Capítulo 2

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Cómo lo sabía. No he podido dormir. He soñado con sus ojos marrones y su tierna sonrisa que, maldita sea, no se le va ni con una somanta ostias. Me levanto, me ducho y me pongo unos vaqueros azules y mi sudadera del 93 que dieron con el AS. Hacía un poco de aire y no hacía un calor insoportable. Cojo mis llaves y bajo a la calle para coger el coche, mi precioso Honda Civic rojo y salgo del pueblo hacia Barcelona. Hoy empiezo mi curso en Monlau y estoy super nerviosa. No sé si le voy a caer bien a Emilio o si va a haber alguien del Repsol Honda Team. Mierda, ¿y si están? ¿Vendrá Marc? Joder, hoy sería peor, más cantoso. Llevo su sudadera, su reloj y sus zapatillas. Solo me.falta un cartel luminoso que ponga "Soy fan de Marc Márquez". Madre, voy a tener que buscarme un trabajo porque me voy a gastar todo el dinero que mis padres me an en peajes. Valen una pasta increible. Cuando llego a la capital, busco la calle y aparco. Salgo y miro el edificio. Es enorme. Me voy a perder en un sitio tan inmenso. Cuando bajo la mirada, veo a Emilio en la puerta

- ¿Laura Martínez?

- Esa soy yo, sí.

- Encantado, soy Emilio.

- Mucho gusto, Emilio. Ya sabía quién eras.

- No puedo imaginar porqué.

Dice sarcásticamente y se rie. Yo me uno a sus carcajadas y entramos dentro.

- Wow.

Esto está lleno de motos de topos los modelos Honda. Puedo ver la honda de Marc al fondo, aunque solo le veo el número porque hay mecánicos por todos los lados haciendo cosas en la moto.

- Quiero presentarte a alguien. Es uno de mis mejores alumnos.

Dice con una sonrisilla al ver que no aparto la vista de esa honda. Aparto la vista de la moto y le miro. Él me hace un gesto para que lo siga y voy detrás de él. No me atrevo preguntar a quién me va presentar. Llegamos a una oficina y me hace pasar. Veo a una persona de espaldas a mí e inmediatamente sé quien es. Reconocería ese corte de pelo y esas espaldas en cualquier parte del mundo.

- Laura, te presento a Marc.

En ese momento, él se da la vuelta y me mira con una sonrisa, esa sonrisa, en su preciosa cara.

- Hola. Encantado de conocerte. ¿Ibas a visitar el museo ayer?

¿Cómo demonios se acuerda de mí? Ni siquiera me vio.

- Igualmente y sí, pero no me di cuenta de la hora.

Su sonrisa se amplió y parecia algo pícara.

- No me mires así con esa sonrisa, Márquez, que te la quito de la cara ya mismo, eh.

Levanta las manos en señal de rendición y una cara de "alumno recién pillado con las manos en la masa".

- Como quieras.

Entonces habla Emilio.

- Venga, sentaos. De acuerdo, Laura es mi nueva estudiante y no conoce el edificio. Va a trabajar el prototipo de tu moto, Marc.

- ¡¿Voy a trabajar en la Honda RC213V 1000 de Marc Márquez?!

- Parece que le hace ilusión, Emilio.

Le doy una colleja a Marc, aunque enseguida me arrepiento.

- ¡Lo siento!

- Auch. Duele. No pasa nada. Tienes la misma mano que mi madre para las collejas.

Emilio y Marc empiezan a descojonarse y yo me pongo como un tomate y el tapón de la botella de Coca-cola juntos.

- ¡No os riais de mí! ¡Ya dije que lo siento! Es que trabajar en la moto de Márquez es un privilegio que no todos tienen.

- Se ve que eres Marquesita.

Y empiezan a descojonarse de nuevo. Estoy por ponerme a repartir ostias y como empieze no paro. ¡Me desesperan!

- Bueno, ya ¿no? Soy Marquesita, ¿y qué?

- Nada, nada. Me gusta tener fans que no se avergüenzan de decir que son Marquesitas.

Me le quedo mirando.

- ¿Porqué debería avergonzarme? ¿Acaso eres tan malo, Márquez?

Ahora nos reimos todos. Me encantan estos dos. Marc es un cachondo mental y Emilio le sigue la corriente. Marc corta el momento de risa.

- ¿Te enseño el edificio entonces? Y así ves la moto y eso.

- De acuerdo.

Nos levantamos de las sillas y cuando vamos a salir, Emilio dice:

- Llevaos bien, porfa. No os arranqueis la cabeza ni nada.

Marc y yo nos reimos. Yo sigo riendo cuando Marc dice:

- ¡Pues no pides nada, tú! Va a ser muy difícil no arrancarnos la cabeza.

- Doy fe. De cuajo. No vas a sobrevivir a mí, Márquez.

- Ya veremos,Laurita. A lo mejor la que no sobrevive eres.tu a mí.

- Puede ser.

- ¡Vale tortolitos! El coqueteo para después, que no estoy delante.

Eso me pilla por sorpresa y salto, metafóricamente.

- ¡Coqueteo ninguno! Ni se te ocurra, Márquez.

- Tranquila. No me lio con compañeras de trabajo.

No sé como me ha sentado eso. Ni lo quiero saber. Salimos y cuando él cierra la puerta le digo:

- Capullo.

- ¿Tu crees?

- Lo repito, capullo.

- ¿Porqué? ¿Por lo último que he dicho?

- Justamente por lo que has insinuado.

Por ti (Marc Márquez)Where stories live. Discover now