Capítulo 4: "Contactos variados"

5 0 0
                                    

 

Llego a casa después de comprobar que hay noches que las calles podrían cerrar. Nadie se daría cuenta. El silencio reina en la noche, pese a que vivo en una gran ciudad. Son sólo unas horas. Pero durante esas horas parece que todo está en calma.

Paso a ver a Joaquín y a comprar algo de porno para poder dormir esta noche. Un poco de chamsky, un peta y a dormir viendo la peli porno. La verdad es que no es una hora típica para dormir. Pero yo voy a mi puta bola y la población civil no me atañe. A mi ritmo.

Antes de meter el DVD con la peli, me paro a ver un programa del corazón que se basa en polígrafos. Se hace llamar "Vamos a contar mentiras". Cambio de cadena y encuentro lo mismo. Parece que ni siquiera he cambiado. Lo único que me hace ver la diferencia es que en una de las cadenas hay una presentadora joven escotada, se podría sujetar un bolígrafo entre sus apretadas tetas, y en el otro hay un presentador joven y sonriente al que todas las señoras del público piropean por la espalda, donde debe estar su punto más bello.

Meto la película, mientras me lío el peta, y bebo un poco de chamsky directamente de la jarra. Me quito la camisa y me tiro en el sofá, me tapo con una manta lo suficientemente pequeña como para dejar al aire el pecho o los pies. Equilibro como puedo para que todo parezca tapado sin estarlo y me dispongo a conciliar el sueño.

La película empieza como todas: música cachonda, nombres entre obscenos y guiños a actores famosos y una primera escena en la que follan sin apenas hablar. Mira que el sexo, en sí mismo, me aburre; a mí lo que me puede entretener, incluso excitar, es ver cómo llegan al polvo.

Me despierto con un zumbido de fondo. Por lo que se ve, sí que me dormí. La película se ha terminado y el reproductor se aburre, si no le doy órdenes. Es lo que les pasa a algunos novios.

Apago la tele, el reproductor y me levanto. Son más o menos las siete de la tarde y tengo ganas de dormir más, pero no. Debería ir a “El baúl”, la librería de Mistery. Él puede aportarme algo de información. Yo, la verdad, soy un vecino del barrio pero no me suelo mover por el ambiente.

Él seguro que sabe bastante más de lo que yo sé, que es poco o nada.

Antes de salir paso por la puerta del cuarto de baño y veo la ducha esperándome. Puede que sea el momento de ducharme y afeitarme, a ver si así vuelvo a parecer un humano normal.

Al salir del agua noto como la cabeza empieza a quejarse. Me duele y algo me está poniendo muy nervioso. Me vienen a la cabeza los sonidos de los patos y el agua revuelta; además del viento soplando fuerte.

Para evitar que la cabeza me siga jodiendo, me lío otro petilla y me lo fumo mientras bajo las escaleras. Vestido y afeitado parezco alguien serio. Hacía mucho que no me veía tan bien como me veo ahora.

Esta noche me voy de putas para celebrarlo. Podría intentar ligar, pero sale mucho más caro. Llego rápidamente a la librería y entro sin pensar demasiado. Se parece a cualquier otra librería, con sus secciones y sus novedades. Me intereso por la última de Houellebecq y me la llevo. En otro piso están los discos.

Me atiende un chico joven acosado por sus empleados, que no dejan de preguntarle dónde encontrar tal o cuál libro. Él responde lo más rápido que puede y sin perder los nervios.

-      ¿Tienes novela negra?

-      Sí, en el fondo. ¿Buscabas algo en especial?

-      Sí, señor, pero no busco libros.

-      ¿Entonces?

-      ¿Eres Mistery? El del chat. Hablamos esta mañana o anoche, no sé.

El cazador de ososजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें