Capítulo Trece

8K 864 171
                                    

Jennie

—Tengo la sensación de que mi madre podría aparecerse esta noche —dice Lisa, mirando por encima de mí desde el asiento del conductor.

Ella sale del estacionamiento de la escuela y se dirige hacia la ferretería. Conseguimos salir temprano y estoy agradecida porque esto me dará más tiempo para trabajar antes que sea necesario llegar a casa.

—Está bien. —Coloco un mechón de cabello detrás de mi oreja. Sabía que sus padres eran dueños de la ferretería, pero no había pensado en conocerlos.

—Se supone que hoy trabaja en el hospital, pero conociendo a mi madre no será capaz de dominar su curiosidad y va a aparecer esta noche para conocerte. — Me da una media sonrisa, como diciendo tú sabes cómo son las madres.

—Porque quiere conocer a la chica nueva en la ferretería o porque…

—Porque eres mía —dice interrumpiéndome. Le doy un vistazo de nuevo.
Sus ojos están clavados en mí mientras estamos sentadas en una luz roja.

—¿Como novia y novia? —pregunto.

Así es como se llama, ¿verdad? No he tenido una novia desde el cuarto grado, y sólo duró un receso y terminó porque le marqué mientras jugábamos pelota. Irene haló una de mis trenzas y me llamó enana. Siempre había sido la más pequeña de mi curso, y me imaginé que eso significaba que habíamos terminado. Nunca más jugué pelota después de eso.
Lisa estira el brazo, toma mi mano y la coloca en su regazo.

—Como quieras llamarlo, bebé.

—Te gusta llamarme así. —Lisa traza pequeños círculos en mi muñeca con su pulgar mientras avanza cuando la luz cambia a verde.

—¿No te gusta?

—Me gusta.

—Bueno, porque no creo que pueda parar. Es algo que solo ocurre contigo.

—Eres tan dulce conmigo. —La volteo a ver de nuevo, no puedo parar de hacerlo.

Siempre estoy mirando cualquier cosa menos a la gente, con la esperanza de que no me noten, pero no con ella. Me encanta cuando me ve. Un pequeño rubor golpea sus mejillas, y eso me hace sonreír. He estado haciéndolo todo el día con ella. No puedo recordar la última vez que sonreí tanto. Apuesto a que mi cara va a doler mañana. Ella no luce como alguien a quien llamarías dulce, pero lo es. Tampoco se ve como alguien que se ruborice, para ese caso.

—Otra cosa que también parece suceder a tu alrededor.

—Conozco esa sensación. No me gusta mucho hablar con la gente, y aquí estoy. Apenas te conozco y estoy en tu auto charlando.

—Continua. Quiero saber más acerca de ti.

Me encojo de hombros. Realmente no quiero hablar de mí. Prefiero hablar sobre el momento, o tal vez del futuro, pero sé que voy a tener que darle algo.

—Sólo somos mi padre y yo. Me mudé aquí desde Busan.

—Busan. Queda a dos horas al sur desde aquí, ¿verdad?

—Sí. —No le digo que apenas viví allí.

Que antes de Busan estuvo Daegu, Ulsan, Jeonju, y mi ciudad natal, Seongnam. Podría haber olvidado alguna. ¿Quién sabe? Todo se confunde en un lío que realmente no quiero tratar de aclarar. Quiero olvidar.

—¿Tu mamá? —Ella aprieta mi mano cuando le doy una mirada triste—. ¿La perdiste cuando te hiciste esa cicatriz?

Todo mi cuerpo se congela, y trato de retirar mi mano de la suya, pero ella no me deja hacerlo. Nos detenemos en el estacionamiento y apaga el motor.

—Lo siento. No tienes que decírmelo. —No dice todavía, pero lo da a entender. No quiero hablar de ello. Quiero fingir que nunca sucedió. Quiero que todo desaparezca.

Suelto el cinturón de seguridad, me inclino hacia adelante, y presiono mis labios contra los suyos. Como cada vez que nos besamos, todo lo demás se desvanece y estoy de vuelta en mi lugar seguro mientras su boca se mueve contra la mía.
Desliza su mano en mi cabello mientras profundiza el beso. Empujo, con ganas de más mientras nuestras lenguas se tocan suavemente.

—Bebé, tienes que parar.

Me quejo y continúo. Dios, esto se siente tan bien. Es lo mejor que he sentido en mi vida. Muevo mis caderas, y es cuando me doy cuenta de que de alguna manera me he arrastrado a su regazo.

—Jennie. —Lisa dice mi nombre, y casi suena doloroso. Abro los ojos y miro a los suyos. Está respirando pesadamente y su rostro está serio, como si estuviera enojada.

Trato de retroceder, no me gusta la seriedad de su rostro, pero no hay ningún lugar a donde ir. Estoy atrapada entre ella y el volante, y estoy bastante segura de que para empezar, soy yo quien nos puso en esta posición.

—Lo siento —suelto. No sé qué me ha pasado. Quería estar tan cerca de ella como pudiera. Estaba desesperada por olvidar el pasado y sólo pensar en ella, de regreso a nuestra pequeña burbuja que ella forma para nosotras.

—No vuelvas a disculparte por besarme, Jenn.

—Te ves enojada —le digo.

—No estoy enojada, nena. —Da una respiración profunda, tratando de controlar su respiración—. Créeme. Estoy cualquier cosa menos enojada. Estoy tratando de controlarme, y eso es difícil de hacer contigo moviéndote encima de mí.

Mis ojos se abren mientras mi boca se abre un poco. Siento su dureza contra mi culo, y me sonrojo aún más. Puedo decir por el bulto en el que estoy sentada debía gustarle bastante cuando nos besamos, pero por alguna razón ella quiere que me detenga. No quiero parar. Quiero que ella vuelva a decir mi nombre con esa voz ronca suya.

—No quisiera nada más que acostarme y dejar que te muevas sobre mí todo el tiempo que quieras, pero no en un puesto de estacionamiento donde todos nos pueden ver.

En mi boca se forma una pequeña O, porque se me olvidó donde estamos. Miro alrededor y veo que estamos en el estacionamiento de Manoban Hardware, y es entonces cuando veo a una pareja de mayor edad parados junto a la entrada. Los dos nos están mirando.
Miro al hombre quien se parece a Lisa, sólo que de constitución un poco más grande.

—Oh, Dios mío. —Dejo caer mi cara en su cuello, deseando que me trague la tierra.

Acabo de besarme con Lisa justo en frente de sus padres.

Shelding Jennie (Adaptación)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt