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Capitulo uno: "Optimista"









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Dolor. Fue lo primero que llego a su mente cuando comenzó a recuperar la consciencia. Ocho no entendía con exactitud lo que había sucedido pero, eso no impedía que un terrible dolor comenzara a hacer acto de presencia en su cabeza. Con el tiempo, comenzó a sentirse realmente abrumado ante las circunstancias, mas por el hecho de que alguna fuerza sobrenatural le impedía abrir sus ojos o mover el resto de su cuerpo con la libertad correspondiente. Era como si su cuerpo se hubiese paralizado, negándose a cualquier instrucción que su cerebro enviara. Intento hablar o llamar a alguien pero, la voz no sala de su garganta.

Estaba entrando en pánico.

Por suerte, con el tiempo comenzó a mover de a poco sus articulaciones, sintiéndose extremadamente tranquilo al lograrlo. Cuando por fin pudo abrir por completo los ojos, se deslumbro con el brillo que hacia presencia en la habitación, el cual le obligo a volver a cerrar los ojos. Por un instante llego a considerar que sus pupilas se habían incendiado.

Desde que comenzó a estar consciente sobre las cosas y los hechos de su alrededor, hasta ese mismo instante, había pasado una hora y aun no podía moverse con toda libertad. Intento reincorporarse en la cama, pero todo acabó en un intento fallido. Cuando estaba por sentarse, un extraño cosquilleo subió por su espalda y se frenó en su cabeza, comenzando a inundarlo de un dolor horrible y casi insoportable. Volvió a acostarse, con la cabeza palpitante y la respiración agitada, intentando recuperar la calma una vez más. Ocho posiciono sus manos tras su cabeza, con el fin de descubrir el origen de tal desagradable sensación, pero apenas pudo tocar por encima del cabello, cuando un horrible jadeo de dolor escapo de sus labios.

No sabía que había pasado pero, podía afirmar que dolía mucho.

Miro a su alrededor y luego suspiro. Se encontraba totalmente solo como para pedir ayuda y, tampoco consideraba gritar a todo pulmón para que alguien viniera a auxiliarlo.

Finamente, decidió esperar, mientras que evitaba hacer cualquier mínimo movimiento, lo que lo llevo a permanecer observando al techo. Por supuesto, el roce del colchón con su cabeza le dejaba una sensación indescriptible pero soportable, por lo que permaneció ahí. Observo por un buen rato el techo sobre su cabeza, grabando en su mente cada línea o mancha de este.

No fue hasta que pasaron tres horas, más o menos, que finalmente una cabeza se asomó en su habitación. Ocho estaba tan concentrado en apreciar al techo que no se dio cuenta de la nueva presencia en la recamara. No fue hasta que su campo de visión fue invadido por una hermosa y curvilínea figura, que reacciono.

—¡Cariño! —. Fue lo primero que su madre dijo, sacándole una sonrisa al niño.

—¡Madre! —. Respondió Ocho con un notable buen humor, casi como si hubiera olvidado todos los acontecimientos pasados.

É C O U T E   ||   Number Five.Where stories live. Discover now