Pecado con sabor a chocolate...

By DeBeLassal

5.5M 429K 235K

Minerva es una joven llegada hace poco tiempo a la ciudad de Nueva York, con la ilusión de trabajar para uno... More

SINOPSIS
PRÓLOGO
CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO DOS
CAPÍTULO TRES
CAPÍTULO CUATRO
CAPÍTULO CINCO
CAPÍTULO SEIS
CAPÍTULO SIETE
CAPÍTULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPÍTULO DIEZ
CAPÍTULO ONCE
CAPÍTULO DOCE
CAPÍTULO TRECE
CAPÍTULO CATORCE
CAPÍTULO QUINCE
CAPÍTULO DIECISEIS
CAPÍTULO DIECISIETE
CAPÍTULO DIECIOCHO
CAPÍTULO DIECINUEVE
CAPÍTULO VEINTE
CAPÍTULO VEINTIUNO (PARTE UNO)
CAPÍTULO VEINIUNO (PARTE DOS)
CAPÍTULO VEINTIDÓS
CAPÍTULO VEINTITRÉS
CAPÍTULO VEINTICUATRO
CAPÍTULO VEINTICINCO
CAPÍTULO VEINTISÉIS
EXTRA ISABELLA
CAPÍTULO VEINTISIETE
CAPÍTULO VEINTIOCHO
CAPÍTULO VEINTINUEVE
CAPÍTULO TREINTA
CAPÍTULO TREINTA Y UNO
CAPÍTULO TREINTA Y DOS
CAPÍTULO TREINTA Y TRES
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE
CAPÍTULO TREINTA Y OCHO
CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE
CAPÍTULO CUARENTA Y UNO
CAPÍTULO CUARENTA Y DOS
CAPÍTULO CUARENTA Y TRES
CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO
CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO
CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS
CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE
CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO
CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE
CAPÍTULO CINCUENTA
EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS Y AVISO IMPORTANTE

CAPÍTULO CUARENTA

79.7K 6.1K 5.8K
By DeBeLassal

FELIZ NAVIDAD SANGRIENTA, TE DESEA MI CORAZÓN EN VENTA 





Cuando decidimos festejar la noche buena en casa de Dean, en realidad supuse que su casa sería una de esas enormes, en plan mansión.

Bueno, me quede corta.

En verdad, esto es la pasada, es decir..., ellos son solo tres en su familia y eso sin contar a miss siliconas.

¿Para qué demonios quieren una casa tan grande?

—¿Para qué demonios tienes una casa tan grande? —Pregunte sin poder evitarlo, nada más atravesar la enorme verja negra —que se abrió de manera automática, obviamente— en su auto, siguiendo un camino empedrado hasta la entrada del lugar, que por supuesto tenia una enorme fuente de agua en medio.

Con pajaritos cantando y todo.

—Es la casa de fin de semana de mi padre —respondió con un encogimiento de hombros.

—¿Estás diciéndome que ni siquiera viven aquí? —Pregunte, sonando indignada e incrédula.

—Si —respondió, dudoso.

—Dean... —farfulle a modo de reto, como si tuviera la culpa de algo.

—¿Qué? —Pregunto, deteniendo el auto.

—Si sabes que seremos nosotros quienes cocinemos para la noche buena, ¿verdad?

—Minerva, le pagamos a la gente para hacer eso —me responde, bajando del auto mientras yo lo imito.

—¡Pero Dean! —Grito en su dirección. —¡¡¡Es navidad!!! —digo, como si aquello explicara todo.

—¿Y? —Pregunto, confundido por mi actitud.

—¿Cómo que y ¿y?? —Pregunte, exasperada. —Que es navidad, que se supone que es una fecha para estar juntos.

—Pero si vamos a estar juntos —murmuro él, viéndose adorablemente confundido.

Que a ver, que él siempre se veía adorable, pero desde que nos habíamos besado, pues cosas raras me pasaban y si, ambos lo estábamos disimulando como campeones, pero aquello no quería decir que no lo enganchara observándome con curiosidad en ocasiones y viceversa.

—Dean, le dirás a los empleados que tienen la noche libre —dije, sin amedrentarme. —La navidad es para estar en familia o con amigos.

—Está bien —dijo él, con un suspiro. —Pero no puedes cocinar todo tu sola, seremos muchos.

—No te preocupes —respondí, con un ademán en la mano. —Si no tienes problema ese día puedo llegar un poco más temprano y preparar la comida.

—Tal vez Pierce llegue a tiempo para ayudar —dijo, con un encogimiento de hombros.

