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Capitulo uno: "Ausencia"









Capitulo uno: "Ausencia"

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Edphonse Dmitriy Hargreeves nunca estuvo interesado en la intimidad sexual, pero terminaba por ser irónico que la mayor parte de sus ingresos dependieran de un montón de personas que tocaban su puerta a la medianoche con la finalidad de saciar sus deseos carnales.

Inicio a la corta edad de dieciséis años, justamente tras la muerte de Ben, su hermano. Uno de los días más dolorosos en su existencia, mas por verse obligado a observar un montón de miradas de rencor y disgusto tras no poder hacer mucho en el instante en el que Ben murió. Fue algo ciertamente traumático, Los míseros segundos en los que desvió su mirada del objetivo, y por ello mismo, en menos de lo que pudo pensar, Seis se estaba desangrando a su lado; poco a poco comenzaron a llevarle a la desesperación. Intento todo tipo de cosas, pero la vida del asiático estaba comprometida desde el momento en el que Ocho no paro atención a los sucesos.

Esa noche debió morir Ocho, no Seis.

Desde ese momento, su vida comenzó a caer en un pique infinito que dejo de percibir una vez se adentró al maravilloso mundo de las drogas y el alcohol.

La desgracia de la muerte de su compañero, le llevo a que esa misma noche, acompañara a Klaus a una fiesta, desesperado por dejar de pensar y llorar en su habitación tras lo sucedido, todo con la necesidad de divertirse un rato o por lo menos, dejar de pensar en la bochornosa imagen de su hermano muerto que se tatuó en su consciencia de por vida. Lo último que recuerda de la mañana siguiente, era la sangre que brotaba por sus piernas acompañada por lo que parecía, un líquido blanco que muy bien conocía, y el dolor de espalda que lo llevo al pánico; El camino a casa a pie fue inolvidable, más cuando sus ojos llorosos le impedían ver, y sentía como el líquido escarlata inundaba poco a poco su ropa interior. Sin duda, una experiencia inolvidable.

Cuando Reginald se enteró, decidió tomar la situación como una oportunidad más de Marketing para el equipo ya destruido. Es entonces que tras la partida de Allison, Edphonse comenzó a compartir sus noches en lugares ajenos a su conocimiento, en camas que no le pertenecían y con personas que no conocía, todo a solicitud de su desesperado padre. Era cruel despertar junto a un montón de billetes en una cama que siquiera era suya, para llegar a casa y cruzar miradas con la confusión de sus hermanos.

A sus dieciocho años decidió dejar la mansión, tal y como lo habían hecho casi todos sus hermanos a diferencia de Luther.

Entonces cayó en la tentación del alcohol y las drogas, que comenzaron a llevarse todo el dinero que conseguía trabajando en la cafetería de Agnes, dejándole prácticamente sin ingresos como para pagar la renta de una casa y en algunos casos, su propia alimentación.

Fue así que comenzó a usar su cuerpo para conseguir un lugar para dormir al menos un día, para conseguir comida o siquiera una ducha gratis. Por supuesto, al principio le avergonzaba vivir con el diario a través del dinero que conseguía estando con otras personas, pero luego del sexo venia la parte que le hacía sentir bien, aunque sea por un rato.

Después del sexo, sí tenía suerte, podía tener a una persona que vocalizara en medio de la noche frente a sus ojos lo bonito que era, aun cuando fuera mentira. Aunque le costara admitirlo, eso le encantaba, se sentía querido de algún modo, inclusive cuando a la mañana siguiente despertara totalmente solo en su cama, con un montón de billetes sobre una silla, morados en su cuerpo, dolor y, en algunas ocasiones, una nota de cariño de una persona que nunca volverá ver en su vida.

Gruñe de dolor cuando su cuerpo es invadido nuevamente. Esta vez no es él quien se ofrece como un simple instante de placer. No. En esta ocasión fue el quien alquilo a una persona que le haga olvidar los noticieros de esa mañana, sin ninguna restricción.

Las noticias reflejaban un claro: "Se confirma la muerte del excéntrico millonario Reginald Hargreeves". Quizá fue una cuestión de shock, pero su primera reacción fue salir de la cafetería y conseguir un poco de polvo mágico y alcohol que haga olvidar su realidad por un instante, lo que condujo a tener una noche con un completo desconocido.

—¿Te gusta así?—. Observa pronunciar a su acompañante. Intenta pedir que pare, expresar el dolor que está sintiendo en ese mismo instante con la situación, pero no hace más que enredar sus brazos tras el cuello de su compañero y cerrar los ojos mientras que junta ambos labios, para intentar calmar el dolor ante estocadas más profundas.

Sus ojos se llenan de lágrimas, sus manos se clavan en la espalda del contrario y su respiración se hace cada vez más sonora, sin embargo, no dice nada, no pide nada, no hace nada al respecto. Accede a cada cosa que quiere hacer su contrario con la finalidad de dejar de pensar. En algunos momentos estira su mano hasta la botella de Vodka que esta junto a la cama, y bebe grandes tragos que le ahogan al estar acostado en la cama recibiendo por quien quiera que fuera esa otra persona. A parte, sus hipidos y lágrimas no ayudaban a que sus pulmones se abrieran lo suficiente como para respirar.

Pero aun así, el dolor que experimenta en ese momento, no se iguala en nada al vacío que sintió cuando vio el noticiero que anunciaba la muerte de su padre adoptivo.

Edphonse no se presentó a la reunión familiar de esa tarde, ni tampoco hizo su turno completo en la cafetería de Agnes. Probablemente iba a tener que trabajar toda la noche, pero eso ya era lo de menos.

Después de todo, todos tienen su modo de enfrentar las penas.

El modo de Edphonse era ciertamente singular. 

É C O U T E   ||   Number Five.Where stories live. Discover now