NARRA JORGE:
-Que la dejes en paz,
Peter, ¿no entiendes?-
dije, y ambos dirigieron su
mirada hacia mí. Martina
abrió los ojos
desorbitadamente.
-Ella no me lo ha dicho y
si asi fuera, tiene su
propia boca para
defenderse- contestó
Peter, haciéndose el
muy hombrecito.
-Es verdad, olvidaba que
con las mujeres siempre
eres muy valiente, ¿pero
qué tal el viernes, eh?
-Cierra la boca, Blanco.
-Oblígame.
Iba a abalanzarse sobre
mí pero le propiné un
puñetazo -olvidándome
por completo de los
tulipanes- justo en la ceja,
donde ya tenía una herida
del viernes. La sangre
comenzó a salir, y él me
devolvió el golpe en el
estómago, sacándome el
aire; aprovechó esta
distracción para darme un
puñetazo en la boca. Martina
se interpuso entre
nosotros.
-¡Basta, basta los dos!
¡Dejen de golpearse!- gritó
ella, su cara expresaba lo
asustada que estaba.
-¿Qué esta pasando aquí,
Martina?- se escuchó la voz
proveniente de un hombre
que supuse era el padre de
Tini.
-Nada, papá, es un
malentendido...
-Chicos, ésta es mi casa y
la respetan. Si van a
agarrarse a golpes como
vándalos, háganlo en sus
casas o en un baldío, pero
aquí no.
Excelente, ahora el padre
de Martina creería que soy
un cretino.
-Lo lamento, Sr. Stoessel,
yo... no volverá a
suceder- dijo Peter; me
miró con furia y se alejó a
grandes zancadas.
-¡Jorge! ¿Jorge, estás
bien?- dijo Martina,
inspeccionando mi cara.
-Esto... sí... tranquila.
-Papá, ¿está el botiquín de
primeros auxilios a la
mano?- dijo ella, haciendo
ademán de que
entraríamos a su casa.
Por la expresión del señor
Stoessel, pude ver que no le
agradaba la idea. Lo pensó
unos segundos.
-Está el baño. Anda,
cúralo, y luego vienes al
garage para... ayudarme
con unas cosas.
Martina, en su preocupación
por mi, no vio la cara de
su padre, de completa
desaprobación. Demonios,
¿por qué no me traga la
tierra?
Los tulipanes se quedaron
en el suelo, completando
el rojo de nuestra sangre
con el rojo de sus pétalos.
Después de que Martina
curara mis heridas
estuvimos un rato
hablando, y después tuve
que irme; no quise
quedarme mucho tiempo
porque sabía que a su
padre no le había agradado
nada la pelea entre
Peter y yo.
Cuando llegué a casa, las
cosas no estuvieron
mucho mejor.
-¡¿Pero qué te pasó en la
cara?!- gritó mamá al
verme.
Su grito hizo que todos
corrieran a la entrada; ella
y Lodovica corrieron a
inspeccionarme la cara.
-Parece que te paso un
tren encima, hermano-
dijo Daniel recargando en
la puerta, con ese aire de
suficiencia de quien se
sabe perfecto. Idiota.
-No pasó nada- contesté,
y alejé las manos de mi
madre y de Lodovica.- Tuve
un problema con alguien.
-¿Cómo paso? ¿Te
asaltaron? ¿Problemas en
un club...?
-¡No mamá, no! ¡Fue por el
estúpido de Peter!
Lodovica se quedó petrificada
al escuchar su nombre.
Mierda, la había regado.
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Jortini * Tiene cafe en su mirada y es por eso que me roba el sueño*
Romanceadaptada de Facebook