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Anahí se quedó petrificada en el sitio, no quería contarle nada a Christopher hasta que Dulce estuviese instalada y no hubiese marcha atrás, por eso sonrió, bajo los escalones y lo saludó.

- Hola, si. Íbamos a dar una vuelta - Dulce la miró rápidamente y luego asintió, dándose cuenta de que no se lo quería contar - Dulce me ha invitado a ver a unos amigos suyos que venden cosas para bebés.
- ¿Os acompaño?.
- ¡No! - dijo rápido, después sonrió - lo que quiero decir es que nos gustaría hacerlo juntas, plan de cuñadas ¿sabes?.
- Claro, no hay problema. Solo venía para visitarte.
- Oh, bueno - sonrió - otra vez será, ahora, lo siento. Nos tenemos que marchar ya, viven lejos y hay mucho que ver.

Dulce se empezó a reír cuando las dos entraron en el coche. Anahí no había cambiado en todos estos años, disimulaba fatal y se inventaba historias ridículas que no se las creía casi nadie.

- No te rías estúpida - rió ella también - no sabía que inventar para que no viniese con nosotras.
- Saliste rápido del paso - volvió a reír y Anahi la golpeó riendo.
- Ya, conduce - se relajó - necesito comprarme algo para que el cinto no me cubra la barriga, podría ser peligroso. Vi uno en una tienda cerca del centro, baja el cinturón hasta abajo para que el bebé no sufra ningún daño en caso de accidente.
- Iremos también a por eso - asintió - pero no vamos a tener ningún accidente ¿si?.

Los días pasaron rápido para Anahí, junto con Dulce y muy, muy lentos para Alfonso, que no veía la hora de volver a ver a Anahí. Estaba que se subía por las paredes, el policía que le fue a ver la semana pasada aún no me había dicho cuándo podría volver a casa y, Christian y la gente que trabajaba para él, en secreto desde antes del accidente, no decían nada.

- Necesito ir lo antes posible, no sé qué más estará tramando Christopher.
- Tiene que estar tranquilo, seguro que pronto dan instrucciones.

Como si le hubiesen escuchado, el teléfono comenzó a sonar y Christian lo atendió al segundo todo.

- ¿Hola?.
- Ya me dieron el permiso - susurró el policía del otro lado - le iremos a buscar a medianoche, para llegar a su casa sobre la una - se aclaró la garganta - como tarde, tenemos que salir de nuevo a las cinco, infórmele sobre todo.
- Si señor, gracias.

Alfonso lo miró expectante.

- Era él, tienes que estar listo a medianoche. Y debéis volver, como tarde, a las cinco.
- ¡Si! - sonrió, triunfal.

Iba a ver a Anahí de nuevo, a besarla, a abrazarla, a hacer el amor con ella, ¿Cómo estaría?¿Cuánto le echaría de menos?¿Le habría olvidado ya? Las dudas empezaron a rondar su cabeza, todos esos meses había pensado que ella estaría triste, echándole de menos, tanto como él a ella. Que lo seguiría amando pero, ¿y si se había olvidado ya de él y se había ido con otro?¡O con Christopher! Dios, si Christopher le había hecho algo... Tenía que actuar rápido.

- Hola - sonrió Anahí cuando abrió la puerta a Christopher.
- ¿Cómo estás... estáis?
- Bien - suspiró, sonriendo - estamos bien, creciendo cada día un poco más - rió.
- ¿Puedo pasar? - ella asintió, haciéndose a un lado - he estado pensando en la boda y podríamos hacerla el próximo fin de semana. Ya he hecho algunas invitaciones y reserve en un bonito restaurante para después. Además...
- Para, para. Por favor, Christopher, para.
- ¿Pasa algo? - se volvió en el sitio, para acercarse a ella - ¿te sientes bien?
- Si, tranquilo. Me siento muy bien, pero tenemos que hablar. Siéntate, por favor.
- Qué pasa Anahí, ahora de que tenemos que hablar...
- No nos vamos a casar Christopher, y esto es definitivo.
- ¿Qué? - se levantó, gritando - ¿cómo que no nos vamos a casar?¡Nos tenemos que casar, Anahí! - agarró su muñeca, con fuerza.
- ¡Me estás lastimando! - gritó ella en respuesta - suéltame.
- No te voy a soltar Anahí, vas a casarte conmigo. Quieras o no, porque yo lo digo ¿Lo has entendido?¡Ya he tenido mucha paciencia contigo!
- Hey, hey, hey - chilló Dulce, entrando corriendo en el salón - ¡suéltala ahora mismo!.
- Tú que haces aquí, déjanos solos.
- Vivo aquí - se puso entre ellos - ¡suéltala!.

Christopher la miró cómo si fuese un alíen ¿cómo que se había ido a vivir allí?¿Y él?¿Qué pasaba con él? Las miró a las dos en silencio, mientras se separaba poco a poco.

- ¿Cómo que vives aquí?
- Si, vivo aquí. Con Anahí - la abrazó de lado, queriendo protegerla - y tú te vas, ahora.
- ¿Por eso no te casas conmigo?¿Por Dulce?
- No me caso contigo porque no quiero Christopher - se cruzó de brazos - y menos después de cómo te acabas de comportar.
- Eso solo fue...
- ¡Eso fue el final! No voy a casarme contigo, lo siento.
- Nos vemos en la oficina - dijo Dulce, seria.

Alfonso se había duchado, afeitado y puesto la colonia favorita de Anahí, la cual había pedido a Christian que comprase minutos después de saber que iba a volver a casa. ¡A casa! Miró el reloj y sonrió cuando vio que solo quedaban cinco minutos para medianoche. Un coche oscuro apareció la segunda vez que Alfonso miró el reloj, Santos, el conductor, le hizo una seña y él se levantó para subir al coche. El policía lo saludó y empezó a conducir, camino a su casa de nuevo, por fin.

- Llegaremos en unos minutos, señor Herrera.
- Gracias por esto Santos, de verdad.
- Solo... Tenga cuidado ¿si? Estaré aquí fuera esperando.

Anahí apagó la luz de su mesita de noche después de haber leído algo más del libro de mamás que su matrona le había recomendado. No le gustaba mucho leer, pero quería estar preparada para todo. Le dejaría algún libro a Dulce para que supiese también algo del tema. Suspiró, tumbándose y abrazando la almohada de Alfonso, imaginando que era él y cerró los ojos, hasta escuchó un pequeño ruido en la planta de abajo. Se levantó de la cama rápido, todo lo rápido que pudo claro, y decidió ir a buscar a Dulce. Pero, cuando estaba a punto de salir de la habitación, escuchó como alguien subía las escaleras. ¿Les habían entrado a robar?¿Las iban a matar? Se quedó muy quieta donde estaba, escondida en la oscuridad y escuchando a su propio corazón latir acelerado. Los pasos de detuvieron justo frente a su puerta, lo sabía. ¿Y si solo era Dulce, que le venía a dar las buenas noches? Pero ya estaba en su habitación, y seguramente dormida. Intentó respirar sin hacer ruido, y se escondió detrás de la puerta, que se estaba empezando a abrir. Cuando estuvo detrás de esta, la luz se encendió, dejando ver al intruso.

Era alto, tenía una gran espalda y el pelo negro... como... como... no podía ser, ¿Alfonso?¿Alfonso estaba en su habitación? Esto tenía que ser un sueño, si él estaba ahí tenía que serlo... llevaba meses soñando con él y, al parecer, cada vez se harían más realistas, porque le parecía oler hasta la fragancia de su colonia favorita, olía como Alfonso, su cuerpo era como el de Alfonso, pero no podía ser él. De pronto, el intruso comenzó a girarse, mirando por toda la habitación, como buscando algo, y ahí le vio. Su nariz, sus labios, sus ojos, su cara... Era él, era Alfonso. Intentó ahogar un grito de sorpresa, pero Alfonso la escuchó y la miró fijamente a los ojos, sonriendo.

- Hola, mi amor - dio un paso y Anahí abrió mucho más los ojos.
- ¿Eres de verdad? - extendió una mano, tocando su mejilla recién afeitada - eres de verdad o es un sueño muy realista.
- ¿Qué tengo que hacer para que me creas? - sonrió de nuevo y la recorrió con la mirada - ¿estás embarazada? - ahora fue él el que abrió los ojos, mirándola a la cara.
- No te lo pude llegar a decir - dijo, intentando no llorar, mientras se tocaba el vientre - me enteré días antes de tu accidente. Estaba preparando una sorpresa cuando... cuando... - miró al suelo - cuando me dijeron que habías muerto.
- Pero estoy aquí, vivo.
- ¿De verdad?
- Si Annie, estoy vivo.
- Tengo que llamar a Dulce. Tiene que saberlo...
- Luego iré a verla, pero ahora quiero pasar tiempo contigo. Y nuestro hijo, ¿sabes ya lo que es? - Anahí asintió sonriente.
- Niña. No he decidido nombre aún - lo miró, se moría por abrazarlo y besarlo - No sabía que te gustaría a ti...
- Luego lo elegimos ¿puedo darte un beso? Te he echado demasiado de menos.

Anahí se apresuró a acercarse a él. Rodeó su cuello con sus brazos y chocó sus labios con los suyos, mientras él la atrapaba entre sus enormes brazos. No le importaba que fuese un sueño, no le importaba que a la mañana siguiente despertase sola y triste, quería disfrutar de Alfonso en su totalidad. Pero quería decírselo también a Dulce, así que, después de un rato disfrutando de él, se separó.

- Tengo que llamarla - susurró - será un segundo, de verdad.
- Voy a ir luego a su casa, tranquila - ella negó, sin dejar de sonreír.
- No tienes que ir a su casa, está aquí. En la habitación de invitados.

Siempre he estado aquí Where stories live. Discover now