Oh, Pierce..., dulce, dulce Pierce.

Hacía tres semanas que se había ido de viaje, el que teóricamente era de dos semanas, se termino convirtiendo en tres.

Hablamos las primeras dos semanas, pero esta última no nos habíamos puesto en contacto y no sabia muy bien como sentirme al respecto. De todas maneras estaba segura que una vez que lo viera, toda esta cosa rara que estaba sintiendo por Dean se me pasaría, que seguramente eran las hormonas alborotadas con ganas de follar.

Cuando entramos a la casa me sorprendí, a decir verdad no se porque me sorprendí, pero de todas maneras lo hice.

La casa era preciosa, con todo un estilo victoriano impresionante, los ventanales iban del techo al suelo y estaban recubiertos por enormes cortinas antiguas anudadas en bombe, mientras yo me preguntaba cómo demonios hacían para limpiarlas y la cantidad de polvo que deberían juntar.

Nada más entrar, dabas de lleno con dos enormes escaleras alfombradas que subían por los laterales y en medio había una estatua.

Espera, ¿era eso una estatua? ¿Quién demonios tenia una estatua en su casa?

—¡MARI! ¿ESTÁS EN CASA? —Grito de repente Dean, haciéndome saltar en mi lugar.

—Pero... —murmure, girándome con una mano en el corazón por el susto que me hizo pegar.

Me respondió con un encogimiento de hombros y una sonrisa de disculpa.

—¿Dean? —Murmuro una mujer desde algún lado de la enorme casa.

Por la esquina derecha cruzó una mujer regordeta, vestida con un típico delantal de color negro mientras se limpiaba las manos con un trapo que luego colgó en su hombro; la mujer tenia ciertos rasgos mexicanos y sin siquiera reparar en mi, envolvió a Dean en un fuerte abrazo, antes de echarse hacia atrás y tomarlo por las mejillas.

—Marie —dijo él, tratando de salirse de su agarre, incómodo.

Lo dejo ir a duras penas, sin embargo en ese momento reparó en mi, por lo que soltando las mejillas de Dean, se tapó con sus dos manos la cara.

Y en ese momento me vino la canción esa de Tik Tok (por que si, me había vuelto fanática de esa aplicación).

Ou no.

Ou no.

Ou no no no no no...

¿Si saben cual digo?

A ver, ahora vuelvan a leerlo, pero cantando.

—Es hermosa mijo —murmuro ella. —Pero, ¿cómo no avisas con tiempo? Mira nada más las fachas que traigo —dijo, mientras terminaba de acercarse y tomarme de las manos.

—Marie, ella no es...

—Eres hermosa —dijo la mujer, ignorándolo y clavando sus ojos negros en los míos. —No eres para nada como la anterior, con el pelo tan blanco y la cara tan maquillada —y girándose para mirar a Dean, le dijo: —Dean, me gusta mucho más ella.

—Oh —fue todo lo que pude decir, por que vamos, ¿qué se suponía que dijera?

—Marie, que ella no es... —intento de nuevo Dean.

—Ya, pero lo serán pronto —dijo ella, interrumpiéndolo nuevamente con otro ademán de la mano. —Mira nada más como la miras.

—Pero si estoy mirándote a ti —se defendió Dean, luciendo tan avergonzado que tuve ganas de carcajearme.

—A ver, querida —dijo en mi dirección, pasando completamente de él. Todavía me tenia tomada de las manos, haciéndome imposible huir—, ¿cómo es tu nombre?

—Minerva —murmure bajito.

Porque a decir verdad si sentía un poco de vergüenza.

—Pero qué nombre más precioso y hermoso —dijo ella, con una sonrisa de oreja a oreja. Joder, se veía adorable. —Es exótico —agrego al final.

—Gracias —murmure, lanzándole una mirada a Dean de auxilio.

—Marie, Minerva es solo una amiga —se excuso Dean, llegando a nuestro lado.

—Si, si —murmuro ella, con otro ademán de la mano, quitándole importancia. —Todos dicen eso ahora, Natalia ha traído cuanto chico quiso con la misma excusa, es una moda —agrego, soltándome de las manos luego de darles un ligero apretón.

—¿Esta Mía aquí? —Pregunto Dean, suspirando con algo parecido a la resignación.

—Si, están juntas en la habitación —murmuro Marie, alternando la mirada entre los dos. —Mía ha estado cociendo por horas y Natalia le ha llevado algo para comer, ya sabes que sino la muchacha no prueba bocado.

—Vale —respondió Dean, haciéndome una seña con la cabeza para que lo siga.

—Estaré en la cocina por si me necesitas —murmuro la mujer, despidiéndome con una suave sonrisa.

—Es agradable —murmure una vez que comenzamos a caminar.

—Un poco intensa también —respondió Dean.

Caminamos a lo largo de un pasillo, decorados con cuadros que parecían carísimos, pero si tenia que ser sincera, lucían hermosos.

Dean abrió una puerta e ingresamos a un enorme living. La mesa era para por lo menos veinte personas, o más. Las sillas afelpadas de un color rojo apagado mientras que en el extremo opuesto había un enorme hogar de piedra, donde estaba segura mi cuerpo entero cabía ahí, frente a él varios sillones que lucían de lo más cómodos, a los costados de la chimenea había dos enormes ventanales y en una esquina el árbol de navidad más grande que había visto nunca.

—Cristo, Dean —susurre.

—¿Te gusta? —Pregunto él, con una sonrisa socarrona.

—No, es horrible —me escuche decir.

Él me miró confundido unos instantes, no entendiendo si hablaba en serio.

La verdad es que si lo hacía, que a ver, que si era un árbol muy bonito, enorme, de esos que salen en las películas, pero estoy segura que la persona que armó este árbol lo hizo todo de manera tan impersonal, tan perfecto..., que a ver, que no es que la perfección sea mala, pero que este no era un lindo árbol de navidad.

Todas sus bolas eran de los mismos colores: azules y plateadas.

¿Dónde está la magia en ello? ¿La alegría? Las luces siquiera tenían esa opción de que suenen con música.

—Dean, eres como el grinch de la navidad —dije cuando estuve harta de observar el árbol.

—Minerva pero..., ¿qué dices?

—Que este árbol es feo —seguí diciendo, dándome vuelta para mirarlo. —Vayamos al chino, compremos algunas bolas de colores, decorado, medias navideñas, luces —dije, así, largando todo de sopetón mientras él me miraba de una manera que no supe interpretar. —Si dejamos este árbol así, te juro que ni papá Noel viene.

—Minerva, pero...

Si lo se, Dean estaba que flipaba, pero es que quería que esta fuera una navidad especial, rodeada de amigos y de un lindo árbol por sobre todas las cosas.

—Por fas Dean —dije, juntando mis manos en un gesto de súplica. —Pagaré todo yo.

—Ese no es el problema —dijo él, sin embargo no estaba logrando mantenerse serio. —Es solo un árbol —dijo al final.

—¡¿Es solo un árbol?! —Casi grité, intentando lucir escandalizada. —¡Dean! Sera nuestra primer navidad todos juntos, tiene que ser especial.

—Pero, ¿en qué cambia eso el árbol?

—En que es feo —respondí, cruzándome de brazos.

—Dios —dijo, frotándose el entrecejo con frustración. —Vale, vamos a comprar lo que quieras para el árbol.

Salte sobre él casi de inmediato, sorprendiéndonos a ambos. Sin embargo las manos de Dean se envolvieron en mi cintura, presionándome y el momento, joder, el momento se cargó de electricidad y luego nos separamos un poco y nos miramos y había tanto que decir en aquella mirada, sus ojos mirando por unos segundos mis labios y yo...

Nos separamos de repente cuando se escuchó un carraspeo y cuando nos giramos, la hermana de Dean nos miraba con una ceja enarcada y las manos en la cintura.

—Hola —murmuro, sin embargo no era a mí a quien miraba, sino a su hermano mayor.

Mía se veía muchísimo mejor que la última vez que la había visto, más entera, sin maquillaje y viva..., como si todo aquello que la agobiaba hacía unos meses cuando la conocí, por fin estuviera pasando.

—Hola, hermosa —dijo Dean, acercándose a ella y envolviéndola en un cálido abrazo, para luego apartarse y besar su frente. —¿Cómo has estado?

—Bien, te extrañaba —respondió ella, para luego clavar su mirada en la mía. —Hola —murmuro bajito.

—Hola Mía —dije con una sonrisa.

—Asique..., ¿eres el grinch de la navidad? —Dijo ella, mirando nuevamente a su hermano.

—Parece que si —refunfuñó él. —Iremos a comprar, ¿quieres venir con nosotros?

—Claro —murmuro ella. —Deja que vaya por mi abrigo —agregó, desapareciendo prácticamente corriendo por donde había llegado. 

—Se ve bien —murmure una vez que desapareció por el pasillo.

—Ha tenido días difíciles, pero..., está mejor ahora.

—Seguro que todo gracias a ti —dije, chocando mi hombro con el suyo.

—No —dijo, negando con la cabeza. —Esto lo ha logrado solo ella.

—Dean, estoy más que segura de que si no fuera por ti, las cosas le hubieran resultado más difíciles, créeme.

Dean me observó de una manera que no supe interpretar, era como si tuviera muchísimas cosas para decirme, pero no encontrara las palabras, por lo que termino suspirando y asintiendo con la cabeza, antes de rodearme los hombros con un brazo y besar mi sien.

Si, se lo que estás pensando, que el gesto tal vez fue romántico, pues no, Dean tenia la costumbre de hacer eso siempre, conmigo y con Isa y si no lo hacía con Dante era porque estaba seguro que este último tomaría atributos de su confianza.

Terminamos yendo no al chino como había pedido, sino al centro comercial, Dean murmuró que deseaba que, aunque el árbol fuera feo, no había necesidad de prenderlo fuego, no confiando demasiado en cosas chinas. Elegimos adornos de todos los colores imaginables y si tengo que ser sincera, me divertí muchísimo.

¿Lo más divertido de todo? Que quien más entusiasmado estaba era Dean, y Mía le seguía de cerca con aquel entusiasmo y me pregunté por un momento cuando había sido la última vez que habían hecho algo como esto, si es que alguna vez lo habían hecho.

Aquello inevitablemente me hizo pensar en Harold, en la similitud de sus vidas ya que tampoco conocía a la mamá de Dean. ¿Acaso estaba viva? ¿O había muerto?

Dean me sonrió cuando me pilló observándolos elegir luces, Mía discutía cual serian mejores, si las que contenían las famosas canciones clásicas o las que venían personalizadas con canciones de famosos cantando villancicos.

—¿Está todo bien? —Pregunto, cargando las dos luces en el carrito que arrastrábamos, avanzando a la fila para pagar.

—Si —respondí por lo bajo. —Es solo que verlos..., me trajo recuerdos —murmure al final.

—¿Malos? —Preguntó, mirándome con preocupación.

—Solo recuerdos —agregue al final.

Una vez que llegamos nuevamente a su casa, olvide cualquier cosa que tuviera que ver con mi pasado y el salón de Dean donde íbamos a festejar la navidad, pues..., fue otro.

Completamente.

El árbol ahora estaba lleno de color, mientras que por la chimenea colgaban varios pares de medias de colores rojos. Las luces habíamos logrado ponerlas de cualquier manera, sin embargo habíamos reído cuando los villancicos de María Carey habían comenzado a sonar, pues, a decir verdad, no sonaban realmente como ella.

María había llegado con tazas de chocolate caliente y panecillos dulces recién horneados que engullimos en un momento de descanso.

Había sido una tarde divertida, había reído como hacía mucho tiempo no lo hacía y había hecho buenas migas con la hermana de Dean, Mía, quien había estado hablando sin parar de lo mucho que le gustaba crear ropa, inventar nuevos diseños y al final termine siendo arrastrada a su habitación —que era más bien un taller de costura—, donde había decenas de maniquíes desperdigados por la habitación, con prendas terminadas y algunas a medio terminar.

—Este es hermoso —susurre, tocando con la punta de mis dedos un vestido de encaje rojo, con un escote en forma de corazón y un enorme moño en la cintura.

—¿Te gusta? —Pregunto ella, acercándose a mi lado.

—Si, me encanta —respondí con sinceridad, era bastante hermoso.

Y ella tenia solo dieciséis.

¿Si entienden lo que digo? Una prodigio.

—Es tuyo —dijo de repente, sorprendiéndome.

—¿Qué? No —dije de inmediato, negando con la cabeza.

—Yo... —comenzó diciendo ella, apartando la mirada mientras sus mejillas se encendían. —Yo nunca te agradecí lo de esa noche, ¿sabes? —Empezó a decir, pero no me miraba a la cara, sino que se había puesto a juguetear con la tela de dicho vestido. —El muchacho de esa noche, él... —me di cuenta de lo mucho que estaban costándole aquellas palabras, es por eso que me quedé en silencio, esperando a que continuara. —Él siguió amenazándome por un tiempo, él dijo que si esa noche no hubieras llegado, él me habría compartido con sus amigos y luego...

—No tienes que decirlo —la corte, dándome cuenta de que sus ojos se habían llenado de lágrimas.

—Él me podría haber realmente lastimado y tu me salvaste —dijo nuevamente, girándose para mirarme. —Es mi forma de agradecerlo, acéptalo por favor.

—Por supuesto que voy a aceptarlo, Mía —respondí y por la sonrisa que me regaló, me di cuenta de la ilusión que le hacia este mundo de la moda.

Luego de eso me dijo que el vestido no estaba cien por ciento terminado, ya que si iba a ser mío, necesitaba tomarme las medidas y aquello fue lo que hizo, asegurándome que para el día de nochebuena, haría que me llegara a mi casa para que si quería, pudiera usarlo.

A decir verdad no creía que lo hiciera, teniendo en cuenta que faltaban solo dos días para dicha noche, de todas maneras no se lo dije y deje que Dean me llevara nuevamente a mi casa, asegurándome que pasaría por mi casa al otro día a buscar la comida que sea que queramos comer y que debía tener lista, sin embargo no me dejo ser yo quien ultime los detalles en su casa y me lo pidió de tal manera que no pude negarme, asegurándome que quería que descansara y que no me sobrecargara con trabajo, que a final de cuentas, también era una navidad importante para mi.

El 24 de diciembre estaba ya lista cuando el timbre sonó, fiel a mi promesa, espere a Dean con una bata puesta. Me refiero a la promesa de esperar al vestido de Mía y aclaro esto porque no sé qué chanchada pasó por tu cabeza.

De todas maneras había preparado una segunda opción, en el caso de que el vestido no me quedara, con el tiempo aprendí a ser precavida.

—¡Dean! —Llame desde la habitación de baño.

—¿Qué sucede? —Pregunto desde el otro lado.

—Yo... hum..., necesito ayuda —termine diciendo. —¿Puedes pasar?

Si sabes para qué necesito ayuda, ¿verdad?

Supongo que Dean también lo sabia, porque entro tan lentamente al baño donde me había metido a cambiarme, sin poder mirarme a la cara y con las mejillas un tanto sonrojadas.

—¿Cierre? —Pregunto.

—Si, por favor —agregue.

Respiro hondo antes de terminar de acercarse, colocándose detrás mío y subiendo el cierre lentamente.

Con los tacones que llevaba puestos casi estábamos a la misma altura, aunque él seguía sacándome unos cuantos centímetros.

—Ya... —susurro mientras nuestras miradas se encontraban a través del espejo.

—Gracias —susurre.

—Estas hermosa, Mine —dijo él de regreso, repasándome en el reflejo del espejo.

Y joder, no es por nada, pero si lo estaba. El vestido lograba adherirse a cada una de mis curvas, el escote era perfecto y me llegaba por encima de las rodillas.

—Tu hermana tiene talento —fue todo lo que respondí y la sonrisa que me regaló después de eso fue simplemente hermosa.

Sonrisa de la que me quede prendada, para luego clavar mis ojos en los suyos nuevamente, dándome cuenta de que sus ojos estaban también clavados en mis labios también pintados de un rojo pasión.

De repente como que el pequeño cuarto se cargó de electricidad y digo eso por no decir de deseo, porque aunque lo ignoráramos, entre Dean y yo comenzaba a pasar algo, aunque ninguno de los dos fuera a admitirlo.

El momento fue interrumpido con un maullido de Pimienta, que estaba sentado en la entrada del baño mirándonos fijamente.

Fue solo un maullido y una de esas miradas que solía dar mi gato, haciéndote saber lo poco que valías y que probablemente te consideraba muy por debajo en la cadena alimenticia.

«Primero con uno y luego con el mejor amigo esclava, ¿te parece eso bien?» Parecía que decía en mi dirección.

Así era Pimienta.

De todas maneras eso no evitó que lo acariciara, ganándome un gruñido de su parte.

Cuando llegamos a la casa de Dean, habíamos antes pasado a recoger a Isabella y Dante. Mi amiga tenia un vestido entallado negro que le quedaba de infarto, en verdad, no se como no se había dedicado al modelaje, mientras que Dante siendo Dante tenia un traje a cuadros en colores rojos y verdes.

Que luego no digan que a él no le gustaba la navidad, porque les juro que llevaba todo el estilo.

Dean, por supuesto, iba con un traje hecho a medida que le quedaba pintado, pero eso yo no lo dije, se encargó de decirlo Isabella nada más verlo, antes de comenzar a atacarme a preguntas sobre dónde había comprado el vestido y porque demonios ella no había ido conmigo, hasta que termine confesando que lo me lo había regalado Mía.

Tienes un nuevo mensaje de: Quiero un Dean para navidad.

Dante: Chicas, ustedes vieron la pinta de ese adonis?

Yo: Que tiene?


Pregunte, haciéndome la loca, porque la verdad es que estaba de muñequito de torta.



Dante: ¿Que qué tiene? Que necesito unos minutos a solas con él, que necesito que sepa con la dedicación que puedo chuparle la polla.

Isa: Por Dios Dante, que estamos en el mismo auto.

Dante: Por eso, si se bajan ustedes del auto, puedo quedarme a solas con él, tal vez tratar de convencerlo.

Yo: Convencerlo de que exactamente?

Dante: Minerva, no te hagas la santa, desde aquí puedo verte mirarle el paquete cada vez que está distraído.


—¡No estoy mirándole el paquete! —Grite, frustrada.

Mierda.

—¿Qué? —Pregunto Dean, sorprendido por mi arrebato.

—Yo... —murmure, abochornada y sin saber que decir, escuchando a Dante toser para camuflar sus carcajadas.

—Que se olvido el paquete —dijo Isabella, salvándome.

—¿Qué paquete? —Preguntó él nuevamente—. Habíamos dejado todos en casa —insistió.

Joder, es que Dean era un pan de Dios.

Cuando llegamos a su casa, Xander estaba bajándose de una moto que parecía de carrera de color negro brillosa, quitándose un casco del mismo color solo que este era negro mate, desabrochando el botón de su chaqueta negra y dejando a la vista una camisa blanca suelta, con los primeros tres botones desabrochados, dejando a la vista su pecho lleno de tinta.

De más está decir que Dante perdió cualquier interés que pudiera tener en Dean, que a ver, que el primo de Isa no es que simpatizara mucho con Xander teniendo en cuenta su pasado con su prima, pero eso no quería decir que no supiera apreciar la vista de semejante espécimen delante.

Que sé que lo dije antes, pero Xander era ese típico chico malo de novela, todos esos chicos malos juntos en uno e incitaba —y juro que una lo hacía de manera inconsciente— a fantasear con él.

—Buenas noches —dijo en nuestra dirección, dándonos apenas una mirada de reojo, debido a que toda su atención estaba, por supuesto, en Isabella. —Princesa, luces de cuento de hadas —murmuro en su dirección, tomando su mano y dejando un beso en el torso.

Joder.

Que estábamos a menos de cinco grados, pero Xander tenia ese poder, el de hacerte acalorar sin decir palabras.

Pobre Isabella y pobres sus bragas, que le esperaban una noche larga.

Mía chillo, literalmente, cuando me vio en su vestido, confesándome entre balbuceos inentendibles que no creyó que fuera a usarlo, prometiéndole a una Isabella que fingía estar cabreada que también le haría uno para ella.

Cuando entramos al salón donde íbamos a cenar, pues..., se me cortó la respiración y si, se que les puede sonar exagerado, pero todo parecía mágico, de cuento.

Habían encendido la chimenea, donde las medias estaban colgadas mucho mejor de lo que nosotros la habíamos dejado, la música sonaba por lo bajo con lo que creo que eran villancicos. La mesa estaba con candelabros que parecían antiguos, con velas de color rojo con adornos navideños encendidas. Mis ojos se dirigieron a Dean, que me observaba esperando mi reacción a aquellos detalles.

Decidimos tomar unos cócteles que preparó Xander a esperar a que llegáramos todos, aunque el único que faltaba era Pierce, que se suponía que había llegado hoy de viaje, pasaba por su departamento a cambiarse y luego venía para aquí.

Y así pasó casi una hora, donde estamos charlando con Isabella, intentando entre risas adivinar de quiénes son los regalos que hay distribuidos por el árbol cuando lo siento.

Sé en el momento que ha llegado cuando un estremecimiento me recorre de pies a cabeza, cuando siento su mirada clavada en mi.

No me pregunten cómo, simplemente sé que está aquí, que ha llegado, que voy a volver a verlo luego de casi un mes.

Tardó unos cuantos segundos en armarme de valor para girarme, porque vamos, que tengo ganas de correr y saltar encima de él, abrazarlo, decirle que le he extrañado muchísimo y confesarle que creo que siento por él más cosas y de esto me vengo enterando a la par que ustedes, porque sentir que está aquí, hace que cualquier cosa que pudiera haber pasado en estas semanas siquiera se asemeja a lo que estoy sintiendo en estos momentos.

A decir verdad creí que esos segundos que me tomé para girarme iban a ayudar, pero no, demonios, no ayudaron para nada, porque nada más verlo, nada más sus ojos encontrarse con los míos la respiración se me corta y un nudo atenazada mi vientre.

La sonrisa comienza a formarse casi por voluntad propia, como si a pesar de las palabras que pudiera llegar a decir, es como si mi cuerpo ya lo reconociera y es en ese momento, en el que estoy embebiéndome de él, en el momento que mis ojos descarados lo recorren entero, es cuando me percato que alguien va tomada de su brazo.

Y lo sé.

Malditamente lo sé.

Y sé que él también se da cuenta de que lo sé, cuando mi sonrisa se paraliza en el lugar, cuando mi cuerpo entero se tensa de una manera casi dolorosa.

Mis ojos se clavan en la bonita muchacha a su lado, casi tan alta como Isabella, con una sonrisa deslumbrante y el cabello negro lacio que le llega por el mentón y unos ojos verdes a avasallantes.

Se que es ella, esa muchacha es Alyssa, el amor de Pierce.

Todos se quedan unos cuantos segundos impactados por la llegada de ambos, aunque no sé si porque la mayoría en la habitación saben que me follo a Pierce o porque realmente están sorprendidos por su llegada, de todas maneras quien logra romper el tenso silencio en el que nos hemos sumido es Dean, avanzando para abrazar a su amigo y acto seguido saludar a la muchacha con un cordial beso en cada una de sus mejillas.

Así uno a uno comienzan a acercarse, intercambiar felicitaciones, preguntar qué tal el viaje.

De todas maneras yo me he quedado ahí, quietecita, sin poder reaccionar, de hecho, creo que siquiera estoy respirando, siquiera puedo percatarme de lo que está pasando a mi alrededor.

«Minerva, esto te pasa por poner tantas expectativas en la navidad» me reprende mi conciencia.

Coño, si, seguramente es eso, había puesto tanto de mí en esta noche, ¿esperando que? ¿Una declaración de amor de su parte?

Estúpida.

Tan estúpida eres, Minerva.

—Anda Mine —susurra Isabella a mi lado. —Se que es una mierda, pero...

No tiene que decir las palabras: reacciona. Eso es lo que trata de decirme, que disimule y así lo hago, soy la única que aún no se a acercado a ellos a saludar.

—Hola —dice la muchacha colgada del brazo de Pierce. —Soy Alyssa —agrega, con una sonrisa de oreja a oreja, para luego acercarse a mí y saludarme con dos besos.

Aquí iría un insulto, pero es que no se me viene ninguno a la cabeza en estos momentos.

—Minerva —me obligó a responder.

Con esfuerzo.

Muchísimo esfuerzo.

Es súper delgada, con unos pechos enormes y una cintura de avispa y ni una imperfección en el rostro, que a ver, que no soy de esas, ¿saben? No suelo competir con mi mismo género por estúpidos estándares de belleza, pero joder, podría haber tenido como mínimo un diente chueco.

Pero no.

—Un gusto en conocerte —dice ella.

¿Y quieren saber qué es lo peor? Que parece agradable.

—Igual —respondo luego de que ella me mire de manera extraña, porque si, estoy actuando raro y si, aún no me he atrevido a mirar en su dirección.

El que no debe ser nombrado.

Su perfume, joder, su perfume me está mareando y en serio me encantaría decir que me repugna, que solo siento asco, pero ya vez..., el karma es una perra.

¿Porque meto al karma en esto? Estoy segura de que el universo me las está jugando por que bese a Dean.

Y si, no lo digas, se que esto no es el karma sino la puta culpa de Voldemort, pero ya ves, a momentos inesperados, pensamientos pendejos.

O excusas idiotas.

Cuando toca el momento de saludar al que no debe ser nombrado hago una estupidez enorme, pero es que sepan disculpar, los nervios me pueden.

—Hola —murmuro en su dirección, mirando el suelo y estirando la mano.

Si, así como lees, estoy estirando la mano en lugar de saludarlo como una persona normal.

¿Que qué está mal conmigo? Pues todo, ¿no te habías dado cuenta?

—Hola —dice de manera dudosa él, supongo que no entendiendo muy bien que me pasa.

De todas maneras aparto la mano antes de que pueda tomarla, que si lo toco, joder, si lo toco la mujer a su lado se dará cuenta.

—Ella está un poco bebida —dice Isa llegando de repente a mi lado, tomándome del brazo para alejarme. —Xander ha hecho unos tragos que... ¡uff! —agrega, moviendo los dedos de manera exagerada. —Tiene poca tolerancia al alcohol —sigue diciendo y de repente hay un silencio tan incómodo a nuestro alrededor. —No suele ser así tan rara..., a ver, si, a veces es rara —explica, gesticulando con las manos sin parar como hace cuando está nerviosa, en un vago intento de ayudarme, no se da cuenta que esta hundiéndome cada vez más. —Pero les juro que es buena gente...

—Isa, creo que ya entendieron que voy peda —digo, cortando su perorata al ver la manera en la que Alyssa nos mira.

Si, sigo sin mirar a Voldemort, joder, no puedo, no puedo hacerlo.

—Si, lo siento —dice mi amiga en voz baja.

Y de nuevo silencio.

¿Es que nadie puede decir algo, coño?

—Bueno, ¿quién quiere un trago bien cargado? —dice Xander, para mi total alivio.

Isabella me toma de la mano, acercándome a la mesa para acomodarnos en nuestros respectivos lugares.

—Todo va a estar bien —susurra en mi dirección—, solo..., trata de no quedarte mirándolos fijamente como recién y por lo que más quieras, que no se repita eso que hiciste antes —gesticula nuevamente—, ¿qué coño fue eso de darle la mano y quitársela a último momento, Minerva? —Dice y sé que está alucinando.

—Yo... —murmuro en su dirección, sin saber muy bien qué decir. —Isa, ¿qué demonios se supone que voy a hacer? —Pregunto, frustrada. —La última vez que lo vi, le entregue a Sauron —agrego, haciendo referencia a mi trasero.

—Oh Mine —dice ella, mirándome con algo parecido a la tristeza en sus bonitos ojos. —Ahora..., ahora te comportas como la reina que eres, ahora le haces saber de lo que se pierde, ahora le haces saber que te importa un carajo que haya venido con ella.

—No se si voy a poder —susurro con voz temblorosa, sintiendo un nudo en el pecho, reflejando el pánico que siento.

—Si podrás, cariño —dice ella, tomándome con fuerza de las dos manos. —Ahora serás una perra que lo tiene todo superado —agrega—, y después..., después si necesitas llorar yo voy a estar ahí, pero ahora, ahora eres una perra fuerte.

—Ahora soy una perra fuerte —repito sus palabras.

—Eso —responde con un duro asentimiento.

Sin embargo, una vez que nos acomodamos en la mesa, con ella a mi lado por supuesto, quien se sienta frente a Isa es Pierce y quien se sienta frente mío, joder, quien se sienta frente mío es Alyssa.

—Una perra fuerte —susurra Isa, solo para mi.

No se si logre ser una perra fuerte, pero si de algo estoy segura, es de que será la noche buena más larga de mi vida. 




***

HOLA HOLA HOLA 

BUENO A VER, DEJEN DE LANZARME TOMATES, JODER. 

¿QUE LES PARECIÓ EL CAPÍTULO?

HAY, COÑO, NO ME MATEN, EN DEFINITIVA TODXS SABIAMOS QUE ESTO IBA A PASAR. 

A VER, ¿QUE ESPERAN QUE PASE DE AQUÍ EN MÁS?

NO SE OLVIDEN POR FAVOR DE VOTAR EL CAPÍTULO, ¿SI? Y TAMBIEN DE COMENTAR MUCHISIMO. 

LES CUENTO QUE ESTE CAPÍTULO Y EL QUE VIENE, UFF, SON BUENISIMOS.

PREPARENSE PARA TODO LO QUE ESTÁ POR PASAR. 

NO SE OLVIDEN DE SEGUIRME EN MIS REDES, QUE ALLI ESTOY SUBIENDO TODO EL TIEMPO MINI SPOILERS

INSTA: DBLASSAL

TWITTER: DEBELASSAL 

GRACIAS POR ESTAR AQUI BEIBIS. 

NO SE OLVIDEN QUE LXS AMO ¿OK?

DEBIE 

Continue Reading

You'll Also Like

34.1M 2.6M 91
Alexandra Carlin, es una chica recién graduada de la universidad, sin éxito en el campo laboral, es contratada por fin como secretaria del presidente...
6.1K 249 15
El primer amor nunca se olvida. Y claro ejemplo es: Melissa. Melissa amaba con locura a Jason, desde que se conocieron; pero era posible de que él la...
27.2K 2K 15
Quedarte atrapad@ en el colegio, ver a tus amigos y compañeros morir uno a uno, saber que ti vida cuelga de un hilo, ver a quien menos esperas ver...
10.6M 826K 48
[T-E-R-M-I-N-A-D-A] ✔️Historia terminada ❤️📚 ✔️Primer libro de la serie Kings of the game. ✔️Historia 💯 original, se prohíbe su copia y/o adaptació...