Es algo tardecito, pero como siempre mis publicaciones de medianoche. Y el que sigue va estar un poco... Fuerte. No está escrito pero sé de qué tratará.
🥵😈🥵
Feliz lectura…
Desenredo mi cabello mientras estoy sentada en el banquito que mi dormitorio tiene, hace una hora que mi padre me habló para decirme que todavía puedo irme a trabajar con él en la empresa familiar.
Lo sigo pensando.
Pero no he tenido tiempo con el papel de Bastián en lo alto de mi ropero, para que los ojos curiosos de mi madre no lo lean. Dan dos toques suaves a mi puerta y dejó pasar a quién esté del otro lado. Me sorprende que sea un pequeño de siete años que al igual que sus hermanos tiene el cabello negro y los ojos mieles. Se talla la cara antes de meterse de lleno a mi dormitorio.
—Tuve una pesadilla—me avisa y una sonrisa aparece en mis labios.
—¿Y por qué no fuiste con tus padres?—me pongo de pie para encaminarme al pequeño.
Se encoje de hombros antes de encaminarse a mi cama. Me da una leve sonrisa antes de subirse.
—También pudiste ir con Bastián.
—Tiene cosas más importantes que tratar conmigo—simplifica.
—¿Quieres qué te lea un cuento?—sus ojos ojos se iluminan antes de asentir despacio—Vamos.
Lo cargo antes de salir de mi habitación con el pequeño entre mis brazos, tiene siete pero pesa más o a mí se me hace que pesa más, subo por las escaleras con el pequeño apoyado en mi cuerpo.
Algunos guardias me ven subir con Logan en brazos, ninguno me dice nada. El pequeño está abrazando mi cuello como si fuera su madre y no es lo que de verdad es.
Entró a la zona donde debe dormir y camino tragando saliva antes de adentrarme de lleno a esa zona, Logan se acomoda para después mirar a los pasillos y detenerme en su recámara, abro la puerta para introducirme con el polizón que fue a mi habitación.
Lo llevo acuesto en su cama y me apunta el estante de libros, de ahí voy a ver los cuentos que tiene y busco el que sea más adecuado para leerle hoy. Tomo Hansel y Gretel, y me voy a la cama para leerlo. El pequeño me interrumpe de vez en cuando pero me deja terminar.
Subo su cobija antes de sonreír y darle un beso en su frente, llevo el libro para después apagar la luz, camino a la puerta para salir e irme a dormir.
—Gracias Nat.
—Dulces sueños, polizón.
Cierro la puerta despacio, cuando me doy la vuelta me topo con con la reina y una mirada curiosa. Trago despacio.
¿Cómo no hacerlo sí la reina ve la puerta y luego a mí? Atrás de ella veo al rey y a mi madre que también se muestra curiosa de qué hago aquí con Logan.
—Lo siento... no podía dormir...
—Hace mucho que no pedía un cuento—dice el rey calmado—. Me extraña que haya ido a buscarte.
—Dijo que tuvo una pesadilla—digo calmada.
—Fascinante.
Trago despacio. Uso mis pies para sacarme de esa incómoda situación, aunque al salir del pasillo aceleró mis pasos hasta que bajo la escalera. Paso los pasillos volando hasta encerrarme en mi recámara. Suspiro antes de girarme a mi cama y acostarme a dormir.
Aunque es verdad que surge esa duda de porque Logan vino a qué yo le leyera en un cuento estando sus padres a unas habitaciones de él.
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Terminó de limpiar las camas del ala sur y creo que me dará un infarto del cansancio, doy un bostezo antes de mirar el reloj. Todavía falta mi turno para barrer el salón de baile. Me levanto con calma del suelo antes de encaminarme a esa parte del palacio.
Escucho una discusión entre la invitada de la reina y Bastián, no me detengo a escuchar, sólo que ambos dicen que fue para un rato y nada más. Paso la puerta que encierra esa pelea, antes de escuchar que la abren, pero lo que hago es acelerar mis pasos para que no me regañen.
—¡Natasha!—me detengo.
Me doy la vuelta para ver a una de las chicas que hacen el aseo conmigo, me sonríe antes de darme una nota.
"Te espero afuera, me urge hablar contigo"
Marco.
Gruño antes de agradecerle a Dania por la nota, pero tengo trabajo y no saldré para hablar con un ex. Sigo con mi trabajo cuando me llaman y al ver el número vuelvo a dejar el teléfono en su lugar. Paso por una habitación antes de que me encierren con alguien en ella.
—¿Pero qué mierda?—me sonríe y yo quiero agarrarlo a golpes—¿Qué diablos haces vestido así?
—Trabajo en el palacio. Así puedo estar cerca, Bonita—le lanzo algo a la cabeza.
—¡No te quiero cerca de mí!—le grito.
—Cariño…
—Ya no soy tu novia ni nada.
—Lo siento, no me dejaste explicarme…
—No me interesa.
Sus ojos reflejan algo que no me interesa saber en estos momentos, me alejo de él antes de caminar a la puerta, abro la puerta para toparme con el cuerpo del príncipe que no gobernará la nación pero que tiene un negocio pendiente conmigo, uno al que no le he tomado el tiempo.
—Alteza.
—¿Qué mierda pasa aquí?—gruñe.
—Nada majestad—digo segura de lo que estoy diciendo.
—Lo siento, mi novia y yo…
—¿Novia?—los ojos de Bastián caen a mí y yo niego a la información que le dio Marco.
Bastián azota la puerta quedando adentro de la recámara, junto a mí y a Marco que no entiende el comportamiento del príncipe que me quiere con él en una cama.
—No pasa nada, señor.
—Luego arreglo cuentas contigo, Natasha—asiento y hace la seña para que me vaya—. Usted es nuevo en la guardia, y mi padre le dio el trabajo, pero de mi cuenta corre que sí se acerca de nuevo a mi personal se va. ¿Me entendí?
Marco asiente despacio.
—Bien. Natasha, necesito que vayas a mi dormitorio para que acomodes los libros.
—No ha pasado el mes desde que los acomodé—entiendo el juego.
No soy idiota, quiere que lo firme para asegurarse de que no me meteré en la cama del hijo de perra que está en esta habitación parado como idiota observando mis pasos.
—No me importa—puedo decirle una sarta de palabras que me tendrían sin cuidado, pero le soy fiel a la palabra que le di al rey de llevarme bien con este estúpido—. Te quiero en mi dormitorio acomodando esos libros. Antes de las ocho.
—¿No irá a cenar?—sonríe.
—La pasamos por alto.
Estoy por abrir la boca cuando la puerta se abre para el polizón que fue a visitarme anoche.
—Lamento interrumpir—dice y no puedo dejar de sentir ternura por el pequeño—. Nat, ¿podrías leerme un cuento hoy?
Bastián me mira con sorpresa, parece que no escuchó que Logan fue a mi dormitorio para que le leyera una historia de las tantas que tiene en su librero.
—Si, alteza.
—Gracias y Bastián… mamá te busca.
Me alejo con el menor de los príncipes que quiere llevarme a la cocina a qué le preparé un emparedado de pollo con lechuga y un par de aderezos que me gusta hacer cuando estoy en la ciudad. Lo cargo porque me extraña que pida que lo haga. Al llegar dejo al pequeño en un banco y voy a dónde tengo lo que necesito para preparar algo para los dos. También necesito un emparedado de esos.
Enciendo la parrilla y después pongo lo que necesito en la mesa, el pequeño me mira y pregunta un par de cosas de mi vida personal que no me da pena responderle. Le doy su emparedado con el jugo recién exprimido. Le sonrió al pequeño antes de ponerme a comer con él enfrente de mí.
—¿Quién te enseño a hacer este sandwich?—le sonrío antes de responder.
—Mi papá.
—Debe hacerlos muy ricos—muerde de nuevo.
—Los hace.
El pequeño se relame los labios al sabor del aderezo de hierbas verdes con crema, me pide otro y me levanto a prepararle uno más. No me cuesta nada. El pequeño Logan no deja de hacer preguntas y de decirme que un día debería decirle a papá que le preparé un emparedado de los que le estoy haciendo, y sería una buena idea. Aprovecho también para pedirle uno más para mí.
—¿Qué haces Natasha?—pregunta mi madre al verme con el emparedado.
—Algo de comer.
—Le quedan muy ricos.
Mi madre ve al pequeño que espera el emparedado que se calienta en el comal que tengo prendido. Mi madre me sonríe para luego sentarse en un taburete.
—Tu padre me conquistó con uno de estos—dice al ver lo que le doy a Logan—. Casi diario le pedía uno… es un buen hombre.
—Vaya que lo es—Logan destapa el emparedado para ponerle la mezcla de crema con especias verdes.
Es un buen niño, tal vez llegué a ser alguien importante para la nación.
—Te doy un pedazo—dice partiendo el emparedado.
Mi madre le sonríe antes de tomar el pedazo que le ofreció, cuando sus labios tocan el sabor se me queda viendo. Aprendí bien la receta y sí sabe igual es culpa de papá.
—Dios—mamá da otro mordisco y sus caras reflejan emoción y sorpresa—. Extrañaba este sabor.
—De nada.
Niega antes de morir en su silla.
Pero es algo que tristemente le aprendí a papá y no ha ella.
Hasta mañana…