Setenta y dos horas

En Trípoli

-     En qué pensás?- preguntó Amira al verla pálida.

-     En una ducha!-

-     Qué? Pero si esta mañana me hiciste tirarte 20 baldes de agua para ducharte!-

-     Quiero un baño decente, quiero dormir, quiero oír música y no aviones o bombas…- meditó en voz alta mirando el borde de su pañuelo.

-     Vos estás acostumbrada a otra cosa, Thea-

-     Rabab…-

-     Sí, Rabab… nunca viste la guerra-

-     Y no quiero verla Amira, no quiero…-

Amira se inclinó y la miró bien.

-     Llorás?-

-     No…- se secó los ojos rápida- bueno… no tanto-

La camioneta dio un salto tremendo y como ellas viajaban atrás se cayeron sobre un lado.

Thea se largó a reír a carcajadas y Amira la imitó.

-     Ehi!! El que maneja… evitá los pozos idiota!- gritó Amira mientras se sentaban de nuevo entre cajas y mantas sucias-

-     Por lo menos tiene techo, no te quejes, en una descubierta ya nos habían perdido en el camino-

-     Me quejo de él…-

Se sintieron ráfagas de ametralladoras y la camioneta desvió bruscamente a la derecha junto a las otras dos que formaban el convoy.

Esta vez Thea tiró a Amina el piso y ella se tiró a su lado.

-     Qué pasa?-

-     No lo sé… pero sigo queriendo una ducha…-

El movimiento se detuvo, pero los sonidos de las ametralladoras aumentaba.

Alguien levantó la lona.

-     Abajo mujeres!- gritó.

Thea controló su revólver y odió tener puesta tanta ropa arriba de sus jeans, pero saltó abajo y fue adónde le decían.

Era una estación de servicio desierta y las camionetas habían quedado adentro del taller.