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5 de noviembre de 1973:

Querido diario:

Han empezado los interrogatorios para saber quién liberó a Martín y estoy tan nervioso que me paso las noches encerrado en la taberna de Colette o frente al horno de la panadería de Antoine. Me temo que sospechan de mí. Saben que soy el único que pudo haber abierto los grilletes. ¿Qué será de mí si me descubren? Si la pena por estar con un hombre es la muerte, la de liberar a un preso condenado por eso no podría ser más indulgente.

Ya queda poca gente a la que interrogar. Por suerte, nadie aparte de los borrachos de La pute Beige conocía mi relación con el preso fugado, y ellos no tienen ni agallas ni voz para confesarlo, por lo que implicaría haber estado en ese bar. Por ahora, no tienen pruebas. Aunque, claro, no las necesitan. Tampoco las quieren. Les basta con contar todas las mentiras que les apetezcan para justificar ante el pueblo las decapitaciones, ante un pueblo que bebe de la sangre derramada como respira oxígeno o bebe del vino y la cerveza. Todos ellos son una panda de sangrientos empobrecidos por el paso de los años, demasiado asustados, y yo, su verdugo. Literalmente.

Por ahora, me dedico a seguir tendiéndoles un pedazo de repostería a los próximamente muertos y ver cómo se les caen las migajas al suelo o se les quedan atrancadas en la barba cuando las devoran con ansias y ganas, guantes roídos y dientes podridos, y me sonríen sin cordura y con los ojos rancios.

Quizás un día amar a cualquiera libremente no sea motivo de vergüenza y muerte. Quizás un día no haya verdugos que se tengan que apiadar de sus víctimas. Y aunque aún no sepa nada de Martín, conservo las esperanzas de que mantenga la vida y la libertad.

***

Una de las esperanzas de Simon se ha cumplido, pero no os voy a contar cuál 😔✌️

Desliza para leer el último capítulo UwU

Muac a todos vosotros, mis verdugitos homosexuale ;)

El diario de un verdugoWhere stories live. Discover now