Dia Clarear

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Llevaba unas Nike Air Max blancas enteras con un pantalón vaquero ajustado y remangado y una camiseta militar con una chapa de militar. ''Menudo chulo'' pensé; en realidad él me gusta, pero yo no soy una facilona de las que se va con cualquiera, a no ser que esté borracha, que pocas veces en mi vida lo he estado, pero en esos momentos soy mujer de todo hombre.

Entramos sin decir ni una palabra, él solo me miraba. Yo me pedí un café y él un brownie de chocolate y un café y nos sentamos en una de las mesas. Solo de ver aquel brownie que pedía que fuese comido por mí, se me revolvió el estómago, pero yo no puedo comer eso porque engordo, aún así me mantuve en silencio mirándolo.

- ¿Quieres? Te veo más concentrada en el brownie que en hablar conmigo. ¿Estás enfadada o eres así de borde con todos? - me dijo él cogiéndome la cara por la barbilla y haciendo que mis ojos se posaran en los suyos.

- No quiero ponerme como una foca, gracias. Y no estoy enfadada ni soy borde, solo soy borde contigo porque eres un chulo asqueroso, y créeme que los tíos así a mi no me van - mentí yo gesticulando. Me ponen todos los chulos asquerosos, me producen deseo y no entiendo por qué.

- Primero, ¿qué foca vas a estar tú si eres una anoréxica? A ver no de esas que dan asco, todo lo contrario, me pones mucho -  hizo una pausa y se rió. Yo hice lo mismo -  y segundo, eres la primera chica que me dice que no le gusta un tío como yo.

- No voy a hablar del físico así que de eso paso. Pues para todo hay una primera vez y eso será porque todavía no has dado con una chica que tenga cabeza, ¿me equivoco? - dije yo divertida y con una sonrisa pícara en mi rostro.

- Es posible, pero para todo hay una primera vez como tú bien has dicho, ¿no? - dijo él riéndose.

- Para esta vez no -dije yo fría y cortante. Su perfecta sonrisa se borró de su rostro al escucharlo. Ahora fui yo quien me empecé a reír.

- ¡Pero serás idiota!, me habías asustado -dijo él levantándose y sentándose al lado mío en vez de en frente. Rodeo su brazo en mi cuello y me dio un beso en la mejilla mientras yo seguía riendo sin parar.

- Quita bicho -le dije yo cuando me terminé de reír.

Estuvimos hablando un rato de cualquier chorrada y cuando terminamos salimos al aparcamiento entre risas también. Joder es que es el chico perfecto ¿eh?

- Bueno pues vamos hablando cuando empiezo a trabajar y eso, chao- dije yo acercándome para darle dos besos en la mejilla. Él se puso serio y me cogió con una mano por la cintura levantando mi camiseta. Este efecto causó que mi piel se erizara, bajé la mirada porque él me estaba mirando, la subí un poco y se la mantuve, nos íbamos a besar, estaba segura, empezó a acercar su cabeza hacia la mía, cerré los ojos y sus labios rozaron los míos, pero muy poco. Mi boca estaba entre abierta, y de repente unas tortas sentí en mi mejilla. Le miré con mala cara, me puse el casco y salí de aquel aparcamiento, tenía claro que a mí nadie me vacilaba, y menos él.

Fui todo el camino furiosa, y cuando llegué a casa aparqué la moto en el garaje y di una ostia a aquel saco de boxeo que cuelga del techo, me sentí mejor. Subí las largas escaleras y justo cuando llegué arriba, el timbre sonó, abrí sin mirar y unos labios atacaron los míos. Alcé la mirada y era él, era Enzo, volvió a mí, le abracé como si fuera mi mayor tesoro y comencé a llorar.

- ¿A qué se debe tanto abrazo y tanta emoción ahora? - me dijo él con una voz que no era la que yo recordaba de Enzo.

Giré la cara para mirarle a los ojos, me di cuenta de que no era quien yo creía que era, era el cabrón de Mario de nuevo. Me aparté, suspiré y me quité las lágrimas.

- Vete de aquí, no te quiero ver - dije yo gritando y dirigiéndome a mi habitación mientras no podía parar de llorar.

Di un portazo y oí un ''espera'' y unos pasos muy rápidos. Los golpes en mi puerta empezaron a sonar. Abrí mi cajón y saqué de él un cigarro de Malboro.

- Hasta que no abras la puta puerta no me voy a ir, te lo advierto Catalina - dijo él gritándome.

Yo no hice caso y encendí mi cigarro, empecé a fumar mientras meneaba mi cuerpo entero de un lado a otro. Los golpes no paraban de sonar en mi puerta, hasta que de repente, la puerta se abrió por arte de magia, más bien la rompió.

Giré la cabeza y le di la espalda. Me senté en mi cama mientras fumaba en paz, yo estaba pensando en lo mío. Noté como él se sentó a mi lado.

- Catalina, mírame por favor - dijo él con voz de niño bueno.

Yo le hice caso y le miré entre lágrimas, me abrazó y yo comencé a llorar como loca en su pecho. Me sentó en sus rodillas mientras yo seguía llorando, me quitó el cigarro y lo lanzó por la ventana, yo no lo hice caso.

Me desperté, estaba tumbada en mi cama en ropa interior, lo último que recuerdo es yo sentada encima de Mario. Me estiré y me levanté, fui a mi armario donde había un sofá y ahí estaba él, eran las diez de la noche y se oían truenos. Me puse unos leggins y una sudadera y fui a la cocina. Me hice un cola-cao y fui de nuevo a mi habitación a ver la tele, me tumbé y justo Mario salió del vestidor. 

- ¿Estás mejor? - dijo el sentándose al lado mío.

- Sí, gracias, y te pido disculpas por mi comportamiento desde que nos conocimos, sé que he sido muy borde contigo y todo por mis cosas, no debo pagarla contigo - dije yo girándome hacia él y colocándome el pelo.

- Catalina, deja de hacerte sentir mal a ti misma, vive la vida y olvida el pasado, que parece que es donde vives - me dijo él. Yo le abracé.

Se levantó y se puso la sudadera, me dio un beso en la mejilla y salió por la puerta. Al yo verlo, algo tarde, porque me cuesta reaccionar, le dije:

- ¿A dónde vas con este tiempo? Tú hoy me has cuidado a mí, ahora yo te cuido a ti, quédate a dormir que mi madre y me hermano me han dicho que se quedan a dormir en casa de mis abuelos.

Se asomó de nuevo a la puerta y se quitó la sudadera de nuevo, pero la camiseta también, me reí, este chaval nunca iba a cambiar.

- ¿De qué te ríes tu hija? - me dijo él andando hacia el baño.

- De lo idiota que eres - dije yo levantándome también al baño.

Me empecé a desmaquillar y me hice un moño alto, él se lavó la cara y cuando terminó ,observaba como lo hacía. Cuando terminé me froté la cara con una toalla.

- Qué fea eres sin maquillaje - me dijo él mirándome a través del espejo.

- Y tú con camiseta también - le dije yo con cara de asco mientras me frotaba las manos en la toalla.

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Aquí os dejo otro capítulo, he tardado mucho porque he tenido problemas personales y no he podido escribir, espero que os esté gustando, os dejo una foto de ellos dos.

Besos Natalie ♥

'Más allá de tu espalda'حيث تعيش القصص. اكتشف الآن