Setenta y dos horas

Llegando a Nalut

Mordisqueaba el pan cuando sonó el teléfono.

-     Aquí estoy-

-     Bien…-

-     Mañana a mediodía llega allá Marwan, es militar pero más amigo mío-

-     Amigo?-

-     Sabés que llamo así a mis clientes, me acuesto con él-

-     No te pregunto por eso sino por la seguridad, la confianza-

-     Es de total confianza, sos mi amiga periodista y te traerá aquí sin preguntar mucho-

-     OK, nos vemos Amira-

-     Te espero!-

-     Hasta mañana-

-     Chau-

Apagó y agarró la pata de pollo, la miró por todos lados.

No tenía hambre, pero era mejor comer porque no se sabía nunca cuanto habría que soportar sin comer al otro día-

Encendió la TV y puso la maldita AlJazeera.

No que la revolución estuviera mal, pero no le gustaba que se regodearan con la guerra desatada.

Marwan era el típico árabe y además militar.

Desafiante, orgulloso, sigiloso, y sobre todo desconfiado.

Cuanto más de una periodista occidental que le mostró su cámara y su teléfono satelital antes de partir para que se calmara vista la mochila tan grande.

Thea dijo que no tenía nada más, pero en su pierna escondía un cuchillo a pesar de los jeans ajustados y en su vientre un revólver que la camisa blanca bordada en mil colores y ancha, no hacía notar.

-     En Nalut no ocurre nada-

-     Imagino, pero yo soy amiga de Amira desde el colegio, me invitó y vine…-

-     Cuánto te quedás?

-     No lo sé, pero quiero estar para escribir lo que sucede-

-     Estamos bastante aislados también-

-     Y bueno…-

-     No podés entrar con esa camioneta, tiene patente de turistas-