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Estaba agotada. Habían llegado al hospital casi a la hora de comer, pero no había entrado en quirófano hasta más de media noche. Apenas había dormido, pero jamas lo había necesitado tanto. Cerró los ojos un instante pero pronto los abrió, al escuchar la puerta abrirse.

- ¿Te he despertado? - susurró Alfonso, con cara de cansado también.
- No - sonrió - estoy agotada, pero apenas puedo dormir.
- Fui a por algo de comer ¿por qué no comes algo y duermes? Si traen a la niña te despertaré.

Anahí comió algunos bocados pero el sueño la llamaba más. Dejó a un lado el sándwich, sonrió a Alfonso y se acurrucó en la cama cerrando los ojos. Alfonso la miró feliz. Había tenido una niña preciosa con el amor de su vida, y estaba con ella de nuevo. Nada podía salir mal. Cinco minutos después llamaron a la puerta y después apareció Daniela, tapada con una manta en una cuna transparente.

- Está sanísima - susurró la enfermera - déjela dormir un poco más - señaló con la cabeza a Anahí - la niña estará bien. Así podrá reponerse un poco. Traer al mundo a un niño no es fácil ¿sabes?
- ¿Tiene hijos? - la enfermera asintió.
- Tres - sonrió orgullosa - los quiero mucho, pero los partos fueron largos y pesados - soltó una risilla - a penas podía abrir los ojos los primeros días.

Anahí abrió los ojos casi dos horas después encontrándose con la imagen más bella que pudo imaginar. Alfonso estaba de pie, con la niña en brazos, mirando por la ventana.

- No me despertaste - su voz sonó mas ronca de lo normal, había dormido profundamente.
- La enfermera me recomendó dejarte disfrutar un poco más del sueño. Yo no me pude resistir a abrazar a Dani.
- Te ves muy sexy con ella en brazos - sonrió ella.
- Veamos como te ves tú - rió Alfonso, pasándole a la niña - empieza a tener hambre, la enfermera dijo que vendría en un rato ¿sabes? Tiene tres hijos, así que creo que sabe un montón sobre ellos.

Anahí seguía riéndose cuando la enfermera que había entrado antes abrió la puerta.

- Vaya señora Herrero, qué contenta ¿ha descansado bien? - sonrió llegando a ellos.
- Mi marido dijo que le recomendó dejarme dormir más - ella sintió - gracias, me ha venido muy bien.
- Sé lo que digo - rió ella - ahora estoy aquí para enseñarla a dar el pecho. Desnúdese de cintura para arriba.

La enfermera le dio algunas explicaciones y después le enseño como Daniela podía encontrar sin problemas donde encontrar su comida.

- Es impresionante - susurró ella mientras Alfonso miraba atónito lo que veía.
- Los bebés son muy listos, en ese aspecto somos como cualquier mamífero. La cría busca el pecho de la madre para alimentarse sin saber siquiera dónde está.

Alfonso y Anahí se quedaron solos con su hija aun comiendo.

- Había oído que lo hacían, pero nunca me lo creí. Ha sido impresionante.
- Si - suspiró, cansada.
- ¿Vuelves a estar cansada?
- ¿Tú no lo estás? Siempre que me he dormido te he dejado despierto y cuando he despertado también lo estabas... necesitas dormir Poncho.
- Tranquila - sonrió - estoy acostumbrado.
- ¿Por qué no te echas un rato conmigo, aquí?
- ¿Segura?

Anahí asintió. Se movió un poco, aun con Daniela enganchada, y Alfonso se tumbó junto a ella, acariciando la cabecita de su hija y dejando un beso en la mejilla de su mujer.

Dulce entró en el hospital sonriente, preguntando por su cuñada con un nombre falso. Aún no habían pillado a Christopher, así que no podían tener ningún fallo. Christopher entró detrás de ella, pero no logró alcanzarla en el ascensor, así que fue a recepción y preguntó.

- ¿Herrera, Anahí?
- Mmmm déjeme buscar...

La recepcionista tecleó el apellido y después negó con la cabeza.

- Tenemos Herrero, pero Herrera ninguna...
- ¿Si busca por Anahí?
- Déjeme ver - volvió a teclear - No, lo siento. Tenemos Alma y Ana, pero no hay ninguna Anahí Herrera por aquí. Lo siento.
- Gracias... La chica pelirroja que te preguntó antes ¿sabes dónde se dirigía?
- Lo siento - negó con la cabeza - no estoy autorizada a darle ese tipo de información.

La puerta se abrió, pero ninguno de los tres se despertó. Dulce volvió a cerrar con cuidado y se acercó a la cama. Sonrió. Anahí y Alfonso estaban dormidos, uno frente. A otro, con el pequeño bebé entre ellos, comenzando a mover sus piernitas, inquieto.

- Hola Dani - susurró Dulce cuando la tuvo en brazos - soy tu tía Dulce, la mejor tía que vas a tener. Dejaste a tus papis agotados - rió un poco - ¿por qué no te sientas un rato conmigo?

Anahí abrió los ojos con cuidado, al escuchar un silbido tras ella. Alfonso estaba frente a ella, con los ojos cerrados y la cara relajada. En ese momento abrió los ojos tanto como pudo, y se incorporó rápidamente, no podía haberlos encontrado.

- Eh, eh - dijo Dulce, asustada también - ¿qué pasa?
- Pensé que eras Christopher. Me asusté, lo siento.
- Tranquila - susurró - ya casi vamos a volver a casa. La enfermera me llamó.
- ¿Y?
- Christopher me siguió al otro hospital - Anahí abrió los ojos - pero le despisté. Nadie me siguió aquí, salí por la puerta de atrás.
- Eso espero... No le digas nada a Poncho.
- ¿Qué no me tiene que decir?

Anahí se sobresaltó, Alfonso había escuchado todo, lo sabía, y era bobada no decirle nada. Suspiró y repitió lo que ya sabía, Alfonso negó con la cabeza y pasó su mano por su pelo revuelto.

- No podemos volver a casa, no hasta que atrapen a ese loco. Jamás pensé que Christopher pudiese hacer algo así...
- Antes no era así.
- Antes no era así porque yo estaba ahí. Annie, está enamorado de ti, lo ha estado siempre... Pero él nunca tuvo oportunidad.
- Me enamoré de ti desde que te vi - suspiró ella, sonriendo - no pude evitarlo.
- Lo sé - la besó castamente - yo tampoco tuve escapatoria - rió un poco - tampoco la quería - Dulce carraspeó y los dos la miraron.
- No estáis solos ¿sabéis? - rió - podemos ir a casa de Paco - dijo sonrojándose - es decir... seguro que no le importa.

El coche los esperaba en la puerta, salieron con Daniela ya en su asiento especial, dormida y tranquila, y se montaron en la parte de atrás ambos.

- Gracias por esto, Paco.
- No hay de que Poncho - sonrió, mirándolos por el retrovisor - esta debe ser Anahí, encantado.
- Hola - sonrió tímidamente.
- Tenéis una niña preciosa, Dul me enseño fotos anoche, sobornándome para que os dejase venir a casa - rió mientras Dulce se sonrojaba - le dije que si antes, no os preocupéis. Estás tan roja como un tomate Dul.

La habitación de invitados era enorme. No contaban con una cuna, porque la tenían en casa, pero la cama enorme y cabían los tres perfectamente. Alfonso fue el primero en sentarse en la cama, a lo tonto habían estado casi cuatro días en el hospital, más por seguridad suya que por necesidad. La niña estaba perfecta y les habrían dado el alta la segunda mañana, pero Alfonso organizó todo para estar un tiempo más, hasta que fuese más seguro moverse. Y así lo habían hecho, habían abandonado el hospital en plena madrugada y Paco había conducido ida y vuelta cuando tenía que entrar a trabajar en un par de horas. Anahí se sentó a su lado, dejando a Daniela frente a ellos en su porta bebés, aún dormida, y apoyó su cabeza en el hombro de Alfonso, suspirando.

- ¿Cuando podremos volver a casa?
- Espero que pronto amor, espero que sea pronto.

Alfonso atrapó su mano con la de él y la acercó a su boca.

- Gracias.

Anahí lo miró, con el ceño fruncido, ¿por que le daba las gracias?

- Me has hecho siempre el hombre más feliz del mundo.
- Y tú a mi.

Las tripas de Anahí sonaron, hambrientas, provocando la risa de los dos, que hizo despertar a Daniela. Anahí la abrazó y se recostó en la cama para darle de comer, mientras Alfonso se levantaba y dejaba un casto beso en sus labios.

- Te subiré algo para comer y dormiremos, yo también estoy hambriento y cansado.

Siempre he estado aquí Where stories live. Discover now