La Mujer de Severus Snape #Wa...

By just-pyresofvaranasi

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Gennovive Romanov pertenece a una familia de mortifagos Rusa. Toda su vida ha sido planificada, se casará con... More

Prologo
El Requiem del final
Agridulce
La Traidora de la Sangre
La Villa Romanov
Doce Dolores
Segunda Parte: Dolor
Muerte Subita
Lord Voldemort
Hogwarts
Una chica Rota
Una chica Astuta
Tercera Parte: Prologo
Un Corazón negro
Preparativos Nupciales
Un beso Maldito
Su nombre es Isabella
Y el destino se cumple.
Eternamente Unidos
Dos cuerpos, Una sola alma.
Cuarta Parte: Secretos
Desiciones
La Bastarda
La Mujer que el amó
Los designios del Lord
Él doble espia
Información
Quinta parte: Sangre.
El ejercito de Dumbledore
La Habitación
A media noche.
Doloroso Sortilegio
Su heredera
Sexta Parte: El Conjuro
El juramento inquebrantable
Sangrienta Navidad
La Torre de Astronomía
La Caida del Ministerio
Las Reliquias de la Muerte -Parte I -
Las Reliquias de la Muerte -Parte II-
La Vision de Daniel
Septima Parte: Tinieblas
Compromiso.
Susurros del Pasado.
El niño que vivió y huyó ha regresado.
Personajes...
Personajes.... (2da Parte)
La Fuga
Confrontaciones
Un corazón Toxico
El fuego en tus Ojos
Demasiado Cerca.
Octava Parte: Sombras
La Verdad Oculta
Preludio de un Final
Muerte en el Crepúsculo
Muerte en el Crepúsculo Parte II
Novena Parte: Luz
Epílogo
Agradecimientos
Soundtrack
Datos Curiosos
Un saludo...
Hola...
Apóyenme
Soy yo de nuevo!

Profesor de Pociones, ¿Qué más es Severus Snape?

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By just-pyresofvaranasi

Segunda Parte: Dolor

Capítulo 9: Profesor de Pociones,¿Qué más es Severus Snape?

Al instante sintió un dolor intenso de cabeza, supo que él intentaba meterse en su mente pero se controló, y es que sí ella podía ocultarle un hijo al señor oscuro, podía ocultárselo a un profesor.

Bajo la mirada nerviosa, había visto a ese hombre en alguna parte, pero estaba demasiado borroso al recordar, después que él anciano decrepito dijo unas palabras que no escucho un enorme banquete apareció en la mesa, vio como los ojos de Daniel se iluminaban al máximo.

— ¿Hambriento? —dijo riendo en su oído.                                              

—Oh cállate—gruño él divertido mientras tomaba sus cubiertos.

Ella comenzó a comer también, aunque solo jugaba con su comida, en realidad desde el parto del bebe no toleraba comer demasiado.

Había leído sobre eso una vez hace algunos años, los Muggles le decían depresión pos parto. Y ella claramente tenía todos los síntomas.

No podía dormir nada, quería llorar a cada segundo, se sentía irritable y era como tener la menstruación todos los días, estaba tan agotada y cansada que apenas era consciente de lo que sucedía a su alrededor.

Y ella sabía en el fondo que era normal, acababa de tener un bebe, un bebe que nació muerto, en un parto traumático, pero la ansiedad la estaba literalmente matando, y cuando lograba dormir un poco las pesadillas eran insoportables.

Por otro lado estaba todo el estrés con respecto a Harry Potter y con su familia. A veces solo quería desaparecer o volverse invisible.

— ¡Genn! —la exclamación de Daniel a su lado la trajo de vuelta a la realidad.

— ¿Qué? —siseo molesta, como siempre.

—El director te está llamando—susurro haciéndola ver que desde la mesa de profesores, Dumbledore le hacia señas.

—Lo que me faltaba—gruño por lo bajo—Anda a tu habitación Daniel, ya nos veremos más tarde—dijo antes de levantarse y dirigirse a la mesa.

Cuando estuvo al frente del profesor Dumbledore hizo una inclinación a modo de respeto.

—Un gusto conocerlo—dijo forzando una sonrisa.

—El gusto es mío querida niña—Joder, si mis padres me viesen, fraternizando con el enemigo.

—Ha sido muy amable al recibirme profesor—dijo mirándolo fijamente a los ojos mientras reforzaba su oclumancia.

—Oh no es nada Gennovive, por cierto, no es necesario que uses el uniforme—por fin, algo bueno, pensó divertida.

— ¡Oh gracias al cielo! —le respondió sonriendo—Me veía ridícula—comento sonrojada.

Dumbledore se sonrojo.

—Mañana pasa por la oficina del profesor Snape después del desayuno para que te entregue tu horario—dijo mirando a su compañero de túnicas oscuras, ella evito hacer contacto visual.

—Como ordene señor, ¿puedo retirarme? —pregunto sonrojada.

—Sí querida, que tengas buena noche—le deseo él amable, Lo dudo mucho, pensó ella antes de asentir y marcharse en dirección a la sala común de Slytherin.

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Al llegar a ella soltó un suspiro y le dio gracias a merlín al ver que solo Daniel la esperaba, este le sonrió con calidez.

—No puedo entrar al Ala de las chicas, asique tendrás que apañártelas tú sola en las noches—susurro desanimado.

—No te preocupes Daniel, ahora vete a dormir, mañana te espera un día agitado—susurro para después darle una nalgada haciéndolo reír.

—Intenta dormir Genn, te quiero—susurro antes de irse.

Ojala pudiese. Suspiro ella.

Miro la cartelera informativa, al parecer a ella le tocaba en la habitación número 99, ojala que no me toque con unas ridículas hijas de…, esperen, yo soy una de ellas. Pensó divertida.

No, tú tuviste un hijo, de un Muggle, tú eres diferente. Decía esa odiosa voz en su cabeza que la hacía querer suicidarse cada vez que la oía.

Cuando llegó a la habitación vio un cartelito en ella que decía el nombre de sus compañeras y su nombre al final.

Camille Parkinson.

Natasha Becker.

Greta Ouileck.

Gennovive Romanov.

Bien, sabía que el matrimonio Parkinson pertenecía a los mortifagos y que la hermana menor de Camille estaba comprometida con el primogénito de los Malfoy.

Tomando todo el valor que poseía abrió la puerta y miro en su interior, no era nada asombroso, cuatro camas pegadas a la pared del final, todo era decorado en verde y plata, cuatro escritorios, cuatro armarios enormes y una puerta que daba al cuarto de baño, junto a una gran ventana que daba al lago negro.

En las tres primeras camas estaban sentadas tres chicas hablando animadamente, la primera era morena, muy bella, tenía un corte francés que la hacía ver sofisticada, la segunda era pelirroja, traía el cabello por la cintura completamente lleno de ondas desordenadas, y la última era rubia platinada con el cabello lleno de rizos definidos y ordenados.

Las tres la miraron como si vieran a un extraterrestre.

—Hola—dijo con su fuerte acento.

—Hola, ¿Gennovive? —dijo la primera levantándose amenazadoramente de su cama.

—Sí—siseo.

—Yo soy Camille—se señaló—Ella es Greta —dijo señalando a la pelirroja— Y ella es Natasha—murmuro señalando a la rubia, Gennovive frunció el ceño, al parecer la tal Camille era la líder de la pandilla.

Endureció su rostro, ella no vino a hacer amigos y era mejor tener distancias.

—Un gusto—se limitó a decir caminando hasta sentarse en la cama donde estaba su baúl.

— ¿De dónde eres? —pregunto Camille.

—Rusia—dijo seca.

—Wow, eso está lejos—siseo Greta.

Ni se lo imaginan, pensó ella.

—Bueno pues espero que nos llevemos bien—sentencio Camille

Gennovive forzó una sonrisa y se fue a su cama, abrió su maleta, saco su pijama que era un camisón negro de satén.

Las chicas la observaban asombradas, sus pijamas eran cerrados y largos camisones, eran unas pijas niñas de mami y papi.

Se encerró en el baño y se dio un baño largo y profundo; dejo que el agua lavase todos sus males. Lloro, lloro como cada noche, por su hija, por ella, por su lamentable situación.

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El despertador mágico sonó a las siete en punto de la mañana, Genn despertó sobresaltada, miro a todos lados confundida hasta que recordó donde estaba y quien era.

La niña de ojos pardos no estaba, habia sido solo un sueño, se dijo a si misma intentando ocultar el desasosiego y el dolor que le punzaba el pecho con fuerza. Se levantó con rapidez, ya sus compañeras estaban vestidas con ese ridículo uniforme gris y verde.

Se metió a la ducha y no tardo más de cinco minutos, con su varita aplicó un hechizo secante y su cabello al instante estaba como siempre, sacó de su maleta una falda negra que le llegaba en pico por la rodilla, era suelta y la hacía sentirse libre, debajo de ella uso unas medias negras que cubrían sus piernas blancas, lo combino con un top negro que dejaba descubierto sus hombros y parte de su escote, se subió a unos tacones negros no tan altos de punta.

Su largo cabello lo recogió en un moño desarreglado, y sobre eso se puso su capa Slytherin, eso sí tenía que usarlo aunque no fuese una estudiante regular.

Se maquillo como de costumbre, sencilla, que pareciese natural.

Salió en dirección al comedor, podía sentir la mirada de todos en su espalda, bufo fastidiada, odiaba ser la nueva. Cuando llego a este dio gracias a todos de que solo la mesa Slytherin estaba en él, eso quería decir que no habia llegado tan tarde.

Saludo a Daniel con un beso dulce en la mejilla.

— ¿Qué tal dormiste? —pregunto él acariciando su mano por debajo de la mesa.

—Igual que siempre, pero no quiero hablar de ello—susurro mientras veía con atención a su alrededor.

—Genn, cada día más hermosa—le alago Draco Malfoy con descaro sentándose al frente de ella.

—Al igual que tú—le respondió Gennovive con soltura.

—Ella es Pansy Parkinson, una amiga—dijo señalando a una adolescente morena que la veía con superioridad—Ellos son Crabble y Goyle—finalizo señalando a sus dos amigos.

—Es un gusto conocerles a todos—dijo sonrojada—. Él es Daniel Romanov, mi hermano—le señalo al pelinegro que les veía intimidado.

Al pasar los minutos todos se habían hecho amigos por decirlo así, al menos ellos eran más pasables que sus compañeras de habitación, que hablando de ellas, no tardaron en aparecer.

—Buenos días Draco—chillo Camille atrayendo la atención de todos, Genn rodó los ojos, le hacía gracia la situación.

— ¡Señorita Parkinson no grite que no estamos en el campo! —una voz que resonó como campanadas profundas en el Gran comedor la saco de sus ensoñaciones, era su Jefe de casa, el hombre que intentaba -continuamente- meterse en su mente, el profesor de pociones, el hombre que le intrigaba de una manera insana.

Todos comenzaron a burlarse de Camille, mientras ella tenía una pequeña lucha de miradas con el murciélago de las mazmorras.

— ¿Padrino ya conociste a Gennovive? —dijo Draco interrumpiendo su pequeño momento, ellos recompusieron su expresión de inmediato.

—No… Formalmente—Maldición, esa voz la hacía sentirse mareada.

La última vez terminaste embarazada...

De un niño Muerto.

—Es un gusto profesor Snape—dijo ella sonrojada pero fría como siempre.

—El gusto es mío señorita Romanov—respondió él impasible, con su expresión de hierro liquida que la hizo humedecerse de pronto.

No, no puedes, no te lo mereces.

Tú no eres una mujer, tú eres una asquerosa escoria.

Tú no puedes sentir como mujer, porque ni siquiera ser humano podrías llegar a ser.

Maldita voz.

—Pase después del desayuno para entregarle su horario—siseo antes de marcharse a su mesa hondeando esa capa que le hacía ver temido.

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Después de buscar su horario, y de recibir estrictas explicaciones sobre cómo comportarse y sus clases, Genn tuvo algo claro. Severus Snape no era solo un profesor de pociones. Habia algo en él familiar, eso solo podía significar algo: Mortifago.

Tenía lunes y martes copado desde las siete de la  mañana hasta las cinco de la tarde, miércoles y viernes tenía guardia en la enfermería con la señora Pomfrey, y  los domingos le ayudaría a su Jefe de casa a preparar pociones.

