La Corona Del Príncipe (+18)

By Monsax18

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|||Terminada (sin editar)||| Hagamos una suma extraña. Un Amo con el título de príncipe + Una sumisa no tan s... More

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Epílogo

XXIII

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By Monsax18

Aparecí después se casi un mes pero aquí tiene el capítulo del día de hoy recuerden que la madrugada es un buen momento.

Seis meses después…

Sinceramente no comprendo para que la reina me quiere en esa reunión, pero quiere que esté presente y por eso me trajeron ese vestido azul tan ostentoso y complejo que me hace lucir como una verdadera mentira. Parezco una estúpida con esta cosa puesta.

Nadie me escoltará a la reunión así que tengo una idea para cambiarme esta cosa de tela azul. Tomo mi celular para mandarle un mensaje a Gretel, es quién conoce mi talla de vestidos y quién puede mandarme lo que necesito.

Así que me pondré algo que vaya conmigo, con lo qué la gente común usa, que yo no necesito esta cosa para ser alguien importante. Y sí luzco como prostituta es cosa mía, no de ellos.

Espero alrededor de unas dos horas para que mi pedido llegué a mis manos. Abro la caja para ver el vestido que quería desde hace unos meses, este ejemplar cuesta lo que ganaría en un mes y medio de trabajo.

Sonrió al verlo.

Lo pongo en mi cuerpo antes de ir a arreglarme la cabeza para ponerme bonita, unas sombras tranquilas en los ojos y un labial tinto en los labios. Cuando estoy lista me levanto de la silla y salgo al pasillo para no encontrar a nadie, así que empiezo mi camino a dónde la reunión se llevará acabo.

Algunos guardias se sorprenden de la ropa que llevo puesta, pero no es algo que me importé mucho, estoy casada con alguien que me quiere y que muy a su manera me lo demuestra. Además de que me roba altos gemidos en una noche de sexo largo.

Así que no me siento mal por eso.

Al llegar a la planta baja, camino un par de pasillos hasta llegar a dónde será la estúpida reunión a la que me solicitaron. Los guardias abren la puerta para dejarme pasar, les regalo una sonrisa radiante a todos. Pero la cara de la reina es poesía pura por el vestido que traigo puesto.

Es pegado al cuerpo que se ve muy bonito. Mi cuerpo resalta a la perfección en este vestido entallado, por eso me gustó cuando me lo medí hace unos meses. Y más porque no he engordado y eso es lo mejor.

—Buenas noches—saludo antes de avanzar y buscar a mi esposo.

Samuel sonríe antes de hacerme la mueca de que me acerque a él, mis pasos me llevan a mi marido que me toma de la cintura antes de darme un beso delicado en los labios.

—No es bueno que dé una junta con una erección—sonrío antes de darle un beso en contestación al suyo.

—También te quiero mucho.

—Luego dormimos.

Sonrío al saber que ese dormir no será dormir precisamente, me dejará sin aire en la cama mientras él piensa en otra forma de meterse en mi interior o de darme placer.

Me regala un beso en los labios antes de tomar mi cintura y conducirme a su silla en me quedo de pie a su lado, pero tiene su mano puesta en mi cintura y con su dedo pulgar da leves masajes.

La reina no me dice nada por la ropa que llevo puesta así que sigue con lo que tienen pensado para hoy.

Las puertas de la estancia se abren y entran un hombre joven con piel morena y cabello negro azabache. Parece que viene de la india, hay otros seis hombres con él, pero por la forma en que le dan respeto es un príncipe.

—Un placer que me hayan recibido—comenta el joven en perfecto Comarquez.

—El placer es nuestro al recibirlo—dice la reina con dulzura.

Una que no usa conmigo al enseñarme lo que debo aprender. Por eso es mejor quedarme callada en este momento. Los ojos del príncipe vagan por la sala hasta toparse conmigo y con Samuel. Pero conmigo es donde se queda quieto.

—La princesa Natasha—todavía no me acostumbro a ser llamada de esa forma—. Una muy bonita princesa.

—Mi esposa es princesa por matrimonio—no sé de dónde salió ese tono posesivo—. Así que mantén tus manos quietas, Jafar.

El hombre sonríe antes de darse la vuelta para ver al rey.

—¿Me permiten darle un regalo a la princesa?—trago saliva cuando Sam detiene su dedo.

—Por supuesto.

El tal Jafar se gira a uno de los hombres que lo acompañan y camina al interior del salón, Samuel me suelta para que vaya a ver mi regalo. Bajo los dos escalones y voy caminando hasta donde está el hombre.

Destapan la… jaula. Es una jaula. Adentro hay un mono, uno pequeño que se puede tener en los brazos y de esos que son un tiernos en pantalla.

—Un mono capuchino.

Dice alegre.

Para mí esto no es alegre, el pobre mono tiene lo que parece ser la cola rota y por sus ojos ya está acostumbrado a estar en esa jaula.

Quitó el metal de las manos del hombre y bajo la jaula al suelo, me pongo de rodillas para despacio abrir el cerrojo y dejarlo salir. Al principio lo hace con miedo, pero después no.

—¿Por qué soltó al animal?—cuestiona Jafar.

—No voy a dejar a mi mascota en una jaula—simplifico.

Bajo la mano y el mono la toma para impulsarse y subir a mi hombro. Regreso a mi lugar con Samuel que sonríe por lo que acabo de hacer. Pongo mi brazo sobre su hombro antes de darle un beso en la mejilla.

Jafar aprieta los puños ligeramente dando a entender que no le agrado mi comportamiento, pero es su problema no el mío.

Tengo mis deberes con Samuel como su esposa, y me da igual si me considera mala persona por soltar a un mono que me acaban de regalar, es mío. Ya no de él, que se le meta eso en la cabeza.

La puerta de la sala se abre para mi mascota de seis meses, sonrío al verlo caminar con tranquilidad por el amplio salón que nos regala la sala en la que estamos.

—Raya—mi animal empieza a correr a mí antes de acostarse a los pies de Samuel.

—¿Cómo es que tienen un tigre de bengala?—se escucha molesto.

—Tu padre me regaló la cría cuando fui hace unos meses—dice Samuel con tranquilidad—. Fue su regalo de bodas, para mí y para mi esposa.

Miro a Samuel porque eso no es lo que me dijo cuando encontré al pequeño cachorro en una caja en la biblioteca.

Me debe una explicación que luego me aseguraré de pedir, por el momento dejo pasar. Y seguimos con el gran espectáculo que Jafar se encarga de presenciar.

///

Raya corre por los caminos de grava sin hacer el menor de los ruidos más que cuando su peso cae contra la gravilla que hay en ellos. ¿Qué se puede esperar de un cachorro de seis meses? No lo dejo jugar con los perros que los reyes tienen aquí, y no lo dejo porque por accidente casi mata a uno hace como un mes, y mi pequeño no salió a jugar en unas dos semanas. Raya duerme en una habitación especial que Samuel mando hacer para él, es más un santuario mío que una habitación para mi pequeño cazador.

Es como un aviario enorme en con forma de cúpula en el lugar del techo y está pegado al castillo, de ahí puedo ver los establos y partes del jardín. Duro en ese espacio casi todo el día, y ahora con Kuno no podré moverme muy lejos porque mi mono me necesitará aunque él ya no sea un bebé.

Le hablo a Raya para irnos a su habitación, más bien es como mi santuario que él cuida durante la noche y gran parte del día, le dan de comer casi siete kilos de carne al día y eso hace que necesite más actividad, por eso lo saco a pasear como su fuera un perro cuando no lo es. Al llegar me pongo a hacer una cama en lo alto para Kuno, así no tiene que buscar en donde dormir aquí, porque ya parece haberse acostumbrado a Raya.

—Una princesa con dos animales raros de mascotas—se burla Bastián al entrar al hogar de Raya.

—Vete a otro lado con tus bromas baratas—cuelgo lo último para Kuno que no deja de comer uvas verdes que traje para él—. Suficiente tengo con tu madre que insiste en qué Raya debe irse a un zoológico.

—Casi mata a uno de sus perros—ladeó los labios.

—Le he dicho a tu madre que no meta a sus perros aquí.

—El lugar lo hizo Samuel.

—Lo hizo para mí y para Raya.

Cuando termino la camita, Kuno sube antes de girar y ofrecerme una uva, le sonrío antes de darle una manzana. Me regreso a mi lugar antes de sentarme en mi silla y ver qué tengo pendiente por entregarle a la reina el día de hoy.

—Escuche que vendrá a verte un ginecólogo—trago despacio.

La reina pensó que sería una excelente idea ir viendo que daño tengo en el vientre después de lo que sucedió con mi bebé hace unos meses atrás, no he ido a ver a ningún especialista y la bendita reina Meredith quiere nietos.

Más bien herederos de la puta corona.

—Tu madre quiere qué…

—¿Te da miedo?

—No quiero perder otro bebé—digo triste.

Raya pone su cabeza sobre mis piernas para que lo acaricie y hasta él parece saber que estoy triste por lo que me sucede.

—No quiero hacerle eso a Samuel.

—Le afecta más verte vencida que el perder un hijo.

Quiero llorar. Prometí no hacerlo, pero… Samuel no merece nada de lo que me pasó y creo que yo tampoco, pero un bebé perdido es mucho en la corona y si no le doy hijos antes de los cinco años… nos irá muy mal. A ambos.

Tal vez le den la corona a Bastián que parece agradecido de que su hermano esté casado conmigo, y de que su hermano Logan vaya viendo las clases que vio Samuel cuando tenía su edad, porque esas son las que te van formando para ser rey.

—¿Cómo llamarías a tu primer hijo?

—Bast…

—Sólo es curiosidad, mi princesa.

Niego antes de pensar en algo…

—Como Sam no—ríe despacio—. Creo que… Aegan.

—¿Por qué?

—Lo leí en alguna parte y me gustó.

Aegan de Montecarlo… futuro rey de Comarca.

—Al menos no te has rendido.

—Rendirme no es una opción.

Besos mis amores.

El miércoles les traigo uno nuevo. 😄

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