La Profesora

By Rosegatebooks

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Un lugar en mitad de la nada. Una mujer a quien le gusta jugar con fuego hasta quemarse. Un instituto de lo m... More

CAPÍTULO 1. Empezando de nuevo
CAPÍTULO 2: La clase
CAPÍTULO 3: El director
CAPÍTULO 4: Los alumnos
Capítulo 5: Caperucita y la loba
Capítulo 6: La iniciación
Capítulo 7: Mallorca
Capítulo 8: Las dos caras de la moneda
Capítulo 9: Salto de trampolín
Capítulo 10: La cena.
CAPÍTULO 11: Catwoman vs. Superman
Capítulo 12: No soy una fiera
CAPÍTULO 13: The Club
CAPÍTULO 14: ¿Es él?
CAPÍTULO 15: El acantilado
CAPÍTULO 16: El masaje
Capítulo 17: El trabajo de literatura
Capítulo 18: Tres nunca son multitud
Capítulo 19: Fantasma de la Ópera
Capítulo 20: El pacto.
CAPÍTULO 21: Perra o Loba
Capítulo 22: Éxtasis
Capítulo 23: No, es no, aunque no se diga.
Capítulo 25: De compras
Capítulo 26: ¿Una cita?

Capítulo 24: ¿Amigos?

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By Rosegatebooks


J

Escuché un ruido y abrí los ojos con pesadez. La cabeza me dolía un huevo y notaba el aliento de alguien golpeándome el cuello.

Mis ojos se encontraron con los de Anabel, que me observaba asustada desde el marco de la puerta.

—Lo-lo siento, no encontraba a Andy y... no pensé... —Desvió la vista avergonzada.

Fue entonces cuando giré la cabeza y vi a mi amigo durmiendo plácidamente. Ambos estábamos en pelotas, muy pegados, recordaba vagamente lo ocurrido anoche, e imaginé las conjeturas que pudo sacar Anabel al vernos de esa guisa.

­—Tranqui, tu chico se puso perdido de vómito... Creo que fui yo quien le poté encima, o al revés... ni lo recuerdo. Íbamos demasiado pasados, nos duchamos y caímos rendidos en la cama. —Ella no osaba levantar la cabeza. Cubrí nuestros cuerpos con la sábana para evitar incomodarla más de lo necesario—. Puedes despertarlo y preguntarle si así te quedas más tranquila.

—No, yo... mejor os espero abajo, siento haber entrado así, me preocupé, eso es todo. —Se notaba que lo estaba pasando mal, igual era por haberme visto en bolas.

—No te ruborices Anabel, todos tenemos una polla, más grande, más pequeña, cargando a derecha o a izquierda, pero igual de colguerona y bastante fea cuando duerme... —Ella esbozó una sonrisa tímida.

—Voy a preparar café, si te parece.

—Genial, fijo que mi madre duerme hasta mediodía, cuando se va de marcha no se levanta antes de las doce. Por cierto, ¿qué hora es?

—Las once.

—Guay, Tienes la máquina de Nespresso en la encimera, las cápsulas están debajo y en el último cajón al lado del fregadero encontraras el Paracetamol, no sé tú pero este y yo vamos a necesitar uno o dos.

—Lo preparo.

—Gracias, guapa, el mío que sea doble porfa. —Cerró la puerta con prudencia y yo me froté la cara. Menuda noche de mierda.

La fiesta había sido un puto desastre, primero por la orden de los cojones de Adriana, solo a ella se le podría ocurrir que llevara los huevos atados a la fiesta, después la bronca con Celeste, la puta mamada del director y mi ex montándoselo con Yago. Para rematar vomitona al llegar a casa, era mejor que ni pensara. Sacudí al muerto de Andy.

—Ey, tío, despierta, te canta el aliento que no veas, no sé qué debiste cenar anoche pero se te ha repetido... —Mi mejor amigo hizo un sonido ininteligible arrebujándose más contra mí—. Quita, que estás empalmado, paso de que me des los buenos días ensartándome por el culo, es lo puto último que me faltaba.

Aparté la sábana y me levanté para echar una meada. Cuando entré de nuevo en el cuarto Andy ya estaba despierto y me miraba.

—Buenos días, bello durmiente —murmuró con una sonrisa cálida.

—Serán para ti, yo tengo la cabeza que me va a estallar, ahora pillo algo de ropa para los dos. Tu novia nos está preparando el desayuno, esta mañana asomó la nariz por aquí y no veas el susto se ha llevado al vernos en pelotas. —Andy puso cara de espanto—.Tranqui, ya le he contado lo que pasó.

—¿Se lo has contado?

—Claro, Anabel es muy comprensiva —respondí rebuscando en los cajones para cogiendo un par de camisetas, calzoncillos y pantalones.

—¿No se ha mosqueado?

—¿Por qué? ¿Por qué me echaras una mano?

—Fue más que una mano —murmuró.

—Vale me hiciste un favor de cojones —respondí lanzándole la ropa—. Ya te lo devolveré cuando te pilles un ciego igual que el mío. ¿Contento? —Él no supo qué responder—. ¿Se puede saber qué te pasa? Tampoco fue tan grave.

—No, es solo que pensaba que te lo tomarías de otra manera.

—¿De qué manera? —pregunté poniéndome los calzoncillos y después la camiseta.

—No sé, distinto.

—Estás muy rarito... ¿Es por esa mierda de coca rosa que nos metimos?

—No —musitó mirando a un lado y a otro. Seguro que estaba así por la resaca.

—Anda vístete, creo que tu novia se creía que habíamos follado o algo —solté una risotada—. Tendrías que haberle visto la cara, te he evitado las explicaciones, le dije que nos duchamos y nos quedamos fritos en la cama, no creo que te monte un Cristo como hubiera hecho Celes.

—¿Solo recuerdas eso? —inquirió cabizbajo, algo le rondaba la cabeza y no lo decía.

—Iba muy ciego... Oye si dije algo que te ofendiera, lo siento, estaba fatal, apenas recuerdo que nos duchamos, no me lo tengas en cuenta. —Terminé de vestirme y me puse las zapatillas—. Te espero abajo necesito un Paracetamol con urgencia. —Andy seguía en su mundo así que me dejé caer a su lado—. Tío, ¿estás bien?

—Sí, sí, claro... ahora bajo yo también. —Le di un apretón en el hombro y bajé las escaleras.

Mientras Anabel terminaba con los cafés yo saqué una bolsa de magdalenas. Andy bajó a los cinco minutos y su chica lo recibió con un pico cariñoso.

Desayunamos en silencio, a ninguno nos apetecía hablar demasiado. Una vez recogida la cocina Anabel me preguntó si tenía algún mensaje de Celeste en el móvil, que ella le había mandado un WhatsApp para preguntarle cómo estaba pero que no había tenido respuesta.

Le expliqué que conociéndola seguro que estaba cabreada o que todavía estaría mamándosela a Yago, que a mí me la sudaba y era cierto. Con Celes ya había pasado página, es que ni siquiera iba a llamarla, que le dieran.

Diez minutos más tarde me despedía de ellos en la puerta. Estaba hecho una braga y necesitaba tumbarme.

Volví a la cama, el cobertor estaba en el suelo, fijé la vista en una mancha reseca que había en la bajera, justo donde había dormido Andy.

«Hijo de puta, qué puto asco», el muy guarro se la había pelado mientras yo dormía. Aparté las sábanas y las puse en el cubo de la ropa sucia, ya se la devolvería ya, pensaba pajearme y correrme en su ropa del gimnasio. Cogí el móvil para cagarme en sus muertos cuando vi que tenía un mensaje de Adriana.

El pulso se me disparó y la polla se me puso tiesa. ¡Mierda! Estaba harto de esos jueguecitos, lo único que yo había querido era follármela, no toda esa mierda de dómina y sumiso. Estaba hasta los cojones de ser su putita. Aun así abrí el mensaje. Había una orden y un vídeo.

Loba

Buenos días Caperucita descontrolada. Este fin de semana vamos a trabajar tu fuerza de voluntad. Te he enviado un vídeo que visionaras cada tres horas, si estás durmiendo te pondrás la alarma y te despertarás para verlo, quiero que durante cada una de las visualizaciones te desnudes y te toques hasta que vayas a correrte. Entonces pararás, te harás una foto y me la mandarás. El ejercicio comienza con la primera lectura de esta orden así que ya sabes lo que tienes que hacer si quieres seguir jugando conmigo, claro, sino aquí termina todo. Tu ama-loba.

Apreté los puños con rabia, no quería seguir con esa mierda y aun no podía evitar desearla. Me descubrí quitándome la ropa, poniendo el móvil frente a mí, escupiendo en mi mano para bajar y subir piel en cuanto su imagen de cuello para abajo emergió en la pantalla.

Estaba de rodillas en la cama con una sábana blanca que me puso muy burro. La dejó caer descubriendo sus gloriosas tetas a las que había puesto unas pinzas con cadenas en los pezones. Estaba desnuda, rasurada y se masturbaba sin pudor mostrando aquel coño reluciente y lleno de jugos.

¿Estaría pensando en mí mientras se metía los dedos y jadeaba? Me excité pensando en ello, en que ella también había hecho ese vídeo para mí.

No me costó nada ponerme duro, me gustaba demasiado, soñaba con comerle esas tetas y hundírsela en el fondo de la garganta mientras ella suplicaba «más». Una imagen de Andy comiéndome la polla me sobresaltó. ¡Joder! Seguro que era culpa de haber obedecido y dejado que el director me la chupara, además de ver su puta corrida en mi cama.

Descarté la imagen y me concentré en el vídeo, viéndola meterse hasta cuatro dedos y acariciarse con violencia. Ni siquiera pude aguantar a terminar de verlo, si seguía me correría incumpliendo el mandato y aunque fuera extraño, necesitaba cumplir. Lo paré, me hice la foto de rigor y se la envié.

Me costó un mundo controlarme.

Después tecleé el siguiente mensaje:

J

Buenos días ama-loba, espero haber cumplido bien la orden. Me vuelven loco sus tetas.

Suyo, Caperucita.

En respuesta recibí una foto de sus labios rojos relamiéndose, mientras se sacaba un pecho por encima de la camiseta. Iba a ser un fin de semana de lo más duro.

*****

Anabel

Cuando llegó el lunes esperé a Celeste en la puerta del Instituto. Estaba preocupada, no había contestado ni a mis mensajes ni a los de Andy. Cuando insistí en que mi chico le preguntara a Yago este le dijo que Celes era una calientapollas, que solo se morrearon y después lo dejó tirado. En mi interior me alegré, sé que no debería, que mi novio era Andy y debería importarme muy poco lo que hiciera su hermano mayor, pero no era así y eso me preocupaba.

Necesitaba hablar con Celeste, contárselo y que me aconsejara. No estaba bien que estuviera con mi chico si quien me molaba era su hermano, aunque claro, con Yago lo tenía crudo. Andy ya me había advertido que era un homófobo de mierda, lo nuestro sería un imposible a menos que estuviera operada y aun así igual para él siempre sería una chica trans.

Mis dudas me hacían estar nerviosa y susceptible, necesitaba los consejos de Celes, ella siempre me había ayudado.

Cuando la vi aparecer, una sonrisa iluminó mi cara, la suya estaba bastante apagada, fijo que lo había estado pasando fatal con lo de J. Me encaminé hacia ella y ni siquiera me miró, pasó de largo en cuanto frené.

—Eh, Celes, ¿qué te pasa? —pregunté corriendo detrás de ella para plantarme a su lado. No obtuve respuesta, siguió caminando como si oyera llover—. Celes —insistí cogiéndola del brazo.

—Suéltame —gruñó mosqueada.

—¿Puede saberse qué te pasa? ¿Es por lo de J? Te he estado llamando todo el finde para ver cómo estabas. —Ella frenó en seco.

—¿Acaso te importa?

—Por supuesto que me importa. Pero ¿qué te pasa? Somos amigas —Ella dejó ir una risa despectiva.

—Tú y yo no somos amigas.

—Claro que lo somos.

—No, nunca lo hemos sido, tú te acercaste a mí porque salía con el mejor amigo del tío con el que querías liarte, ahora que ya lo tienes es más fácil posicionarse y escoger su bando.

—¿De qué bando hablas?

—No te hagas la ingenua, a mí ya no me la das. El viernes escogiste con claridad, ¿o no te fuiste con Andy y con J dejándome tirada?

—No te dejé tirada —me enervé—. Estabas en mitad de la pista comiéndote la boca con Yago, ¿qué quería que hiciera? ¿Qué me uniera?

—Ya te hubiera guastado... ¿Crees que no vi como mirabas a Yago? Igual a Andy se la cuelas pero a mí no, me di cuenta en cuanto le pusiste los ojos encima —Me mordí el labio sintiéndome atrapada—. ¿Qué pasa, que ahora que tienes a Andy necesitas una polla nueva? —Desvié la mirada incómoda—. Ya veo... Pues mira, si quieres comérsela a otro no seré yo quien te ayude, habla con tu novio y sugiérele que te follen entre ambos, igual incluso les pone.

—Pero ¿puede saberse qué mosca te ha picado?—No quería estar a malas con Celes, ella era mi única a miga.

—La de la verdad y ¿sabes qué? Que me alegro de haberme dado cuenta a tiempo de que todos sois unos putos falsos de mierda. Harías bien en hablar con tu chico y preguntarle por qué está contigo en realidad, igual así abrías un poco los ojos.

—¿A qué te refieres? ¿Qué quieres decir?

—No voy a ser yo quien destape la caja de los truenos, ni quien te soluciona la vida mientras tú me dejas de lado. Que te den Anabel, las dos sabemos que, al fin y al cabo, eso te gusta.

Me dolió, me quedé en shock, no había esperado una actitud así por su parte. ¿Y a qué se refería con lo de Andy? La vi alejarse, sacar su móvil y detenerse contemplando la pantalla, estuvo ahí, quieta un par de minutos. Después miró a un lado y a otro nerviosa y después apretó a correr hacia clase.

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