Pub Gravity

110 5 0
                                    

Me puse una camiseta, una camisa de cuadros, unos vaqueros y unas botas negras, me maquillé un poco y cogí mi moto, salí rápido de casa porque ahora que estaba más a las afueras de la ciudad, tardaba mucho más en llegar al centro.

Conduje rápido y llegué. Observé que la puerta de entrada al local estaba ocupada por unos cuantos hombres fumando. Mmmm... tabaco, pensé, y sin dudarlo, abrí mi bolso y saqué un cigarro hasta que fuera la hora, todavía tenía unos minutos.

- ¿Qué hace una jovencita tan guapa por aquí? - me susurró al oído un chico mal oliente. Pude llegar a oler su aliento a tabaco, lo cual me repugnó. Me giré y di una larga calada al cigarro con una sonrisa pícara. Clavé mis ojos en los suyos y expulsé el humo en su cara.

- No vengo a verte a ti así que no te ilusiones - dije con una sonrisa maliciosa en mi cara. Frunció el ceño.

Los hombres que estaban detrás de él gritaron un pequeño ¡ouu! y noté como el individuo que delante de mi se encontraba, empezaba a agitar su respiración. Eso me hizo soltar una pequeña carcajada y que él enfureciera.

Se acercó más a mí con una cara amenazadora, yo seguía fumando mi cigarro muy tranquila hasta que me rozó el hombro con su mano, bajó por mi brazo, tocó mi mano, mi cadera... y reaccioné.

Levanté la mirada y sus ojos y los míos se cruzaron. Una sonrisa maléfica se dibujó en su rostro y yo, sin dudarlo, apagué mi cigarro en su frente.

Mientras él se retorcía de dolor, cogí mi casco y mi cazadora y solté la última calada que todavía tenía dentro mientras comenzaba a andar hacia la puerta de entrada. Abrí la puerta y me encontré con un amplio local que tenía una gran estantería llena de botellas de alcohol y, delante de ella, estaba la barra con muchas sillas a su alrededor.

Mientras observaba el lugar en el que predominaban los colores oscuros y zonas más altas con unas barras, oí un ruido proveniente de la apertura de una puerta a mi derecha, giré la cabeza y salió un hombre alto, ancho de espaldas y vestido de traje, era lo único que conseguía ver ya que el lugar estaba bastante oscuro y además no llevaba mis gafas puestas.

Se giró y comenzó a andar hacia mí, muy rápido, lo cual me intimidó.

- ¿Catalina? - preguntó con una voz de asombro. No tardé mucho en reconocer esa voz grave y un montón de ideas en busca de fuga se produjeron en mi cabeza. Era Mario. Mi corazón empezó a latir cada vez más rápido.

- ¿Qué estás haciendo aquí? - pregunté intrigada.

- ¿Qué estás haciendo tú aquí? - preguntó él con un tono de voz bastante serio.

- Yo he preguntado primero, o sea, que tú respondes primero - dije tocándome el pelo.

Él estaba a punto de responder, pero la puerta por la que entré se abrió y apareció el hombre de la calle junto con sus amiguitos, todos, tambaleándose de la borrachera que llevaban encima.

Avancé hacia ellos lentamente con una sonrisa pícara en mi interior, la diosa que llevaba dentro quería soltar la rabia interior que tenía acumulada desde la llegada a este lugar, y así lo hice. Lancé un directo y un crochet a la cara del gilipollas ese, y le rematé con un gancho.

Mi subconsciente me aplaudió por haber hecho eso, pero también me regañó por no haber pensado que tenía otros cuatro más.

Miré a Mario en busca de ayuda, y por suerte reaccionó a mi mirada.

Acabamos con todos como pudimos, aunque yo me llevé un golpe que rompió mi labio e hizo que mi nariz sangrara.

De pronto, oí una voz aguda y preocupada.

'Más allá de tu espalda'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora