Maratón 2/2 - Borracho

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Sus cuerpos sudaba más tras cada embestida, sus bocas se fundian en un beso y callaban los gemidos que querían salir, sus manos recorrían cada centímetro del cuerpo del otro y sus corazones palpitaban al mismo tiempo. Después un un par de estocadas más, Oliver salío del interior de Barry y se recostó a su lado mientras que ambos calmaban sus respiraciones.

—Wow —exclamaron al mismo tiempo haciendo que ambos rieran.

—Te amo —confesó el arquero y le dio un beso a su esposo.

—Yo también —respondió con una sonrisa—. Iré a la cocina por agua ¿Quieres algo?

—No, gracias. Vuelve pronto —pidió.

Barry le levantó se puso sus calzoncillos, su pantalón de dormir y corrió a la cocina para servirse un vaso con agua.

Todo el complejo está en silencio y reinaba la oscuridad, las únicas luces prendidas eran las de los faroles de afuera y de la cocina en la que se encontraba. El velocista estaba bebiendo en completa tranquilidad hasta que alguien entró a la misma habitación que él.

—Buenos...—miró el reloj de la pared—días Scarlet.

—Buenos días Leonard —respondió al saludo pero sin mirarlo a los ojos—¿No puedes dormir?

—Insomnio, ya sabes, creo que volveré a tomar las pastillas —comentó y el otro asintió—, a juzgar por tu cabello desordenado y tus labios hinchados, tú no tuviste una mala noche como la mía.

El de cabello castaño se atoro con su agua, el contrario se acercó a él y le empezó a dar golpes en la espalda con lo que volvió otra vez a la normalidad.

—No te mueras Scarlet, aún hay mucho de ti que quiero disfrutar.

—Leonard, no empieces con eso —le recriminó y el aludido levantó las manos en señal de paz.

—Esto me recuerda a la vez que te salve de atorarte con unas alitas de pollo.

—¡Que vergüenza! —tapó su cara con una mano—¿Aún recuerdas eso? —preguntó asombrado.

—¿Cómo olvidarlo? Ese día te emborrachaste con Caitlin, tuve que ir a recogerte pero tu no querías irte sin tus alitas de pollo —recordó divertido.

—Si, el trago especial que preparo para mi fue demasiado, aunque me recuerdo ese día con mucho cariño, fue la última vez que fui al karaoke con ella—contó con nostalgia.

—¿Por qué ya no sales a cantar? —cuestionó con sorpresa—. Recuerdo que ese día te recogí y no paraste de cantar hasta que llegamos a tu casa.

—Bueno, las cosas cambiaron. Tengo un trabajo, lo de las misiones, un esposo y una hija —suspiró—; mis prioridades son otras.

—Que feo estilo de vida —negó con la cabeza—. No pareces realmente tú, el Barry que tuve que cargar hacia su cama después de haberse divertido con su amiga y que de todas formas a la mañana siguiente se levantó siendo un héroe, esa persona es la que realmente eres —señaló en su pecho donde estaba su corazón.

El velocista lo metido por un minuto. Es verdad que desde hace un par de años había dejado de hacer muchas cosas porque no encajaban con su nuevo estilo de vida; admitía que extrañaba salir a divertirse con varios de sus amigos y extrañaba cantar; aunque le gustaba la comodidad en la que se encontraba sentía que de alguna forma se había estancado. No iba a admitirlo, pero Leonard tenía algo de razón.

—Mi familia, mis amigos y yo —se señaló a sí mismo—son quien soy actualmente, eso no va a cambiar.

—Eso es triste —notó con pesar.

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