que ustedes dos...? —Murmura, haciendo una seña con su dedo índice, señalándonos a ambas.

—Si —respondo, asintiendo mientras mi mano se dirige al muslo de Isabella. —Ya hace un tiempo.

—A ti no te conozco, pero estoy seguro de que a Isa le gustan muchos las pollas.

—¡Hey! —Se queja mi amiga.

—Tranquila, amor —respondo, dándole un ligero apretón en la pierna. —Lo sé, ella antes solía follar con hombres, pero ya vez..., logre traerla al lado oscuro.

—No les creo —insiste..., ¿cómo se llamaba? Ah si, Thomas.

—Mira, no te conozco de nada —comienzo diciendo y en verdad me sorprendo con la seriedad con la que hablo. —Pero es bastante molesto primero que nada tener que hablarte de mi sexualidad y de mi vida privada, y segundo, que reniegues de lo que digo. No tengo porque rendirte explicaciones, si no puedes creer que me follo a Isabella con una enorme polla de goma, es tu problema, no el mío. —Para ese momento, obviamente, se ha hecho un silencio en la sala. —Sinceramente estoy cansada de la gente que discrimina a las personas por amar de maneras distintas a las convencionales.

—No, yo... —comienza diciendo el muchacho, luciendo adorablemente avergonzado, cosa que no lo hace ver más que como un idiota.

—No, no quiero escucharlo, ni a ti ni a tus excusas baratas —respondo, poniendo la palma de mi mano sobre su cara para no dejarlo hablar. —En serio, que me has ofendido —digo, y mirando a Isa a los ojos, que están abiertos de par en par, agrego: —Amor, ¿trajiste ese consolador que te dije?

—Yo... —dice ella, sorprendida.

—¿Si o no, Isabella? —Pregunto, poniendo voz dura. —En verdad voy a tener que castigarte esta noche —digo, negando con la cabeza. —Anda, mueve ese culo prieto que tienes, que no tengo toda la noche y este chaval me ha puesto de mal humor, más te vale que tengas la lengua preparada para lo que te espera.

—Joder... —escucho a alguien murmurar por lo bajo, pero no logro adivinar quien.

Me pongo de pie, dándole un gran trago a mi bebida y terminándomela, limpiándome los restos de bebida salpicados de los labios con mi lengua y en ese momento me percato que Voldemort está mirándome fijamente, primero mi rostro y luego a mis labios, observando el brillo que quedó en ellos.

Solo para molestar, vuelvo a repetir el movimiento, pero es que el alcohol hace cosas atrevidas en mi sistema.

—Minerva... —susurra Isa.

—¿Qué? ¿Por qué todavía estás ahí? Andando —Digo, cruzando los brazos sobre mi pecho, juntando mis tetas y observando como Thomas las mira fijamente y no es por nada, pero por su ajustado pantalón puedo observar una erección. —¿Y tú qué miras? ¿Acaso quieres unirte?

—¿Puedo...? —Pregunta, el muy idiota.

—Por supuesto que no —digo, rodando los ojos y tomando la mano de Isa. —No tienes lo necesario para poder con ambas.

—Te juro que tengo todo lo necesario y más... —insiste.

Hay coño, que difícil se me está haciendo mantenerme seria.

Lo miro fijamente, sintiendo una especie de poder que no había sentido creo que nunca y me empodero aún más cuando mi intensa mirada hace que se remueva incómodo.

—No lo creo —murmuro. —Eres un niño —agrego, solo para molestar.

Tironeo de Isa para que se ponga de pie y creo que entiendo que es lo que quería hacer en privado por el leve olor a pedo que hay a nuestro alrededor.

—Dean, vamos a necesitar una habitación alejada, mi chica necesita aprender una lección —y solo para molestar, agrego: —Creo que hoy voy a estrenar ese regalo tuyo —digo, guiñándole el ojo.

Dean en ese momento no puede soportarlo y larga una carcajada tan genuina que todos terminan riendo y nosotras no podemos evitar unirnos a las risas con ellos.

—Ah, joder —murmura Thomas, echándose hacia atrás, sin embargo cuando lo miro, puedo darme cuenta que no está enojado, sino que luce divertido.

—Buenas noches a todos —digo, fingiendo una reverencia. —Y feliz noche buena.

Y dicho eso, todavía con la mano de Isa enredada en la mía, comienzo a caminar.

¿Qué porque hice esto? Pues porque sinceramente no podía despedirme de todos, bueno, de ellos, que tengo sentimientos, ¿saben?

Dean nos sigue de cerca, indicándonos el camino para terminar señalando una habitación en el segundo piso.

—Buenas noches —dice y yo me giro para decirle algo, aunque no sé qué.

Y él, él espera a que hable, de todas maneras nada sale, por lo que termino sonriendo y cerrando la puerta detrás de mí.

—¿Qué fue eso? —Dice Isa a medida que se quita los zapatos con graciosos saltitos.

—Nada —digo, negando. —¿Qué diablos te pasa?

—Es que voy a gas —responde.

—¿Qué?

—Que no debo tomar bebidas con gas, Mine.

—¿Por qué?

—Porque pues, me da eso, gases, de los ruidosos —y después de eso se le escapa un pedo.

Oh.Por.Dios.

La carcajada es estruendosa, tanto que me doblo sobre mí misma sin dejar de reír.

—Por todos los cielos, Isa —me carcajeo en su cara y ella me sigue.

—Calla, perra —grita, arrojándome un zapato. —¿Y como es eso de que tienes novia? ¿Y que esa novia soy yo? —Farfulla mientras, literalmente, corre al baño.

Sonrió, negando con la cabeza mientras me acerco a la enorme cama de tamaño king size, ¿y este es el cuarto de huéspedes? Dean, me mudo contigo.

Termino sacándome la ropa, quedándome en un pijama que Isa precavida trajo para mi, la idea no era quedarnos, sino ir a su departamento, pero con las intensas nevadas y sabiendo que era nochebuena, conseguir un taxi seria imposible.

Termino recostándome y tapándome con el enorme acolchado hasta la barbilla, dejando encendida solo la lámpara de las mesitas de luz.

Isa sale del baño sin maquillaje claramente y con el pijama ya puesto.

—¡CIERRA LA PUERTA! —Grito, revoleando un cojín.

—Está cerrada, idiota —murmura ella, riendo.

Se acuesta a mi lado y ambas nos quedamos mirando el techo, a decir verdad la música debajo ya casi no se escucha y supongo que todos comienzan a irse a sus respectivas casas.

—¿Crees que también se queden a dormir? —Susurro.

No hace falta decir sus nombres.

—No, el vuelo de ella sale temprano, irán al departamento de él —responde Isa.

—Ya... —murmuro, sin saber que otra cosa decir.

—¿Estas bien?

—Creo que si —respondo con un encogimiento de hombros. —Por lo menos no estoy llorando como una desquiciada.

—No, pero, ¿lo harás? ¿Comenzaras a llorar?

—No lo se, no tengo ganas de llorar —respondo con sinceridad.

—Eso está bien —dice ella—, ¿sabes que estoy aquí para ti, no?

—Claro —respondo, y girando mi rostro para mirarla, pregunto: —¿Tu como estás?

—¿Yo? Bien —dice con un encogimiento de hombros.

—Isa —la reprendo.

—No lo se, ¿vale? Que es que tu no nos conoces mucho, Mine, pero con Xander las cosas siempre son así, ¿sabes? Estamos bien, estamos bien un tiempo hasta que de repente todo se va a la mierda, no creas que no tarda en irse todo al carajo.

—Creo que ustedes tendrían que intentar solucionarlo —murmuro.

—Lo nuestro no tiene solución —responde ella, abatida. —Que lo hemos intentado, pero siempre pasa algo que lo arruina...

—Lo siento, Isa —digo, tomando su mano con la mía.

—No importa, creo que con el tiempo me he sabido acostumbrar a esto, ¿cuan jodido es eso, Mine? ¿Cuan jodidos estamos para que termine acostumbrándome a las desilusiones?

—Desearía poder hacer algo para que dejaras de sentirte así —susurro en su dirección.

—Desearía haber sabido que Pierce vendría con ella, te juro que te hubiera obligado a quedarnos en casa —dice ella, haciéndome sonreír. —No, en serio Mine, Pierce es un idiota.

—Él me lo advirtió Isa, y no es por defenderlo —agrego al ver que va a rebatir. —Pero yo sabia que tarde o temprano esto iba a pasar, así que... —susurro, encogiéndome de hombros.

—Creo que tu y yo necesitamos vacaciones, Mine —murmura ella.

—Vacaciones en un playa —digo, de acuerdo con ella.

—En lo posible nudista —agrega.

Nos quedamos un rato en silencio, escuchando la nieve caer del tejado y chocar el suelo.

Dios, amo ese sonido.

—Feliz navidad, Isa —susurro en su dirección. —En verdad eres una de las mejores cosas que me pasaron en la vida —confieso.

—Feliz navidad para ti también —murmura ella, acurrucándose a mi lado. —Y tú también eres de las mejores cosas que me pasaron en la vida, te amo Mine.

—Yo también te amo, Isa.








Más tarde esa noche, cuando yo estuviera dormida, o por lo menos fingiendo dormir, Isabella se levantaría porque según ella, tenía sed.

¿Que porque no tomo agua del grifo del baño que teníamos?

Vaya Dios a saber, pero Isabella era así, Isabella se mentía un poco a sí misma para poder sentir menos culpa cuando hacía estupideces, tal como estaba haciendo en ese momento.

Las baldosas estaban congeladas y eso no hizo más que se replanteara la estúpida idea de ir a la cocina a esas horas, dando saltitos graciosos hasta llegar a la enorme cocina de la casa de Dean.

¿Porque era tan grande la cocina cuando ni siquiera  vivían ahí? Es algo que se preguntó y qué se encargó también de preguntarle a Dean en el desayuno a la mañana siguiente para mi entera diversión.

Suspiró cuando se dio cuenta que estaba allí sola, ni rastros de él.

«¿Que esperabas Isa? ¿Que lo encontrarías aquí esperando por ti? ¿Como si tuvieran algún tipo de estúpida conexión?» Eso fue lo que se preguntó esa noche Isa mientras tomaba una botella helada de la nevera.

Poco sabia ella de conexiones cuando dio el primer sorbo y Xander susurro un «bu» en su oído que le hizo escupir el agua por los agujeros de la nariz.

Si, yo también hubiera tenido ganas de estar allí para desternillarme de risa en su cara, pero ya vez, me tuve que conformar con reírme luego, cuando me lo contó.

—Por todos los putos santos y los apóstoles, Xander —gruñó en su dirección. —¿Como mierda me asustas así? Casi me matas de un puto infarto.

—No estoy seguro de que usar a los apóstoles y santos en un insulto vaya a poner de buenas al señor Jesús, teniendo en cuenta que hoy es su cumpleaños —agregó él, con esa media sonrisita que le robaba la compostura.

Fue en ese momento que se percató que Xander solo llevaba un pantalón de piyama a cuadros encima.

¿Podían ser los pies descalzos tan eróticos? Se preguntó esa noche para sus adentros y cuando se los vio a él, la respuesta estaba allí: si, joder si, era erótico.

Subió lentamente a lo largo de sus piernas cubiertas por los pantalones, deteniéndose unos inapropiados segundos en el bulto que se formaba en su entrepierna y muy a su pesar terminó subiendo por su estómago plano. Xander no era de esos que se rompía en el gimnasio para ganar músculo, no, para nada, su cuerpo era más bien fibroso y sin cantidad exagerada de músculos, él iba solo para divertirse con sus amigos y porque le gustaba la vida sana para contrarrestar con otros de los excesos de su vida.

«Si estuviéramos juntos, follariamos a cada rato, nena» había murmurado una vez. «Te prometo que no nos haría falta el gimnasio»

Xander era perjudicial para su salud.

Lo supo cuando lo conoció cuando no eran más que críos y lo sabía ahora, más de diez años después.

Subió por su piel llena de tatuajes coloridos, deteniéndose en las pequeñas barras metálicas que adornaban sus pezones, pasó por su cuello, su mentón, se detuvo unos segundos en el tatuaje que tenía justo en su corazón —tatuaje que compartían, por cierto— y cuando llegó a sus labios perfilados, a su media sonrisa, se detuvo allí.

Era una mala idea, porque Xander podría malinterpretar aquello, pero ya que, Xander interpretaría lo que se le viniera del centro de la polla, porque él era así, así que se quedó prendada de sus labios, viendo como él se los remojaba con la punta de la lengua.

Jodido gilipollas, la estaba provocando.

Pero había algo que Isa me confesaría una tarde distraída con el tiempo y era que si había algo de él que la volvía loca, eran sus ojos.

Sus ojos iban a ser su maldita perdición.

Pero se armó de valor y sus miradas se encontraron y allí toda esa química y física y la tensión y las ganas, explotaron como putos fuegos artificiales. A decir verdad, ella había creído que con el tiempo esto pasaría, que en algún momento dejaría de ser así, ¿es que acaso todo esto que sentían sería siempre de esta manera? ¿Tan intenso? ¿Nunca terminaría?

—Feliz navidad, princesa —susurró él.

¿En qué momento había puesto su mano en su mejilla? ¿En qué momento su pulgar limpiaba su comisura? Seguramente quitando los restos de la salpicadura de agua.

—Feliz navidad, Xan —susurro en respuesta.

—Asique ropa interior, ¿hum? —murmuró, petulante.

—Sabes que ese no era mi regalo —respondió, rodando los ojos, de nada servía seguir con esa falsa.

—No, pero que bien te quedaría ese ligero, joder —respondió con esa sonrisa descarada.

—¿Qué haces aquí ? —preguntó ella, intentando cambiar de tema rápidamente.

—Hambre —fue todo lo que respondió.

Seguía teniendo esa mirada ardiente en el rostro, esa que no auguraba buenas cosas.

¿En qué puto momento pensó que era buena idea venir aquí ?

—Pues come —respondió Isa, con un encogimiento de hombros.

Tarde se percató de la insinuación de Xander y de su propia respuesta.

Es que con él siempre había que pensar dos veces lo que decías, teniendo en cuenta de que todo lo tergiversaba de tal manera que terminaba sonando como algo que en realidad no querías decir.

—Planeó hacerlo —respondió, sin dejar de sonreír.

Y de repente estaba más cerca.

—Bueno —dijo ella, sonriendo tensa. —Creo que debería irme.

—Si, deberías —murmuro, pero Isabella ya estaba encerrada contra la encimera, con los brazos de Xander a cada lado.

—¿Q-que haces? —Susurro, sus narices prácticamente se rozaban.

—Te necesito, Isa —murmuro y ya no había sonrisa en su bonito rostro. —Ya no puedo sin ti.

—Tu lo que quieres es follar —soltó ella, sonando un poco más mordaz de lo que pretendía.

—Contigo nunca es tan simple, ¿verdad? —respondió él. —Contigo Isa, no es simplemente follar, porque nada entre nosotros es tan sencillo, nunca.

—Eso es verdad. —Respondió ella asintiendo.

—¿Y qué harás al respecto? —Preguntó él.

—No lo se, ¿qué crees que debería hacer? —Pregunto ella en su lugar.

—¿No lo sabes? —Dijo él con una sonrisa descarada en el rostro. Estaban tan cerca que el perfume de Xander había empezado a marearla. —Pues yo si lo sé, terminaremos follando, porque es lo que mejor se nos da.

—¿Y después que? —preguntó ella, sacando coraje de quien sabe dónde. —Después de que echemos todos los polvos necesarios para que se te calme el escozor, ¿que? ¿Me echarás de tu cama? ¿Te levantarás y te irás de la mía? —La cara de Xander se endureció luego de esas palabras, la mandíbula tan presionada entre sí que pensó que se lastimaría. —El problema no son las ganas que tengo de estar contigo, el problema es el vacío que queda después.

A Isa ya se le había formado un nudo en la garganta, doloroso y si había algo que odiaba, era siempre mostrarse tan transparente a él, siempre soltar todo lo que sentía.

—¿Porque tienes que complicarlo todo tanto? —preguntó Xander después de unos segundos.

—Porque estoy cansada de conformarme con tan poco.

—¿Qué quieres decir? ¿Qué es lo que quieres de mi, Isabella ? —Preguntó, frustrado.

—Quiero más —respondió ella, diciendo lo que siempre le salía decir con él: la verdad.

Siempre la puta verdad.

—Esto es todo lo que puedo darte —murmuro él, con la voz un poco rota.

—Eso no es verdad —respondió, tomándolo de las mejillas y ambos cerrando los ojos a la electricidad que les recorrió el cuerpo entero. —Eso es solo lo que tú quieres darme, pero se que puedes más, puedes dármelo todo.

—¿Para que lo tires a la basura como tantos años atrás? —Cuando quiso apartarse ella movió la mano a su nuca, impidiéndoselo, sus frentes unidas.

—Yo no quería lastimarte, yo sólo quería liberarte de la carga que significaba para ti estar conmigo.

Ya estaba, lo había dicho y después de eso vino un silencio tan ensordecedor que le pitaron los oídos.

Con Isa esa misma noche hablamos también de los silencios, de lo que significan, de lo que duelen...

—Tu nunca fuiste una carga, princesa —dijo él, tomándola por el mentón para que lo mire a los ojos. —Tu siempre fuiste la luz más brillante en mi vida y cuando te fuiste, me quede solo en la oscuridad.

—Me encantaría poder hacer algo para corregirlo, Xan —confesó ella. —Me encantaría volver el tiempo atrás y no cometer tantos errores.

—Pero eso no se puede —susurró él.

—Eso no se puede —estuvo de acuerdo ella.

—Podrías hacer algo ahora —murmuro él. —Podríamos...

—¿Podríamos que? ¿Follar? ¿Vernos de vez en cuando? ¿Hasta cuando Xander? ¿Hasta que vuelva a desconfiar de ti? ¿Hasta que te vuelvas loco de celos y digas cosas sin pensar? —La voz de Isa estaba ronca por las emociones, por el dolor, pero también por el amor, con él, siempre con él, todo con él. —Estamos tan jodidos...

—Quiero ser mejor, Isa —la interrumpió él con una desesperación que me sorprendió incluso a mi. —Quiero ser todo lo que quieras que sea.

—Es que tú Xander, tú eres todo lo que quiero así cómo estás —dijo ella con la voz tan rota y ese nudo en el pecho que dolía, sangraba.

—Hay días que no recuerdo cómo respirar, Isa —murmuró él y sintió que el dolor incrementaba. Esas palabras, esas putas palabras, Xander sabía que decir para hacerla caer. —Eres la vida para mi, el aire, la luz..., cariño, vuelve a mi que te necesito, vuelve a mi que sin ti no sé respirar.

El sollozo fue ahogado con sus propios labios cuando chocaron con los de ella. Sin embargo no fue brusco como solía ser, sino que fue lento, tan malditamente lento.

Y si había algo que Isa no se permitía, era este lado tierno de Xander, porque con él todo siempre era brutal e intenso, pero cuando hacía las cosas así, como si ella fuera lo más bonito que tenía en la vida, la caída, joder, la caída era tan dura, que le costaba meses recomponerse.

Los labios de él presionaban los de ella, su lengua acariciando e Isa se repetía a sí misma: «Solo un minuto, solo lo dejare besarme así un minuto y luego lo detendré» Cuando sus lenguas se encontraron, Isa sintió que volvía a casa, que todo estaba bien, que su sabor, su piel, su perfume, todo quedaría impregnado en ella. Estar con Xander era estar en donde siempre había sido feliz y entendía lo que él decía, porque había veces que ella tampoco recordaba como respirar, que se sentía en la oscuridad y solo él con su risa podría iluminar todos los espacios.

Como lo había extrañado, pensó Isa para sus adentros cuando sus fuertes manos la tomaron por las caderas para sentarla en la encimera y acomodarse entre sus piernas, abrazándola, haciéndola débil.

Y hablando con Isa esa noche me di cuenta de una cosa, ella tenia muchísimo miedo, porque todos los hombres en su vida, todos menos Dante, la habían lastimado y en ocasiones ella sentía que no podía aguantar otro golpe. Es por eso que había decidido encerrarse en ese pequeño mundo suyo de perfección, en el que nada ni nadie le hacía daño, en el que a nadie dejaba que se acercara tanto. Porque así era más fácil, así no dolía tanto.

Pero lo que Isa tenia que entender, era que en el amor el que no arriesga no gana, o así dice el dicho, lamentablemente ella no estaba dispuesta a seguir arriesgando, no podía, no quería.

Tenía muchísimo miedo.

—No —farfullo, deteniéndolo.

—Isa... —murmuró él, dolido.

—No puedo Xander —jadeo, cerrando los ojos con fuerza para no mirarlo, si lo hacía iba a caer.

Caería y no podía.

—Isa... —insistió.

—No —repitió ella, firme—, no puedo hacer esto, por favor respétame —agregó.

—¿Esto es lo que quieres? —Preguntó él, mordiéndose los labios con fuerza mientras ponía sus manos en las caderas, alejándose dos pasos.

—Esto es lo que quiero —respondió, sin mirarlo a la cara.

—Cobarde —escucho que decía Xander antes de alejarse.

Y si, ella lo era, lo sabia, pero él no podía juzgarla, no después de todo lo que había pasado, no era justo.

Había veces que él también se acobardaba, que cometía idioteces, que tenia miedo.

Isa se quedó allí sentada en la encimera hasta que le dio frio, se quedó allí pensando en los ¿y si...?

¿Y si se arriesgaba?

¿Y si esta vez era diferente?

¿Y si esta vez lograban ser felices?

Pensó en todas las posibilidades, pensó en lo que su corazón le pedía a gritos y se dijo a sí misma que lo intentaría una vez más, que solo por esta vez se dejaría llevar, que por esta vez quería quererlo y que él la quisiera de esa manera que solo él sabía quererla, porque si había algo de lo que ella estaba segura, era de que nadie nunca iba a quererla como Xander.

Es por eso que dio un saltito de la encimera y comenzó a repetirse a sí misma el discurso que iba a decirle a Xander, iba a mostrarle todo, pero todo y que pase lo que tenga que pasar.

Iba a decirle lo mucho que lo amaba, lo mucho que lo necesitaba y que no había noche en la que se durmiera pensando en estar entre sus brazos y luego despertar y que él estuviera allí, con los ojos achinados por el sueño, mirándole de esa manera que la hacía estremecer.

Subió las escaleras de dos en dos hasta dar con su habitación. Ellos solían siempre quedarse en la casa de Dean, generalmente tenían las mismas habitaciones, asique supuso que él estaría allí.

Respiro hondo antes de abrir la puerta de su habitación..., lastima, lastima que lo que Isa tenia de cobarde, Xander lo tenia de impulsivo.

—Xander, mira que yo... —comenzó diciendo ella cuando la vista que tenia en frente la dejó muda.

Allí estaba él, todavía en su pantalón piyama, pero allí también estaba ella..., ¿había estado ahí todo el tiempo? ¿Mientras él le decía todas esas cosas en la cocina?

Gina estaba en ropa interior, no había parte de sus cuerpos que no se tocaran y a Isa..., creo que a ella ya no le quedaba corazón en el pecho, ya no podía romperse más.

—Isa... —jadeó él, sorprendido al verla.

Pero ella ya no estaba allí, ella negaba con la cabeza y se daba media vuelta, sintiéndose tan estúpida, tan abatida.

En ese momento entendió porque no cedía, por que ella lo conocía a Xander, sabía que los sentimientos de ella le importaban una mierda, que él lo único que quería era follar con ella porque eso, no podía negarlo, eso se les daba de maravilla.

Una mano se cerró en torno a su brazo, deteniéndola a mitad del pasillo.

—No me toques —siseó en su dirección. —Me das asco, Xander. ¡Me das puto asco!

—Isa por favor... —intentó calmarla él.

—¿Por favor que? —prácticamente escupió en su cara. —¿Por favor únete a la fiesta? ¿Por favor espera tu puto turno?

—No es lo que tu crees —insistió él.

—¿No? —dijo ella, con una sonrisa incrédula. —¿Acaso no ibas a follartela?

Al no obtener respuesta de parte de él supo que iba a hacerlo. Por que Xander era así, impulsivo, hacia las cosas por puro enojo y frustración y se follaría a Gina por el simple hecho de demostrarle al mundo que Isa no significaba nada.

Cuan equivocados estaban ambos, que manera de mentirse a sí mismos, pensaba yo para mis adentros cuando Isa me contó todo lo que había pasado.

—Yo... —murmuró ella, sintiendo las lágrimas caer, viendo el gesto de dolor en la cara de Xander. —Nunca será suficiente.

—¿Qué? —Preguntó él, confundido.

—Nunca seremos suficientes el uno para el otro —termino diciendo, negando con la cabeza y limpiándose las lágrimas de un manotazo. —Yo no voy a seguir con esto Xander, yo solo quiero arrancarte del pecho —dijo, arañándose a sí misma a la altura del corazón. —Quiero dejar de sentir esto. ¡Quiero de una puta vez dejar de sentirte como te siento!

—No digas eso... —susurró Xander con la voz rota.

—Maldigo el día en el que volví, maldigo el puto día en que acepte esa puta hamburguesa de McDonals contigo —mintió. Nunca se arrepentiría de ese día, nunca. —No quiero quererte más, no quiero pertenecerte, Xander —gruñó con furia y desesperación. —Yo solo quiero dejar de respirarte, quiero que dejes de ser el aire que necesito.

—Nena...

—Y te juro por mi vida que voy a lograrlo —lo cortó, firme. —Te juro que un día no serás más que un horrible pasado en el cual no volveré a pensar nunca —sentenció. —Y ahora vuelve con ella, ve a que te chupe la polla, ve a ver si puede hacerte sentir aunque sea la mitad de lo que sientes conmigo y después cuéntame como te fue, cuéntame lo miserable que te sentiste después de acabar en su lengua.

Todo dentro de Isa se desgarró, se rompió y dolió un infierno.

—Me das asco, Xander, me das puto asco.

Y dicho aquello se giró y volvió a la habitación, donde yo la esperaba con la puerta abierta, porque si, había escuchado todo lo que había pasado y cuando me vio, fue ahí donde Isa se rompió, donde se desarmó en mis brazos casi sin darme tiempo a cerrar la puerta y yo la sostuve cerca, abrazándola con fuerza.

—Si caes..., si caes yo te sostengo —susurre en su oído cuando los sollozos fueron intensos, cuando los hipidos no la dejaban respirar con normalidad.

La arrastre a la cama y la sostuve contra mi cuerpo hasta que se durmió, susurrándole palabras bonitas, asegurándole que todo iba a estar bien y me mantuve cerca, porque si algo había aprendido en este tiempo que nos conocíamos, es que nos tendríamos la una a la otra pase lo que pase.

Xander se había quedado en el pasillo, roto, arruinado.

Vacío.

Mientras que Dean estaba sentado en su cama, decidiendo si ir a juntar los pedazos rotos de uno de sus mejores amigos, porque si, él también estaba cansado, estaba cansado de siempre tener que arreglar lo que ellos rompían y por una vez en su vida, Dean quiso ser egoísta, quiso dejar que solucionen sus problemas solos, que aprendan.

Lástima que él no pudiera hacer eso.

Lástima que le gustara arreglar las cosas rotas.








***

HOLA HOLA PRECIOSURAS

FELIZ ACTUALIZACIÓN

SE PUEDE DECIR QUE ME AMAN PORQUE ESTA SEMANA NO HE PARADO DE SUBIR CAPÍTULOS

PUES, PARA LOS QUE NO LO SABEN, PECADO CONTARÁ CON DOS LIBROS, POR LO TANTO, ESTE (POR FAVOR NO ME MATEN) ESTÁ MUY PRONTO A TERMINAR.

BUENO, SOLO ME FALTA CORREGIR UN PAR DE CAPÍTULOS Y YA, PERO ESTÁ TERMINADO

ANTES DE QUE COMIENCEN A LANZARME TOMATES, LES CUENTO QUE LA SEGUNDA PARTE NO TARDARÁ MUCHO EN PUBLICARSE, UNA VEZ QUE TENGA UNOS CUANTOS CAPÍTULOS ESCRITOS, VOLVERE A ACTUALIZAR.

NO SE OLVIDEN DE MI, ¿SI?

A TODO ESTO, ¿QUE LES PARECIÓ EL CAPITULO?

NO LES PASA QUE *XANDER E ISA* CREANME QUE A ESOS DOS LOS AMO

Y SI, LA IDEA DE HACER UNA HISTORIA DE ELLOS ME ENCANTA

¿LES GUSTARIA? POR FAS, NO SE OLVIDEN DE VOOOOOTAAAAR EL CAPÍTULO, POR FASSSSSS

Y PARA CONOCER SPOILERS, SIGANME EN MIS REDES:

INSTA: DBLASSAL

TWITTER: DEBELASSAL

BUEN BEIBIS

LES DEJO UN BESITO GRANDE

SEGURAMENTE PARA LOS CAPÍTULOS FINALES HAGA MARATON

SIN MUCHO MÁS QUE DECIR

NOS VEMOS EN LA PROXIMA

LXS AMO

DEBIE














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