Solo dos días libres. ¡Genial!, pensó Genn molesta, hoy al ser lunes acudió a su primera clase, Historia de la Medimagia, prometía ser aburrido.

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Eran las cinco de la tarde y ella no habia parado de anotar y hacer deberes, cuando por fin pudo salir soltó un suspiro, estaba agotada, mental y físicamente.

Aún quedaban dos horas para la cena, asique se fue a la biblioteca a hacer la primera asignación para que no se acumulara, todo estaba vacío, a esa hora los estudiantes estaban disfrutando de su tiempo libre, no habia ni un alma en la biblioteca, excepto por supuesto que Hermione Granger.

Genn bufo, pero pensándolo bien fue a sentarse a su mesa, no le convenía levantar  sospechas, y sabía que ese ratón de biblioteca las tenía.

Al sentarse en la mesa la estudiante la miro de reojo algo retraída.

—Escucha Granger, no sé qué hice para caerte mal, pero sinceramente no quiero enemigos—le dijo yendo directamente al grano—. ¿Podemos comenzar otra vez por favor? —susurro fingiendo ser dulce.

Bingo.  La Gryffindor le miro renuente pero al final asintió.

—Está bien Gennovive, podemos conocernos mejor, lo siento por mi actitud, soy bastante desconfiada—se sinceró.

No lo suficiente, pensó la rusa.

— ¿Puedo sentarme contigo a hacer una asignación? —pregunto la morena.

—Sí—contesto con una sonrisa.

A la final no todo fue malo, Genn le ayudo con su tarea de defensas oscuras y Hermione le dio los libros adecuados para el trabajo, pasada una hora Gennovive se dio cuenta que quedaba poco tiempo para la cena y se despidió.

Hermione aprovecho para irse también.

Lo que no sabían es que entre las sombras Severus Snape las miraba con un mal presentimiento.

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Gennovive entro a su cuarto y le dio gracias al cielo porque nadie estuviese, quería estar sola, y como cada día hizo su pequeño ritual.

Se sacó la ropa dejándola en su cama y entro a la ducha, se dejó caer, el agua comenzó a inundarla, le quemaba la piel, era insoportable, pero cada día por al menos treinta minutos lo hacía,  le gustaba sentir el dolor, le gustaba sentirse castigada.

Era su manera de al menos intentar sufrir lo mismo que debió sufrir su bebe, era su manera de llevar su duelo.

Cuando fue imposible resistir se salió, limpia físicamente, pero tan sucia como siempre.

Asqueada de sí misma se vistió deprisa para llegar temprano al comedor.

Se puso una camisa de mangas negra que dejaba su cuello y hombros al descubierto, con unos pantalones lisos azul muy oscuro y unos tacones de plataforma negros de doce centímetros. Dejo su cabello suelto haciéndola ver irresistible, lleno de rizos y ondas definidas.

Se maquillo un poco más acentuado esta vez, haciendo ver sus ojos enormes, sus  labios ahora eran rosa opaco su piel lucia radiante.

Salió de la habitación sintiéndose con fuerzas para enfrentar todo lo que se le avecinaba.

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Al llegar al gran comedor se sentó en su mesa ya acostumbrada a las ridículas miradas, saludo a Daniel y este le conto completamente emocionado su primer día, Genn sintió ternura absoluta.

—Me alegra que la paces bien, al menos uno de nosotros lo hace—susurro dándole un largo abrazo y un beso en la mejilla.

—No digas eso Genn..., estamos vivos, eso es lo importante—le respondió el chico.

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Al terminar la cena, Genn iba distraída en los  pasillos, soñolienta y completamente molida; solo queriendo llegar a su habitación y dormir cuando chocó contra algo duro que la lanzo sin contemplaciones al suelo.

Se dio un golpe fuerte en la espalda baja, sintió como todo de su cintura para abajo se contraía de dolor, chillo cerrando los ojos con fuerza mientras sentía la sangre bañar sus muslos.

Maldición… los puntos del parto… pensó con pánico al ver que con lo que había chocado era Severus Snape que la miraba confundido y algo asustado al ver la mancha entre sus piernas.

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