Capítulo 5

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Una amenaza demasiado dulce
...

Pov Minso

Otra vez voy a llegar tarde.

Ni bien el tren llegó a mi destino me fui corriendo. Porque puedo llegar una vez tarde al mes, pero dos es una vergüenza. Un momento... pero si ya es abril, podría llegar tarde... ¡no! Mejor lo reservo para un día que si lo necesite.

Estuve a punto de llegar al colegio, pero casi un auto me atropella. De todas formas corrí a la reja, pero ya estaba cerrada ¿será que le dijo al vigilante si me deja pasar y le compro una soda?... ay, no ¿Cómo voy a hacer algo así?

x: ¿Por qué te metiste?

Me giré a verla y sonreí amargamente.

—¿Qué tienes? Tu chófer debe fijarse —chasquee mi lengua con molestia—. ¿También estás llegando tarde, Lisa?

L: ¿Qué clase de pregunta es esa? ¿no lo estás viendo? —sonreí torpemente— Como sea, ¿por dónde vas a entrar?

—No sé.

L: Principiante. Sígueme.

Caminó por el sendero derecho. Solamente la seguí. Si me obliga a saltar de un árbol para entrar al colegio prefiero faltar.

—¿A costumbras llegar tarde?

L: Sí.

—Debes de vivir lejos.

L: No, vivo en las residencias muy cerca de aquí —¿y aún así llega tarde? Si yo tuviera esa bendición siempre sería la primera.

De pronto paramos frente a un gran arbusto que era propiedad de la preparatoria. Con su codo empezó a dar golpes, hasta que un trozo de algo cayó del otro lado.

L: Por aquí.

Se colocó de cunclillas y caminó hacia ahí. Hice lo mismo y felizmente pasé, aunque me ensucié un poco.

L: Es mejor a que te esperes al siguiente curso —volvió a colocar ese pedazo de cemento, ramas y hojas en ese lugar—. Cada una va por su lado.

Emprendió marcha, pero no quiero estar sola. ¿Y si alguien me llama la atención que haré?

—Disculpa, ¿podría quedarme contigo?

Me miró indiferente unos segundos.

L: Bueno.

Menos mal aceptó. Es una linda chica.

Solo la seguí porque tengo miedo a que nos atrapen. Nunca he hecho algo como esto. Al poco rato llegamos a un edificio de dos pisos donde se realizaban las actividades y por ello estaba vacío. Aunque nos dirigimos hacia el balcón. No hay problema, porque el balcón da vista hacia afuera.

—¿Qué nos toca después?

L: Mate.

—¿Había tarea? —asintió.

Mátenme.

—¿Cuánto eran?

L: Unos 10 o 15 creo.

No lo entendí muy bien, traté de hacerlo y a penas pude entenderle a 7 u 8 ejercicios. Al menos es algo ¿no?

L: No me digas que no lo has hecho.

—Solo la mitad —negó sonriente—. ¿Tú lo has hecho? —me miró furiosa.

L: ¿Quién crees que soy?

—Buena pregunta —saqué mi cuaderno y mis lapiceros—. Debería ponerme a completarlo.

L: Yah —me lanzó un cuaderno—. Claro que sí lo hice.

Lights Wandering |JungKook|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora