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Hay algunos momentos en la vida en los que te preguntas si lo que estas viviendo es real. Algunas personas están tan acostumbradas a que sus vidas no sean las mejores, es así que cuando les paso algo bueno, no creen que de verdad este sucediendo. Tal es el caso de Wade, que a pocos minutos de estar en el altar se miraba al espejo y se preguntaba si no era solo un sueño, eso hasta que alguien toco la puerta distrayendolo de sus pensamientos.
—Hola fracasado —bromeó Shuri mientras entraba.
—Hola decepción —respondió Wade siguiendole el juego.
—¿Estas bien? Hueles a nervios
—Que raro estaba seguro que me bañe —ambos rieron y luego Wade soltó un suspiro—, es solo que...no me creo que esto esté pasando en realidad.
Shuri le dedico una sonrisa y se paro frente a él para acomodarlo el moño rojo de su traje, un vez terminado le ayudó a colocarse la chaqueta negra para que todo el conjunto esté listo.
—Estas apunto de casarte con un hombre bueno al que amas y que te ama, te lo mereces —reflexionó mientras sus manos estaban en los hombros de su mejor amigo—, lograste ser una mejor persona, justo como querías y el destino te está premiando con amor —sonrió y soltó.
—Tienes razón —exclamó con certeza—, afuera los nervios —dijo soplando fuerte—, gracias Shuri, por cierto, estas bonita —alabó.
—No más que tu futuro esposo —comentó—, lo vi antes de entrar, esta increíble.
—Ya quiero verlo —expresó emocionado.
—Dentro de un minuto lo harás, ya casi está todo listo —dicho esto salió del habitación.
Después de darse una última mirada en el espejo, salió emocionado del lugar camino al altar.
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La mayoría de los invitados ya se encontraban sentados, impacientes porque la ceremonia empezará ya. Wade lo único que podía hacer era mirar por el camino blanco esperando que sonará la música que indicara que ya iba a ver a su amado. A su lado, vestidos elegantemente estaban los padrinos de la boda: Shuri y Gina, la segunda fue como invitada especial de la boda, se acerco un poco a él.
