Black & Blue (Español)✔️

By Ariana_Godoy

15.3M 1.7M 3M

Ella no debió mirarlo, no debió retarlo y mucho menos hacer todas las cosas que hizo después de eso. Una sola... More

Prologo
1. Blue
2. Black
3. Blue
4. RED & VIOLET
5. BLUE
6. VIOLET & BLACK
7. BLUE
8. VIOLET & BLUE
9. Black & Blue
10. Blue
11. BLUE
12. BLACK
13. BLUE
14. RED & VIOLET
15. BLUE
17. BEA
(18) BEA
19. Violet (Parte 1)
20. Violet (Parte 2)
21. BEA
22. Black & Blue
23. RED
24. BEA
25. BEA
26. Violet
27. BEA
28. Black & Blue
29. Amber (1)
30. Amber (2)
31. RED
32. Black & Blue
33. BEA
34. Black & Blue
35. BEA
[36] BLACK
37. BEA
38. Black
39. BLACK & RED
40. BEA
41. BLACK
CAPÍTULO FINAL
Epílogo

16. BEA

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By Ariana_Godoy

BEA (BLUE)

Hace un año y medio no era Blue.

No era la persona cautelosa ni aislada que soy ahora. Aunque siempre había mantenido la actitud de que pocas cosas me importaran. Mudarnos tanto me había comenzado a afectar de mala manera, me convertí en una chica irresponsable y de poca empatía con los demás, porque sin importar lo que hiciera, a la final me terminaría yendo. Como si supiera que sin importar que tanto la cagara, igual me mudaría y empezaría de nuevo en otro lugar, así que no tenía la presión de lo que pensarían las personas que vería toda la vida, porque quizás en unos meses no las volvería a ver.

No era Blue, era Bea.

Una chica alocada que le valía todo lo que le pasaba a los demás y que había sufrido demasiados corazones rotos al encariñarse con gente de la que se terminó despidiendo al lado de la acera de una casa una y otra vez. Como una película mala que se repetía sin fin, solo cambiaban los actores.

Bebía, salía de fiesta y me juntaba con gente que no debía. Era mi último año de preparatoria y acababa de cumplir 18, así que quería hacerlo todo. Mis padres siempre me dieron confianza, quizás demasiada y yo me aproveché de ella, muchas veces. Cuando intentaron apretar las riendas, ya era muy tarde, ya yo estaba en un punto de que me reía en sus caras cuando me regañaban.

Y fue en esa etapa de locura que lo conocí.

Yo iba saliendo de la preparatoria con las manos dentro de los bolsillos frontales de mis vaqueros, la capucha de mi sudadera por encima de la cabeza. Tenía una resaca terrible, pero no podía perder más clases así que había tenido que venir, finalmente era hora de irme a casa. La calle estaba poco transitada, pasé por un callejón que daba a los basureros detrás de la preparatoria y escuché voces que intenté ignorar.

—Por favor, para, lo siento, lo siento.

Me paré en seco, la agonía de esa voz era inigualable, era el tono de alguien muy asustado. Giré el rostro y entrecerré los ojos, al final del callejón había un grupo de chicos. Nah, no podía ser lo que estaba pensando. La gente no sería tan cliché de molestar a alguien en un callejón, ¿o sí?

Suspiré y volví a mirar al frente, como dije la empatía no era mi fuerte en ese entonces. Si tan solo hubiera seguido de largo, nunca lo habría conocido, me habría ahorrado tanto dolor. Di un paso para seguir y volví a escuchar un ruego.

—Ah, mierda.

Exhalé de manera exagerada y me adentré en el callejón. No sabía porque pensaba que eso sería una buena idea, el sentido común me decía que debía llamar a la policía, no entrar a enfrentar quien sabe que, pero me valía verga la vida.

A medida que me acercaba, pude ver que había cuatro chicos, uno de hombros anchos estaba de espalda a mí, de cabello corto pegado a su cabeza. Dos estaba a su lado de perfil hacia mí y había uno frente a ellos, y lo reconocí como estudiante porque llevaba el uniforme de educación física: Pantalones rojos y una camiseta blanca con el logo de nuestra preparatoria a la izquierda en el pecho. Tenía la cara roja y un rasguño en la mejilla. Lo habían golpeado, eso era seguro.

Me detuve a una distancia prudente.

—¡Oigan! —Grité a todo pulmón—. ¿Tres contra uno? Guao, que valientes.

El chico de espaldas a mí no se movió, solo giró su rostro para que pudiera ver su perfil. Sus facciones no eran para nada sutiles, su mandíbula tensada como si mi interrupción lo molestara demasiado. Uno de los chicos a los lados me sonrió.

—Esto no es asunto tuyo —dijo el chico, haciéndome un gesto con la mano para que me fuera. El chico de espalda enderezó su rostro y me ignoró.

—Supongo que tampoco es asunto de la policía si llamo, ¿no? —Levanté mi celular.

El chico dio un paso a mí, pero el que aún no se dignaba a enfrentarme atravesó su brazo y lo detuvo.

—Vete —le ordenó al estudiante golpeado—. ¿Qué esperas?

El estudiante los rodeó y salió corriendo hacia mí.

—¿Estás bien? —le pregunté, pero me pasó por un lado tan rápido que solo me pude girar a verlo irse—. ¡Un gracias no te habría matado!

—No, pero yo sí.

Sentí esa voz justo detrás de mí.

Me giré y enfrenté al chico que ya no estaba de espaldas sino justo ahí frente a mí, con una expresión de molestia. Sus facciones se veían aún más rudas de cerca, cejas muy pobladas, labios gruesos que mojó al ladear la cabeza y observarme. También me di cuenta de que definitivamente era mayor que yo, quizás dos o tres años.

—¿Crees que puede ser la heroína de un bastardo como ese? —Noté que sus ropas no se veían para nada baratas y de que tenía una cadena alrededor de su cuello que no parecía oro falso. Bueno, me importaba muy poco si tenía dinero o no.

—¿Crees que puedes golpear estudiantes como si nada?

Él bufó.

—Yo hago lo que me da la gana.

—Pues, hoy dejas de jugar al idiota y te devuelves a tu casita.

Él se pasó la lengua por los dientes frontales y dio un paso hacia mí.

—Viste una situación, asumiste y sacaste tus propias conclusiones de quien era el bueno y quien era el malo sin preguntar nada, ¿siempre eres tan precipitada?

—Golpear a alguien siempre va a estar mal.

—Ya, de acuerdo —él sacó su celular y me puso la pantalla frente a mí, era una captura de una conversación—. Tu preciado e inocente golpeado no se porta tan bien.

Era una conversación del que asumí era el estudiante golpeado y una chica, donde él la estaba amenazando con que si lo dejaba subiría todo su pack y sus fotos intimas a todos lados. El último mensaje de él decía que, si le daba unas cuantas mamadas, quizás consideraría borrar las fotos.

Hijo de puta.

Él bajó el teléfono y se lo guardó en el bolsillo.

—Es mi hermana —explicó—. ¿Golpear a alguien siempre está mal?

—No... no sabía.

Aunque la violencia nunca llevaba a nada, yo sí le hubiera dado sus cuantos golpes para que nunca considerara hacer algo así de nuevo. El chico se me quedó viendo y yo tragué con dificultad, permitiéndome analizarlo libremente ahora que sabía que no era un idiota, aunque todo en él lucía demasiado rudo, tenía algo que me parecía atractivo y aún no podía descifrar que era. Y creo que él sintió el cambio en el ambiente entre nosotros.

—¿Cómo te llamas? —Su pregunta me hizo arrugar las cejas.

—Bea.

—Soren —se presentó.

Me ofreció la mano, pero no la tomé así que sonrió y la devolvió a su bolsillo.

—De nuevo, lo siento por asumir.

Me di la vuelta y comencé a alejarme y le oí gritar:

—¡Oye! ¿Me das tu número?

Me giré hacia él brevemente, sonriendo un poco.

—Nope, y debes mejorar tus formas de ligar.

Le guiñé el ojo y seguí mi camino. Ojalá no me hubiera metido en ese callejón, ojalá no lo hubiera encontrado atractivo y ojalá no me lo hubiera encontrado de nuevo en una fiesta de una compañera de clase porque nos quedamos hablando hasta el amanecer y ahí fue donde esa atracción comenzó a convertirse en gusto, me empezó a gustar mucho. Aprendí muchas cosas de él en un par de horas: Soren venía de una familia adinerada muy poderosa, era muy maduro y de esas personas con la que te podías quedar hablando toda la vida.

Finalmente, me invitó a salir y luego una salida fueron dos y tres hasta que fue obvio que estábamos en una relación.

—No sé, algo de él no me termina de cuadrar —Beth, mi mejor amiga, la única persona a la que quería y había dejado entrar a mi corazón, no era muy fan de Soren—. No sé, Bea, tiene un aire extraño, me da malas vibras.

—A ti todos te dan malas vibras.

—Eso no es cierto, además, mi instinto nunca ha fallado.

—Claro, claro.

Seguí saliendo con Soren y aunque él me gustaba mucho no fue hasta que tuvimos sexo por primera vez que me volví loca por él.

Porque Soren era un Dios en la cama.

Antes de él había estado con chicos que no tenían mucha idea del placer femenino, en cambio, Soren parecía saberlo todo, donde tocar y como, como usar sus dedos, su lengua, todo de él para hacerme sentir de todo. Yo había experimentado un poco la dinámica de amo/sumisa con un chico con el que no me fue muy bien, así que cuando entramos en más confianza y Soren me reveló que le iba ese rollo y que deberíamos intentarlo, le dije que sí.

