[Saga West] RAMÉ #1 [YA EN AM...

By desirealba

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La granja West no era dónde las hermanas Haley planeaban pasar un caluroso verano. Su madre había conocido al... More

PRIMERA PARTE
1. Bambi
2. Leo
3. Bambi
4. Leo
5. Bambi
6. Leo
7. Bambi
8. Leo
9. Bambi
10. Leo
11; Bambi
12; Leo
13; Bambi
14; Leo
15; Bambi
16; Leo
17; Bambi
18; Leo
19; Bambi
20; Leo
21; Bambi
22; Leo
23; Bambi
24; Leo
25; Bambi
26; Leo
27; Bambi
28; Leo
29; Bambi
30; Leo
31; Bambi
32; Leo
33; Bambi
34; Leo
35; Bambi
SEGUNDA PARTE
1; Leo
Me tienes, B.
2; Bambi
3; Leo
4; Bambi
5; Leo
6; Bambi
7; Leo
8; Bambi
9; Leo
10; Bambi
11; Leo
12; Bambi
13; Leo
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19; Leo
20; Bambi
21; Leo
22; Bambi
23; Leo
24; Bambi
25; Leo
Historia de Diego West.
RAMÉ EN FÍSICO

Epílogo; Bambi.

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By desirealba

Esᴛᴀ́ sᴏɴᴀɴᴅᴏ Tᴀʏʟᴏʀ Sᴡɪғᴛ ﹣ Lᴏᴠᴇ Sᴛᴏʀʏ

Hace un calor de mil demonios, pero ahí estoy, en la granja. Ahora todo es muy diferente. Han pasado cuatro años, estoy trabajando en una gran empresa y me he mudado con Leo a California.

El viejo me sonríe y le sonrío de vuelta. Nuestra relación cambió cuando aceptó que voy a ser parte de la familia y que nada va a cambiar eso. O quizás es porque se dio cuenta que estar amargado no sirve de nada.

Estoy ayudando a la tía Betty en la cocina. Está haciendo un pastel, le he preguntado que de quién es el cumpleaños, pero no es de nadie, simplemente le apetece hacerlo. No me quejo y obedezco cada vez que me dice que haga algo, ya que no soy muy buena en la cocina. Puedo manejarme, pero nadie me contrataría en su restaurante para darle de comer a sus clientes.

Yo tampoco iría a comer a un lugar si supiera que yo soy el chef.

— Haremos una cena especial esta noche —me dice Betty— Ve a ducharte, yo termino con esto.

— De acuerdo, ¿hay algo que celebrar?

— Bueno, el cumpleaños de la abuela está cerca y ahora que estáis todos aquí, creo que es el momento perfecto, aunque sea un poco pronto. Así que ponte elegante —me guiña un ojo.

Le sonrío porque tiene razón y voy a la cabaña a por ropa "elegante". Abro la maleta y miro con una mueca lo que tengo ahí. No hay nada elegante. Mi hermana entra en la cabaña y bosteza.

— ¿Qué te vas a poner? —Le pregunto— Betty me ha dicho que quiere que vayamos elegantes.

— Eso me ha dicho también, es más, creo que quieren cenar aquí fuera. He visto a Leo con unos farolillos —se encoge de hombros—. ¿Y el vestido blanco que te compraste? —Me pregunta.

— ¿El de volantes?

— Sí.

— No pensaba estrenarlo hoy.

Me voy con Leo de vacaciones a Corpus Christi directamente después pasar unos días en la granja, llevo ropa sin estrenar y el vestido blanco aquí no es una buena idea, más que nada porque no quiero que se ensucie.

— Yo voy a ir de blanco, ve también de blanco, podríamos ir iguales —me sonríe—. Hace tiempo que no nos vestimos iguales.

— Desde que éramos niñas, odiaba vestirme igual que tú.

— ¡Qué desagradable! —Exagera y me tira la almohada— Ve como quieras —ella saca un vestido beige.

— ¡Lo tuyo es beige! —Abro mis brazos.

— Así no iremos las dos iguales —me saca la lengua.

Saco el vestido de blanco de la maleta y lo dejo encima de la cama para después ir a la ducha. En mi camino al baño, Leo sale de la habitación con unos pantalones vaqueros sucios y una camiseta blanca igual de sucia.

— ¿Qué has estado haciendo?

— Trabajo forzoso —pone su mano en mi cintura y me acerca a él para dejar un beso en mis labios.

— ¿Ya has terminado?

— Casi, ¿vas a ducharte?

— Sí, ¿Te ha dicho Betty que te tienes que poner guapo para esta noche?

— Eso me ha dicho —hace una mueca—. Podríamos ducharnos juntos —susurra.

— No, Leo West, nada de perversiones aquí —susurro en su mismo tono de voz.

Se queja, pero acaba soltándome y le tiro un beso antes de meterme en el baño. Me lavo el pelo, lo peino y dejo que se seque al aire para después ir a la cabaña y vestirme. Aunque no sé si es demasiado pronto. Al ver la cara de felicidad de la abuela en la silla de ruedas y bien vestida, sonrío también

— Que guapa —me acerco a ella y se ríe un poco.

— Gracias, Bambi.

— ¿Preparada para un cumpleaños un poco precipitado?

— ¿Qué cumpleaños?

Abro mis ojos y dejo de sonreír porque la he liado. Se me ha escapado.

— ¿Qué cumpleaños? —Sonrío.

Ella se ríe y muerdo mi labio inferior porque no puedo mantener mi boca cerrada. Nancy aparece por la puerta con un vestido bonito y sonrío. La niña ya no se lleva tan mal conmigo porque le tiré de la coleta hace dos años y le dije que nos teníamos que llevar bien para que cuando yo fuera millonaria, poder comprarle muchas cosas. Simplemente está celosa de no tener la atención de sus primos favoritos tanto como la tenía antes.

— Que fea estás, Bambi —dice la niña. Le saco la lengua haciendo que ella suelte una risita.

— No diré nada —la abuela me coge de la mano—. Me haré la sorprendida —me guiña un ojo.

— Gracias —digo con una sonrisa de disculpa.

Han montado varias mesas fueras. Los farolillos están también colocados para alumbrar en la noche. Todo el mundo está guapo, incluso mamá y Tom, que llegan irradiando alegría. La relación con mamá es mejor pero no le cuento nada de mi vida para que no se meta en ella, y creo, que es lo mejor.

Voy a la puerta delantera cuando veo la hora y sonrío al ver el coche de Zev. Siempre que vengo a la granja nos vemos porque aunque fue un pequeño rollo granjero de verano, me cae bien, muy bien y siento que las cosas entre nosotros sucedieran de ese modo y que tuviera que golpearse con Leo.

— Qué guapa estás —se acerca a mí y me abraza.

— Gracias —recibo su abrazo gustosa y me separo de él— ¿Cómo has estado? El vernos una vez al año nos deja mucho que contar.

— Bueno, no quiero molestarte por mensaje y que tu novio me incrimine en algún caso.

Me río porque Leo no haría eso ¿o sí?

No me quiero sentar en los escalones porque llevo el vestido blanco y me mantengo de pie.

— Sabes que siempre puedes hablarme. ¿Cómo te va con Alexa?

— Bien, un poco frustrante porque cuando estoy en su casa contesta el aparato de Amazon en vez de ella, pero bien —me río—. Nos va bien, poco a poco. No me gusta ir corriendo —se encoge de hombros.

— Eso está bien.

Es una indirecta, pero no me importa porque sé al ritmo que tiene que ir mi relación a pesar de que todo el mundo no lo vea adecuado.

— ¿Tenéis celebración aquí?

— El cumpleaños de la abuela. Siempre nos juntamos. ¿Quieres una cerveza?

— No, no puedo quedarme mucho tiempo de todos modos. Ya sabes que todo va bien y me alegro que todo te vaya bien y que hayas conseguido acabar la carrera.

— Gracias —pongo mi mano en su brazo porque no sé si merezco su amistad a pesar de todo.

— Gracias a ti por un rodeo especial ese año.

— ¿Especial? Vamos, eres todo un seximbol, dudo que fuese especial, sobre todo porque tienes una gran bocota para conquistar a las chicas.

Esta vez le toca reírse a él y miramos a la entrada donde el coche de Justin aparece. ¿Los chicos también vienen a cenar?

— Gran cumpleaños.

— Ya está mayor —le digo—. Aunque a lo mejor mi madre nos da la noticia de que está embarazada —hago una mueca porque se me acaba de venir esa idea a la cabeza y no me imagino ahora con un hermano pequeño.

— ¿Tú crees? Tendrás que decírmelo cuando te enteres.

— ¡Hola Bambi! —Ronan se acerca a mí y nos damos un pequeño abrazo— Hola Zev, ¿cómo estás?

— Bien, estás enorme —va a poner su mano sobre su pelo pero el niño de aparta.

— Se ha llevado media hora peinándose, no es buena idea que hagas eso —dice Kenzie, que viene al lado de Justin.

Estos dos están más felices que una rana en un charco y me alegro por ellos. Me alegro que Kenzie y su hermano hayan podido salir del maltrato en el que vivían por parte de su tío y ahora estén bien.

Justin se ve un hombre afortunado con esa pequeña familia que ha creado y siempre me he fijado en como la mira, como si fuera ella la que sostiene su mundo.

— Entraremos ya —Kenzie me enseña sus manos y frunzo el ceño.

— ¿Has traído comida? Hay muchísima dentro.

— Siempre es bueno colaborar.

— Voy a ver si puedo ayudar en algo —dice Justin— Vamos, Ronan.

Nos dejan de nuevo solos y observo sus atuendos de blanco.

— ¿Por qué vais todos de blanco? ¿Es un cumpleaños ibizenco?

— Puede que sí —me encojo de hombros.

— Creo que tu novio necesita ayuda con su ropa, nos está mirando desde la ventana del piso de arriba —Me giro y al mirar a la ventana lo veo escondiéndose. Sonrió y miro a Zev— Eso de trabajar sobre el terreno no será lo suyo, imagino.

— Creo que es más de investigar en la oficina —me río.

— Ya veo —murmura—. Tengo que irme —mira su reloj.

— ¿Seguro que no quieres quedarte? Hay comida de sobra.

— No, he quedado con Alexa —me abraza de nuevo y besa mi coronilla—. No te olvides de mi.

— No lo haré.

Lo veo irse y me giro para echar un vistazo de nuevo a la ventana con una sonrisa ladeada en mi rostro. Entro en casa y subo al piso de arriba, derecha hasta su habitación. La puerta está encajada y la empujo un poco para ver a Leo poniéndose una camisa blanca.

— ¿Necesitas ayuda, señor cotilla?

Él se gira y sonríe, inocente. Sinceramente pensé que la distancia rompería nuestra relación, que no podríamos soportarlo y que cada uno tiraría por su lado, pero aquí estamos otro año más.

Videollamadas, mensajes, escapadas de fin de semana y llamadas de madrugadas hasta quedarnos dormidos.

— Estoy deseando que vayamos a vivir juntos —dice.

— A lo mejor no soy una buena compañera de piso —entro en la habitación y cierro la puerta.

— Estoy segura de que lo serás —sustituyo sus dedos por los míos para ponerle los botones y cuando termino, pongo mis manos en su pecho y lo miro— Estás muy guapa.

— Gracias, no sabía que el cumpleaños de la abuela iba a ser tan especial este año.

— Yo tampoco —sus manos se ponen en mi cintura—, es más, había preparado este conjunto para nuestras vacaciones.

Arrugo mi nariz mientras sonrío un poco y él deja un pequeño beso en ella.

Sinceramente, echo de menos el primer verano en la granja porque a pesar de que los animales no son mi punto fuerte, me lo pasé bien, muy bien.

— Arrumacos en privado, por favor, hay gente que no tiene aquí a su otra mitad —Diego entra en la habitación con una toalla alrededor de su cintura.

El cuerpo escultural del gemelo está aún mojado y pasa una toalla por su pelo para secarlo.

— ¿Tienes otra mitad y no tengo constancia de ello? —Le pregunto.

— Tenemos que ponernos al día, Bambi, pero mi hermano solo te quiere para él.

Miro al gemelo que tengo al lado y este rueda los ojos—. No sé si llevarte a Bambi de bares hasta acabar en el hospital es buena idea.

— Leo West, estirado agente del FBI —su hermano nos da la espalda para abrir el armario y la toalla cae, dándonos una vista de su redondo culo blanco.

— ¡Diego! —Leo le regaña y me tapa los ojos haciéndome reír.

— Está en el cuarto de los chicos, ¡tengo que vestirme!

Leo pone una mano en mi cintura y me guía hacia la puerta aún con su mano en mis ojos y pellizca mi trasero cuando estoy fuera de la habitación.

— Nos vemos ahora, sensual B —me guiña un ojo y cierra la puerta.

Bajo a la cocina por si puedo ayudar en algo y Rory ya está allí.

— Vas hecho un pincel —me acerco a él y lo abrazo.

— Tú también, Bambi.

— ¿Por qué estáis todos aquí?

— El cumpleaños de la abuela, ¿no? No siempre se cumple un año más —me guiña un ojo— Betty quería que fuese especial y ha intentado reunirnos a todos, lo ha conseguido.

Sé que los chicos han pasado aquí mucho tiempo y que son parte de la familia, pero en los años que llevo viniendo al cumple de la abuela... Bueno sí, han venido, aunque no todos.

Charlie aparece y me tira del pelo, siempre me tira del pelo. Lo miro mal y después le saco la lengua. La cena es atípica, hay un ambiente raro aunque alegre y me cuesta integrarme a pesar de que Leo está a mi lado constantemente tocándome la pierna por debajo de la mesa.

Después de la cena, no puedo ayudar a recoger todo porque Leo coge mi mano y me arrastra lejos de allí. El trigal se encuentra frente a nosotros y lo miro. No voy a cruzar por ahí en vestido y de noche. Pero él, no tarda en tenerme sobre su espalda y cruza conmigo.

— ¿Quieres un momento sucio en la cabaña, Leo West? —Pregunto con una sonrisilla en mi rostro.

— Solo quiero estar contigo un rato a solas.

— Vamos a estar a solas a partir de mañana, no estamos ayudando a recoger.

— Ya hemos hecho bastante —murmura y me deja en el suelo cuando la casa del árbol está a unos metros.

Cojo su mano y empezamos a caminar. No tengo miedo porque no esta oscuro. Leo se ha encargado de poner farolillos alrededor del árbol y dentro de la cabaña también está iluminado, lo tiene todo preparado y eso hace que me sienta especial, muy especial. Adoro estos detalles que tiene conmigo. Subo primero a la casa árbol y espero, de rodillas en la manta que él también lo haga. Si no recuerdo mal, nuestro primer momento caliente fue aquí.

Todo está decorado con pequeñas flores, cojines y hay hasta champán, ¿en qué momento ha traído el champán?

— ¿Todo esto lo has puesto tú así?

— He tenido ayuda.

— Me lo imaginaba. ¿Vamos a dormir aquí?

— ¿Te importaría?

— Claro que no.

Él carraspea y pongo mi culo en uno de los cojines, esperando que hable porque sé que tiene que decirme algo. No sé si es malo y por eso ha preparado esto tan bonito o al contrario. Él me sirve una copa de champán y la acepto pero, él no se sirve ninguna.

Frunzo el ceño levemente y decido llevar la copa a mis labios porque estoy poniéndome muy nerviosa. ¿Va a dejarme y en vez de irse como la otra vez va a decírmelo?

— Quiero que te cases conmigo —Escupo el champán. ¡¿Qué?!— Mierda, B, has manchado mi camisa.

— ¿Me estás pidiendo matrimonio?

— ¿Es malo? —Frunce el ceño.

Abro la boca y la cierro porque no sé qué decir. ¿Es malo? Bueno, llevamos cuatro años juntos, somos jóvenes, pueden pasar muchas cosas. Ni siquiera tengo trabajo, yo...

Empiezo a agobiarme y Leo pone sus manos en mis mejillas porque sabe que mi cabeza está funcionando a toda velocidad y voy a petar.

— Eh, eh. Tranquila —se ríe—. No tienes por qué decir sí ahora. Yo estoy totalmente seguro que quiero pasar mi vida contigo.

— Ni siquiera hemos vivido juntos, ¿y si la convivencia no funciona?

— No nos ha separado la distancia, ¿crees que la convivencia lo hará? Además, B, siempre puedes quitarte el anillo. No quiero que te sientas amarrada a mí por una joya. Cuando dejes de quererme, siempre puedes irte, lo entenderé.

Me doy cuenta que tiene razón, que una joya o firmar un papel no me ata a él porque puedo irme cuando yo quiera, pero no quiero irme, al menos por ahora. ¿A Leo le hace feliz que seamos prometidos? Seámoslo entonces.

— Sí —sonrío.

— ¿Sí? Pero... ¿Estás segura? No quiero que te sientas obligada a nada.

— Estoy segura. Hagámoslo.

Sus labios besan los míos con emoción y no tarda en tener una caja entre sus manos. La abre y veo un precioso anillo con un pequeño diamante en el centro. Dejo que me lo ponga mientras una sonrisa se forma en mi rostro.

— Ahora, casémonos —dice.

— ¿Qué?

— Nos están esperando.

Leo sale de la cabaña y lo sigo. Todos están abajo y Leo me anima a bajar. Cuando pongo un pie en el suelo, Kenzie me da un ramo de flores y Nancy empieza a tararear la canción nupcial mientras tira flores por todo el campo, se supone que mi camino hacia el altar inexistente, que es donde Leo me espera.

La abuela me sonríe tan bonito que, dentro de mi shock, le devuelvo la sonrisa. Alguien me coge de la mano y veo a papá, en ese momento, mi corazón salta de alegría al verlo y él, casi tiene que arrastrarme para seguir a Nancy, que aunque, ya ha llegado a donde está Leo, sigue tirando flores de un lado para otro mientras canta.

— Toda tuya, no me decepciones —le dice mi padre a Leo cuando me deja a su lado.

— No lo haré —sonríe, en ese momento, miro a Diego.

— ¿Tú vas a casarnos? —Le pregunto ya que, se encuentra en medio de los dos.

— Sí, me saqué el título para poder hacerlo, ahora, cállate y deja que haga mi trabajo.

Jack está a mi lado, como el padrino, y mi hermana está al lado de Leo, como la madrina. Leo sostiene una de mis manos y yo aún sigo intentando asimilar qué está pasando.

— Pero... ¿Esto es verdad? —Interrumpo a Diego haciendo a todos reír.

— Bambi —gruñe Diego—, te echaré de la boda como vuelvas a interrumpirme.

— ¿De mi propia boda? —Me mira mal— Perdón.

Diego dice cosas bonitas, que me hacen mirar a Leo con una sonrisa ladeada en mis labios. Aunque sinceramente, estoy intentando no ponerme a reír de forma histérica porque esto es lo más surrealista que he vivido nunca.

— ¡Lola! No te comas las flores —riñe Nancy.

La cabra Lola también está presente y muerdo mi labio inferior, negando con la cabeza.

— Y por el poder que el Estado de Texas me ha otorgado, yo os declaro, marido y mujer. Puedes besar a la novia.

Tengo una sonrisa tan grande y confusa en mi rostro que cuando Leo va a besarme, ni siquiera puedo cerrar mis labios.

— ¡Besa al novio como es debido! —Jack me empuja y termino besando a Leo.

— Esto ha sido una locura —murmuro en los labios de Leo.

— ¿Y qué no lo es aquí?

¿Cómo termina esta boda? Bueno, tengo una bonita foto de recuerdo de todos juntos, incluida la cabra que se queda atrapada en la verja —aún no ha aprendido a que no debe meterse ahí—. También aparece una gallina y Nancy sale casi saltando sobre ella, queriendo cogerla. ¿Lo mejor? Que el abuelo también aparece y, sale sonriendo.

Ahora, le doy las gracias a mamá por mandarme aquel verano a una granja con cuarenta grados a la sombra, fue el mejor verano de mi vida y el verano que me ha dado un futuro y una familia impresionante. 

Sí, todo es caótico y hermoso al mismo tiempo.

FIN

🌾

••

Me ha encantado escribir Ramé.

Muchas gracias por seguirme en todo el proceso, y a las nuevas que se apuntan, y a las que vayan a leer la historia ya completa.

Gracias por apoyar la historia, comentar y votar.

Leo y Bambi tienen un lugar especial en mi corazón y espero que en el vuestro también.

¿Quién quiere una historia de Diego?

Nos leemos pronto en otras historias. Estad pendiente a mis redes sociales.

Instagram: redmoonlightx
Twitter: redmoonlightxx

Hasta siempre.

Desirée.

🌾

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