21. Emocionado.

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Ese sentimiento me asustó. Y me asustó mucho, aún más porque él aún no terminaba ese asunto con su ex novia. Yo había sufrido lo suficiente y había lastimado a mucha gente en el camino, no estaba preparado para avanzar. No aún.

Tampoco ayudó que no me animara a hablarlo con mi psicólogo. No sé por qué pero pensé que él me juzgaría para mal, entonces durante las sesiones yo simplemente hablaba de nimiedades aunque él me viera como si supiera que estaba intentando ocultarle algo.

Volví a esquivar a Polo. No estuvo bien, lo sabía, pero no pude evitarlo. Yo respondía sus mensajes, pero evitaba hablar más de lo necesario y no iba a comprar a la panadería en los horarios que yo sabía que él estaba. Richard me preguntó, disimuladamente, si había pasado algo pero le sonreí y me excusé diciéndole que estaba muy ocupado con la facultad, lo cual era cierto. Ese periodo era el de los primeros parciales y no era mucha la vida social que podía tener. Además seguía dándole clases particulares a otros estudiantes y eso demandaba mucho tiempo también.

Dos o tres semanas después del último encuentro con Polo, papá me invitó a cenar. Ellos habían ido a la ciudad por unos trámites de una propiedad que habían adquirido allí y pensaron que sería buena idea tener una comida familiar. Yo no les agradaba mucho, nunca lo había hecho y luego de lo que había pasado con Nash las cosas habían empeorado.

Me querían, porque era su hijo y esa era una obligación, pero yo no les agradaba. Nunca me trataron mal, pero esas cosas se pueden sentir. Y cuando yo era pequeño no me había perdido algunas conversaciones en los que ellos se preguntaban porqué habían decidido tenerme. Yo nunca les dije nada ni pregunté, no había mucho lugar a preguntas allí. Pero sí me prometí a mi mismo que no tendría hijos, nunca. No los deseaba.

Bueno, pensándolo en retrospectiva, quizás esa había sido una de las razones por las que yo había huido como un cobarde cuando Nash habló de hijos y una familia numerosa. Yo no quería eso. En el momento pensé que lo hacía por él, porque ambos éramos hombres y yo no podría darle los niños que él deseaba.. pero ahora, después de varios años, quizás lo había hecho porque nuestros deseos eran distintos.

Como sea, mis padres habían hecho lo mejor que habían podido conmigo. Habían sido un poco crueles hacía unos años atrás cuando dejaron de pagar mis gastos, pero supongo que había sido justos. ¿Se imaginan tener que mantener a un adulto al quien ni siquiera querían traer al mundo cuando era un niño? No, yo los entendía. Ellos estaban siendo justos.

La cena fue tranquila. Fue en un lugar caro, como a ellos le gustaban, y pidieron sin preguntarme qué era lo que quería. Mamá se animó a preguntar por Carla, le dije la verdad, que nos veíamos de vez en cuando pero que no había nada más que una amistad. Papá preguntó por Nash, sonreí amable y le dije que no había nada más entre nosotros. Ambos preguntaron si había alguien más y le hablé de Alex. Alex era mi amigo, era alguien más, era algo que yo nunca había tenido.

Ellos se mostraron conformes y me dejaron ir tranquilo. Antes del abrazo de despedida papá me extendió las llaves de un vehículo junto con unos papeles. Era un regalo. No me quejé, me hacía falta un vehículo. Agradecí aunque me hubiera gustado mucho más algo que no fuera material.

Fue esa noche cuando, mientras manejaba probando el auto, vi a un sujeto caminar tambaleante por el borde de la calle. Parecía borracho, pero más que nada parecía herido.

Yo no tendría que haberme detenido. Era una pésima idea y no había nadie más alrededor como para ayudarme en caso de que fuera alguien peligroso. Pero paré el auto cuando lo vi caer y corrí a él.

—¿Estás bien?

—No —respondió levantando su mirada a la mía. Apenas sonrío. Él tenía un golpe en su labio, estaba despeinado y sujetaba el costado de su cintura de donde podía ver claramente había sangre. —¡Te conozco!

AtemporalWhere stories live. Discover now