Capítulo 2

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Cuando Marcel conoció a Richard Felton, marqués de Sellers le pareció un hombre muy agradable, culto y con un carácter fuerte.

—Todavía no ha respondido a mi invitación lord Bernal —dijo el marqués con quién se había terminado cruzando mientras iba cabalgando por los alrededores. —Me sentiría muy ofendido si la razón por la cual no acepta conocer a mi familia es porque no le agradamos.

Dijo con un tono divertido el marqués. Para Richard Felton, el lord Bernal significaba una oportunidad, un prospecto perfecto para su hija Martina quien estaba a poco de cumplir la veintena y parecía más entusiasmada en ir por el campo ayudándoles a los arrendatarios a recoger coles.

Él tenía dos hijos por los cuales prever un futuro y Martina no ayudaba mucho con su carácter tan voluntarioso.

—¡No piense cosas que no son milord! —habló Marcel sacando al marqués de sus pensamientos. —Estaré encantado de cenar con su familia mañana.

El marqués Sellers sonrió satisfecho. Esa misma noche el marqués en la intimidad de su dormitorio le comentó a su esposa lo de la cena.

—Sería un buen partido para Martina. —comentó la señora Felton mientras se arreglaba el cabello.

—Faltaría que él la aceptará a ella. Si se ha mantenido alejado en su residencia debe ser porque es un solitario que le huye al compromiso —lady Felton frunció el ceño.

—Richard no nos resignaremos a tener a nuestra única hija de solterona. Hay que seguir intentando. Aquí en Oxford ya no hay partidos que les agrade una muchacha que gusta meterse en problemas y andar jugando con gitanos en una zanja. ¡Martina un día me matará del disgusto!

El marqués rio.

—No es para tanto.

—¡Te recuerdo que por poco hacen que la maten cuando quiso entablar amistad con una tribu de gitanos! ¡Así que no minimices sus acciones! —el marqués reconocía que su hija no era el perfecto modelo de comportamiento femenino pero al menos no era una bobalicona. —Si aquí los hombres le huyen en Londres será el terror de todos y podrían avergonzarla. Los londinenses de alta alcurnia pueden ser muy crueles.

—¿Entonces que propones esposa? —preguntó curioso el marqués y su esposa sonrió.

—Hacer de nuestra hija la próxima Lady Bernal. Tú mismo me dices que el muchacho no es feo y tiene dinero. Haremos que se relacionen un poco más y verás cómo al final del año tendremos boda.

—Das miedo con tus conspiraciones mujer.

—¡No son conspiraciones mi señor! Solo soy una madre que busca lo mejor para su hija. Nada más.

—Aja. Si tú lo dices…

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Marcel no había dejado de pensar en todo el día en la cena con los Felton. Le haría bien salir y establecer relación con otra persona que no fueran el mayordomo y las dos doncellas que limpiaban la residencia que habitaba.

Se vistió apropiadamente para la cena en la casa del marqués. Hizo que un mozo preparara su caballo y se marchó. Ya suficientes invitaciones del oficial de la paz había rechazado y su intención no era hacer rencillas con el marqués, quien parecía un buen hombre.

Cruzó la entrada de la propiedad de los Felton. Uno de los mozos se ofreció a cuidar su caballo mientras que él era recibido por la marquesa Sellers, Phaby Felton era una mujer madura con ligeras marcas de expresión en su entrecejo pero que siempre tenía un porte regio y elegante como también una figura esbelta; se notaba que había sido educada para ser una gran señora.

©𝑆𝐸𝑅𝐸𝑁𝐷𝐼𝑃𝐼𝐴. Saga: Palabras Hermosas.Where stories live. Discover now