Capítulo 7: Sangre y sudor, nada de lágrimas

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Llego a la ciudad en menos de una hora. Aparco lo más cerca de casa que puedo y dejo que el metro me absorba sin complejos. Es casi nochebuena y pese a las bajas temperaturas, los bajos de la ciudad huelen a compañerismo y a humanidad acumulada. Un par de paradas después de subir me bajo para acudir a mi cita con El Hanan.

Son las ocho y estoy en el Rodilla de Callao. El Hanan no aparece.

Son las ocho y media y sigo en el Rodilla de Callao. El Hanan no ha aparecido y no creo que aparezca. Le llamo al móvil. Suena y suena. Nadie contesta. Suenan sirenas de la policía. Pasan delante de mí y se meten en una de las calles cercanas.

Siguiendo mi instinto, muchas veces equivocado pero también con muchos aciertos, voy detrás de la policía a ver que ha ocurrido. También llega una ambulancia.

Tapan el cuerpo de El Hanan con una tela brillante. Los policías interrogan. Yo curioseo como otros que están por ahí cerca, ya hay gente que tiene callo de ver cosas así y ni siquiera le llama la atención lo ocurrido. Otros no. Disimuladamente, arrimo la oreja a las preguntas de un policía a una afectada mujer.

-      ¿Ha visto algo?

-      Sí, sí…ha sido todo muy rápido.

-      ¿Cómo ha sido?

-      Pues…pues…-se echa las manos a la cara- yo iba a comprar un libro aquí cerca para mi marido, un regalo de Navidad. Es que a él le gustan mucho estas cosas de crímenes y todo eso…

-      Sí, sí… ¿y qué pasó?

-      Entonces los de una moto negra, que iba muy rápido, sacaron una pistola y dispararon, casi sin parar, varias veces a ese hombre. Sólo a ése, yo creo que iban a por él.

-      ¿Cuántos eran?

-      Dos. Disparó el de atrás. El otro sólo conducía.

-      ¿Les vio la cara o algo?

-      Escuche lo que dijo el que disparó, pero no lo entiendo.

-      ¿Y qué dijo?

-      “Vamos, mi pana, que la culebra ya paró los tarros”

-      Muchas gracias, señora. Por lo que dice parecen ser sicarios colombianos. Esa expresión que usted escuchó es una forma de decir que el trabajo está terminado. De todas formas, déjeme sus datos para hablar con usted más adelante. Tendrá que firmar la declaración y algunos asuntos.

-      Sin problema. Apunte.

Y la señora le cuenta al policía sus datos.

Y yo entiendo que esto empieza a ser sospechoso. Tengo algunas cosas muy claras: lo primero, que esta vez el muerto no estaba tan pensando como la otra vez y que, sin duda, el asesino no ha sido el mismo. Otra cosa bastante clara es que esto se está complicando por momentos. Si ya empiezan a aparecer sicarios en escena, esto es muy serio.

Ahora no podré preguntarle qué era la Villa Coto de caza, quién era el que hacía las fotos y por qué me querían matar a mí esos dos tipos que dejé de excursión. Alguien se ha debido enterar de que El Hanan había quedado conmigo y no podría permitir que hablase conmigo. El Hanan debía saber demasiado y yo quiero saber más de lo que debo.

Puede que sea el momento de descansar y coger fuerzas. Además, he quedado para cenar. Pero antes voy a ver si puedo meter las narices en la tienda de fotos a ver si consigo averiguar quién aparecía en esas fotos misteriosas. A ver si consigo ver una cara porque estoy hasta las mismas pelotas de ver espaldas, perillas, culos, hombros y demás anatomía de gay.

El cazador de ososحيث تعيش القصص. اكتشف الآن