Siempre al borde de la extensión, las dificultades definiendo sus destinos. Pues eran ellos, los hombres, la presa y la carroña; el alimento para las bestias o una nueva duna nevada. Pero su codicia por lo desconocido era mucho más grande, y su instinto de hombre salvaje los empujaba hacia adelante.

Su único camino era el que hacían al andar. 

Su única arma era el poder de sus mentes para la adaptabilidad. 


  

El hombre nómade supo que en la solitud radicaba su debilidad, y que sus fuerzas se multiplicaban con la unión.

 Formaron hordas, grupos humanos migrantes entre ese desierto helado; sus mentes se desarrollaron en sincronía a la naturaleza hostil que los rodeaba; y a pesar que sus habilidades no eran comparables con los grandes predadores, la manera inteligente en que empuñaron sus lanzas les brindo las posibilidades de defenderse a ser cazados.

Ellos se transformaron en cazadores.

Y el silencio fue el testigo de su paso; su compañía, el aliado en la caza.

El primitivo cazador entendió que, en esa tierra agreste; el silencio era el inicio, y también el final.

Allí, en los bosques de Siberia, la penalidad por emitir el mínimo ruido, podía ser la muerte



Hubo alguna vez, en los albores de la humanidad, un joven varón que en sus prematuros años como cazador, aprendió a percibir el silencio de manera distinta al resto de sus congéneres primitivos. 

Mientras para algunos el silencio era un mero intervalo de tiempo en suspenso; para él, significaba un recuerdo, un fragmento de memoria cargada de emociones abrumadoras y vientos furiosos. 

El silencio nunca le había dado confianza, era demoledor, muy desesperante. A su juicio, había distintos tipos de silencio y eran clasificables según el momento. Aunque mantenían esa esencia de quietud y expectativa, cada uno guardaba cierta distinción entre los otros, y solo podían ser usados para esa ocasión en particular. 

Por ejemplo, uno de ellos era el silencio que, mediante una seña de mano su padre le pedía que hiciera cuando salían de caza; si su respiración profunda o sus pisadas nerviosas hacían mínimo sonido, la delgada brecha hacia la muerte desaparecería. 

Otro silencio, era pues, el que quedaba al levantar las tiendas a la hora de marcharse, comenzando su viaje directo a lo inhóspito y a una muerte insegura. Al igual que las cenizas de fuego levitando el aire, flotaba la pregunta de cuántos sobrevivirían hasta encontrar nueva tierra nevada como hogar temporal. 

También existía el silencio de la respiración contenida cuando algún animal predador de esos bosques laberínticos emergía hacia ellos, rondándolos cerca; y la sensación de esperanza insatisfecha se generalizaba al observar como, tras desolarlos, volvían a perderse al bosquejal. Con uno de ellos muerto y sangrante entre sus dientes. 

Sin embargo, existía un silencio que se anteponía ante los demás. Un silencio cruel, tirano; un recordatorio constante de ser la raza más débil en ese mundo de piedra; que su salvajismo natural era completamente insignificante e inútil; y su supervivencia estaba supeditada a un ser, o mejor dicho, una omnipresencia que con su grandeza los humillaba

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⏰ Last updated: Jun 06, 2021 ⏰

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Síndrome H .-  (KurokoNoBasket)Where stories live. Discover now