Capítulo 47: Sueños alcanzados

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Ya ha pasado un mes desde que mi madre se fue y la echo mucho de menos, pero cada vez que la escucho me alegro de verla feliz.

Cada día voy a la universidad y estoy satisfecha con las clases que he escogido. Eso es precisamente lo que quería hacer, y cuando haces lo que sueñas no hay nada mejor.

Drew cada día viene a mi casa, pero sigo sintiendo que la casa es demasiado grande para estar yo sola, ¿para qué necesito cuatro habitaciones si con una ya tengo bastante?

Hoy me muestro inquieta y un tanto abstraída en mis pensamientos. Y es que esta tarde veré las listas de la clasificación del concurso de literatura al que me presenté.

En mi mente no tiene cabida pensar en la palabra ganar, porque cuando escribo no lo hago con esa intención, no me gusta venderme de esta forma. La intención de haberme presentado se encuentra en poder ser leída más allá de las personas que conozco. Además, pienso que siempre es bueno darse a conocer un poco más, pero de ahí a ganar... Ganar o no ganar no debería tener importancia alguna. Escribo con el corazón y soy feliz con lo que hago. No busco ninguna recompensa más allá de la personal, porque cuando escribo me dejo guiar por mis sentimientos y nada más. Mi principal motivación siempre será el ser feliz con lo que haga.

Últimamente me he vuelto bastante estudiosa y aplicada, porque al no poder salir de fiesta como antes dedico muchas noches a escribir o a avanzar trabajos. Algo que ni en sueños habría hecho algunos meses atrás, pero ahora todo es diferente.

Hoy estoy distraída, e intento escribir y terminar los trabajos pendientes, pero cualquier pensamiento viaja por mi mente excepto el de prestar atención a lo que hago. Cuando estoy en la universidad en las clases de teoría sin ser consciente de ello empiezo a hacer garabatos en el margen de la libreta de filosofía y distraída como estoy no me doy cuenta de que alguien se me acerca.

—¿Podría compartir con el resto de estudiantes lo que está haciendo? —me pregunta la señora Burgos en un tono malhumorado, levanto la cabeza de las palabras que estoy escribiendo antes de encontrarme con su mirada fija en mí.

—Perdón... —quiero disculparme, pero no sé cómo, me he distraído y ahora por culpa de ello no me queda más que agachar la cabeza mientras la maestra me mira claramente molesta.

—Me parece muy bien que en sus ratos libres le guste escribir, pero a pesar de estar en clase de filosofía, en estos momentos no quiero que escriba. Solo deseo que preste atención. Quizás le resulte interesante. —No digo más, pues la vergüenza de ser consciente de que todo el mundo me está mirando me impide hablar.

Cuando después de lo que parecen mil horas, pero en realidad son solo cinco, acaban las clases, es mediodía y voy a comer al mismo bar de siempre junto con Clara. Con los días, hemos ido recuperando la amistad después de mucho tiempo y ahora siento como si entre nosotras no hubiesen existido barreras. 

—¿Te preocupa algo? —me llama la atención cuando ve que estoy poco receptiva a conversar—. En clase de filosofía estabas muy distraída, ¿en qué pensabas? —me pregunta mientras nos dirigimos hacia una mesa al fondo del bar.

—Estaba pensando en el escrito que presenté al concurso, hoy colgarán las listas.

Clara fue la segunda persona en leerlo, después de Drew, y me dice:

—¿Por qué estás nerviosa? ¡Es precioso!

—Ganar es lo de menos, está claro que me haría ilusión, pero en ningún momento es mi propósito, solo quiero participar.

—Pero, entonces. ¿de qué te preocupas?

—Realmente, estoy preocupada por bastantes cosas, pero no es para estar siempre pensando en ello.

365 días para cambiar (Vuelta a Wattpad por tiempo indefinido)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora