7. ¿Me comerás?

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"Tu corazón es como un tambor, la caza acaba de comenzar."

―Monsters (Ruelle)


***

Nord devolvió la piedra con el doble de fuerza hacia la persona que la lanzó, provocando un impacto fuerte lo que causó una muerte instantánea. Ella no pudo ver el resultado de esa acción, puesto que el monstruo la envolvió en sus brazos, con su estola cayendo nuevamente sobre su cuerpo para abrigar su desnudez.

Ella cayó al suelo, aliviada y adolorida, con un sinfín de emociones que no lograba descifrar. El monstruo se acuclilló frente a ella, acariciando su mejilla lastimada con suavidad. No recordaba haber sido tratada por alguien de esta forma, él era un monstruo y aun así la tocaba con delicadeza, como una muñeca de porcelana. A causa de ese gesto gentil, ella casi se echó a llorar, porque por primera vez se sintió humana. Y como humana, ella no era irrompible.

Era una completa sorpresa. Se suponía que él era un monstruo, una terrible bestia incapaz de racionar, pero ahí estaba, la volvía defender de la falta de humanidad de los propios humanos. Sintió algo cálido y húmedo rozar su mejilla herida.

Al abrir sus ojos, notó que él lamía su herida.

―Vamos ―le dijo él con una sonrisa sincera.

Ella asintió sin titubear.

Hizo el esfuerzo por levantarse y seguirlo, pero el dolor de los golpes la molestó. Soltó un pequeño quejido imperceptible, luego se tragó el dolor y se esforzó en colocarse a la altura del monstruo, sin la menor intención de causar problema. Para su sorpresa, Nord se había percatado que apenas podía ponerse de pie, así que la cargó en sus brazos sin esfuerzo. Ella no tuvo oportunidad para oponerse.

―¿Por qué? ―quiso saber ella. Él la miró sin comprender―. ¿Por qué me salvas constantemente? ―agregó.

La informalidad brotó de sus labios con naturalidad y sencillez. El monstruo volvió a mirar hacia adelante, con una expresión de completa indiferencia, pero cuando la miraba a ella, su semblante serio se suavizaba y le regalaba una sonrisa.

―También me lo pregunto ―dijo sin secreto oculto.

No siguieron hablando. Dejaron que el silencio y el ambiente los envolvieran como un manto y consagrara lo que recién empezaba entre ellos. Tan suave y gentil, hermoso y deseable. Ella se arrulló en ese regazo que la hacía sentir segura, él aceptó cargar con todos los enemigos que la acechaban y pretendían lastimarla.

Llegaron a la cueva en donde ella había estado alojada en los últimos días, todavía acurrucada en la gran estola. Por la forma en que abandonaron el rio, ya daba por perdida sus pertenencias, no podía regresar y correr un peligro mayor. 

Nord se desplomó al suelo, se dio vuelta, dando la libertad que la muchacha necesitaba para acomodarse la estola alrededor de su cuerpo diminuto. Aunque, aparte de ocultar sus ojos, también requirió guardar las ansias y contener el impulso de mirar hacia atrás y ver un poco.

―Tu nombre... ―dijo él con seriedad, tratando de desviar el tema y mantener su atención enfocada en otra cosa diferente a ver el cuerpo de una mujer―. ¿Cuál es?

Ella quedó pensativa, sin saber cómo responder. Se acomodó con rapidez, luego se colocó a un lado de Nord, mirándolo con inocencia.

―¿Tienes uno? ―ella preguntó ingenuamente.

―Por supuesto.

―Mmm ―musitó ella, pensativa. Jamás imaginó que los monstruos tuvieran tal nivel de civilización―. No creí que fuese posible ―admitió.

Amante de una bestia +18Where stories live. Discover now