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Dhejah Ernark no debería de estar priorizando aquel mensaje. Sus pilotos estaban allí fuera, en el espacio exterior, intentando romper un bloqueo junto a las fuerzas de Luminara Unduli. Brandar estaba entre ellos, liderando un escuadrón de cazas.

Y ella no podía dejar de leer ese mensaje. Tenía que encontrarle el sentido, pero las preguntas se agolpaban en su cabeza.

"Maestra Jedi Dhejah Ernark:

Borde: Exterior. Sector: Raioballo. Sistema: Holle. Coordenadas: 17.39, 545.509."

Y ahí acababa. Una línea de información dirigida a su persona. Sin explicación o firma. Desde una ubicación encriptada. ¿Quién le mandaba ese mensaje? ¿Qué pretendían con ello? ¿Era una trampa? ¿Una amenaza? ¿Era ayuda? ¿Una petición de socorro?

El Resistencia tembló con la sacudida de un ataque. Dhejah bajó el datapad, subió la cabeza. El almirante Segura caminaba hacia ella con ansiedad en los rasgos.

—¡General! —gritó, casi atragantándose con sus palabras mientas cruzaba el puente a paso rápido—. El buque insignia de la general Unduli ha sufrido graves daños.

Dhejah suspiró. Le pasó el datapad al clon que tenía más cerca, a su lado alrededor de la mesa de transmisiones.

—Pásaselo a inteligencia —le dijo al oficial—. Quiero un rastreo de este mensaje en cuanto sea posible.

El hombre le dio un saludo militar, acompañado de un "¡sí, señora!", antes de atravesar las puertas para cumplir con las órdenes de la Jedi. Dhejah se giró hacia Segura, asintiendo.

—Avise al escuadrón de que me uno al baile.

El hombre frunció los labios, asintiendo y estresado, y Dhejah se encaminó hacia los turbo-ascensores que la llevarían rápidamente al hangar de El Resistencia.

Tendría que iniciar una investigación en cuanto volviera del frente.

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Su amiga solía mostrar paciencia. Sin embargo, aquel día, había tenido prisa por reunirse con Obi-Wan.

Él solía no sentirse inquieto, y, sin embargo, ese día le embargaba la impaciencia. Estaban siendo unos duros momentos para muchos, pero también para él. Se había abierto una nueva herida, una que pensaba que ya había cicatrizado hacía años. Pero había vuelto con fuerza, escociendo como nunca, y no podía esperar a compartir las noticias con Dhejah. Sabía, que, aunque ella no pudiera ofrecerle consuelo, algo en su presencia le ayudaría.

Ella no tardó en aparecer. Su silueta femenina, escondida en las ropas Jedi, se abrió paso entre la maleza de la Sala de las Mil Fuentes. Obi-Wan no se levantó del banco, porque hubiera parecido demasiado ansioso. Dejó que ella llegara hasta él y que se sentara a su lado.

BLAME ━ Obi-Wan KenobiWhere stories live. Discover now