6

549 58 1
                                    

Dos días después, Alfonso volvió a aparecer por la noche. Anahí sonrió al escuchar la puerta, sentándose en la cama y acariciando su vientre en el que, como si le hubiese escuchado también, se estaba moviendo la niña.

- Buenas noches - sonrió al entrar en la habitación, acercándose a ella - ¿cómo habéis estado?
- Has tardado mucho - dijo haciendo un puchero - te echaba de menos.
- Lo sé, cariño - la besó dulcemente - pero es peligroso y el imbécil de... - Anahí lo miró, seria - perdón - sonrió - el policía que me ha estado ayudando - ella asintió - dice que no puedo venir todas las noches. Tardé un día entero en convencerle de eso - la volvió a besar - pero ahora que he vuelto, no puedo dejar de hacerlo.

Dos horas después, desnudos y abrazados bajo las sábanas, Anahí acarició el pecho de Alfonso, despacio, de arriba a abajo y haciendo pequeños círculos.

- ¿Ya tienes algún nombre para nuestra hija? - Anahí asintió sonriente - bien porque yo también.
- Empieza tú.
- Nooo, de ninguna manera - sonrió - he llegado siete meses tarde, así que tienes el poder para empezar - dejó un beso en su cabeza.
- Vale - sonrió ella - había pensado... Miriam.
- Mmmm... no está mal, pero no termina de convencerme.

Cinco minutos después, todavía no habían elegido un nombre perfecto y, según Anahí, ya habían usado todos los nombres habidos y por haber en la tierra. Ambos suspiraron y, segundos después, Alfonso sonrió un poco.

- Daniela - anunció, orgulloso.
- Daniela - susurró Anahí - Daniela Herrera ¿cómo suena?.
- A mi me suena perfecto, ¿a ti?.

Anahi asintió, sonriente. Tenían nombre para su hija, que pronto estaría con ellos.

- ¡Christopher! - dijo Anahí, sorprendida al verle - ¿qué te trae por aquí?.
- Quería ver cómo estabas, hacerte una pequeña visita.

Anahí asintió. No muy convencida pero, aunque sabía que se tenía que distanciar de él, no quería que sospechase que algo raro pasaba así que, se hizo a un lado y lo invitó a pasar.

- ¿Cómo estás? Estos últimos días no te has pasado por aquí.
- ¿Me echabas de menos? - sonrió, esperanzado con que Anahí hubiese empezado a sentir algo por él, y se hubiese olvidado de Alfonso.
- No, bueno, quiero decir... Hasta hace poco te pasabas por aquí cada pocos días. Solo era eso.
- Ah - suspiró, más desilusionado - tuve muchas reuniones importantes y apenas me quedaba tiempo. Por eso vine hoy - sonrió - quizá puedas pasar un rato conmigo... Ir a comprar algo de lo que te falte, pensar el nombre...
- Ya tenemos nombre - sonrió.
- ¿Tenemos?.
- Si, claro - sonrió más - A... - paró en seco, antes de decir Alfonso - a Dulce y a mi nos gusta Daniela - asintió, satisfecha.
- Me gusta Daniela - sonrió también - es tan bonito como tú.
- Christopher...
- Lo sé, lo sé... Pero sigo pensando que seríamos felices juntos. Y Daniela crecerá rodeada del amor, el de una madre y el de un padre.
- Pero yo...
- Solo piénsalo, ¿si? Ya sabes que Alfonso no hubiese querido que estuvieseis solas.

No quería que estuviese a solas con él, que era distinto. Pero eso no se lo podia decir sin delatar a su marido. Sonrió un poco y asintió.

- Pero no te prometo nada.
- Gracias - dijo, dejando un beso en sus manos.

Los días pasaban rápidos, convirtiéndose en semanas, en las que Alfonso iba cada dos noches a casa. Dormían juntos, hablaban y hacían el amor. Pero después se marchaba y Anahí le echaba de menos durante el día. Echaba de menos ir a pasear con él de la mano, ir a cenar a un restaurante o incluso ir a las consultas del embarazo. La recta final estaba cada vez más cerca, y necesitaba que Alfonso volviese pronto a casa.

- Tenemos que actuar pronto - suspiró Alfonso - Anahí está a punto de dar a luz y no quiero que esté sola... y menos con ese canalla.
- Tranquilo Alfonso. Sé que quieres estar junto a tu esposa. Pero debemos tener cuidado. El agente infiltrado ya casi le tiene pillado, solo es cuestión de días.

Alfonso suspiró, pensando en todo lo que sentía ahora que sabía que iba a ser padre junto a Anahí. En lo que había sentido la noche que se enteró. Apenas había dormido el día después, por los nervios que le entraron. Había llorado de felicidad, de angustia por no estar ahí, de miedo por si Christopher le hacía algo... Había sonreído a todo el mundo ese día, se lo había contado a todas y cada una de las personas que trabajaban para él.

- En cuanto Luis nos de la señal, podrás volver a casa - continuó el policía, sacándolo de sus pensamientos.
- Pero ¿y si me quedo allí escondido? Nadie me verá, solo Annie y Dulce...
- No sé si...
- Por favor. Anahí puede dar a luz en cualquier momento, y necesito estar con ella las veinticuatro horas. Juro que no saldré de casa para nada...
- ¿Seguro? - terminó suspirando.
- Solo si Anahí se pone de parto - sonrió - eso no me lo puedes negar.
- Dios, Alfonso. Siempre terminas haciendo lo que te da la gana - Alfonso comenzó a reírse alto - está bien, puedes volver a casa. Pero - le apuntó con su dedo - solo puedes salir si Anahí se pone de parto, y nos tienes que avisar para poder protegeros. O, si todo lo de Von Uckermann se resuelve.
- Lo prometo - sonrió - voy a hacer las maletas.

Esa misma noche, Alfonso llegó a casa con una pequeña maleta y una sonrisa enorme. Entró en casa, ya a oscuras, y subió las escaleras con cuidado. Dulce seguramente estaría dormida, pero sabía que Anahí lo esperaría, aunque, como había estado haciendo la maleta para volver, había tardado algo más. Sabía que las luces de su habitación estaban apagadas y, cuando abrió la puerta, se encontró la cama deshecha, pero sin Anahí dentro.

- ¿Annie?¿Hola?.

El silencio que le siguió a su pregunta hizo que la piel de Alfonso se pusiese de gallina, no sabía que había pasado, pero Anahí no estaba ahí. Salió con cuidado de la habitación, llegando a la de su hermana, pero al abrir la puerta supo que también estaba vacía. ¿Por qué no estaban en casa?¿No le habían dejado ninguna nota? Bajó a la cocina, vacía también, sin ninguna nota. Iba a pedir ayuda cuando la puerta se abrió.

- Ay Dul. A la sesión más tarde me llevas, ay - se quejó un poco - ¡estoy embarazada mujer!.
- Ay bueno, no es tan tarde - rió - tendrás que disfrutar ahora, luego con Daniela no vas a tener tiempo de nada.

Alfonso sonrió al escuchar el nombre de su hija. Siempre que lo escuchaba, lo hacía.

- Pero podíamos haber ido a un cine más cerca...
- Querías librarte de Christopher ¿si o no?.
- Si, pero has conducido casi dos horas para eso - empezó a reírse.
- Bueno - se encogió de hombros - Antes vivía por allí y ese cine me encantaba.

Anahi asintió, yendo hacia la cocina a por un vaso de agua. De repente, Dulce vio una maleta en el suelo, llamó a Anahí y la señaló.

- ¿Christopher? - dijo Dulce, desconfiada, mientras agarraba a Anahí del brazo y la ponía detrás de ella.
- No - soltó Alfonso, saliendo de la cocina - solo soy yo.
- ¡Poncho!.

Anahí salió corriendo hacia él, tirándose a sus brazos, los cuales la esperaban abiertos. Lo besó profundamente y después se separó despacio, pero no se alejó del todo.

- ¿Qué haces aquí? - sonrió - pensé que hoy no vendrías, como lo hiciste ayer...
- He traído la maleta - Anahí asintió, misndilo fijamente mientras esperaba una respuesta - me quedo en casa, mi amor.
- ¿Para siempre?.
- Para siempre.

Volvió a saltar sobre él, lo que le dejó su, ya, enorme barriga, y llenó de besos su cara, hasta que Alfonso la separó un poco, aún sonriente, y le explicó las normas que debía cumplir para estar allí. Después, cuando subieron a su habitación, juntos, volvió a lanzarse sobre él pero, esta vez, la ropa también fue desapareciendo.

Siempre he estado aquí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora