Capítulo 7

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«Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor»
Tácito.

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Faltaban tres semanas para que la fiesta de los Felton tuviera lugar y casi todos los invitados habían confirmado su asistencia. Las habitaciones en la mansión ya estaban siendo preparadas para alojar a los invitados.

—¿Cómo lo hago? —preguntó Albern, nervioso mientras el lord Bernal se mantenía cerca.

—Muy bien —expresó Marcel con una sonrisa.

Era un día de picnic al cual se habían unido Albern y Emily, la sobrina de la cocinera. Esa era una de las primeras lecciones de equitación que Albern recibía, al niño le gustaban los deportes por lo cual Marcel vio perfecto enseñarle a montar a caballo el mismo. Su animal era bastante manso y no había riesgos de que se descontrola o hiciera caer al niño, pero de todas formas se mantenía cerca.

“Mejor prevenir que lamentar” –pensaba para sus adentros.

Ellos estaban ahí entretenidos, Martina y Emily los miraban mientras comían emparedados de queso. La muchacha se mantenía imparcial respecto a Emily, aunque todo aquel que molestara a Albern tenía ganado su lugar en su lista negra, pero la pelirroja era solo una niña y le enternecía la mirada de cariño que tenía cuando miraba a su hermanito.

—él se molestó mucho cuando rompiste a Watson —dijo Martina. Las mejillas de la niña tomaron un fuerte sonrojo y bajo la mirada.

—Solo quería llamar su atención, no hacerle daño. Él dice que tal vez podamos ser amigos —su tono se escuchó alegre y esperanzador. Emily era una niña vivaracha y muy linda, sobre todo con ese rostro de muñeca, repleto de pecas y los ojos tan claros casi felinos.

—Albern le cuesta hacer amigos sobretodo de las niñas y romper algo tan preciado para él, cómo su osito, no fue un buen paso. —comentó Martina y vio como Marcel enseñaba a su hermano a montar. Su prometido y su hermano pequeño se veían tan a gustos, sonriendo, felices. Un sentimiento cálido se alojó en su pecho.

“Es precioso verlos así” –pensó conmovida.

Podía imaginarse a Marcel en un futuro enseñando a sus hijos con la misma paciencia y dedicación que tenía con su hermano. “Él sería un gran padre, ¿pero yo sería una buena madre?” –apartó  esos pensamientos, no quería hacerse un lio cuando ni siquiera se habían casado.

—¿Qué tengo que hacer para que Albern sea mi amigo? —preguntó Emily, sacando a Martina de sus pensamientos.

—No vuelvas destruir nada que él ame. Trata de no abrumarlo y deja que él mismo se dé cuenta que eres digna de confianza. Ya sabrás que mi hermano es un poco reacio...

—Los niños de pueblo dicen cosas feas de él. —el ceño de Emily se frunció y su nariz pequeña se arrugó. —¡Odio a esos niños! Drew es mi meno favorito porque es el que más se burla, la última vez llené su cabeza de barro por eso.

Martina la miro con interés Tal parece que su hermano también tenía una pequeña defensora… 
Albern y Emily parecían aprender a congeniar juntos. Martina acostada sobre la manta, dormitaba mientras Marcel la observaba acostado de lado, apoyado en su codo.

—Deje de observarme dormir, lord Bernal —dijo Martina con diversión en su voz y con sus ojos aun cerrados. Marcel notó como los labios de ella contenían una sonrisa.

—No estabas realmente dormida, tesoro.

—Oh, lo estaba pero el peso de tu mirada me hizo difícil seguir descansando. —ella abrió sus impresionantes ojos verdes —Tengo una pegunta.

—Tus preguntas asustan —ella se rio.

—Acostúmbrate a mis preguntas aterradoras Marcel —se burló Martina —¿Cuál es mi mayor defecto?

—Esa es fácil. Ser perfecta. —ella sonrió ampliamente, luego Marcel  se inclinó sobe ella y dejó un fugaz beso en sus labios rosados. Martina acarició su mejilla y rozó con su dedo los labios rosados de su amado, apreció lo fuerte de su mandíbula.

—Eres hermoso.

—Tú eres Hermosa. La mujer más hermosa en este mundo.

—Hay muchas mujeres más hermosas que yo.

—Pero en mi mundo, tú superas a todas. —el calor subió a las mejillas de Martina haciéndolas sonrojarse. Los ojos de Marcel se habían oscurecido, apenas miraron los labios entreabiertos de Martina. —Ay, cariño si tu hermano y esa niña no estuvieran tan cerca, te besaría como tanto deseo. Hay tantas cosas que quiero hacerte en este momento.

Las risas de los niños los hacían conscientes de su presencia, pero la voz de Marcel se escuchaba ronca y hacían que el cuerpo de ella fuera recorrido por el deseo y la excitación.

—¿Cómo cuáles? Dímelas Marcel, quiero saberlas…

—Primero, te besaría. Poseería tu boca con mi lengua y te presionaría contra mí. Luego mordería y chuparía tu cuello. —decía cada palabra sin apartar la mirada de la de ella. —Ambos jadearíamos de placer, te pediría permiso para acariciar tus pierna debajo de tu falsa y sé que me dirías que sí.

—¡Que arrogante eres! —él sonrió encantador.

—¿Te negarías?

—Si me lo pide bonito, no, no lo haría. —ambos se rieron.

—Te lo pediría del modo más bonito y amable que quisieras. Te estas volviendo tan especial e importante para mi Martina, nunca haría nada en contra de voluntad o que no disfrutáramos los dos. El placer siempre será de ambos por igual —susurró con deleite, mientras sostenía entre sus dedos uno de los mechones de su cabello que se había soltado de su peinado.

—¿Me quieres Marcel?

—Más que eso. Te adoro Martina…

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Regresaron antes de oscureciera porque los niños ya se veían cansados. Emily se fue junto a su tía a la cocina, mientras Martina llevaba Albern a su habitación dejando a Marcel a solas con lady Phaby. Él miraba a la madre de su prometida y la verdad que a veces podía llegar a ponerle nervioso su suegra. Sobre todo cuando su mirada inquisitiva pasaba a ser divertida, los ojos verdes de la marquesa Sellers eran tan parecidos a los de Martina, solo que sin la dulzura.

—¿Y qué le regalará, lord Bernal? —preguntó después de un rato.

—¿Como?

—¿Qué le regalará a Martina? Dentro de cuatro días será su cumpleaños, el veintitrés de este mes. —esa noticia tomó por sorpresa a Marcel.

Martina ni siquiera le había dicho en que día cumplía años. Ahora se quedaba corto de tiempo, lady Phaby rió al ver su expresión de consternación.

—No me queda mucho tiempo para buscarle un regalo digno de ella.

—Tal vez un anillo. —expuso lady Phaby con malicia.

Marcel frunció su ceño, su mente maquinaba cual sería el mejor regalo. “Debía encontrar algo que a Martina le emocionara muchísimo”.

—Albern cayó rendido en su cama.—Martina volvió a la sala con entusiasme, Marcel de inmediato sonrió de forma forzada para que no lo notara.  —¿Qué pasa?

—Nada hija — respondió lady Phaby con una sonrisa.

Encontraría un regalo digno de Martina. Ella se merece lo mejor” –pensó decidido el lord Bernal.

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El 23 de Julio habrá una actualización doble. De dos capítulos seguidos, por una ocasión muy especial que ya deben estar suponiendo 🤭


©𝑆𝐸𝑅𝐸𝑁𝐷𝐼𝑃𝐼𝐴. Saga: Palabras Hermosas.Where stories live. Discover now