6 MESES ATRÁS...
—Buon pomeriggio, estoy buscando al signor Donovan.
—Lo siento mucho, está muy ocupado —respondió el asistente a modo de disculpa—. Me ha pedido no interrumpirlo para nada. Está de muy mal humor.
—Mi dispiace por insistir, Jairo. Per favore dammi l'opportunità di vederlo, le traigo muy buenas noticias.
—Licenciado Giovanni, no quiero que el jefe se enoje conmigo. Ya me llamó la atención varias veces en lo que va de la mañana. No deseo enfadarlo más.
—Te lo prometto, todo estará bene. Fidati di me.
—Deme un momento Lic. Giovanni —Jairo abrió un cajón de su escritorio buscando de forma desesperada su diccionario de italiano, no había entendido del todo lo que el otro le había dicho.
—Grazie, Jairo —el joven italiano comenzó a caminar pasando de largo al asistente.
—¿Qué hace? —Jairo se puso de pie y se le cayeron al suelo tanto el diccionario como unos papeles que tenía en el escritorio— ¡Joven Giovanni! ¡Por favor, espere!
El otro chico no se detuvo y continuó hasta llegar a la puerta de la oficina.
Cuando entró, se quedó estático en el preciso momento en que cerró la puerta. Encontró al señor Donovan sentado, leyendo de forma muy concentrada unos documentos. De hecho su escritorio estaba lleno de hojas, al parecer estaba buscando algo que requería su máximo de atención.
Por alguna razón desconocida, encontrarlo de este modo después de varios meses de no verlo, hizo a Giovanni sentir algo extraño a lo que no podría poner un nombre.
El señor Donovan traía puesta una camisa formal, color azul cielo, que hacía resaltar muchísimo el radiante color en sus ojos. Su barba de candado era una mezcla de blanco y negro, lo hacía ver tan varonil que el chico simplemente olvidó incluso que debía de decir algo para anunciar que había entrado sin permiso a la oficina.
Si no dejó de respirar, solo fue a causa de que el delicioso olor del perfume del señor Donovan estaba impregnado en todo el lugar. Gio tragó saliva controlando sus instintos. Si por él fuera, iría hasta el hombre a olerlo, pero aquello sería muy inapropiado.
—Jairo, estoy muy ocupado —habló el hombre sin despegar sus ojos de los documentos—. Te dije que no me interrumpieras, a menos que sucediera algo de vida o muerte ¿alguien ha fallecido en la oficina o solo te gusta desobedecer mis indicaciones?
La voz ronca del señor Donovan le erizaba la piel y lo ponía nervioso.
—Mi dispiace, signor Donovan. Sono io, lamento entrar a su oficina de esta forma.
El hombre alzó la mirada, su gesto serio hizo al chico temblar por dentro, su corazón latió de forma demasiado irregular, afectando su respiración. Solo rogaba internamente porque el otro no se diera cuenta de lo nervioso que lo hacía sentir estar frente a él, teniendo toda su atención.
—Joven Giovanni, no esperaba verlo en estos días —señaló el asiento frente a él—. Siéntese por favor.
Gio obedeció mientras caminaba con las piernas a punto de colapsar, amenazando con dejarlo caer al suelo.
—Signor Donovan, quiero parlarle un momento con usted.
—Dígame, ¿pasó algo malo a su madre? ¿Volvió a enfermar?
—Gracias por su preoccupazione. Ella se encuentra muy bien de salud.
—En ese caso, me intriga saber qué hace usted en México. Después del fracaso que tuve con mi proyecto en Italia, lo que menos esperaba era que viniera a visitarme.
—Signore Donovan, quiero demostrarle que tanto mi familia como yo, estamos muy agradecidos por toda la ayuda que nos brindó. Queremos correspinder su apoyo y attenzion —Gio traía unos documentos en la mano y los pasó al otro—. Es por eso que me di a la tarea de reunirme con el dueño del terreno que a usted le gustó tanto, aquel con vista al mar. Le traigo una buena proposta al respecto.
—¡¿Lo encontraste?! —El señor Donovan tomó los documentos con gran curiosidad, lucía sorprendido por completo—. Lo último que supe fue que el hombre no era localizable porque estaba decidido a no vender.
—Sì, signor Donovan —sonrió nervioso—. Non è stato facile, pero logre encontrarlo y lo he convencido de venderle las tierras a usted. Tutte le informazioni de la posible compra incluyendo los costos, è in quei documenti.
—Giovanni de Luca Costa, ¿tiene una idea de lo que esto significa?
—Sabe il mio nome completo? —El chico estaba sorprendido de que el señor Donovan supiera su nombre completo, incluso llevó la mano a su pecho, el hombre enfrente suyo hacía que su corazón latiera con mucha fuerza.
—Claro que conozco su nombre completo, no todos los días puedo hablar de negocios con un joven tan talentoso como usted. Desde que lo conocí en Italia sabía que usted llegaría muy alto —respondió con tal naturalidad, como si se conocieran de toda la vida—. Giovanni, no me respondiste si entiendes lo que significa el trato que has conseguido traerme en estos documentos.
—Signor Donovan, non lo so.
—¡Significa que podré lanzar mi nueva cadena de hoteles en Italia! —El señor Donovan lucía en extremo feliz—. Esta es la mejor noticia que he tenido en mucho tiempo. Hablaré con tu padre para que cierre el trato con el propietario. Será tu familia mi mano derecha en este proyecto.
—Pero signor Donovan, eso es demasiado. Solo quise retribuir en algo porque gracias a usted mi madre recobró la salud. Non devi preoccuparti.
—Tonterías, se han ganado mi confianza y son ustedes quienes estarán conmigo en la creación de este proyecto.
Gio se puso de pie y el señor Donovan lo imitó. El hombre incluso caminó rodeando el escritorio para que quedaran más cerca.
—En ese caso, grazie mille signor Donovan. Haré mi mejor esfuerzo para que todo salga bien.
—Eres un joven muy talentoso, ahora soy yo quien está agradecido. Es más, le propongo algo. Si se queda en México por un tiempo, le ayudaré a iniciar el negocio del que su padre me habló. Es más, si las cosas salen bien, en un futuro tal vez hasta podríamos ser socios.
La alegría de Giovanni se reflejó en una enorme sonrisa.
—¡Sí! ¡Ni siquiera tengo que pensarlo! —Al darse cuenta de que se notaba demasiado su emoción, aclaró su garganta y trató de mantener la compostura—. Con mucho gusto acepto quedarme. Grazie per questa opportunità, signor Donovan.
—Es excelente, le diré a Jairo que prepare una suite para ti en el mejor hotel que tengo en esta zona —el señor Donovan sonrió y le dio una pequeña palmada en el brazo derecho—. Oficialmente trabajaremos juntos mucho tiempo, creo que puedo tutearte desde ahora. Tienes mi total confianza desde este día, muchacho.
El gesto en el rostro del chico causó ternura al mayor. Al verlo que se quedó sin palabras, sonrió y señaló la puerta de su oficina.
—Vamos Giovanni, comamos algo. Todavía tenemos mucho de qué hablar.
El chico asintió sin borrar aquella sonrisa de emoción plasmada en el rostro y comenzó a caminar junto al señor Donovan.