Transalterna

By Hitto_

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Maya y Sophie son la misma persona viviendo dos vidas diferentes. ¿Ambas vidas son reales?¿una es un sueño? E... More

Intro
Scielo1
Almarzanera
El chico nuevo
Un tatuaje gratis
Respuestas por parte de un odioso
Mirar alrededor
El fantasma del depósito
Tarde de playa
El ritual de cumpleaños
La fiesta de Maya
Gente indeseable
Guerra en la familia
Secretos íntimos
No salgas del círculo
Estar como en un sueño
En la fila del desempleo
Un día espectacular
La peor espía
El chico más peligroso del pueblo
La primera misión
Lazos fraternos
Revelaciones en la montaña
Descubriendo una verdad
El misterio del culto
La cacería
Acechando en la oscuridad
Marcus
La primera cita de Ian
La verdad sobre Marcus
Confesiones entre hermanas
El misterio de Anelise
El espacio interdimensiones
Noche en el Spice club
El nuevo Ian
Consiguiendo justicia
La mansión del círculo
El certificado de pureza
Niña buena
La verdad sobre Dylan
Rescatando a Ian
Saltar de un risco
El secreto de Grecia
El nuevo Aaron
Un giro del destino
Las jóvenes del Círculo
Mis dos padres
Familia
Cómo ocultar un crimen
Thaly
La dimensión T50
Dos años de cambios
La estrella Polar
La partida inconclusa
Alguien en quién confiar
La luna roja
Shifting
Epílogo
Transalterna 2
Guía de entes
Guía de personajes

El proyecto Transalterna

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By Hitto_

Ojalá les guste 

Detrás de la puerta el pasillo continuaba y nos dio encuentro una mujer muy bien vestida con traje de ejecutiva y el cabello rubio sujeto en un moño muy apretado.

—Solange, ella es Sophie. —Me presentaron. La mujer me miró un momento y luego se dirigió a Ian.

—Es una niña, me dijiste que tenía dieciocho.

—¡Tengo dieciocho! —protesté.

La mujer resopló y cruzó los brazos, dando a entender que no nos creía.

—Cumplió dieciocho el domingo, te lo juro. —Ian intentaba hablar, serio, mas yo notaba sus ganas de reír.

Solange volvió a resoplar y dio media vuelta. La seguimos. Por fin acabó el pasillo y el lugar era inmenso. No sabía qué tipo de instalaciones eran. Había algunas personas con bata de laboratorio y diferentes puertas de vidrio. La mujer nos dirigió a una de esas, se trataba de una hermosa y amplia oficina, muy iluminada por los grandes ventanales que iban de suelo a techo. No pude evitarlo y corrí hacia uno de ellos. Como sospechaba, abajo, muy lejos se veía el agua azul del mar.

—Niña, aquí. —La mujer me llamó chasqueando los dedos.

Me paré frente a su escritorio y me estiró una tablet.

— Ve llenado esto y que George le saque las muestras de sangre. —Le indicó a Ian y yo salté al escuchar la palabra "sangre".

—¿Qué muestras?

—Solo las necesarias. —Me sacó de la oficina.

—Ian, ¡¿me explicas que es este lugar y a qué rayos quieres que me dedique?!

—Ya te lo dije, es la torre cinco de las oficinas centrales de "3IE", pero este es un proyecto especial. De gente como nosotros. —Me empujó hacia otra puerta y entramos en lo que parecía los camerinos de un gimnasio. Un grupo de jóvenes no mucho mayores que nosotros estaba ahí, incluido uno más joven que reconocí de inmediato.

—¿Liam? —lo llamé.

—Aquí soy Daniel. —Me respondió sin dejar de mirar su teléfono. Recién en ese momento consideré qué Liam era portal como Ian y yo.

—Ella es Sophie. —Ian me presentó con los otros—. Ella es Emily—me señaló a una chica que se ponía un vendaje en la mano, como de veinte años, alta y atractiva, de cabello castaño claro y ojos marrones, quien apenas levantó la vista y me hizo un gesto de saludo con la mano. —Él es Sam. —Un chico de piel negra y ojos claros que ordenaba un casillero de metal fue un poco más amable con su gesto de saludo—. Y ella es Diana. —La chica tenía el cabello trenzado, y al igual que el otro chico, era de tez negra y ojos claros, en seguida noté que estaba embarazada.

—Hola, Sophie—fue la única que me estiró la mano.

—A Daniel ya lo conoces, o algo así. Son algunos de mis hermanos.

—¿Cuántos hermanos tienes? —le pregunté intrigada.

—En total somos veintiuno, sin contar con los del calendario—acotó Daniel.

No sabía qué hacer primero, atragantarme con mi propia saliva por la cantidad de hermanos que tenían, o preguntar quiénes eran los del calendario.

—¿Los del calendario? —elegí lo segundo para no ser indiscreta al preguntar cómo rayos eran tantos.

—Así le llama Daniel a los hijos que mi padre tiene con su esposa Marie. Los herederos de 3IE—me explicó Ian, y eso me dejaba con más dudas.

—Y el resto imagino que no tienen la misma madre —pregunté con cierta timidez.

—Tenemos el mismo padre biológico, pero no tenemos madre —me respondió Diana.

—¿Eso es posible?

—A nuestro padre le gusta investigar sobre las dimensiones. —Ian me hizo una seña para que me sentara a su lado—. Él es portal como nosotros, pero se ha dedicado a la innovación tecnológica y a la investigación de los multiversos. Eso es el proyecto Transalterna. Como necesitaba sujetos de experimento, se encargó de tener los propios. Consiguió donantes de óvulos con el mismo ADN en ambas dimensiones y nos tuvo con madres subrogadas. Realizó la fecundación in-vitro al mismo tiempo en ambas dimensiones y nos hizo nacer en el mismo punto geográfico a la misma hora del mismo día cuando el velo era más ligero. Cumplió todas las condiciones para que seamos portales. Daniel fue el último, ya que mi padre cortó su conexión con el universo T52 al morir.

—Es como el científico loco de las caricaturas —interrumpió Daniel, y se ganó una mirada de reproche por parte de Emily y Diana. Sam solo se rio.

No supe qué decir o cómo reaccionar. Básicamente ese sujeto tenía una fábrica de portales para experimentar. ¿Yo iba a ser su nuevo conejillo de indias?

—A las mentes más brillantes las han llamado locas a lo largo de la historia. —Me di la vuelta al escuchar la voz de un hombre. Ya lo había visto muchas veces en televisión e internet. Anthony Key era una celebridad. Y Daniel tenía razón, tenía la fama de ser un millonario excéntrico amante de la tecnología, que invertía sin pena millones en investigaciones y proyectos de lo más extravagantes.

—Ya lo sé... —Daniel le respondió con sarcasmo.

—¿Por qué cada vez que te veo parece que estas más tatuado? —El hombre se dirigió a Ian.

—Porque cada vez que me ves tengo un tatuaje nuevo.

—Cuidado te quedes sin espacio. —Miró hacia mí. Permanecí estática junto a Ian, observándolo. Era un hombre como de cincuenta años, vestido con un traje negro, impecable, y era notorio el parecido con Ian. Le estiré la mano para saludarlo. Él la ignoró y puso su mano sobre mi hombro—. ¿Esta es la señorita Jensen? —Ian asintió como respuesta—. Es un placer tenerte con nosotros. Siempre me ha fascinado conocer a otro niño portal. —Me hizo dar media vuelta y caminar a su lado, atravesando el cambiador hacia lo que parecía ser un enorme gimnasio—. Al otro lado apellidas Dumas... tu padre en la dimensión T52 es André Dumas. —Abrí la boca para responderle, pero no me dio tiempo, siguió hablando—. Un excelente médico y gran colega, lástima que no pude conocerlo mucho, porque ya sabes, me morí del otro lado. Eso ocasionó un gran retraso en mis investigaciones, pero ¿cuántas personas conoces que saben con certeza qué se siente morir?

—Nadie, supongo.

—Casi nadie, solo otros portales, y como sabrás, no somos muchos. Aquí entre nosotros. —Nos detuvimos y me di cuenta que estábamos los dos solos en el gimnasio—. Mis niños portal son seres humanos excepcionales. Nacieron con un propósito, pero hice algo de trampa para que existan. En cambio, tú y yo somos una singularidad. Un azar del destino ¿alguno de tus padres es un portal también?

—No, bueno, no los tres que conozco, mi madre de aquí murió cuando yo nací, así que no puedo asegurarlo.

—Eso es una pena. Supongo que Ian ya te explicó lo que hacemos aquí.

—En realidad, no.

—Ian... siempre anda en otra. El proyecto Transalterna es proyecto de mi vida. Empezó hace treinta años. Estuve determinado a saber todo acerca de los diferentes universos y los viajes entre ellos. Otros portales lo atribuyen a la magia o a lo paranormal. A lo largo de la historia se ha atribuido lo inexplicable a lo divino. Yo no. Yo siempre pensé que había respuestas tangibles y reales a lo que ocurre y que podemos usar ese conocimiento en nuestro beneficio. Por eso estudié diferentes ciencias: Astrofísica, ingeniería, medicina... Una ventaja que tenemos es que podemos traspasar conocimiento e información de una dimensión a otra y que vivimos más tiempo. Físicamente tienes dieciocho, pero has vivido en realidad treinta y seis años. Una muchacha que recién empieza su edad adulta con el conocimiento acumulado que nadie de esa edad puede presumir.

El señor Key me decía eso como un cumplido, mas me hizo sentir estúpida. Tenía razón, en cierta forma había vivido treinta y seis años, pero en definitiva no me sentía con la madurez, la experiencia o el conocimiento de alguien de esa edad. Había desperdiciado mis dos vidas siendo una adolescente común.

—La investigación de los multiversos es lo más grande que está pasando en la historia. Solo piensa cómo esto puede cambiar la percepción que la humanidad tiene respecto a la realidad. Si logramos los viajes interdimensionales, más allá del universo T52 imagina lo que hallaríamos. Cura para enfermedades que no hemos descubierto aún, exploración espacial, nuevas formas de energía, incluso viajes en el tiempo. Ian me dijo que tú quieres hacer historia con nosotros.

—Sí, claro... —mentí, Ian no me había dicho nada. Tampoco quería hacerlo quedar mal con su padre.

—¡Perfecto! Todo lo que necesites saber, Solange o Ian te lo explicarán. Y una cosita más. —Bajó el tono de voz. Ya habíamos dado toda una vuelta al gimnasio y regresábamos al cambiador—. Mis hijos más jóvenes estuvieron estos últimos años en Londres, cumpliendo algunas misiones y explotando su potencial. Aaron me pidió regresar a Almarzanera. Le di mi autorización porque ya es un adulto, sin embargo, ahora él y Liam están sin supervisión. Supongo que puedo confiar en ti para que seas mi pequeña espía. Mantenme al tanto de lo que esos dos están haciendo.

—Solo van al colegio —respondí insegura.

—Pues eso es lo que deben hacer. —Me dio un golpe amistoso en el hombro y continuó su camino—. Un placer Sophie, gracias por cambiar la historia con nosotros. —Se adelantó a la salida. Solange lo esperaba y se retiraron mientras hablaban.

—Tu padre parece agradable —expresé cuando Ian vino hacia mí.

—Es... algo excéntrico, luego te acostumbras. Vamos al laboratorio a sacarte las muestras.

—Espera Ian. —Me deshice de su brazo que había puesto encima de mis hombros—. Me traes aquí sin decirme nada, me presentas a tu padre quien al parecer cree que acepté hacer lo que sea que me vayan a hacer aquí y no tengo idea de que es eso que me van a hacer.

—Van a experimentar contigo. Te inyectarán diferentes substancias debajo de la piel, te haremos una lobotomía para explorar tu cerebro, y concebiremos un hijo para seguir experimentando con él. —Quiso hacerse al gracioso, lo miré demostrándole que la comedia no era lo suyo—. Lo que hacemos sobre todo es recolectar información. Monitoreos del sueño para investigar el momento en que cambiamos de dimensión. —Volvió a rodearme con su brazo y caminamos fuera del camerino. Sus hermanos tomaron nuestro lugar entrando al gimnasio—. También nos hacemos cargo de algunos desastres. Tu sabes cuales. Lo del hijo también es cierto. Por eso Diana está embarazada.

Ahí sentí que la sangre me bajó hasta los pies. Debí ponerme pálida de pronto, porque Ian se asustó por un momento.

—¡Es broma! —Me tranquilizó dándome una sacudida para que reaccionara—. Pero si quieres no es broma —Añadió y esta vez con la sangre regresando a su circulación normal, lo golpeé con el dorso de mi mano—. Te hablo de cazar entidades interdimensionales y te da más pánico procrear conmigo. Eres rara.

—A las entidades puedo aprender a manejarlas, en cambio tu o un mini tú, me acabarían matando de un ataque de nervios.

—Créeme que lo último que haremos será alterar tus nervios. Aquí aprenderás a controlarte, para que no te la pases limpiando tus propios desastres. Y te juro que no harán nada que te lastime, o atente contra tu seguridad. Somos conejillos de indias con trato VIP.

Me dejó frente a la puerta del laboratorio. Ahí un hombre regordete con bata me hizo pasar y sentarme en una silla. Yo seguía sosteniendo la tablet que me había dado Solange. Nunca le había tenido miedo a las jeringas, así que estiré mi brazo con confianza. Me sacaron un tubo completo y cuando quise levantarme, el hombre me mostró otros cinco tubos vacíos mas esperando ser llenados con mi sangre. Me resigné. Ya estaba ahí. Era el mejor lugar para recibir respuestas sobre mi misma y si me pagaban estaba mucho mejor.

Salí del laboratorio un poco mareada, me senté en el sillón que había frente a la puerta y por fin revisé los formularios que debía llenar. Eran un montón. Debía poner todos mis datos, de ambas vidas. Odiaba el papeleo, solo esperaba que fuesen los únicos papeles que me hiciesen llenar.

Los de Maya los completé sin problema. Debía poner desde lo más básico sobre mi vida, hasta los nombres y enfermedades de mis abuelos. Con el lado de Sophie tuve problemas, ya que no sabía nada. Toda mi vida, mi única familia había sido papá. No conocí a sus padres, no sabía si tenía hermanos, y ni hablar de mi madre; fuera de que se llamaba Natalia y murió a los dieciocho años al darme a luz, no sabía ni su apellido. Tuve que dejar casi todo ese formulario vacío.

Me perdí cuando quise buscar la oficina de Solange. Por suerte una mujer que trabajaba ahí me orientó. Le toqué la puerta tímidamente y me dio permiso de pasar.

Se la vía muy concentrada en su computadora. Según instrucciones del señor Key, ella podía resolver mis dudas, pero me intimidaba demasiado.

—Ya llené los formularios —le extendí la tablet. Me ignoró un segundo mientras terminaba de escribir algo y luego revisó lo que le di.

—No llenaste el formulario del universo T51 —molesta me extendió el aparato de nuevo.

—Es que no sé qué poner. La verdad no conozco a nadie de mi familia más que a mi padre.

—¿Cómo puedes no saber nada?

Encogí los hombros. No tenía una explicación. Papá me charlaba de todo, menos de eso.

—¿Tu papá puede hablar? —me preguntó con sarcasmo. Yo asentí con la cabeza—. Bien, entonces pregúntale y tráeme esto mañana. —Continuó como si hablara con una niña pequeña. No la culpaba, me sentía muy estúpida. Recibí la tablet y me quedé ahí, agarrando valor para preguntarle qué debía hacer. Si tenía horarios de trabajo, me iban a dar una credencial, y sobre todo, cuánto me iban a pagar—. ¿Qué te pasa? Vete, regresa cuando hallas llenado el formulario.

—Sí, iré a casa y lo llenaré, pero tenía otras dudas... Ian me trajo aquí diciéndome que era un empleo, así que quisiera revisar mi contrato y mis condiciones laborales. —Fracasé tratando de sonar como una mujer de treinta y seis años hablando de cosas adultas y soné tan insegura como cuando debía pedir una pizza.

—¿Contrato? ¿Cómo usarías un contrato? ¿Si un deamon te arranca un brazo vas a demandarnos? ¿O si no abres portales para que podamos investigar crees que te vamos a demandar nosotros? Esto no es un empleo niño. Estamos al margen de lo legal, se supone que este lugar y este proyecto no existen.

—Pero si me van a pagar ¿no?

Solange se quitó las gafas y si el escritorio no hubiera estado en medio de nosotras, seguro habría saltado a ahorcarme.

—Niña, ¿me ves cara de recursos humanos? ¿De contadora? no ¿verdad? Tampoco soy tu niñera, suficiente tengo con los mocosos del señor Key. Habla de eso con Stuart, para que te de algo para tus gastos. Piso cuarenta, final del pasillo de la derecha, cuarta oficina. —Volvió a ponerse las gafas y me hizo un gesto con la mano para que me fuera.

Permanecí sola frente a su oficina, rogando que sí me fueran a pagar.

***************

Solo espero que nadie me viera dando vueltas por todo el lugar buscando de nuevo el ascensor. Lo hallé apenas. Bajé al piso cuarenta y ahí me di cuenta que no recordaba las instrucciones de Solange. Me había dicho algo sobre un pasillo, una oficina y un tipo que se llamaba algo con S....

El lugar lucía como las oficinas de cualquier empresa. Pasillos, paredes blancas y cubículos. Hubiera preguntado a alguien donde ir, si tan solo recordara el nombre del sujeto al que debía buscar.

Primer día de mi trabajo no solicitado y ya hacía el ridículo.

Tomé la derecha, estaba casi segura que Solange había dicho derecha en algún momento.

Tuve mi tercer micro infarto del día cuando Ian se materializó a mi lado. Empezaba a odiar que hiciera eso.

—Deja de asustarme así. —Le reclamé.

—Solange me dijo que te mandó con Stuart.

Stuart... claro, como el pinche ratón. Asentí, no quería que notara que estaba perdida, pero leyó mi mente.

—Ya te perdiste —sonrió. Estaba disfrutando de hacerme sufrir.

—¡No! Tal vez... un poco. —Volvió a reírse de mí. Me agarró de la parte de atrás de mi cuello para guiarme—. Solange ya me dijo que esto no es en realidad un empleo y no tengo un salario.

—Eso depende de tu definición de empleo. Seguro van a darte para tus gastos.

—¡¿Y eso qué se supone que significa?! —me alteré—. Tal vez para ti el dinero no significa nada, pero para mí sí. En serio lo necesito y no puedo estar perdiendo mi tiempo aquí si no voy a recibir nada a cambio.

—Relájate—. Habla con Stuart y si no te agrada puedo conseguirte tu asqueroso empleo de regreso. ¿Está bien? No estas obligada a nada.

De nuevo entramos a otra oficina, esta vez una pequeña. Un hombre buscaba algo en una pila de papales, su escritorio era un caos, se notaba que testaba muy atareado.

—Tú debes ser Sophie Jensen —afirmó cuando llegué a sentarme.

—Sí, Solange me dijo...

—Sí, sí, solo toma. —Me extendió un teléfono mucho más moderno del que tenía. Reconocí la nueva línea de celulares que 3IE sacaría al mercado a medio año.

—¿Y esto?

—Tu teléfono corporativo. Debe estar encendido las veinticuatro horas, si te lo roban o lo pierdes debes avisarme de inmediato. —De una impresora que tenía detrás sacó una identificación de plástico ya con mi foto—. Tu credencial para pasar por el distrito cuatro. —Abrió un cajón de su escritorio y me pasó otra tarjeta plástica con un código QR—. Este es tu pase del ascensor al piso ciento diecisiete. Tampoco lo pierdas.

Guardé ambas cosas en mi billetera, esperé a que me dijera algo más.

—Eso es todo. —El hombre regreso a su trabajo.

—No, espere, qué hay del dinero. —Ya me estaba hartando.

—Ah sí. —El tipo me estiró la mano pidiéndome que le devolviera el teléfono corporativo, ingresó a una app y me lo devolvió—. Esta es tu cuenta, solo puedes usarla con este teléfono, por eso es importante que me avises si le pasa algo.

Revisé el aparato y juré que estaba imaginando ceros de más al ver un saldo de doscientos mil créditos.

—Espere... ¿doscientos mil? ¿Esto es el pago por todo lo que voy a hacer? ¿o es anual? —Estaba confundida, jamás había visto tanto dinero en una pantalla a menos que fuera para pagar una deuda.

—Te recargaremos la cuenta cada semana.

—¡¿A la semana?! ¡¿Me van a dar doscientos mil a la semana?! —pasé la mirada de Stuart a Ian. Esperando que confesaran dónde estaba la trampa.

—Sí, pero si necesitas más, tendrás que llenar un formulario para una recarga anticipada. —Stuart hablaba sin mirarme.

—¿Cómo voy a necesitar más? ¡¿quién gasta más de doscientos mil a la semana?!—exclamé.

—Pues nosotros los mortales no, pero pregúntale a los raritos del piso ciento diecisiete. —Miró de forma acusadora a Ian por un momento y giró su silla para seguir trabajando.

Me levanté apenas del asiento. No podía dejar de mirar el teléfono.

—Ian, ¿es en serio? ¿Cada semana me van a dar esto? ¿Puedo gastarlo en lo que quiera o debo rendir cuentas?

—Sophie, es lo que la compañía hace cada segundo, a nadie le importa en qué lo gastes, no es que vayan a revisar tu lista del supermercado. Úsalo, ahórralo, es tuyo. Literalmente harás un trabajo que casi nadie más puede hacer. Pero si no te sientes comida, ya te dije, puedo devolverte al servicio técnico.

—¿Estás loco? No pienso volver ahí nunca. Por doscientos mil a la semana pueden inyectarme, lobotomizarme y puedo darte siete hijos si quieres.

—Es bueno saberlo. —Ian lo consideró.

Yo estaba que no me lo creía. Un día atrás, vaciaba todos mis ahorros, vendía lo más querido y valioso que tenía y hasta había considerado prostituirme por ciento cincuenta mil créditos, y ahora podía gásteme eso en menos de una semana en lo que quisiera.

Esa sensación que tenía era lo más cercano a ganarme la lotería.

+--+--

Espero que no haya resultado muy pesado, pero ya saben de que trata todo el tema. Claro que quien sabe si Sophie de verdad se ganó la lotería... todo es demasiado bueno para ser verdad?

El siguiente capi resolverá mas dudas y dejará otras dudas :D

Quieren otro capi hot? o ya le paro con eso?

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