Prison lovers

By liz-star

163K 14.2K 10.8K

Título: Gefangnis Autor: Jahee Adaptación: Si Advertencias: este libro tiene contenido sexual explícito entre... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capitulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capítulo 20
Capitulo 21
Javadd
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Harry
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Liam
Ianthe
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capítulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Kim
Capítulo 41
Capítulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
Capitulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Zayn
Capítulo 56
Epílogo 1/2
Epílogo 2/2
Walls

Capítulo 3

5K 366 178
By liz-star

Al fin la luna hizo su aparición, creciente y magnánima se postró sobre el oscuro cielo; el día había sido desgastante para el castaño, principalmente en la parte emocional, y aunque John le tranquilizó bastante, el nerviosismo y la tensión proseguían en su cuerpo, en menor proporción, pero allí seguían. Con demasiado apetito, ambos se dirigieron a los comedores para degustar su cena; el lugar en sí era como el resto de la cárcel, carente de calidez, muerto. Bastantes comedores estaban esparcidos por la grande extensión y Louis notó que la mayoría de los reos se dividían racialmente.

Entraron sigilosos y se sentaron apartados del resto, la mayoría no los vio, pero los que sí, fueron suficientes para hacérselo saber al resto de los prisioneros; el de ojos zafiros pensó que volvería a sufrir la misma humillación de la tarde, sin embargo, nadie habló y tan sólo le miraron con poco ó nada de respeto, algo que Louis podía manejar, pues con ignorarlos era suficiente. También pensó que John debía infundir respeto y no pudo evitar preguntarse qué habría hecho para ganárselo.  

Tratando de romper el hielo, peguntó: − ¿Y qué tal la comida? – El castaño tomó su bandeja, dirigiéndose hacia los platones.

−Al principio te parecerá incomestible pero con el tiempo tú paladar se acostumbrará.

−Supongo que mi estómago también – Dijo haciendo un gracioso puchero. Puso atención a la 'cena', y no pudo evitar dibujar un gesto de incredulidad al verla.

A los demás les parecería normal y quizá a algún demente − que seguramente allí sobraban – hasta deliciosa, pero a Louis no. Al menos no de momento. En uno de los sartenes había pastel de carne, éste se veía en un estado poco apetitoso; de extraña consistencia y color, daba la impresión que había sido cocinado hacía varios ayeres. Enseguida se encontraba una olla gigante donde reposaba la sopa bien caliente, cuyo olor, inexplicablemente le causó nauseas; no era un olor fétido, pero sí demasiado condimentado. Después de pasar de largo alimento tras alimento, al final decidió ir por fruta, verduras al vapor y un cartoncillo de jugo de naranja. Cuando se disponía a retirarse, alguien se paró frente a él, impidiéndole el paso.

−¿Qué  pasa, a la princesita no le agrada nuestra comida casera? – Le habló un hombre de pelo a rapa, realmente enorme, tan enorme que Louis sólo veía su amplio pecho.

−Déjale en paz, Thurman – Intervino John con voz rígida, el hombre le miró desconcertado.

−No te metas, abuelo – Contestó haciendo énfasis en la última palabra, y volviendo a ver el par de ojos azul, continuó – ¿No te gusta la carne, primor? – En claro albur, sonrió cínicamente y sin más preámbulo se acercó peligrosamente; le tomó de las nalgas, y le estrujó con saña. No hubo necesidad de apartarlo ya que, inmediatamente, John le haló hacia atrás, apartándole de él, la fuerza y el temblor desmedido en el cuerpo de Louis fue suficiente para incapacitarlo de sus acciones, y la bandeja con toda su cena fue a dar al suelo.

Las risas de los demás reos junto con la reciente humillación le provocó una enorme desesperación; ganas de querer huir, de extrañar su antigua vida y a las personas que estaban integradas en ella. Sin poder contenerse más salió corriendo del comedor; necesitaba estar solo, lejos de toda la muchedumbre, sólo él y su dolor, totalmente libre dejó que las lágrimas volvieran a brotar, les permitió recorrer sus suaves mejillas y perderse entre su cuello.

El dolor era fuerte pero no ajeno, era como un viejo conocido que creías olvidado y en un pestañeo te aparece recordándote que nunca muere. Sólo una vez se sintió tan nefasto como en ése momento, hacia ya cinco años, cuando su padre murió, y justo cuando las heridas cicatrizaban, ocurría otra desgracia, pero esta vez, estaba solo para enfrentarla. Sin saber a dónde ir, siguió corriendo por algún rato hasta que abruptamente fue parado por una muralla humana, chocó tan fuerte que el suelo donde pisaba se tambaleó, pero milagrosamente no cayó; se recargó en la pared respirando agitado, tenía los ojos rojos, las mejillas húmedas, y  una expresión de angustia en su hermosa cara.

Al percatarse del hombre con quién chocó, su cara ardió y su corazón latió con bríos; era aquél atractivo hombre que observó en las canchas, del que John le advirtió. Zayn...

−Lo siento – Balbuceó mirando hacia el suelo y sin saber muy bien qué hacer, Louis se dispuso a marcharse, pero Zayn le sujetó el brazo, frustrándole la intención.

−Es muy peligroso andar solo por aquí, más aún si se trata de ti – Louis ni siquiera le prestó atención a sus palabras, se perdió en la boca del moreno, de donde emergía la voz grave y deliciosamente enloquecedora.

−Debo irme...− Insistió nervioso. El de ojos cafes  sonrió a medias.  

−¿Es mi imaginación, o estás evitándome? ¿Alguna mierda te dijo el viejo? – Louis frunció el ceño molesto, gesto que le pareció gracioso e interesante al mayor.

−Su nombre es John, no viejo – Contestó a la defensiva, Zayn entrecerró los ojos.

−Así que eres más que una cara bonita − Señaló arrinconándole entre la pared y su cuerpo, el corazón del castaño dio un tremendo vuelco – Dime tú nombre, y por esta vez, te dejaré ir  – Demandó sensualmente, tanto que sus solas palabras hicieron estremecer por completo al castaño.

−Louis... mi nombre es Louis – Susurró, pues tenía el rostro de Zayn a un palmo de distancia, que lejos de atemorizarle, realmente le agradaba. Zayn observó las joyas preciosas que Louis tenía por ojos con admiración, e intercaló la bella visión por los apetitosos labios.

−Eres mío, Louis – Y sin poder resistirse más, se decidió por los carmesí labios del pequeño, tomó entre su boca el labio inferior y le lamió con lentitud, saboreándolo. Louis se sintió en una espumosa nube y respondió tímidamente al beso, que ha mandato de Zayn se tornó en uno exigente. Rodeó con sus fuertes brazos la estrecha cintura y se apretó contra él, haciéndole sentir su fortaleza; le obligó a abrir su tierna cavidad para adentrar su lengua lo más profundo posible, sorprendiendo a Louis; era su primer beso así de apasionado, y aunque trató de responder de igual forma, el castaño se sintió torpe y lento. Zayn terminó por morderle ligeramente el labio inferior, logrando sacarle un pequeño gemidito qué conjuntado con el beso le había provocado una evidente erección; se separó lentamente, antes de arruinar el placentero juego y con una intensa mirada se despidió.

−Hasta luego, Louis – Éste, lejos de la cordura sólo atinó a sonreír con los ojos cerrados, y es que, el escuchar su nombre de la boca de otra persona nunca le había satisfecho tanto.

Y Zayn Malik, o el cabrón hijo de puta como era llamado lejos de sus oídos, había logrado sacarle una sincera y feliz sonrisa a Louis, que empezaba a olvidar cómo hacerlo, Malik no se enteró, pero daba lo mismo, pues lo que él buscaba no eran precisamente dulces sonrisas. Sin embargo lo que él ignoraba es que Louis era como una buena dosis de heroína endovenosa, y una vez que lo probabas, siempre terminabas buscando por más.

(...)

No supo ni cómo llegó a su celda, había estado absorto en sus pensamientos o para ser más precisos, en el beso que compartió con el hombre...

Entonces, un destello de lucidez surcó en su mente, seguido de la completa cordura: ¡Se besó con un hombre sin siquiera conocerlo, sólo lo había visto en un par de ocasiones! ¡Además, según John era el hombre más peligroso de toda la prisión! Debía sentir miedo, y no esa extraña sensación de hormigueo en todo su cuerpo, seguramente Zayn; aquél fuerte y misterioso hombre, debía pensar que era un... pues... un cualquiera. Se entristeció, ¿pero cómo decirle que era la primera vez que hacía algo como eso, cómo explicarle lo que él mismo no entendía? Se recostó sobre su cama, pensativo. Sin embargo, John prorrumpió en la celda con visible preocupación, interrumpiendo sus ensimismamientos. Le observó y suspiró aliviado.

−Te busqué por todas partes, creí que algo malo te había ocurrido – Louis se incorporó de inmediato, disculpándose − ¿Cómo te encuentras? – Prosiguió mientras le entregaba una manzana y su cartoncillo de jugo.

−Gracias – Tomó su 'cena' dándole un buen mordisco a la jugosa manzana y sonriendo ampliamente. John le miró intrigado; minutos antes había salido casi llorando y ahora le veía con un especial fulgor en sus ojos. Algo importante debía haber ocurrido – Estoy bien, no era mi intención preocuparte – Expresó arrepentido, John hizo un ademán restándole importancia.

−Estás muy contento ¿algo pasó? – Louis casi se atragantó con la manzana, provocando una sincera sonrisa en el hombre mayor; el jovencito era muy transparente, algo único allí.

Louis había olvidado la habilidad de John, pero no podría decirle la verdad, seguramente se molestaría por no hacerle caso, y con justa razón.

−Leí una carta de mamá y me puso de buen humor – Mintió fingiendo una sonrisa, misma sonrisa que tembló nerviosamente en sus labios. John obviamente no le creyó, pero tampoco objetó. Asintió y le deseo buenas noches.

Louis, sintiéndose culpable, terminó de beberse el jugo, se lavó los dientes y al igual que John, se acostó en su cama mientras escuchaba el conteo de los guardias en la lejanía. No fue tan malo cómo imaginó, para ser su primera noche, pudo conciliar el sueño a la brevedad y sin pesadillas.

(...)

Despertó temprano, él; estando acostumbrado a levantarse cuando los rayos del sol comenzaban a entrar por el ventanal de su recamara, por un momento pensó que las cortinas estaban corridas o tal vez que aún era de madrugada, qué por ello no escuchaba el cantar de los pájaros, sin embargo, no fue hasta que abrió por completo los ojos y diviso el frío techo, igual de gris que toda la prisión, cuando recordó dónde se encontraba. Empero en ésta ocasión fue un poquito diferente, y a comparación de los despertares de días pasados, éste era reconfortante, dulzón. Sonrió al recordar lo acontecido en la noche de su arribo, reconocía que algo en su interior se removía inquieto y que las palabras de John le gritaban con eco, advirtiéndole, y en ciertos momentos, cuando la razón se anteponía a su vasta imaginación, aquella le bajaba de su nube en forma cruel.

¿Qué esperaba realmente? ¡¿Tener un romance con el reo más temible de la penitenciaría?! ¿Y qué habría para después? ¿Enamorarse, Casarse? No, Louis bien sabía que no existía futuro porque simplemente éste se terminó el día que pisó la prisión. Empero, no era tan sencillo como pensarlo o decirlo, y por ello, prefería ignorar, prefería callar esa vocecita qué, tenía gran parte de razón. Sin embargo, sabía que si renunciaba a su fe, a su esperanza, mutilaría su alma y eso era mucho peor que estar muerto, que estar encerrado allí. Se sentó con las delgadas piernas colgando sobre la litera y por primera vez le prestó atención a las fotos de John pegadas en un oscuro rincón de la pared.

Enfocó la vista y las contempló con una sonrisa franca. En una de las arrugadas fotografías se encontraba una mujer de color con una enorme sonrisa  abrazando a un jovial John que si bien, no sonreía como su mujer, tenía un gesto pacifico plasmado en sus facciones, a su vez, él  tomaba del hombro a un niño de algunos diez años de edad qué volteaba hacía John con una mueca de completa adoración mientras una niña pequeña se abrazaba de la pierna de su madre, y con la otra mano sostenía una muñeca, ella sólo tenía el rostro fijo a la cámara, con sus enormes ojos negros llenos de ternura e inocencia.

Sabía por experiencia propia lo que aquella familia debía estar pasando; estar privados de su padre debía ser doloroso, más aún cuando estaban acostumbrados a su calor, a su presencia y amor.

Un sonido seco le sacó abruptamente de sus pensamientos, la reja había sido desactivada y esta se abrió automáticamente. Ya era hora de levantarse. Cepilló sus dientes, tomó una toalla, su respectivo cambio de ropa y sus artículos de higiene, listo para darse una buena ducha, observó que John aún no despertaba y al verlo bastante cómodo dormido, decidió dejarlo descansar. Se asomó por el pasillo viéndolo totalmente desierto; aprovechó esto y salió de su celda hacia los baños, John le había indicado dónde se ubicaban en el reciente 'tour'.

En todo el camino − que tampoco era demasiado − se topó con nadie; entró a las desiertas regaderas y la visión que obtuvo fue un tanto... peculiar: había cerca de veinte cubículos bastante pequeños en cada extremo, las mamparas de cada regadera que en algún tiempo fueron blancas, se tornaron cafés. El azulejo del piso estaba en iguales o peores condiciones, e internamente, Louis agradeció a su madre el haberle mandado un par de sandalias para baño.

Entró a una de las últimas regaderas y se despojó de cada prenda dejándola en estratégicos lugares para que no se mojara; giró del único grifo existente y un potente chorro helado le recibió en plena cara; lo cerró al momento, y rodó la perilla con delicadeza, dejando caer el agua al gusto. La ducha concluyó después de algunos minutos, y Louis se cambió rápidamente.

Sin ningún tipo de inconveniente entró a su celda justo cuando un potente timbre le hizo sobresaltarse, ésta alarma duró cerca de un minuto y fue suficiente para que Louis comenzara a escuchar el revuelo de los reos. John abrió los ojos lentamente para toparse con la silueta del castaño sonriéndole mientras se secaba el cabello con una blanca toalla.

−¡¿Qué haces?! – Casi gritó incorporándose con una rapidez impresionante para su edad.

Louis lo miró confundido.

−¿Me seco el cabello? – John resopló negando con la cabeza.

−¡Tienes suerte que éstos prisioneros sean unos holgazanes! En las regaderas es donde violan a muchachos como tú – Louis abrió sus ojos zafiros al máximo, tragando saliva con angustia.

−Pero... yo no les he hecho nada... ¿Por qué habrían de agredirme? – John volteó los ojos.

−Ellos no ocupan pretextos, simplemente toman lo que quieren, la próxima vez despiértame e iremos juntos, así será menos peligroso – Louis asintió aún con el temor visible en su rostro.   

Ambos se encaminaron al comedor, todo bajo las atentas miradas de los reos; éstos les observaban por escasos segundos y después, seguían con sus labores. Ni una sola palabra obscena se escuchó y tampoco ningún gesto malicioso observó. Mientras Louis, confundido y apenado pensaba que aquél hostil recibimiento había sido esporádico, John sabía que sólo una persona estaba involucrada; era Zayn Malik el único que podía contener a la manada de presidiarios con tan sólo una mirada. Y es que, no era la primera vez que ocurría; cuando Zayn ponía sus ojos miel sobre un reo, siempre le gustaba ser el primero, ahuyentaba a la competencia a base de amenazas, y sus órdenes eran acatadas por miedo, respeto o admiración.

−Vaya, el día no parece tan malo.

−¿No te parece extraño? – Preguntó seriamente, el joven asintió.

−Pues sí, pero supongo que es normal, después de todo era mi primer día, es como en las escuelas con los alumnos primerizos y las famosas 'bienvenidas' – John entornó los ojos, y meneó la cabeza. 

−Pero no estamos en una escuela. Te contaré que esto ya ha pasado en varias ocasiones – El castaño lo miró ceñudo − ¿Recuerdas al hombre del que me preguntaste en las gradas? –Louis asintió – Pues es el responsable – Finiquitó molesto, Louis alzó las cejas  y levantó los hombros, aún sin entender.

−Aquí, como ya te habrás dado cuenta, no hay mujeres, por ello la mayoría de los reos utilizan a muchachos bien parecidos para saciar sus instintos sexuales, como aquél, por ejemplo − John señaló con su dedo índice a un reo joven: de piel morena y cabello ébano, sus ojos; oscuros también, se veían opacos, y sus movimientos, eran dignos de un autómata – ¡Al pobre lo han utilizado tantas veces que hasta los mismos reos se cansaron! – Lamentó John, girando el rostro hacia los orbes azules – Hay que ser ciegos para no darse cuenta que eres tan bello como especial, a ellos les encantaría tenerte como su nuevo juguete, sin embargo, por el momento nadie se te acercará.

−Sigo sin entender, ¿cómo es que lo sabe y qué tiene que ver Malik? – Susurró desconfiado.

−No es la primera vez que sucede, Malik le pega el ojo a alguien y lo quiere para él; siempre quiere ser el primero, después poco le importa y les deja el camino libre a las demás alimañas – Informó mientras tomaban asiento en el mismo comedor que la noche pasada, Louis se aterró.

−¿Es por eso que nadie se me acerca ni me dice nada? Porque Malik les... ¿amenazó? – John asintió – Él quiere... − Su cara ardió − ... 'eso' y después botarme, ¿es así? – Preguntó totalmente desilusionado.

−Sí, es por ello que te advertí, pero no te preocupes, él no te hará nada, estarás bien – Le sonrió cálidamente, pero Louis no se pudo reconfortar.

A mitad del desayuno un hombre con unas largas rastas en el cabello entró con un  radio sobre su hombro, cantando al son de la música rapera que salía del aparato, el hombre le sonrió a John y se dirigió hasta él, colocando el radio sobre la mesa.

−Buenos días mi hermano – John le sonrió saludándole de igual forma – Ya conoces la regla: nuevos convictos, nuevos clientes – Le guiñó un ojo y se sentó al lado de Louis, sonriéndole amigablemente, volteó a los lados y al asegurarse que no hubiese ningún guardia sacó un pequeño paquete de plástico con hierba dentro.

−Es de la mejor, veinte euros y es toda tuya, ¿qué dices castaño? – Louis miró a John preocupado, pero éste hizo un gesto desinteresado.

−Vete a vender a otro lado Bob, aún no estamos tan desesperados – Intervino John.

−Veinte euros – Animó.

−No... gracias – Bob se rascó la cabeza, pensativo.

−Está bien, dieciocho...− Negoció.

−Te faltan tres meses para salir, no te arriesgues – El aludido se guardó la pequeña bolsa y bajó el volumen de la radio.

−¡Y una mierda! Mi mujer y mi hijo me esperan en Anklam  ¿quién se supone que me costeará el viaje hasta allá?... tres años encerrado aquí sólo por hallarme con algunos gramos de coca... éstos son unos cabrones, no te dan trabajo ¿y qué te queda por hacer? ¡¿Morirte de hambre?! ¡Y más con una familia que mantener! – Tomó aire −  ¡Pero yo le dije a Alisa... corazón, no está bien tener sexo sin condón! ¡Ah, pero estábamos muy calientes, ella me dijo que no me viniera dentro y con eso bastaba! ¡pura basura! Al mes me lo dijo: estaba embarazada, me la robé, y ésa mierda de vivir felices para siempre no existe – John asintió; sabía su historia de memoria, ésta era la cuarta vez que la contaba, en cambio, Louis le miraba impresionado – Por eso, amigo – Se dirigió al castaño, palmeándole el hombro – Cuando tu chica te pida hacerlo, no lo hagas sin condón – Aconsejó – Entonces... ¿trece euros? – Y se palpó donde guardaba la hierba, los otros se resistieron las ganas de carcajearse y volvieron a negar.

−Ni regalada – Opinó el menor. Bob, al ver que no lo convencería, se venció.

−¿Cigarros?... puro tabaco, un euro el cigarro – Ofreció ante la enésima negativa del par  – Bien, me rindo, iré con mis clientes, deben estar ansiosos – Se despidió dirigiéndose con su radio fuera de los comedores.

−Es agradable – Opinó Louis olvidando momentáneamente su desilusión.

−Es un buen chico que tomó malas decisiones.

−No tengo ni idea como logran meter la droga en las narices de la policía.

−Te sorprendería conocer sus mañas – Concluyó John en un suspiro.

(...)

Se desprendió de su ropa, dejando a la vista de su amigo su firme cuerpo;  la bronceada piel era perfecta, al igual que el resto de su fisonomía: de piernas fuertes y musculosas, torso atlético, amplios hombros y brazos poderosos; ídem cierta parte que colgaba entre sus piernas. Solo una enorme cicatriz delineando un costado de su estómago podría arruinar el panorama, aunque la mayoría de las mujeres con las que había intimado solían decir que les parecía más enigmático, aunado a una pequeña marca en su hombro, a causa de una herida de bala.

Zayn abrió el grifo de la regadera, dejando caer el agua sobre su cuerpo. 

−¿Lo has hecho? – Preguntó a su amigo, Kim.

−Sí, todos están advertidos, sin embargo Geert se ha puesto rejego, dijo que estaba harto de tu juego.

−Ése alemán hijo de perra, no me tiene tan contento; le rebanaré el cuello a la próxima protesta.

−Le conoces, jamás estuvo de acuerdo con el hecho que un extranjero dominara 'su prisión' – Recordó burlón.

−Oh cierto, olvidaba su complejo de Hitler.

−El cabrón nunca se había quejado, tal vez éste muchacho si logró alborotarle la pija – Se vieron de reojo y Zayn sonrió ligeramente.

−¿Y a quién no?

−Le he preguntado a Tim su sentencia, y por lo buenos amigos que somos, me lo ha dicho – El moreno dejó de tallarse la espalda para observarle con interés – Estará por buen rato, treinta años...− La incredulidad se pasmó en las facciones del Malik.

−¿Qué ha hecho el mocoso para ganarse tanto tiempo? – Preguntó de inmediato.

−Homicidio calificado, le dio un plomazo a su mejor amigo... ¿quién pensaría que ése bombón fuera tan desalmado? − Finalizó fingiendo dramatismo. Zayn bufó.

−Lo he visto a un palmo de distancia, no mataría ni a una mosca – Kim chasqueó la lengua, y prefirió cambiar el tema de conversación.

−¿No me preguntas como va tu encomienda? – El rostro del moreno se ensombreció en un segundo; torció la boca balbuceando algo que sólo su compañero pudo descifrar.

El japonés miró a su alrededor perspicazmente y endureció sus facciones, tornó su mirada en una peligrosa y se acercó a la mugrienta mampara.

−La primera parte está hecha, con mucha paciencia obtendrás tu anhelada venganza.

−Bien sabes que es para lo único que vivo – Musitó Zayn saliendo de la ducha.

(...)

Un guardia de seguridad desconocido para Louis se aproximó hasta ellos y sin cortesía que alardear estampó un cartel en la mesa donde todavía se encontraban desayunando.

−Negro – Llamó con desprecio − Pega esto en el pasillo 3A – Ordenó ante la mirada anonadada del castaño.

A Louis, siéndole imposible contemplar semejante odio, cometió lo que después sabría, era un error.

−¿Y porque no lo hace usted?... ¿No es acaso su trabajo? – John le dio una patada por debajo de la mesa, aunque fuera demasiado tarde. El policía sonrió de medio lado, fijando su mirada en él.

−¿Quién ha hablado? – Frunció el ceño como si apenas se percatara de su presencia – ¡Ah! – Exclamó – ¡Si es la lindura de la prisión! Y... la nueva puta – Louis no cupo de la impresión; él comprendía que ésa actitud fuese tomada por los prisioneros, ¡pero no por la misma seguridad!

−¡Esto es increíble! ¿Saben sus superiores de la irrespetuosa actitud que toma frente a los prisioneros?... − El policía le interrumpió.

−¿Superiores? ¿Cuáles superiores?... aquí yo soy el único jefe – Le informó con mofa, golpeando sus nudillos sobre el cartel – Éste es el informe del aseo; cada día se rotan las celdas para limpiar ciertos lugares, a cada reo le toca una vez por semana, pero debido a tu mal comportamiento, esta semana serás nuestra hermosa cenicienta – Y cínicamente se carcajeó. Louis supo entonces que su pesadilla apenas había comenzado.

Le haló de su camisa y lo llevó a cuestas. John suspiró cansino arrepintiéndose el no haberle advertido del demente policía, que además era el jefe de guardias de la prisión. No todos, lamentablemente, eran como Marien, qué más que guardia era la encargada de las oficinas administrativas y raramente se paseaba por allí. John se puso de pie, listo para obedecer la orden impuesta por el policía, tomó el cartel y salió de los comedores. Después podría buscar a Louis y ayudarle con su trabajo, pues en aquél problema, él también estaba implicado.  

Continue Reading

You'll Also Like

95K 9K 74
Alec solo deseaba quedarse en casa mirando una película o leyendo un libro. Pero el destino tenia planes diferentes para él. Enamorarte de un hombre...
229K 16.9K 27
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...
CRUEL By Pame🦕

Fanfiction

36.7K 3.9K 50
Hay un chico, hermoso, popular, falso, y mi obsesión. Mi culpa. Probablemente mi condenación. ¿Eso me detuvo? ¿Me importa? No y no. Hay una línea ent...
88.9K 2.3K 13
Dicen que cuando eres diferente, eres raro. Cuando tienes gustos diferentes también dicen lo mismo.. Pero, ¿qué pasaría si mis gustos son un poco ext...