48. Imperfecto.

1.1K 165 15
                                    


Regresé a mi cama y me recosté de espaldas a la puerta abierta, incluso pensé en tapar mis orejas para no oír la salida de Ian a riesgo de correr tras él y suplicarle que se quede, pero no lo hice. Simplemente cerré los ojos con fuerzas y me obligué, mentalmente, a dormirme una vez más. Sería más fácil aceptar que se había ido, tener la charla con mamá y acordar que no lo molestaría más en unos minutos y no en ese momento, necesitaba ese tiempo para procesar todo.
Me concentré en mi respiración, eso siempre me ayudaba a conciliar el sueño, inhala… exhala… inhala… exhala… así, hasta que poco a poco mi tenso cuerpo se relajó, mi corazón alcanzó un ritmo normal y la conciencia se alejó de mí.
Desperté por un pequeño cosquilleo en mi nuca. Suspiré fuertemente y con molestia ante de volver a enterrar mi cara en la almohada.
—Polo… es tarde…
Claramente podía saber que quien intentaba despertarme con suaves besos en mi cuello era Ian. Su voz cálida, su toque suave… pero no estaba preparado para enfrentarlo, necesitaba dormir un poco más, aclarar mi cabeza.
—Vamos —insistió cuando no le di una respuesta. —Has dormido mucho…
Ian deslizó sus labios por mi mandíbula hasta alcanzar mi mejilla. Apenas abrí mis ojos para observarlo sonriéndome con amabilidad.
—Entiendo que estás cansando Polo, pero debes levantarte a cenar —continuó con suavidad cuando mis ojos se volvían a cerrar. Sus pulgares acariciaron mis mejillas y sus labios continuaron moviéndose por mi piel. —Yo debo irme ahora ¿Sí? Pero tienes que levantarte…
Así que ahí estaba finalmente su decisión. Irse. Bien. Mamá tenía razón después de todo.
—¿Quieres que me quede para acompañarte a cenar y luego
—Estoy bien —logré decir. Dar lástima era lo único que no haría. No más. No lo obligaría a quedarse porque “estaba pasando un momento difícil”, yo era un adulto, maldita sea, podía lidiar solo con eso.
Me obligué a abrir los ojos y empujé una sonrisa a mis labios recostándome en su caricia.
—Estoy bien, tomaré un baño y luego iré a cenar. No te preocupes.
—Bien —sonrió de vuelta inclinándose para apoyar sus labios castamente en los míos. —Te veo mañana ¿De acuerdo?
Asentí y sostuve mi sonrisa hasta que él cruzó la puerta. La dejó abierta, por supuesto, por lo que esperé oír la despedida de mamá para moverme a cerrarla. Yo no tenía pensando tomar un baño y no tenía hambre aún, sólo quería dormir un poco más.
Casi puedo jurar que mamá y Delia fueron a pedirme que las acompañe a cenar, pero estaba demasiado cansado para prestar atención e intentar diferenciar si era un sueño o era real. Lo que sí fue real fueron los golpes en la puerta durante la mañana siguiente y las llamadas enojada de mi mamá para que “salga de la maldita habitación”.
Rodé los ojos antes de abandonar la cama y abrir la puerta dejándola que ingrese. Ella estaba gritando algo, pero no me tomé el trabajo de escucharla, tomé una muda de ropa, unas toallas y fui al baño por la ducha que le había dicho la noche anterior a Ian.
Cuando salí oí a mi madre y a Delia en la cocina, compartiendo el desayuno, pero no me detuve allí, pasé de largo sin ser percibido y salí a la calle. No quería ver a nadie en ese mismo momento. Mamá querría hablar de lo que había pasado con Ian y sinceramente no estaba de ánimos para eso, ya me sentía mal por todo lo que estaba pasando, recordarme lo mierda de persona que era no ayudaría a nadie.
Vagué por las calles durante algunas horas y, cuando supe que Andrew había llegado a su casa fui allí. Él me abrió la puerta sorprendido, tenía en sus manos un abrigo y las llaves: estaba por salir.
—No te preocupes por mí, sólo necesito un lugar para estar… puedes salir tranquilo —dije ingresando sin ser invitado.
—Estaba por salir a buscarte Polo, tu madre e Ian me llamaron preocupados porque saliste sin avisar y no llevaste tu teléfono contigo —informó casi cabreado. Rodé los ojos y me dejé caer en una silla. —Les avisaré que éstas
—Oye. No les digas que estoy aquí —advertí con seriedad.
—Polo, saliste a las ocho de la mañana de tu casa, son las cuatro de la tarde…
—Diles que te comunicaste conmigo y que estoy bien, no les digas que estoy aquí. Yo sólo quiero que me prestes tu lugar para estar sólo un rato. No molestaré, lo prometo.
—No se trata de molestar o no Polo —suspiró dejándose caer frente a mí. —Tu madre está asustada ¿De acuerdo? Has tenido algunas actitudes no muy sanas cuando te encuentras triste… ella piensa que la pérdida de tu padre ha sido mucho para que puedas procesarlo.
—Dile que estoy bien —repetí con enojo. ¿Realmente mi madre pensaba que yo no podía intentar suicidarme? Bueno, sí, supongo que sí.
—Bien —suspiró vencido. —¿Realmente lo estás?
—No. No me siento bien. Extraño a mi papá y me odio por no haber podido hacer nada para evitar que muriera, pero no estoy pensando en hacer algo estúpido, yo sólo quiero estar sólo, pensar, dormir, nada más.
—Yo creo que no apoyarte en tu familia, en tus amigos, es hacer algo estúpido ¿Sabes?
—Estoy aquí ¿O no? —quise saber de mala gana.
—Pero no para hablar o apoyarte en mí. Estás aquí porque no tienes otra opción.
—La tengo.
—¿Carla?
—Jódete —dije poniéndome de pie. —Iré a dormir. No les digas que estoy contigo, en serio, no quiero ver a nadie.
—Como quieras.
Ni siquiera me ocupé en fulminar con mi mirada su gesto molesto, él era mi amigo debía estar de mi lado, aunque mis decisiones no le gustaran para nada. Y eso era lo que más me gustaba de él, que a pesar de no estar de acuerdo conmigo, él me respetaba.

AtemporalHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin