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Anahi amaneció sola en la cama, y sabía que estaba sola porque había pasado su mano por el colchón en busca del cuerpo caliente y duro de Alfonso. Abrió un poco los ojos, solo para comprobar que, efectivamente, estaba sola en la cama. ¿Todo había sido un sueño? Anoche le parecía todo muy real, pensó, acariciando su vientre. Los besos, los abrazos, el como lo sintió en su interior... Iba a darse la vuelta y dormir de nuevo, si había sido un sueño, quería volver a el cuanto antes pero, en cuanto fue a moverse la puerta del baño se abrió, dejando ver a Alfonso completamente desnudo con una simple toalla alrededor de su cintura.

- Buenos días, hermosa.
- ¿Eres de verdad? - sonrió ella, levantándose.

Alfonso se acercó a ella riendo y le dio un largo y cálido beso.

- ¿Tienes ahora alguna duda?

Anahí negó, sonriendo, y se acercó de nuevo a él, volviendo a chocar sus labios con los suyos. Alfonso se dejó caer al lado del cuerpo de Anahí, sin cortar el vaso en ningún momento. Anahí acarició su torso, bajando hasta la cintura y volviendo a subir. Suspiró, aún en sus labios y se separó.

- ¿Qué pasó? - le preguntó Alfonso, acariciando su mejilla.
- Es que no es justo.
- ¿Qué?
- Tia estás buenísimo y yo... soy una ballena.

Alfonso abrió los ojos todo lo que pudo y después echó su cabeza hacia atrás, soltando una carcajada.

- Oye, no te rías - lo golpeo, haciendo un puchero - te estás riendo de mi...
- No, mi amor. Lo que pasa es que tú no entiendes. Estás hermosa, te ves preciosa con esta tripa - la acarició - eres maravillosa, con o sin ella ¿me crees?.

Anahí asintió despacio con la cabeza y se acercó a él para abrazarlo con amor. Alfonso la correspondió, teniendo cuidado de la barriga, y dejó un dulce beso en su cuello. La puerta sonó y, segundos después, Dulce asomó su cabeza.

- Buenos días - sonrió y miró a su hermano - perdón, pero no me creía que estuvieses aquí por la mañana.
- Yo tampoco - rió Anahí cuando Alfonso la miró - por eso te pregunte si eras real. Creía que seguía durmiendo.
- No me voy a ir - dijo Alfonso, llevando su mirada de una a otra, sonriendo - nunca más.

Dos horas más tarde Alfonso se quedó solo en casa, Dulce había ido a trabajar a la empresa y Anahí a la consulta de la matrona, ya una de sus últimas reuniones con ella. Anahi le había dado un beso en los labios antes de salir y Dulce había dejado todas las cortinas cerradas para que, si alguien pasaba, no le vienen y pudiera moverse por casa con libertad. Bajó a la cocina y comenzó a prepara algo para comer cuando el timbre sonó, insistente y desconcertándolo. Dulce llegaría a casa a media tarde  y a Anahí no le había podido dar tiempo a volver. Se asomó por la mirilla y vio a Christopher, con un ramo de flores y una caja de bombones.

- Imbécil... - susurró subiendo las escaleras con cuidado.

El timbre volvió a sonar, seguido de unos golpes en la puerta y algún vistazo por las ventanas cerradas. Alfonso le estaba viendo desde su habitación, mientras le aumentaban las ganas de matarlo en ese mismo momento.

- ¿Christopher? - dijo una voz dulce y muy conocida por él.
- Oh, Annie - sonrió - pensaba que estabas en casa.
- Tenía hora con la matrona - se acarició el vientre y Christopher asintió - ¿qué haces aquí?.
- Venía para invitarte a comer y hablar sobre nuestra boda - sonrió, convencido - ¿ya lo pensaste?.

Alfonso apretó los puños tanto como pudo, clavándose sus propias uñas en las palmas. En ese momento escuchó suspirar a Anahí y volvió a mirar por la ventana, sacudiendo su cabeza.

- Christopher, de verdad. te lo agradezco mucho, en serio. Pero no voy a casarme contigo... Dulce está conmigo y pronto... - sabía que lo iba a nombrar, por la sonrisa que se dibujó en sus ojos - pronto Daniela estará conmigo y solo querré descansar y mimarla. No necesito nada más.
- Pero Anahí, Alfonso...
- Alfonso estaría muy orgulloso de mi aunque la criara sola, y estaría feliz de que su hermana y yo la cuidásemos. Lo siento. Una vez te dije que no era justo para ti, y sigo pensando lo mismo.
- ¿Qué harás cuando te enamores de otra mujer, si estás casado conmigo? No te puedo pedir que te sacrifiques así...
- ¡Pero yo te amo a ti!¡Siempre lo he hecho!.

Anahí abrió mucho los ojos, como Alfonso. El lo había sospechado toda la vida, y ella lo estaba descubriendo desde hace unas semanas. Pero ninguno de los dos pensaba que lo gritaría a los cuatro vientos nunca. Anahí abrió la boca para decir algo, pero luego se calló y negó con la cabeza.

- No ¿qué? Te amo Anahí, te amo.
- Pero yo sigo amando a Alfonso.
- ¡Está muerto!¡Supéralo! Muerto, muerto, ¡muerto! - terminó gritando.

Alfonso estaba bajando las escaleras de dos en dos. No le importaba que el plan se fuese a la mierda, no le importaba nada. Solo que a estampar su puño en la boca de ese imbécil y abrazar a Anahí hasta que dejase de temblar, porque lo estaba haciendo, él lo sabía. Iba a abrir la puerta, con el corazón en la boca y rabioso hasta el alma, pero algo lo detuvo, con el picaporte de la mano, se quedó escuchando el resto de la conversación.

- Christopher detente ahí - Anahi lo miraba fijamente, seria y enfadada - No me importa si mi marido está muerto, en China o en Marte. Los amo, siempre lo amé y siempre lo amaré. En mi corazón solo hay espacio para él y para mi pequeña Daniela. Y no voy a casarme con nadie más, nunca.
- Anahí, yo...
- Márchate. No quiero verte ahora, ni en un largo tiempo. Si te necesito te avisaré.

Pasó delante de él, decidida, pero él agarró su brazo, haciendo que lo mirase de nuevo.

- Hablemos - medio susurró, había perdido los nervios y por poco le cuenta que él mandó matar a su marido.
- No - negó Anahí - ya te he dicho que no quiero verte por un largo tiempo y, que si te necesito, te avisaré. Adiós, Christopher.

Anahí abrió la puerta de casa mientras Alfonso se escondía tras ella. Cuando cerró la puerta y suspiró, lo miró sonriente, como si supiese que siempre había estado ahí.

-Siempre he estado aquí - sonrió el de vuelta, acariciando su pelo.
- Lo sé - suspiró - creo que quiero tumbarme un rato largo abrazada a mi marido.
- Estaba preparando algo para comer cuando ha llegado este...
- Te he entendido - se separó riendo - ya me diste hambre - chistó - comamos primero.

Lo beso en los labios, castamente, y se separó de él para ir hasta la cocina donde Alfonso ya tenía casi todo listo. Se sentó en una de las sillas y se llevó un trozo de pan a la boca.

- Mmmm - cerró los ojos - me hubiese gustado que hubieses ido - sonrió.
- Lo sé - suspiró él, calentando la carne - espero poder hacerlo pronto. Por lo menos ser "libre" para el parto.
- De verdad lo espero... no quiero que al primer hombre que vea se a... a Christopher.

Anahí daría a luz muy pronto, demasiado como para que Alfonso estuviese completamente seguro de que Christopher estuviese pudriéndose en la cárcel, lejos de ellos, dejándolos ser felices por fin. Pero, confiaba en la gente que trabajaba para él, llevaba haciéndose pasar por muerto varios meses y nadie le había delatado. Además, los conocía a todos muy bien, desde que les contrató, el primer mes que sospechó que alguien quería hacerle daño a él, solamente a él.

Siempre he estado aquí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora