La Corona Del Príncipe (+18)

By Monsax18

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|||Terminada (sin editar)||| Hagamos una suma extraña. Un Amo con el título de príncipe + Una sumisa no tan s... More

¡Atención!
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Epílogo

VIII

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By Monsax18

Les haré maratón pronto de está historia, esperemos que sea antes del fin de semana o el sábado jaja... Dependiendo de lo rápido que escriba, y no me critiquen por el sentido de la Historia que hago lo que puedo para que me quedé bien, y como me gusta empieza con sado y se desvía jajaja 😂

Nos vemos en la siguiente y veré sí les confirmó el maratón para estáe semana.

Feliz lectura…

Fue una mala idea renunciarle a mi padre, pero la familia real me rogó que volviera para atender a un pequeño de siete años que se encariño demasiado rápido de mí y que el irme lo puso muy triste.

Y ahora. Aquí estoy.

En el palacio. No siendo institutriz, porque esa mierda no me va, pero estoy a cargo del pequeño Logan. Hace un mes que regresé a trabajar y ganar un poquito más que las demás personas, aunque esa fue mi condición para volver, y que cuando Logan se aburriera de mí me dejarían ir sin problema y además me darían una carta de recomendación.

Me siento en la banca mientras Logan monta uno de los tantos caballos con los que cuenta el establo. Todos son muy bonitos, pero hay un par de animales que no sacan porque pertenecen a Samuel y el otro a Bastián. Un príncipe que me dejó de hablar porque le cancelé el contrato, y el que peor me trata de la familia real.

Cuando sus padres no lo ven me dice criada o mascota. Una vez le contesté… no me fue bien. Logan intento defenderme ante sus padres, pero fue inútil. Me descontaron un cuadro de casi sien veces mi salario y Bastián ganó esa ronda. Ya no me conviene molestarlo.

—¡Tranquilo, Azul!—le sonrío a Logan que detiene el animal color avellana frente a mí—¿Sabes montar, Nat?

—Mas o menos—palmea el costado de su animal cuando vemos a la nueva pareja de Bastián subirse al caballo dorado que tienen aquí.

Es Atenea. Cuando regreso del cuarto de Logan ella entra y en la mañana ella sale. Ya me hice la idea de hace en esa habitación en la noche y no gracias.

—Azul es el más dócil, te puedo enseñar.

Una sonrisa aparece en mis labios.

—Me gustaría, pero no creo que sea correcto que un príncipe enseñé a una plebeya a montar.

—Tonterías—dice como su madre—. Veamos si pueden alistarme a Mantequilla y te enseño con Azul.

—Tal vez otro día—estoy segura de que montar no se me daría.

Se encoje de hombros antes de jalar la rienda de Azul e ir a dar una vuelta por el sendero que la reina mando crear para este tipo de recorridos porque según comentarios de los empleados este lugar tenía un típico corral y era donde se daba la vuelta, la reina se enfado de dar vueltas cuando montaba y ahora, así quedó.

Me quedó en la banca mientras veo en mi teléfono que mi autora favorita de Wattpad cambió el título del libro y que aparte la portada, ya me había gustado la que veía cada que abría la aplicación.

—¿Qué no las criadas están adentro?

Levanto la cabeza para ver a Bastián que no muestra ni una sonrisa burlona en ese rostro que quiero golpear desde hace unas semanas.

—No le sirvo a usted, príncipe Bastián.

—Pero sí a mí familia.

Estoy por responderle cuando un animal se pone en medio de los dos, ni siquiera se má había acercado lo suficiente como para que llamáramos la atención de una discusión. O algo así.

—¿Qué mierda…?—levanto la cabeza para toparme con el único rubio de la familia real—¿Cuándo diablos llegaste?

—Hace un rato—contesta tranquilo—. Salí a montar y te vi hablando con la señorita.

—¿Hablando?—se burla—¿Cuándo me has visto compartir más de dos palabras con una de las criadas de mi madre?

Eso duele.

—Cuando quieres licor o que te sirvan algo—le responde el grande.

No veo el gesto de Bastián, pero seguramente es burlesco. Después de un intercambio breve de palabras entre los hermanos, Bastián se retira diciendo que no ha terminado conmigo.

Pero yo con él sí.

Punto para mí. Uno a uno está el marcador. Aunque esto no es una competencia y debería hacerme la idea.

—Una disculpa, por interrumpir su conversación.

Los ojos del mayor pasan a mí y quiero morir. Sabía que era guapo, pero no tanto. Parece un arcángel montando un caballo, sólo le faltan las alas. Tiene el cabello rubio cortado en un corte que lo hace ver como un chico totalmente normal, creo que se puede sujetar entre los dedos. Tiene unos bonitos ojos grises, piel blanca como la de la reina y una nariz recta que lo hace ver sexy. Madre mía.

—No estábamos hablando. El príncipe no habla…—pienso lo que diré por la expresión de Samuel— regaña.

Me sonríe antes de hacerme una seña de que lo siga, pero me reuso porque tengo que esperar a su hermano menor. Asiente comprensivo y se va con ese bonito caballo negro. Un bello ángel oscuro.

Espero una hora más hasta que mi polizón favorito aparece justo a tiempo para que lo lleve a bañarse y de ahí llevarlo a comer con sus hermanos y creo que le encantará saber que su hermano mayor llegó al palacio.

Escojo un atuendo apropiado para el pequeño y después pongo la ropa en su cama, salgo de la habitación para ir a hacer mis labores en el comedor. Me toca hacer lo que hacía antes. Servir el vino o bebida que requieran en la mesa.

Después de unos minutos de estar en el comedor la familia real se reúne a excepción del polizón que dejé bañándose, eso se me hace raro porque siempre llega primero. La reina come ya lo alegre que está por la vuelta de su hijo mayor. Atenea no se ve muy interesada en él, pero sí en Bastián que se mantiene callado sin mirar a nadie en particular.

—Nat, ¿puedes venir?—pregunta desde la puerta y suspiró aliviada.

Pensé que no bajaría.

Me acerco a la puerta y ladea los labios en mueva de que no quiere entrar.

—¿Qué ocurre?—ladea los labios de nuevo a tés de sonreírme despacio.

—¿Te puedes agachar?—me pongo de rodillas para que vea que puede decirme lo que le pasé.

En este punto no me interesa sí nos observan o no, el pequeño se ha vuelto mi responsabilidad en lo que estoy aquí y así seguirá.

—No quiero comer en la mesa—susurra para mí.

—¿Por qué no?

—No sé… bueno, es que nadie habla conmigo—dice cabizbajo—. Parece que no existo.

—A mi pequeña avecilla—parpadea antes de que lo cargue—. Sólo son adultos, hablando de cosas aburridas.

Una sonrisa aparece en su labios, lo llevo a la mesa mientras habló con él sobre que debería olvidarse de los demás y comer un poco antes de que se la acaben los adultos. Lo siento en la silla y empieza a comer mientras una sonrisa adorna esos labios llenos de inocencia aún.

—Natasha—mis ojos van al príncipe menor que traga saliva al ver qué sí volteé.

—¿Sí?

—Gracias por volver.

///

Escucho el ruido de la alarma y no dudo en estirarme para poder irme a bañar. El agua me relaja y despierta al mismo tiempo, salgo para buscar la ropa de hoy. Me pongo el uniforme antes de darle una sonrisa al espejo. Salgo para buscar al polizón que debe estar en su cama, pero no lo encuentro ahí.

La biblioteca.

Le gusta esconderse ahí, cuando no puede dormir. Con pasos lentos me encamino a la biblioteca, no le gusta que lo moleste cuando lee pero necesito que se dé un baño antes de poderlo llevar a desayunar. Al llegar me doy cuenta de qué sí está en la biblioteca pero qué no está solo.

—¿Entonces le dijiste que no?—le pregunta a su hermano mayor.

—Exacto.

—Mamá se va enojar cuando lo sepa—el pequeño ríe al imaginar los gritos de su madre—. Se supone que fuiste a conocerla y resultó que nunca le hablaste.

—Logan, no le digas… es un secreto.

—Está bien.

—Ahora vete a bañar, o le diré a mamá que no prácticaste piano ayer.

—¡Soplón!

—No le he dicho nada.

El niño ríe y se baja del sofá dónde estaba sentado al lado de su hermano, me ve y me da una sonrisa antes de darme los buenos días. Estoy por seguirlo cuando la voz del futuro rey me detiene.

Me pide que me siente junto a él en el sillón y mis recuerdos me llevan a lo que pasó con Bastián. No gracias.

—Lo siento, tengo que asegurarme de que Logan se bañé—miento antes de darle una leve reverencia e intentar irme.

—No me gusta leer solo y Logan vendrá cuando terminé—trago despacio antes de ceder.

Me siento en uno de los sillones y guardo silencio. Juego con mis dedos cómo cada vez que estoy nerviosa, nunca antes había estado a solas con alguien que sólo me usa de simple compañía presencial. Mi cabeza se hace una idea de lo que hablaban antes de que llegara, se supone que Samuel no estaba porque había ido a conocer a una princesa para hacerla su esposa y que Atenea pudiera ser la esposa de Bastián… eso me lo dijo el pequeño que cuido, pero no sabía sí creerle y al parecer sí lo es.

—Por lo general las mujeres que me acompañan suelen hablar mucho—comenta mientras enfoca sus ojos en el libro.

—Intuí que no le gusta ser interrumpido mientras lee.

—¿Te gusta leer, Natasha?—adoro como dijo mi nombre.

—Sí, pero no tengo mucho tiempo para ese pasatiempo—simplifico antes de ver mis dedos.

—¿Te gustaría tener una hora de lectura conjunta?

—Disculpe.

—Me refiero a qué si te gustaría venir aquí—dice señalando con su cabeza el lugar—. A leer una hora diario.

—Tengo cosas que atender, pero le agradezco la invitación.

Me da una leve sonrisa, antes de que Bastián aparezca y nos mire a ambos antes de mirarme directamente a mí.

—¿También buscas un espacio en la cama de Samuel?—pregunta sin un poco de tacto—Lastima, a Samuel no le gustan mis sobras.

—¡¿Cierras la boca Bastián?!—gruño molesta.

Samuel observa a su hermano fuera de está conversación. Es mejor que no la entienda, porque podría tacharme por… y una mierda. Yo le estaba cumpliendo al idiota de Bastián, pero él a mí no, así que sus palabras son basura solamente.

—Nunca he dejado que una zorra me grite—me levanto, esto es suficiente.

Estoy por echarmele encima pero pero su hermano, toma mi cintura para que no le haga nada. La risa del maldito idiota suena en toda la biblioteca sin que nadie se la borre de un puto golpe. No peleó contra Samuel, pero juro que deseo que me suelte de sus brazos y me lancé sobre ese idiota.

—Vete Bastián—gruñe Samuel.

—¿Por qué?

—¡Qué te largues!

Le hace caso y me guiña un ojo antes de irse, me suelta despacio, pero yo me quedo donde estoy, escucho que Samuel da un par de órdenes a quienes están afuera pero no presto atención. Quiero irme. No debí volver a trabajar aquí…

—¿Nata…?

—Debería irme a mi habitación—digo con la voz quebrada.

Doy un par de pasos que me parecen mecánicos, pero así es cómo me siento. Me detiene para él mismo sentarme en el sillón, quiero llorar. En un punto lo hago.

Y entre lágrimas amargas le cuento a Samuel porque Bastián me llamo sobra como si no valiera nada. Cuando él dijo que nada me hacía diferente a las demás, creo que eso debió decirme que para él sólo sería una más de las mujeres en su lista y ni esperaba otro lugar.

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