Madre mía de las folladas que eso fue.

Y me volví aún más loca por él.

Y follábamos como locos, en todos lados, de todas las formas. En mi mente, Soren era perfecto, era el paquete completo de sexo y novio amable y respetuoso. O eso pensé.

Porque gradualmente, pequeños detalles en su actitud comenzaron a trazar el hilo a lo que se convertiría en una relación obsesiva y dependiente. Soren empezó controlando cosas mínimas como lo que me ponía, luego fue escalando a con quien salía, a donde iba, a que hora volvía a casa. Siempre quería que estuviera con él y yo estaba tan loca por él que siempre justificaba sus acciones con: Es que me ama mucho por eso se comporta así.

Mis padres intentaron aconsejarme tantas veces, y los ignoré una y otra vez. Yo estaba cegada, pero Beth no, ella lo veía todo claramente.

—No puedo creer que le dejes tratarse así —dijo Beth en el baño de una fiesta en la casa de unos amigos de Soren. Yo estaba frente al espejo del baño, limpiándome debajo de los ojos porque había llorado y se me había corrido el maquillaje—. Bea, esto no está bien.

—Tú no lo entiendes, él y yo nos entendemos, solo fui descuidada al sonreírle tanto a su amigo —Soren y yo habíamos tenido una pelea horrible porque según él le había estado coqueteando a su amigo.

Beth abrió la boca en incredulidad.

—¿Te estás escuchando? Bea, por Dios, abre los ojos.

—No lo entiendes, Beth —le di la espalda y volví a la fiesta.

Caminé entre la gente con la cabeza baja y en la distancia, entre las luces de colores y oscuridad, pude ver a Soren riendo con un grupo de chicos con un trago en la mano como si nada hubiera pasado, como si él no acabara de gritarme que dejara de comportarme como una chica fácil con sus amigos. Como si no me hubiera hecho llorar.

Necesitaba un trago, y fui por uno y luego dos. Me senté en una silla al lado de la ventana, observando la fiesta como si no estuviera ahí. En algún momento de la noche, Soren dejó de estar con sus amigos y se quedó hablando con una chica que se reía mucho con cada cosa que él decía y se me revolvió el estómago, yo me había vuelto igual o peor que él.

Me puse de pie y torpemente caminé hacia él. Cuando me paré frente a los dos, ambos me ojearon, incómodos.

—Nos estamos divirtiendo, ¿no es así? —traté de sonar causal sin éxito alguno.

Esperé algún tipo de presentación por parte de mi novio y cuando vi que Soren no pronunciaba palabra, me adelanté:

—Soy Bea, su novia.

La chica me sonrió y no parecía sorprendida.

—Lo sé.

—Oh, bien.

Silencio.

Soren tomó un trago de una cerveza y la chica me dio una sonrisa de boca cerrada. Era como si ambos estuvieran esperando que me fuera y yo miré a Soren, esperando, pero él no dijo nada. En ese momento, la chica levantó su mano para poner un mechón de su cabello detrás de la oreja y fue como si todo pasara en cámara lenta.

En su muñeca había una pulsera de oro con detalles negros, era preciosa, y sabía que, en la parte interna, probablemente tenía unas iniciales porque yo tenía una exactamente igual.

Mi corazón cayó al suelo en ese momento.

Recordé el día que Soren me regaló una pulsera así, fue una de las primeras veces que intentamos sexo como amo y sumisa. Ambos sudados, exhaustos y satisfechos, él había buscado en la mesita de noche y me la había puesto.

—Este es un recordatorio de que eres mi novia, mi mundo entero —me había dicho con esa sonrisa que me parecía hermosa bajo la semioscuridad de su habitación—. Te quiero, Bea.

Me dieron ganas de vomitar.

Y todo comenzó a armarse en mi cabeza a una velocidad increíble. Soren nunca me dejaba revisar su celular, aunque él revisara el mío en todo momento, las veces que se desaparecía, las bromas que le hacían sus amigos respecto a otras chicas, bromas que él justificaba diciendo que hablaban de su pasado, no el presente. Sus celos... su desconfianza, solo se estaba proyectando a si mismo en mí.

Y di un paso atrás, y luego otro. No sé qué expresión tenía, pero pareció suficiente para que Soren dejara su actitud de indiferencia y arrugara sus cejas. Me di la vuelta y navegué entre la gente buscando una salida, mis ojos ardían con lágrimas, y cuando salí al jardín, intenté tomar una respiración tras otra sin éxito. Tenía el pecho apretado y el estómago revuelto y sabía que Soren me había seguido, sabía que estaba justo detrás de mí en ese momento.

Me preparé para enfrentarlo. 


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