25. Relajado.

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Nevó toda esa noche y no paró durante la mañana del lunes. Las clases estaban suspendidas, las calles intransitables, los negocios cerrados y el edificio seguía sin luz. Yo no había apagado el teléfono durante la noche, porque no acostumbraba a hacerlo, y cuando desperté está muerto. Literalmente muerto. No me preocupé, no solían contactarme a no ser que fueran estudiantes, entonces no había problema.

Afortunadamente mi departamento era luminoso a pesar de estar en un primer piso, de lo contrario no hubiese podido estudiar. Y eso hice durante la mañana y el resto de la tarde. Alrededor de las cinco, con la luz aún cortada, decidí que salir a conseguir velas y algunas fotos no mataría a nadie.

Me abrigué lo más que pude, puse mi mejor calzado, y me adentré en la nieve. Fuera ya no nevaba, pero el cielo estaba cubierto, se podía sentir el frío ingresar por mi nariz pero también se respiraba calma y tranquilidad.

Caminé por mucho rato y no encontré ni un negocio abierto. En mi camino había tomado fotos a algunos niños que jugaban con sus padres, a algunos adolescentes que hacían elaboradas guerras de nieve y algunas parejas que paseaban tranquilamente por el lugar.

Me gustó una pareja en particular. Se veían enamorados, realmente enamorados y me alegré por ellos. Tomé tres fotos como prueba de ese sentimiento y sonreí mientras las revisaba. No hacía falta ni un retoque, estaban perfecta tal cual las había tomado. Era la representación gráfica de la frase "Una imagen vale más que mil palabras".

—Se ven bien —di un salto al notar que no sólo yo los había estado mirando. Me giré para encontrarme con Nash, distraídamente parado a un metro de mí. —Estoy muy feliz por ellos.

—Sí... —dije volviendo a ver la foto.

¿Por qué me estaba hablando? Las cosas entre nosotros habían terminado más que pésimo. Yo no lo había visto llegar, él podría haberme esquivado.

—¿Les dijiste a tus padres que nosotros no estábamos más en contacto? —consultó consiguiendo mi mirada en él. Asentí. —Ellos me escribieron diciendo que están preocupados porque no pueden contactar contigo.

—Yo les dije, si ellos piensan que mentí no es conmigo con quien tienes que hablar —dije de mala gana apagando la cámara. Ese paseo había terminado. —No hay electricidad en edificio desde ayer a la tarde, mi teléfono murió. Si hablas con ellos diles que no estoy teniendo ninguna crisis adolescente en la que no quiero hablar con nadie. Además —me reí burlón —¿Por qué se preocuparían? Ellos no llaman más de dos veces al año.

—Es tu cumpleaños Ian.

Lo miré unos segundos sin casi sin entender lo que estaba diciendo y luego moví mis ojos de los suyos.

No recuerdas tu cumpleaños cuando nadie te saluda, es fácil que sea un día más en el calendario cuando no hay amigos que llamen o que planeen una salida; además, no es como si siquiera fuera importante para mí. Y mis padres nunca llamaban de todas maneras, porque las cosas siempre habían estado tensas desde que yo había dejado a Nash.

—¿Sabes de algún negocio abierto? —consulté cuando recuperé la voz. Él podría haberse ido, pero no lo había hecho y yo no quería hablar más de mis padres con él.

—No. Está todo cerrado.

—Oh, bien. Gracias —dije tomando una bocanada de aire y mirándolo. —Dile a mis padres que no tengo carga por favor.

—De acuerdo.

Asentí y me volví sobre mis talones para encontrarme a un curioso Polo parado tras de mí. Él observaba curioso la escena y si hubiéramos estado en otra etapa yo me hubiera reído porque mi pasado y mi presente se habían encontrado en el mismo lugar. Pero no estábamos en esa etapa y eso era sólo incómodo.

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